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Aprendiendo a vivir con un corazón de María en medio de un mundo de Martas. Por Claudia Juárez Garbalena


Dios te bendiga. La siguiente enseñanza es parte de la clase "Delicias a tu diestra para siempre", por Claudia Juárez Garbalena que en breve estará disponible. Esta clase está diseñada para ahondar en tu comunión con Dios y nuestro Señor Jesucristo.  

Una de las necesidades básicas del creyente es aprender a descansar, a reposar, no solamente físicamente, sino en su corazón y mente. Podemos estar recostados en un sofá muy cómodo, e incluso dormir, pero no descansar plenamente por el agobio y peso en nuestros corazones. Es una necesidad para un creyente aprender a descansar. En un mundo agitado como en el que vivimos, vivir aceleradamente es lo que impera. Todo hacemos de prisa, sin meditar. Hacemos una cosa tras otra y nos dejamos envolver por el mundo apresurado en el que vivimos en el que el tiempo no alcanza para nada.

¿No es curioso que nuestros abuelos tenían tanto tiempo para hacer cosas que hoy no nos alcanza el tiempo para hacer? Hay formas de comunicación como nunca antes, y sin embargo, nos encontramos solos, aislados, con muy pocas amistades profundas y verdaderas. Todas las cosas son desechables, incluyendo las relaciones humanas. Sin embargo, la Biblia nos habla del valor de tomar un tiempo en quietud con Dios.

Salmos 5:3 Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.

Salmos 37:7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.

Lamentaciones 3:26 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.

El silencio ante Dios es una cualidad a desarrollar y nos permite escuchar, escuchar a Dios, y también nos da reposo. El rey David aprendió y disfrutó de los beneficios del silencio y la quietud delante de Dios.

Hay un relato hermoso de dos hermanas que amaban a Jesús. Él estaba de visita en la casa de ellas, una de ellas se sentó a sus pies para darle su total atención, la otra, amándole también, estaba sirviéndole afanosamente. Leamos qué fue lo que Jesús les dijo a ambas.

Lucas 10:38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.

39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.

40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.

42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.


Jesús fue amablemente hospedado en casa de Marta, ella le mostró amor y reconocimiento al invitarlo a su casa, y pareciera bastante irresponsable la actitud de su hermana María, quien la dejaba servir sola mientras Marta hacía todo el trabajo. Sin embargo, Jesús reprendió la ansiedad de Marta, y alabó la decisión de María: “Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”

“María ha escogido la buena parte”, The Passion Traslation dice:

Lucas 10:41,42 El Señor le respondió: “Marta, mi amada Marta. ¿Por qué estás molesta y preocupada, arrastrada por todas estas distracciones? ¿Son realmente tan importantes? María ha descubierto la cosa más importante al elegir sentarse a mis pies. Ella no está distraída, y no le quitaré este privilegio.

Lo que el mundo hace en la vida y el corazón de un creyente, es distraerlo. La versión “The Message” dice:

Lucas 10:41-42 El Maestro dijo: “Marta, querida Marta, te estás preocupando demasiado y te estás poniendo nerviosa por nada. Una única cosa es esencial, y María la ha elegido: este es el plato principal, y no le será quitado”.

¡María escogió el mejor plato del menú y se sentó a deleitarlo! Nuestro Señor le dijo a Marta, que aun servirle no era la cosa principal, sino aprender a sentarse a sus pies y brindarle toda su atención. Esta es una gran lección para los creyentes sinceros hoy que vivimos en el constante afán de saber más, de servir más, de ir a más lugares y hacer actividades que consideramos cristianas. Jesús alertó a Marta, que María había escogido la buena parte, la cual no le iba a ser quitada. ¡Ese privilegio nadie se lo iba a poder arrebatar!

