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La fe que mueve montañas ( Segunda parte): 12 Claves para transformar tu vida. De Keneth Hagin

 


SEGUNDA PARTE. 

A PARTIR DEL MINUTO 47:92 DE VIDEO EN YOUTUBE

Ahora, pasemos a la Reforma Número 6: el miedo no tiene cabida en la fe.

Esta es una verdad crucial que todo creyente debe comprender: el miedo y la fe son opuestos, no pueden coexistir en el mismo corazón. Si estás caminando en miedo, entonces no estás caminando en fe. El miedo va a paralizar tu fe, y el enemigo sabe esto, es por eso que trabaja tan duro para hacerte temer, pero estoy aquí para decirte que el miedo es una mentira del diablo, es una herramienta que utiliza para mantenerte en esclavitud.

La Biblia nos dice en 2 Timoteo 1:7:

Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía sino de poder de amor y de dominio propio.

Es una afirmación clara, ¿no es así? Dios no te dio un espíritu de temor, el miedo no es de Dios, la fe es de Dios, y la fe es lo opuesto al miedo. Déjame decirte que he visto muchos cristianos atados por el miedo, miedo al futuro, miedo a la enfermedad, miedo al fracaso, miedo a lo que piense la gente y la lista sigue, pero Dios quiere hacerte libre del temor hoy. Ya no tienes que vivir en tormento más, no tienes que vivir con preocupación y ansiedad, tú tienes autoridad sobre el miedo en el nombre de Jesús.

El miedo es un espíritu, es un espíritu demoníaco que intenta infiltrarse en tu vida y paralizarte, pero Dios te ha dado el poder de echarlo fuera.

En Lucas 10:19 Jesús dijo:

He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.

Esto significa que el miedo no tiene autoridad en tu vida, tienes poder sobre él. El diablo puede tratar de introducir miedo en tu mente, pero tú tienes el poder de rechazarlo en el nombre de Jesús. El miedo no puede más mantenerte como rehén una vez que reconoces que tienes autoridad sobre él.

Déjame darte un ejemplo de la vida real. Años atrás estaba en una reunión donde la gente estaba siendo liberada del miedo, había una mujer que se acercó por oración. Ella estaba aterrorizada por el futuro, ella estaba tan ansiosa que estaba afectando su salud, sus relaciones y su capacidad para funcionar. Ella estaba atormentada por el miedo a lo desconocido, pero cuando oramos, algo cambió en su corazón. Puse mis manos sobre ella y le hablé a ese espíritu de temor, y en ese momento ella fue liberada, su rostro se iluminó y el miedo que una vez la había dominado desapareció, fue reemplazado por paz, la paz que sobrepasa todo entendimiento. Ella se puso de pie erguida con una valentía que no había tenido en años, y le dije: "ahora camina en esa victoria, eres libre del espíritu de temor", y así lo hizo. No fueron mis oraciones lo que la hizo libre, fue su fe en la autoridad de la Palabra de Dios lo que la hizo libre, y estoy aquí para decirte que la misma libertad está disponible para ti hoy.

Si estás lidiando con miedo, ya sea acerca de tu salud, tus finanzas o tu futuro, Dios no te ha dado un espíritu de temor, Él te ha dado el espíritu de poder, de amor y de dominio propio. Tienes el poder de rechazar el miedo, tienes el poder de decir "me niego a temer, estoy confiando en la Palabra de Dios".

Déjenme mostrarles algo poderoso en Isaías 41:10 donde dice:

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

Ahora escúchame, Dios está contigo, Él va a fortalecerte, Él va a ayudarte y te va a sostener con la diestra de Su justicia. No hay motivo para temer, si Dios está contigo, ¿quién puede estar contra ti? ¡ninguna arma forjada contra ti prosperará! (Isaías 54:17).

El miedo no puede ganar en tu vida cuando estás firme en las promesas de Dios. Tú puedes pensar, "pero hermano Hagin, todavía tengo miedo", yo entiendo, el miedo no solo se desvanece en una noche, debe ser resistido activamente y la mejor manera de resistir el miedo es hablando la Palabra. Cuando el miedo viene, hablas la Palabra, dices "Dios no me ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder y dominio propio, miedo, tú no tienes lugar en mi vida, te rechazo en el nombre de Jesús". No basta con solo pensar esas palabras, debes decirlas en voz alta. Habla la Palabra sobre tu miedo y mira cómo se desvanece. La Palabra de Dios es el arma que tú necesitas para luchar contra el miedo.

