La fe que mueve montañas: 12 Claves para transformar tu vida. De Keneth Hagin
EN EL PRESENTE ESCRITO CUBRIMOS LA REFORMA 1 a 5
Padre, venimos delante de
ti hoy en el nombre poderoso de Jesús. Te damos gracias, Señor por Tu Palabra
que es vida para quien la encuentra y salud para todo su cuerpo. Te damos
gracias que mientras estamos sentados en la enseñanza de tu Palabra, no solo
estamos escuchando información sino que estamos recibiendo revelación, revelación
que causará que la fe surja nuestros corazones y cambie nuestras vidas para
siempre. Espíritu Santo, Tú eres nuestro maestro, tú eres nuestro guía, tú eres
el que le da vida la Palabra, abre los ojos de nuestro entendimiento hoy para
que podamos conocer la esperanza de nuestro llamamiento y las riquezas de la
gloria de nuestra herencia en Cristo Jesús. Tomamos autoridad ahora mismo sobre
cualquier distracción, sobre cualquier obstáculo y declaramos en el nombre de
Jesús que nuestros corazones y mentes estarán abiertos para recibir lo que
tienes para nosotros, recibimos Tu Palabra como la verdad, y actuamos conforme
a ella sabiendo que es poder de Dios para aquellos que creen. Te damos las
gracias porque Tu Palabra nunca regresa vacía sino que hará lo que a Ti te
complace, y será prosperada en aquello para que le enviaste. Padre, te damos
honor y gloria, recibimos este tiempo en tu Palabra y declaramos que al final
de este servicio no seremos los mismos, nuestra fe será más fuerte, nuestro
entendimiento más claro y nuestro caminar contigo más victorioso que nunca
antes. Te damos toda la alabanza y creemos que está hecho, en el nombre de
Jesús amén, amén.
Ahora, entremos en esto,
en el nombre de Jesús estoy muy contento de que estén aquí con nosotros hoy,
creo que hoy es un punto de inflexión para algunos de ustedes en el área de la
fe. Si han estado luchando por ver respuestas a sus oraciones, o quizá han
estado luchando con la duda, la confusión o incluso la enfermedad, hoy vamos a
cavar profundo en la Palabra de Dios y a descubrir algunas verdades poderosas
que cambiarán tu vida para siempre.
Verán, la Palabra de Dios
es poderosa. Tiene el poder de cambiar todo en tu vida, pero debe ser recibida
con fe. La Biblia dice en Romanos 10:17: Así que la fe viene por el oír y el
oír por la palabra de Dios. Ahora esta es una poderosa verdad: La fe viene
por el oír la Palabra de Dios. Y no solo me estoy refiriendo a oír con los
oídos físicos, estoy hablando de escuchar con el corazón, de recibirla en lo
más profundo de ti.
Verás, cuando la fe es
plantada en tu corazón crecerá y producirá resultados. Pero como cualquier
semilla tiene que estar plantada en buena tierra, eso significa que tu corazón
tiene que estar abierto para recibir la Palabra de Dios y luego tienes que
actuar según esa Palabra. Quiero que entiendas algo hoy, la fe no es pasiva, no
es solo algo que piensas. La fe es una acción, es algo que haces. Cuando crees
la Palabra de Dios y actúas conforme a ella, tú la hablas, la declaras, te
mueves como si ya tuvieras aquello por lo cual estás creyendo. Y puedo decirte
ahora mismo, si aprendes a actuar en fe, tu vida nunca volverá a ser la misma.
Ahora, entremos en nuestro tema principal hoy. Vamos a hablar de doce reformas
que cambiarán tu vida para siempre, y les voy a decir, estas no son solo
sugerencias, estos son principios divinos que revolucionarán tu manera de vivir
si los abrazas y los pones en práctica.
Reforma número 1: La fe
debe ser hablada.
La primera reforma es
esta: la fe debe ser hablada. No puedes solo creer en tu corazón y esperar
resultados. Tienes que decirla. Jesús dijo en Marcos 11:23: Porque de cierto
os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y
no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga
le será hecho.