Lo que aprendes y disfrutas a los pies de Jesús, no te lo brinda ningún servicio, ninguna misión o labor cristiana. Es un privilegio y deleite invaluable sentarnos a los pies del Maestro y aprender, no sólo conocimiento, sino entendimiento, sabiduría, y lo más importante, conocerle a él mismo.

Juan 17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Juan 17:3 (“The Passion Traslation”) La vida eterna significa conocerte y experimentarte como el único Dios verdadero, y conocer y experimentar a Jesucristo, como el Hijo a quien tú has enviado.

¡Nuestra vida eterna ya ha comenzado! ¡La plantó Dios en nosotros en el momento que renacimos de Su espíritu! Y la vida eterna es conocer y experimentar tanto a Dios, como a Su Hijo Jesucristo.

¿Cómo vivir con un corazón de María en medio de un mundo de Martas? Aprendiendo quietud, buscando ese tiempo en paz con Dios para orar, para leer, para escuchar Su Palabra y escucharlo a Él. Sentarse a Sus pies no un tiempo de afán y súplica y angustia afanosa, sino un tiempo sólo para ser deleitado con Su Presencia y Su voz.

Un creyente que no desarrolla quietud, raramente ahondará en su íntima relación con Dios. Como creyentes, necesitamos tiempo a solas con Dios, un tiempo en calma donde nuestra alma repose en Él. Este tiempo puede ser en oración, estudio, pero también simplemente estando en Su presencia hablando con Él.

David desarrolló una creciente relación con Dios al conocerle no solo a través de las Escrituras, sino a través de un diálogo constante con Dios. Sus experiencias disfrutando de la presencia de Dios nos describen lo que él percibió y vivió:

Salmos 84:1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!

2 Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.

4 Bienaventurados los que habitan en tu casa; perpetuamente te alabarán. Selah

5 Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos.

6 Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques.

7 Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion.

Sion era la ciudad de David, él trajo el arca del pacto y construyó un tabernáculo en Sion para Dios, ahí le adoraba (1 Reyes 8:1).

10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad.

11 Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.

12 Jehová de los ejércitos, dichoso [bendito, feliz] el hombre que en ti confía.

David conoció por experiencia propia a Dios, no solo por estudiar la Torá, sino por pasar horas en oración, en diálogo, en alabanza, en adoración y en meditación en Dios. Esto, para quien no lo ha experimentado, pareciera una actividad aburrida y difícil de llevar a cabo, pero no fue lo que describió David, y no es lo que experimentan aquellos que conocen íntimamente a Dios.

Salmos 16:5 Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; Tú sustentas mi suerte.

6 Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado.

7 Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia.

Dios habla aun mientras duermen a aquellos que tienen corazón dispuesto.

8 A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente;

11 Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.

Salmos 139:17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!

18 Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo.

Salmos 19:9 …Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.

10 deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.

11 tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón.

Nadie que no conoce a Dios Cara a cara puede hablar con este pleno conocimiento de causa, con esta autoridad de lo que ha visto, escuchado y vivido cerca de Dios. David vivió bajo la ley, pero asombrosamente cobijado en la gracia de Dios. Su petición de habitar en la presencia de Dios y contemplar Su hermosura fue escuchada por Dios. David, sin ser un sumo sacerdote, fue capaz de adentrarse por la gracia de Dios al Lugar Santísimo, a la presencia misma de Dios y conocerlo y adorarlo. Hoy vivimos bajo la gracia y con un privilegio mucho mayor que el que disfrutó David.
Ahora quiero tomar el tiempo para hablar de un tema vital en el corazón de un creyente. Uno de los más grandes retos del creyente es lidiar con sus emociones. Las emociones juegan un papel muy importante en la vida de cualquier persona. Nos hacen sentir felicidad, dicha, alegría y también profunda tristeza, desilusión o miedo, y darles rienda suelta nos llevan incluso a la enfermedad física, mental o emocional.