Ahora, déjame darte otra escritura que va a ayudarte a entender esto, 1 Juan 4:18 dice:

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

¿Escuchaste eso? El perfecto amor echa afuera el temor, y Dios es amor. Cuando andas en el amor de Dios el miedo no puede permanecer, el miedo no puede prevalecer ante la presencia del amor perfecto. Cuando obtienes una revelación del perfecto amor por ti eso desaloja el miedo, te das cuenta de que Dios te ama, que Él está contigo, que nunca va a dejarte o abandonarte. El miedo no tiene oportunidad.

Acción por tomar: la próxima vez que el miedo intente apoderarse de tu corazón, recuerda que Dios no te ha dado un espíritu de temor. Habla a ese miedo y dile: "miedo, no tienes lugar en mi vida, yo ando en el perfecto amor de Dios, y el perfecto amor echa fuera el temor”. Habla la Palabra y mantente firme en lo que Dios te ha prometido. Y quiero que te quedes con esto en tu espíritu: el temor no es una opción, es un espíritu sobre el cual tienes autoridad, tú has sido llamado a caminar en denuedo, en confianza y en fe. El miedo no tiene lugar en la fe, el miedo no puede gobernar tu vida.

Ahora, vamos a la Reforma Número 7: La fe obra por el amor.

Esta es una revelación tan importante que muchos creyentes pasan por alto. La fe no es un principio mecánico y frío, no es algo que simplemente hagas en el vacío. La verdadera fe obra por el amor. Eso significa que el amor de Dios está fluyendo en ti y a través de ti, es lo que le da a tu fe el poder de mover montañas y traer la victoria.

Déjenme mostrarles Gálatas 5:6:

Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

Ahora, escucha esto, “la fe obra por el amor”, ¿qué significa eso? Significa que el amor es el combustible que impulsa la fe, sin amor, la fe es como un motor sin gasolina, no va a ir a ningún lado. Pero cuando el amor de Dios está activo en tu vida, tu fe comenzará a funcionar de una manera que producirá resultados. El amor es la fuerza motivadora detrás de las obras de la fe. Ahora, les hago una pregunta, ¿por qué crees en Dios? ¿Por qué confías en él? ¿Es porque estás tratando de obtener algo de Él o es porque sabes que te ama? Te voy a decir, el amor de Dios debe ser el fundamento de tu fe.

Si estás tratando de creer a Dios por algo con un sentido de deber u obligación, tu fe va a ser débil. Pero cuando crees en Dios porque sabes que Él te ama, es cuando la fe funciona a su máximo potencial.

Verás, la fe no es sólo creer que Dios puede hacer algo, la fe es creer que Dios hará algo porque te ama. La fe descansa en el amor de Dios. Es el amor de Dios lo que te da la confianza para creer que Él actuará a favor tuyo. Es a causa de Su amor que sabes que Él quiere lo mejor para ti.

Permíteme mostrarte un poderoso ejemplo en la vida de Jesús, en Mateo 14:29-31 Pedro se bajó de la barca en fe, para caminar hacia Jesús sobre el agua. Al principio todo estaba bien, él caminó en fe creyendo en Jesús, pero después comenzó a darse cuenta del viento y las olas, ¿y qué es lo que pasó? Él comenzó a hundirse, ¿por qué? Porque él cambió su enfoque de Jesús a la tormenta. Jesús inmediatamente extendió su mano lo agarró, y le dijo "hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? Verás, la fe de Pedro vaciló porque quitó su mirada de aquel que lo ama, y se enfocó en el miedo a la tormenta. Si Pedro hubiera mantenido sus ojos en Jesús y en Su amor, su fe lo habría llevado a cruzar el agua sin ninguna duda.

Y aquí está la lección: cuando sabes que Dios te ama, tu fe va a permanecer fuerte sin importar que tormentas vengan a tu camino. La fe obra por el amor, tiene sus raíces en la confianza de que Dios te ama, y que nunca va a abandonarte. Es esa confianza en Su amor, la que te empodera para creer que Él hará lo que te dijo que Él hará.