Ahora, vamos a hacer una
pausa aquí, Jesús no dijo "tendrás lo que sea que creas", eso es
importante. Mucha gente ha malinterpretado esto, Él dijo "tendrás lo que
sea que digas", ¿lo ves? La fe obra a través de hablar, no basta solo con
creer en tu corazón aunque ese sea el primer paso, debes hablarla en voz alta.
Piensa acerca de esto,
cuando recibes algo, ¿qué haces? hablas acerca de ello. Si alguien te da un
regalo, no te lo quedas para ti, no, le dices a la gente "mira lo que
tengo", bueno las promesas de Dios no son diferentes. Cuando las recibes
necesitas decirlas, necesitas declararlas en voz alta. Tú necesitas decir
"por su llaga he sido curado", "mis necesidades son suplidas
conforme a las riquezas en gloria en Cristo Jesús", "soy la justicia
de Dios en Cristo Jesús".
Las palabras son
poderosas, amigos. Las palabras son contenedores de la fe, y cuando hablas la
Palabra de Dios estás liberando fe en la atmósfera. La Biblia dice que "la
muerte y la vida están en el poder de la lengua" (Proverbios 18:21), esto significa
que tus palabras pueden edificarte o derribarte, pueden traer victoria o
derrota. Depende de ti. Tú puedes decir "pero hermano Hagin, he estado
hablando la Palabra por mucho tiempo y no veo que nada ocurra". Bueno, ¡no
te des por vencido! Verás, la fe no funciona como un microondas, no es
instantánea, es como una semilla. La plantas y luego esperas, y durante ese
tiempo sigues hablándola, sigues regándola con tus palabras y eventualmente
empezarás a verla crecer. La clave es seguir hablando la Palabra en fe incluso
cuando todavía no ves los resultados. Continúa hablando sanidad cuando tu
cuerpo se sienta enfermo, continúa hablando provisión cuando tu cuenta bancaria
esté baja, continúa hablando más cuando todo a tu alrededor está en caos, ¿por
qué? Porque crees la Palabra de Dios más de lo que crees lo que ves o sientes. ¡Siento
que la fe se está levantando en este lugar!
Pero quiero que entiendan
algo hermanos y hermanas, cuando hablas la Palabra debes creerla, no solamente
la digan porque escucharon a alguien más decirla, la Biblia dice en Romanos
10:9 que si confiesas con tu boca al Señor Jesús, y crees en tu corazón que
Dios le levantó de la muerte vas a ser salvo, esa es una conexión entre el
corazón y la boca, ahí es donde está el poder: en creer y hablar conjuntamente.
Ahora vamos a la Reforma
número 2: Deja de rogar y comienza a creer.
Aquí es donde muchos
cristianos fallan en ver resultados, y quiero aclarar cualquier confusión hoy. Muy
a menudo vemos personas orando, rogándole a Dios por cosas que Él ya ha
provisto para nosotros. Ellos ruegan y suplican pidiéndole a Dios que haga algo
que Él ya ha hecho.
Permítanme decirles algo,
Dios no está sordo, Él no necesita que le ruegues, ni que le supliques, ¡no! Él
es un buen Padre que ya ha provisto todo lo que necesitamos en Cristo Jesús. La
Biblia nos dice en Efesios 1:3:
Bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos bendijo con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales en Cristo.
Fíjese que no dice que
nos va a bendecir, sino que Él ya no ha bendecido, está ya hecho, amigos. Y
cuando comienzas a rogarle a Dios por algo que Él ya ha hecho, no estás
actuando en fe, estás actuando en incredulidad. La fe no mendiga, la fe cree,
de hecho la Biblia dice en Hebreos 11:6 que "sin fe es imposible
agradar a Dios", ¿qué nos dice esto? La fe es el cómo recibimos de
Dios. No mendigando, no suplicando y no teniendo esperanza de que algo ocurra,
la manera de recibir de Dios es creyendo, debes creer que Él ya lo ha hecho y
luego recibirlo por fe.