Un creyente jamás debe basar su vida en las emociones. Las emociones son un regalo que Dios nos dio para nuestra bendición, sin embargo, en este mundo caído y roto, las emociones nos enferman, nos arrastran y nos esclavizan. Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio, y en la nueva naturaleza de Cristo tenemos emociones nuevas mucho más sublimes que las de la naturaleza de Adán.

En el hijo de Dios moran dos naturalezas: una es la de Adán, caída, que siempre tiende a la corrupción, al mal; y la naturaleza de Cristo que es como él es en esta tierra. El hijo de Dios manifestará una u otra naturaleza conforme a su libre albedrío y a su diligencia para cuidar su corazón y disponerlo a Dios. ¡Un renacido del espíritu de Dios tiene el potencial para vivir como Cristo en esta tierra con todo lo que eso implica!

En Cristo tenemos literalmente una nueva vida y un nuevo corazón que siempre quiere hacer la voluntad de Dios porque está enamorado de su Padre celestial. Literalmente tenemos sus ojos detrás de nuestros ojos, sus manos detrás de nuestras manos, literalmente tenemos una nueva vida espiritual que ama y siente como Cristo. Colosenses 3:3 afirma que “hemos muerto con Cristo”.

Romanos 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

La vieja naturaleza ha muerto con Cristo y nos corresponde considerarla crucificada y vivir como Pablo describe:

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Una de las formas en las que el creyente definitivamente descansa, es aprendiendo a sujetar sus emociones a Cristo, y no dejando que ellas sean su amo. La carne y sus emociones no pueden ni deben guiar la vida de un creyente como lo hacen con una persona de cuerpo y alma. Las emociones literalmente pueden dominar y arruinar la vida de una persona. Emociones como el rencor, el odio, los celos, la tristeza y la envidia, literalmente carcomen la salud emocional y física de un ser humano. Las emociones de la carne no deberían reinar, moldear y definir la vida de un hijo de Dios.

La vida de pensamiento de un ser humano está formada por una acumulación de experiencias, muchas de ellas dolorosas que le van causando heridas y emociones tóxicas que dañan su vida. Cristo, siendo nuestro Salvador, nos hace libres de toda atadura, de todo yugo o esclavitud, y eso incluye nuestras emociones.

Los Evangelios nos muestran ejemplos de cómo Jesús estuvo siempre en control de sus emociones. Jesús hizo frente a la tentación en el desierto. Jesús fue capaz de sobreponerse a la tristeza por la dureza de corazón de los líderes religiosos de su época. Jesús fue capaz de sobreponerse a la muerte del profeta Juan el Bautista mientras él estaba llevando a cabo su ministerio, ¡Juan era su primo, y murió decapitado por la crueldad de la mujer de Herodes!, y las Escrituras nos muestran que Jesús después de aislarse y tomar un tiempo con su Padre, siguió predicando y sanando a los que acudían a él. Jesús enfrentó la traición de Judas quien lo entregó por unas monedas. Jesús enfrentó la negación de Pedro, el más efusivo de sus apóstoles. Las miradas de él y de Pedro se cruzaron mientras él enfrentaba el escarnio y su juicio como lo había profetizado. Jesús hizo frente a la agonía y a la tristeza hasta la muerte en Getsemaní. Jesús se enfrentó a la ingratitud y al rechazo de los de Israel. ¡Vivió en carne propia muchas de las emociones que nosotros sentimos! Y asombrosamente, Jesús sufrió la cruz ¡por el gozo puesto delante de él! Jesús fue un hombre ecuánime, centrado y siempre en control de sus emociones porque tenía control de su corazón y de su vida de pensamiento. Esa es la naturaleza que vive en ti y en mi y que florece con nuestra libre decisión y renovación de la mente.