Sin ese amor siempre vas a luchar con la duda y el miedo.

1 Juan 4:16 dice:

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

¿Escucharon eso? ¡Hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros!, ahí es donde tu fe comienza, en el amor de Dios. No es suficiente solamente saber que Dios te ama, tienes que creerlo, tienes que recibirlo, y cuando lo haces, tu fe se vuelve imparable.

Déjenme darles un ejemplo en mi propia vida. Hubo un tiempo en que estaba luchando con algunos desafíos físicos, y estaba creyendo por sanidad. Estaba firme en la Palabra confesando Escrituras sanadoras y orando, pero no estaba viendo resultados. Recuerdo que un día, mientras estaba orando, el Señor me habló muy claramente y me dijo: "Keneth, estás creyendo por sanidad, pero en realidad no crees que te amo lo suficiente como para sanarte", bueno, quedé en shock. Pensé, "Señor sé que me amas", pero mientras oraba al respecto me di cuenta de que aunque sabía que Dios me amaba en mi cabeza, no lo había comprendido plenamente en mi corazón. Había estado orando por sanidad pero no tenía la certeza en el amor de Dios que causaría que mi fe funcionara, ese día obtuve una revelación fresca del amor de Dios por mí.

Lo recibí en lo más profundo de mi corazón y comencé a confesar que “Dios me ama, y porque me ama, Él ya provisto sanidad para mí”. Ahí es cuando las cosas cambiaron. Mi fe llegó a ser más fuerte porque sabía que la sanidad que estaba pidiendo tenía su raíz en Su amor por mí, y que podía pararme firme en esa verdad sin vacilar.

Acción por tomar: Toma un tiempo hoy y medita en el amor de Dios, pregúntate a ti mismo, ¿realmente creo que Dios me ama? No solo lo sepas en tu cabeza, créelo en tu corazón. Cuando realmente crees que Dios te ama, tu fe despegará. Entonces cuando estás firme en fe por algo, ya sea sanidad, provisión, paz o cualquier otra cosa, recuerda que la fe obra por el amor. No solo se trata acerca de creer en el poder de Dios, se trata de creer en Su amor por ti.

La Reforma Número 7 es algo que provoca un cambio fundamental en una situación. Cuando tu fe está arraigada en el amor de Dios nada puede detenerla. Esta es la clave a la victoria, esta es la clave para caminar en todo lo que Dios te ha prometido. Cuando entiendes con profundamente Él te ama, tu fe se levantará fuerte y vas a ver milagros.

Vamos a ir hacia adelante a la Reforma Número 8: Háblale a la montaña.

Esta es una de las verdades más poderosas que jamás aprenderás acerca de la fe. La fe no es pasiva, no es algo que te sientas a esperar que ocurra. La fe es algo que tú hablas, y no es solo un discurso cualquiera, tú le hablas a la montaña.

En Marcos 11:23: Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

¿Puedes ver esto? "Cualquiera" eso te incluye a ti, tú tienes la autoridad de hablarle a tu montaña. Jesús dijo que puedes hablarle al problema, a la situación, al obstáculo y ordenarle que se mueva. No se supone que debas quedarte sentado esperando que Dios mueva la montaña por ti, se te ha dado autoridad para hablarle.

Ahora, déjame clarificar algo aquí, cuando Jesús dijo que le habláramos a la montaña no estaba hablando de montañas literales, estaba hablando de cualquier problema, obstáculo o situación que se interponga en tu camino. La montaña representa todo lo que parece imposible ya sea enfermedad, falta de recursos, miedo o cualquier desafío que puedas estar enfrentando, esa es la montaña. Y Jesús te está diciendo que tienes el poder de hablarle y ordenarle que se mueva.

Déjenme darles un ejemplo en mi propia vida. Hace años me enfrenté a un desafío financiero, no tenía el dinero que necesitaba para un determinado proyecto y parecía imposible, pero recordé lo que Jesús dijo en Marcos 11:23. Yo necesitaba hablarle a la montaña, me levanté una mañana, fui a mi oficina y dije: "yo le hablo a esta montaña financiera, te ordeno que te muevas en el nombre de Jesús, yo creo que mis necesidades son suplidas conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús, así que llamo a las finanzas ahora", y ¿saben qué? en muy poco tiempo las finanzas llegaron, exactamente como lo necesitaba. Eso fue porque yo le hablé a la montaña y no lo dudé en mi corazón, yo creo que lo que diga se cumplirá.