Déjame darte un ejemplo,
digamos que estás haciendo fila en el banco, te acercas al mostrador y el
cajero te entrega un cheque por una cantidad de dinero, ahora tienes dos
opciones: puedes quedarte ahí y rogar y suplicarle al cajero que te dé el
cheque, o dos, puedes tomar el cheque, creer que es tuyo y cobrarlo. La segunda
opción es lo que haces cuando crees en las promesas de Dios, no le ruegas a
Dios por lo que Él ya ha hecho. Cuando Dios dice que te ha bendecido con toda
bendición espiritual, tú tomas esa promesa y la conviertes en realidad con tu
fe. No tienes que suplicarle por algo que ya ha provisto, simplemente tienes
que creer que es tuyo y lo recibes.
Ahora bien, he tenido
gente que viene a mí por oración y les he preguntado "¿qué quieres que
Dios haga por ti?" Y muchas veces los he oído decir "bueno, estoy
orando para que Dios me sane hermano, le estoy rogando que me sane". Voy a
decir esto en amor: deja de rogarle a Dios, ¡Él ya te ha sanado! ¡el precio ha
sido pagado! ¡la sanidad ya es tuya!
1 Pedro 2:24 dice:
Quien llevó el mismo
nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros estando
muertos a los pecados y vamos a la justicia y por cuya herida fuisteis sanados,
¿Ves eso? ¡Tú has sido
curado! No es algo que estés esperando, ya lo has recibido en el espíritu,
ahora tú lo tomas por fe y lo recibes en tu cuerpo. Deja de rogar por sanidad
¡y comienza a creer que has sido sanado en el nombre de Jesús!
Quiero asegurarme que
entiendes esto: La creencia es la clave para recibir cualquier cosa de Dios.
Dios no va a responder porque le supliques, Él responde a tu fe. La fe se extiende
y toma lo que Dios ya ha provisto. Si todavía estás rogando o mendigando no
estás caminando en fe.
Déjame decirte, la fe es
denodada, confiada, valiente. No espera la manifestación para creer, cree antes
de ver. Hebreos 11:1 dice esto:
Es pues la fe la certeza
de lo que se espera la convicción de lo que no se ve.
Eso significa que tienes
que creer primero, tienes que creer la Palabra, tienes que creer las promesas
de Dios y después actúas como si estuviera hecho.
Ahora, aquí está la
verdad con la que quiero que te quedes hoy: Dios no está allá arriba preguntándose
si debe bendecirte o no, Él no está esperando a ver si eres digno, ¡no!, Jesús
te hizo digno por Su sangre, Dios está esperando que tú creas, que actúes en
fe, que tomes lo que Él ya te ha dado y camines en ello.
Acción a tomar:
a partir de ese momento en adelante deja de rogarle a Dios por cosas que ya son
tuyas. Si es sanidad lo que necesitas, recíbela, si es provisión lo que
necesitas, recíbela, si es paz, gozo o fortaleza, ¡recíbelo!. No ruegues, cree,
y cuando lo crees lo hablas, comienzas a declarar que Dios ya te lo ha dado.
Crees que lo recibes y lo vas a tener. Así es como la fe funciona, funciona
creyendo en tu corazón y hablando con tu boca.
Ahora, vámonos a la Reforma
número 3: no ores por fe, desarróllala.
Sé que muchos de ustedes
probablemente hayan hecho esta oración antes: "Señor dame más fe", lo
he escuchado innumerables veces en reuniones y en conversaciones con personas
que están pasando por momentos difíciles. Dicen "hermano Hagin, simplemente
no tengo suficiente fe, ore por mí para que pueda tener más fe". Y quiero
decirles algo: no ores más de esa forma, no necesitas orar para tener más fe,
no necesitas pedirle a Dios que te dé más fe, ¿por qué? porque Dios ya te ha
dado toda la fe que necesitas.
Romanos 12:3 dice:
Digo, pues, por la gracia
que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto
concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme
a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
¿Captaron eso? Dios ha
repartido a cada hombre la medida de su fe, tú ya tienes la fe que necesitas
para mover montañas, para recibir tu sanidad, para superar o vencer cualquier
obstáculo. No necesitas más fe, necesitas desarrollar la fe que ya tienes.