Las emociones constantemente arrastran al ser humano por donde no quiere, las emociones desbordadas son parte de la naturaleza caída de Adán. Las emociones nos las regaló Dios para disfrutarlas, pero no para que sean nuestro amo, y gobiernen nuestras vidas. Los cinco sentidos tampoco deben gobernar un corazón creyente. Lo que vemos, oímos y sentimos, la mayoría de las veces contradice la verdad de la Palabra de Dios. El creyente debe tener el corazón empapado de las Escrituras para responder, confrontar y enfrentar a los cinco sentidos y a las emociones con un “escrito está”. Si el creyente no confronta sus emociones y los cinco sentidos con la verdad de la Palabra, será constantemente robado y atribulado.

Nosotros somos como Cristo es. Y Cristo no vivió a través de las emociones de la carne, sino a través del espíritu. Él creyente siempre debe aspirar a vivir en la vida nueva y superior de Cristo. Una vida llena de gozo y plenitud, una vida sabiéndose muy amado, aceptado y recibido por Dios. Mientras no vivamos conscientes y creyendo nuestra identidad y posición en Cristo, estaremos viviendo en la vieja naturaleza, y seremos robados de nuestras bendiciones ya ganadas en el madero.

Las Escrituras dicen que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo. ¡Morimos con él, fuimos enterrados con él y resucitamos con él! ¡A esto se le llama nuestra identificación con Cristo! Jesús tomó nuestro lugar para clavar en la cruz no solamente la deuda impagable por nuestros pecados que teníamos, sino que también murió en vez de nosotros. No podemos en nuestra vieja naturaleza tomar control de nuestras emociones, pero en nueva calidad de vida en Cristo, sí.

¡Por la bendita gracia de Dios somos absolutamente completos en Cristo! ¡Nada nos falta espiritualmente! Estamos completamente equipados en Cristo, pero la forma en cómo administramos ese tesoro que nos ha sido dado en nuestros vasos de barro sí requiere de nuestro esfuerzo, dedicación y tiempo. No trabajamos para salvación, para vida eterna, pero sí para apropiarnos de nuestra rica herencia en Cristo.

Hebreos 12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

2 Corintios 10:3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;

4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,

5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.


Los textos antiguos dicen “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Llevar nuestros pensamientos cautivos a la obediencia de Cristo, se refiere a llevar cautivo todo pensamiento a su obra completa y finalizada, a su obediencia, y no a la nuestra.

¿Como logramos tener un corazón de María en medio de un mundo de Martas? Llevando todo nuestro ser a la quietud de Dios. Como creyentes en medio de este mundo de tinieblas, necesitamos en quietud llevar nuestra vida de pensamiento a lo que ya somos y tenemos en Cristo, meditar en su obra, deleitarnos en su obra, creer en lo que él hizo por nosotros cada día de nuestras vidas.

Necesitamos su constante salvación en este mundo. Jesús no solamente es nuestro Salvador para vida eterna, sino que es nuestro Salvador de toda cautividad, yugo y opresión. Muchas veces las prisiones mentales son mas tortuosas que las físicas. Y siempre nos confrontan situaciones que intentan robarnos nuestra paz, cautivar nuestra vida de pensamiento y por tanto nuestras emociones.

1 Pedro 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.

Humillarnos no es sentirnos basura o menospreciarnos, sino reconocer que necesitamos a Dios y Su salvación constante en nuestras vidas. ¿Cómo nos humillamos delante de Él?

1 Pedro 5: 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

Reconocer que Él toma cuidado de nosotros y arrojar nuestras cargas sobre Él sin guardarlas nosotros, eso es ser humilde delante de Él porque estamos reconociendo que Él es Dios y que lo necesitamos, que por nuestros medios, fuerza e inteligencia no podemos resolver nuestras vidas.
Zacarías 4:6 Esta es palabra de Jehová... No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.

Hay tantas cosas que cautivan nuestros pensamientos y caemos en ansiedad porque no estamos reconociendo el señorío de Dios en nuestras vidas. Si hemos entregado una situación a Él, a Él le pertenece, y Él tomará cuidado de toda nuestra situación.