Acción por tomar: ¿tienes una montaña en tu vida hoy? ¿Tienes un obstáculo una situación o un desafío que parece imposible? Háblale a esa montaña en el nombre de Jesús, no le ruegas a Dios que lo haga, Él te ha dado ya la autoridad, háblale tú mismo.

Quiero señalar algo importante en este versículo. Jesús dijo "y no dudare en su corazón", la duda es uno de los mayores enemigos de la fe, la duda cancela tu fe. La clave es creer en tu corazón que lo que dices va a ocurrir. Si estás hablando la Palabra de Dios, pero estás dudando en tu corazón, tus palabras no producirán resultados. Debes creer en tu corazón que lo que dices es verdad. No solo lo digas porque suena bien, dilo porque lo crees. Muchas personas vienen a mí y me dicen: "hermano Hagin, he estado hablando con mi montaña durante semanas y nada ha ocurrido", yo les he preguntado "¿de verdad crees lo que estás diciendo? ¿Crees que las palabras que hablas van a ocurrir?" Verás, no es suficiente solamente decir las palabras correctas, tienes que creer esas palabras. Cuando hablas en fe debes creer sin lugar a duda que Dios está trabajando a tu favor.

Ahora, déjenme compartir algo con ustedes, hablar a la montaña no se trata solo de decir palabras mecánicamente, se trata de declarar la Palabra de Dios con confianza. Tú no estás hablando tu propia opinión o tus propios deseos o una oración de algo que deseas que pase, no, tú estás declarando la Palabra de Dios que está llena de poder.

Jesús dijo en Juan 6:63:

Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Cuando tú hablas la Palabra de Dios, estás liberando vida espiritual en tu situación. La Palabra de Dios lleva poder, no son solo palabras vacías, está viva y activa y es más cortante que cualquier espada de dos filos (Hebreos 4:12).

Recuerdo en una ocasión cuando estaba orando por alguien que estaba enfermo. Le habían diagnosticado una enfermedad grave y parecía que nada funcionaba, pero le dije: "necesitas hablarle a esa enfermedad, necesitas declarar sanidad en el nombre de Jesús, y dijo, "pero hermano Hagin, he estado orando, he estado creyendo simplemente no veo que suceda nada", y le dije "no solo necesitas orar, necesitas hablarle a la a la enfermedad, no solamente ores y le pidas a Dios que te sane, declara que estás sanado, háblale a esa enfermedad como si fuera un enemigo que no tiene derecho a estar en tu cuerpo". En el momento en que pronunció la Palabra con fe, algo cambió en su espíritu. Ahí fue cuando el poder sanador de Dios comenzó a fluir, no solamente le rogó a Dios para que lo sanara, le ordenó la enfermedad que se fuera en el nombre de Jesús, y ahí es donde tuvieron su avance.

Acción por tomar: cualquier montaña que estés enfrentando hoy, ya sea enfermedad, carencia, miedo o cualquier otro desafío, quiero que le hables, declara la Palabra de Dios sobre esa montaña, ¡dile que se mueva! No simplemente esperes que algo suceda, haz que suceda con tus palabras en fe.

Ahora vamos a pasar a La Reforma Número 9: Sé un hacedor de la Palabra.

Aquí es donde un montón de cristianos fallan en ver resultados, verás, la fe sin obras está muerta (Santiago 2:26). La fe no es simplemente algo que crees, es algo que tú haces, es algo que requiere acción. Cuando crees la Palabra de Dios, debes actuar en ella. Si no estás actuando en lo que estás creyendo, entonces no estás verdaderamente en fe.

La Biblia nos dice en Santiago 1:22:

Pero sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores engañándoos a vosotros mismos.

¿Notan lo que dice? que seamos hacedores de la Palabra, y no solamente oidores, esta es una distinción muy importante. Hay mucha gente que escucha la Palabra pero nunca actúa en ella, se sientan en la iglesia semana tras semanas y escucha la Palabra, pero nada cambia en sus vidas, ¿Por qué? porque escuchar la Palabra de Dios no es suficiente, debes hacerla.