Cuando comencé a predicar
la Palabra de Dios tenía la misma fe que tengo ahora, no recibí más fe de Dios
que la que tengo ahora. Lo que sí obtuve fue más comprensión y más revelación
de cómo usar la fe que ya tenía, y eso es exactamente en lo que nos vamos a
enfocar hoy: vamos a aprender cómo desarrollar la fe que Dios ya nos ha dado.
Verás, la fe es como un
músculo, debe ser ejercitado para que crezca. No te despiertas una mañana con
músculos gigantes, no, tú tienes que ejercitarte para desarrollarlos, bueno la
fe es de la misma forma. La ejercitas, la construyes escuchando la Palabra de Dios,
y actuando conforme a esa Palabra.
En Romanos 10:17 dice: "así
que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios". Si quieres
que tu fe crezca, debes alimentarla con la Palabra de Dios, es la única forma
en que la fe crece, oyendo y oyendo la Palabra de Dios. Lo más que escuches la
Palabra de Dios, lo más que la vas a creer, y lo más fuerte que tu fe va a
llegar a ser. Pero no puedes simplemente escuchar la Palabra una vez y esperar
que tu fe crezca. No, necesitas alimentarte continuamente de la Palabra.
Déjame darte un ejemplo:
si quieres desarrollar tus músculos, no basta con levantar pesas una vez y
luego parar, tienes que seguir haciéndolo regularmente, ¿correcto? Bueno el
mismo principio se aplica a la fe. Lo más que te alimentes de la Palabra, lo
más fuerte que tu fe llegará a ser. Y en la medida que tu fe crezca, verás el
poder de Dios moverse en tu vida como nunca antes.
Acción a tomar: si
sientes que tu fe es débil o carente, aumenta tu consumo de la Palabra de Dios,
comienza a leer la Biblia diariamente, escucha enseñanzas, di la Palabra en voz
alta, lo más que la escuches, lo más que va a crecer en ti, no esperes que la
fe aparezca mágicamente, ¡desarróllala!
Ahora, aquí está otro
punto importante: la fe no viene solo de escuchar cualquier palabra, viene de
escuchar la Palabra de Dios. Hay una diferencia entre escuchar las opiniones o
filosofías de los hombres, y escuchar la Palabra viviente de Dios. Hay un montón
de información en el mundo pero la palabra de Dios es la que produce fe.
Mar. 4:24 Les dijo también: Mirad
lo que oís…
Si escuchas
constantemente informes negativos, noticias basadas en el miedo y las opiniones
del mundo, tu fe no crecerá se ahogará. Pero cuando te alimentas de la Palabra,
cuando meditas en las promesas de Dios, tu fe comenzará a crecer. Comenzarás a
ver las cosas de manera diferente, comenzarás a actuar como si la Palabra fuera
verdad, porque sabes que es verdad.
Déjame preguntarte esto:
¿crees la Palabra de Dios? ¿Crees lo que Dios dice acerca de ti? ¿Crees que
tienes la autoridad para hablar a tus montañas? ¿Crees que puedes recibir
sanidad, provisión, paz y gozo a través de la fe? Esa es la pregunta, la fe viene
de saber lo que Dios dice y una vez que sabes lo que Dios dice actúas conforme
a ello. Tú lo hablas, te mantienes firme en ello, esa es la fe que agrada a
Dios.
Ahora, vamos a echar un
vistazo a Marcos 9:23
Si puedes creer al que
cree todo le es posible.
Quiero que noten algo
aquí, Jesús no dijo "si puedes orar con más fuerza todo es posible",
Él no dijo "si puedes rogarle a Dios lo suficiente todo es posible",
Él dijo "si puedes creer", así que la verdadera cuestión no es cuanto
oras, ni cuántas lágrimas derrames, la cuestión es si crees o no, y esa
creencia viene al escuchar la Palabra de Dios y actuar en ella.
La fe tiene un propósito,
está diseñada para producir resultados, no es solo un acto religioso, es
práctica. Tú usas tu fe para ver las promesas de Dios cumplirse en tu vida.