1 Pedro 5:8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

“La fe” es la forma correcta de creer. Resistimos al enemigo y sus acechanzas no con nuestra fuerza, habilidad y capacidad, sino con la fuerza, capacidad y habilidad de Cristo. El diablo anda alrededor buscando a quién devorar, lo cual significa que no puede solo venir y devorarte. Debe encontrar una puerta, un lugar por donde entrar a tu vida como lo hizo en la vida de Job.

Job tenia un cerco de protección dado por Dios, pero al dar lugar al miedo y a la justicia propia, el diablo se tomó el derecho de entrar a su vida y devastarla. Dios al final restauró todo a Job, pero el punto que quiero señalar aquí es lo importante que es la vida de pensamiento. Un corazón en paz y confiado en Dios es impenetrable. Jesús tenía esa paz y nos dejó su paz:

Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

La versión King James en inglés dice “no permitas que tu corazón se turbe ni tenga miedo”. Jesús nos dejó su paz y nos corresponde a nosotros guardar nuestro corazón para que esa paz prevalezca.
¿Y cómo guardamos nuestro corazón en paz? Conociendo a Dios y Su naturaleza fiel y bondadosa, y conociendo a nuestro Salvador viviente Jesucristo y su obra finalizada.

Romanos 4:22 por lo cual también su fe [habla de Abraham, el padre de todos los creyentes] le fue contada por justicia.

Abraham creyó en la promesa de Dios de que él sería heredero del mundo y de que su descendencia sería como la arena del mal en multitud siendo su mujer estéril y ambos de edad avanzada, Abraham creyó que El Shaddai sería poderoso para cumplir Su palabra empeñada, y su fe le fue contada por justicia.

Romanos 4:23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada,

24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro,

25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.

Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

La Palabra de Dios nos asegura que de la misma forma en que Abraham fue justificado al creer en la fidelidad de Dios para cumplir Su Palabra, que así nosotros seríamos justificados al creer que Jesús fue levantado de entre los muertos. Tú y yo, hijos de Dios, somos justos delante de Dios debido a la obra completa y finalizada de nuestro Señor Jesucristo, estamos en paz con Dios. Creer eso hermano, hermana, nos da paz.

Abrazar esa paz en nuestra mente referente a lo que ya somos y tenemos en Cristo, será nuestro escudo en muchas luchas, ataques y batallas.

Efesios 6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia.

Una de las partes vitales de la armadura de Dios en el creyente es “vestirnos con la coraza de justicia”. Si te sabes amado y justificado por la bendita gracia de Dios, eso dará certeza y paz a tu vida.

Ahora, una gran cualidad a desarrollar para el creyente, es tener un corazón que escucha. ¡Salomón lo tuvo! Esta fue la respuesta de Salomón a Dios cuando Él se le apareció en sueños y le dijo “pídeme lo que quieras que yo te dé”:

1 Reyes 3:7 Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven [“niño pequeño” dice la NTV], y no sé cómo entrar ni salir.
8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.

9 Da, pues, a tu siervo corazón entendido [“un corazón que entiende” dice la KJV en inglés y “un corazón que escucha a Dios”, dice la versión “The Mesagge” en inglés] para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
10 Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto.

Sabemos que Dios le concedió mucho más allá de lo que Salomón había pedido, porque Dios es fiel galardonador de los que le buscan, y da mucho más allá de lo que pedimos o entendemos. Él es poderoso y fiel para darnos a entender Sus caminos y pensamientos.

Fue asombrosa la petición de Salomón, y aun más asombrosa la respuesta de Dios. Dios le otorgó ese corazón sabio, un corazón que entiende y escucha a Dios. Por tanto, vayamos a Dios con esta misma petición y con el mismo corazón con el que Salomón hizo esta petición. El rey Salomón es un clarísimo ejemplo de lo amplio y generoso que es Dios para responder una petición hecha desde el fondo de un corazón humilde y manso para Él.

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