Cuando escuchas la Palabra y la pones en acción es cuando ves resultados. Y lo
más que la practicas, lo más fuerte que tu fe se vuelve. Algunos de ustedes
pueden estar pensando, "pero hermano Hagin, he intentado creer antes y no
he visto ocurrir nada", bueno, te voy a decir qué es lo que ocurrió, aún
no has desarrollado tu fe lo suficiente. Plantaste la semilla, pero no la
regaste lo suficiente con la Palabra. La fe viene por el oír, y el oír por la
Palabra de Dios, necesitas perseverar, no te des por vencido. La Palabra
funciona si la trabajas.
Acción por tomar:
identifica el área en tu vida en la que necesitas que la fe se vuelva viva,
alimenta tu fe escuchando la Palabra en esa área. Si se trata de sanidad,
aliméntate de escrituras de sanidad, si se trata de finanzas, aliméntate en
escrituras de prosperidad. Habla la Palabra sobre tu situación a diario y
observa como tu fe se fortalece lo suficiente como para que la respuesta
ocurra.
Pasemos a la Reforma
número 4: conoce tu identidad en Cristo.
Esto es absolutamente
crucial para caminar en la plenitud de la fe. Verás, la fe no puede operar en
un vacío, tiene que estar arraigada en algo, y ese algo es tu identidad en
Cristo, si no sabes quién eres en Cristo, nunca serás capaz de caminar en la
victoria que la fe ofrece. Vas a luchar y vas a fallar en recibir lo que Dios
te ha prometido. A muchos cristianos se les ha enseñado que la fe es algo que se
construye con el tiempo o algo que deben trabajar para ganar, pero quiero que
entiendas hoy que no necesitas construir tu fe, necesitas descubrir quién ya
eres en Cristo y creerlo. Cuando naciste de nuevo llegaste a ser una nueva
criatura, fuiste creado en Cristo Jesús. 2 Corintios 5:17 nos dice: de modo
que si alguno está en cristo nueva criatura es las cosas viejas pasaron he aquí
todas son hechas nuevas.
Aquí es donde muchos
fallan en ver resultados, siguen identificándose a sí mismos basados en su
pasado, en sus errores, en sus luchas. Pero cuando naces de nuevo, llegas a ser
una nueva creación en Cristo, el viejo tú se ha ido y el nuevo tú ha resucitado
con Cristo.
Déjame preguntarte,
¿quién eres tú en Cristo? Verás, la Biblia está llena de descripciones de quién
eres tú en Cristo: tú eres la justicia de Dios en Cristo (2 Co. 5:21), eres
redimido de la maldición de la ley (Gálatas 3:13): eres acepto en el amado,
(Efesios 1:6): eres coheredero con Cristo, (Efesios 3:6); eres más que
vencedor, (Romanos 8:37). Ese es quien tú eres. Cuando sabes quién eres en
Cristo, cambia la forma en que piensas, hablas y actúas. Tu fe se elevará
porque no estás ya luchando desde un lugar de derrota o confusión, estás
luchando desde una posición de victoria. Tú eres el victorioso, no el
derrotado.
Déjame decirte que muchos
cristianos viven por debajo de sus privilegios porque no entienden su
identidad, todavía se ven a sí mismos como pecadores, todavía se ven a sí
mismos como indignos, todavía se ven a sí mismos en lucha, ese no es más quién
eres tú. Tú estás en Cristo, Él te ve como una nueva creación, y cuando
comienzas a verte a ti mismo de esa forma, tu fe va a crecer fuerte, ¿por qué?
Porque no vas a estar intentando conseguir algo de Dios, sabrás que ya es tuyo.
Sabes que has sido bendecido con toda bendición espiritual en Cristo Jesús
(Efesios 1:3). Permítanme mostrarles algo de Efesios 2:6:
Y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo
Jesús.
Eso significa que tú
tienes autoridad en Él, no estás aquí abajo rogando y suplicando, estás sentado
con Cristo en una posición de autoridad.
Cuando un rey da una
orden, no tiene que rogarle a nadie que la cumpla, él habla y está hecho.
Bueno, en Cristo tú eres un rey y un sacerdote (Apocalipsis 1:6). Tú tienes
autoridad, y cuando comienzas a hablar la Palabra, el cielo escucha, el enemigo
escucha, todo en esta tierra escucha la autoridad que tienes en Cristo.
Necesitas entender esto:
tu identidad es el fundamento de tu fe. No puedes caminar en fe si no sabes
quién eres en Cristo, no puedes recibir las promesas de Dios si te ves a ti
mismo como un fracaso, como un pecador o como una víctima. Debes verte a ti mismo
como Dios te ve: justo, santo, aceptado y empoderado en Cristo.
Déjame ponerlo claro, no
estás tratando de llegar a ser algo, tú ya eres todo lo que Dios dice que eres.
No estás intentando ser sanado tú, ya has sido sanado, no estás tratando de
obtener victoria, ya tienes la victoria en Cristo. No estás rogando que Dios
haga algo por ti, Él ya lo ha hecho. Solo tienes que creerlo, aceptarlo y andar
en eso, y aquí es donde muchos fallan en ver resultados, están tratando de que
Dios haga algo que ya ha hecho en Cristo.
Escucha, si estás
tratando de obtener algo de Dios que Él ya te ha dado, estás en incredulidad,
no estás actuando en fe. Efesios 2:10 dice:
Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas.
Fuiste creado en Cristo
por un propósito. Tu identidad en Cristo es una hechura de Dios, diseñada para
la victoria, diseñada para cumplir las obras que Él tiene para ti, diseñada
para caminar en Su bendición y en Su poder. Ese es quien tú eres.
Ahora, quiero que hagas
algo, quiero que digas esto conmigo en voz alta, dí: Soy una nueva creación en
Cristo, todas las cosas viejas pasaron, soy la justicia de Dios en Cristo
Jesús, soy acepto en el amado, soy más que vencedor, estoy sentado con Cristo
en los lugares celestiales, tengo autoridad en Cristo.
Cuando comienzas a hablar
esto en voz alta todos los días, tu fe crecerá. ¿Por qué? Porque vas a comenzar
a verte en la forma en que Dios te ve, comenzarás a creer lo que Dios dice
acerca de ti, y la fe se va a levantar en tu corazón. Y cuando la fe se levanta
en tu corazón, lo imposible llegará a ser posible.
Acciona por tomar:
de hoy en adelante comienza a declarar tu identidad en Cristo diariamente,
habla estas verdades en voz alta, y cuando lo haces mira como crece tu fe,
porque la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios.
Ahora vamos a movernos a
la Reforma número 5: renueva tu mente con la Palabra.
Esto lo cambia todo, lo
he dicho antes si lo vuelvo a decir: el campo de batalla está en tu mente. Si
tú no estás viendo victoria en tu vida, es porque tu mente no ha sido renovada
para pensar en alineación con la Palabra de Dios. Tu mente controla tus
acciones, la forma en que piensas afecta la forma en que hablas, la forma en
que crees y la forma en que actúas, es por eso que Romanos 12:2 nos dice:
No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Observa lo que dice, que
eres transformado por la renovación de tu mente. Eso significa que tu mente
tiene que ser cambiada, tus pensamientos tienen que estar alineados con la
Palabra de Dios, para que puedas conocer Su voluntad, Sus caminos y Sus
promesas para ti. Pero todo comienza con la mente, ¿por qué es esto tan
importante? Porque tu pensamiento lo afecta todo, la Biblia dice en Proverbios
23:7
Porque cuál es su
pensamiento en su corazón tal es él.
¡Esta es una verdad tan
poderosa! Lo que crees en tu corazón comienza con lo que piensas en tu mente.
Entonces, si no estás pensando los pensamientos de Dios, no serás capaz de
caminar en los caminos de Dios. Si estás pensando en derrota, carencia o
enfermedad eso es lo que se va a manifestar en tu vida. Pero si renuevas tu
mente para pensar en alineación a la Palabra de Dios, tu vida va a cambiar.
Aquí está la verdad: tu
espíritu ha sido hecho nuevo cuando naciste de nuevo, eres una nueva creación
en Cristo, pero tu mente necesita renovarse. Verás tu espíritu es perfecto,
pero tu mente, tu pensamiento, aún puede ser influenciado por el mundo. Es por
eso que la Biblia nos dice en Efesios 4:23 que seamos renovados en el espíritu
de vuestra mente. Necesitas pensar como Dios piensa. ¿Cómo haces eso?
alimentándote de la Palabra de Dios, tienes que tomar los pensamientos de Dios
y reemplazar los pensamientos del mundo con ellos. Cuando recibes la Palabra en
tu mente, transformas la manera en que piensas, y cuando cambias tu forma de
pensar, cambias tu vida.
Aquí hay algo que quiero
que recuerdes: no puedes pensar como el mundo, y caminar en victoria. El mundo
dice que estás derrotado, que solo eres una persona más luchando por
sobrevivir, pero la Biblia dice que tú eres más que vencedor (Romanos 8:37). El
mundo dice que nunca serás sanado, que esa es tu suerte, pero la Biblia dice
que por Sus llagas tú ya fuiste curado (2 Pedro de 2:24). El mundo dice que tú
nunca tendrás suficiente, que la pobreza es tu destino, pero la Biblia dice
"mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús". La Palabra de Dios es contraria a la manera de pensar del
mundo.
Ahora, déjame decirte
algo, la batalla se gana en tu vida mental. He visto a muchas personas luchando
con su fe porque su mente todavía está llena de dudas, incredulidad y las
mentiras del mundo. Ellos creen lo que ven, oyen y sienten en lugar de creer lo
que Dios dice acerca de ellos, por eso que es tan importante renovar tu mente,
lo más que medites en la Palabra de Dios, lo más que vas a comenzar a pensar
como Él piensa, y cuando pienses como Dios piensa, vas a comenzar a actuar como
Dios actúa: en fe y en victoria.
Déjenme darles un ejemplo
personal de mi propia vida. Recuerdo cuando era un creyente joven estaba lleno
de celo y listo para enfrentar al mundo, pero rápidamente me di cuenta de que
aunque mi espíritu había sido renovado, mi mente todavía estaba influenciada
por todas las formas viejas de pensar del mundo, todavía estaba luchando contra
pensamientos de duda, miedo e inseguridad. Me preguntaba por qué no veía la
victoria en mi vida, que veía en la Biblia. No fue hasta que comencé a pasar
tiempo constante en la Palabra de Dios meditando en las promesas de Dios, que
mi forma de pensar comenzó a cambiar. Comencé a verme a mí mismo de una forma
diferente, como alguien sanado, como alguien victorioso en Cristo. Mientras mi
mente cambiaba, mi fe comenzó a crecer y comencé a ver resultados.
La clave a la victoria
estuvo en renovar mi mente. Tuve que alinear mi mente conforme a lo que la
Palabra de Dios dice de mí, y no con lo que el mundo dice acerca de mí. Y
déjenme decirles que aquí es cuando muchos de ustedes no están obteniendo
resultados: están esperando que algo cambie externamente cuando todo el tiempo
Dios te está diciendo que cambies tu forma de pensar. Cuando cambies tu forma
de pensar, la fe va a levantarse y vas a comenzar a ver la manifestación de las
promesas de Dios en tu vida. La fe obra según el modo que piensas, tu mente
gobierna tu vida. Si tu mente no está renovada con la Palabra de Dios, vas a
continuar luchando. Cuando comienzas a renovar tu mente para pensar conforme a
la Palabra de Dios comenzarás a caminar en victoria.
Acción por tomar:
Empieza hoy a renovar tu mente con la Palabra de Dios, pasa tiempo cada día
leyendo la Biblia, meditando en ella, hablándola sobre tu vida, reemplazando los
pensamientos del mundo con los pensamientos de Dios. Si el miedo intenta venir,
habla la Palabra; si la duda intenta emerger, habla la Palabra. Si meditas en
la Palabra, vas a encontrar que tu mente va a ser transformada y tu vida
seguirá el mismo camino.
Déjame decirte que ésta
es la clave para vivir una vida cristiana victoriosa, debes renovar tu mente.
Cuando lo hagas comenzarás a probar la buena, aceptable y perfecta voluntad de
Dios en tu vida. La Palabra pasará de ser un libro en un estante, a ser una
fuerza viva dentro de ti que impulsa todo lo que haces. La Palabra de Dios va a
llegar a ser tu realidad.
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