Déjenme hacerles una pregunta, ¿cuántas veces has escuchado un sermón poderoso o has leído un pasaje de las escrituras y has pensado "eso es bueno", pero luego no actúas conforme a eso, no lo aplicas en tu situación, no caminaste en ello? Escuchen, la Palabra de Dios no debe solamente ser oída o leída, está diseñada para que actuemos en ella. Cuando haces la Palabra comienzas a ver resultados. Cuando hablas la Palabra y actúas en consecuencia, estás poniendo tu fe en acción, y es entonces cuando vas a ver avances en tu vida. Jesús mismo fue el ejemplo perfecto de alguien que era un hacedor de la Palabra. En Mateo 7:24

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.

Noten que Jesús no solo dijo "cualquiera que oye estas palabras tendrá una casa fuerte", no, Él dijo "y las hace". No es suficiente solamente escuchar la Palabra, debes hacerla. La obediencia a la Palabra de Dios es la clave para construir tu vida sobre una base sólida.

Quiero enfatizar este punto, no basta con ser oidores de la Palabra, deben ser hacedores de la Palabra. Jesús hizo esto claro cuando dijo en Lucas 6:46:

¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

Jesús está haciendo aquí una pregunta muy directa. Si le llamas Señor ¿por qué no haces lo que él dice? Este es un llamado a la acción. La fe requiere obediencia. Cuando crees en la Palabra de Dios actúas conforme a ella. La fe no es solo un asentimiento mental. La fe es obediencia a la Palabra de Dios.

Recuerdo años atrás cuando comencé a enseñar acerca de la fe, mucha gente se me acercó y me dijo: "Hermano Hagin, he estado creyendo por sanidad, he estado orando y confesando la Palabra pero todavía no veo resultados", y yo les pregunté: "¿qué has estado haciendo con la Palabra? Y muy a menudo su respuesta era: "solo hemos estado esperando en Dios", y yo les digo "no se trata solo de esperar en Dios, se trata de actuar en la Palabra, tienen que actuar en lo que creen, si creen la Palabra, entonces hagan lo que la Palabra dice".

Por ejemplo, si estás creyendo por sanidad, y la Palabra dice en Santiago 5:14 y 15 que “si alguno está enfermo debe llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él”, entonces hazlo. Pide oración, no solamente te quedes sentado esperando que algo suceda, toma acción. Si estás creyendo por un avance financiero y la Palabra dice en Filipenses 4:19 “mi Dios suplirá todo lo que te falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, entonces comienza a actuar como si Dios fuera a proveer, da con fe sabiendo que la Palabra de Dios no va a volver vacía.

Acción por tomar: Pregúntate a ti mismo: ¿qué es lo que Dios me ha dicho en Su Palabra que yo haga, y no lo estoy haciendo? ¿Qué paso de obediencia estoy evitando? La fe requiere acción. Si estás creyendo por sanidad da un paso adelante y actúa como si ya estuviera sanado. Si estás creyendo por provisión, da un paso adelante en fe. Cuando tomas acción, activas tu fe aquí es donde mucha gente fracasa. Ellos escuchan la Palabra, oran pero luego no actúan en ella.

Actuar en la Palabra es la clave para ver resultados, no puedes ser pasivo en tu fe. La fe es activa y funciona cuando das pasos en obediencia a lo que Dios dice.

Quiero darte un pasaje de la Escritura que realmente te ayudará a entender esto. Josué 1:8 dice:

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

¿Lo ves? Meditas en la Palabra día y noche y luego la haces, y cuando la haces ves éxito. La fe funciona mientras haces no solo cuando escuchas. Cuando haces la Palabra, activas el poder de Dios en tu vida.

Acción por tomar: observa las áreas en tu vida en las que estás creyendo y no estás actuando. Comienza a poner la Palabra de Dios en acción hoy. Háblala, camina en ella y espera resultados porque la Palabra de Dios nunca falla.

Ahora vamos adelante a la Reforma Número 10: el poder de la alabanza en la fe.

Esta es una de las más poderosas herramientas en tu arsenal de la fe. Y voy a mostrarles hoy cómo la alabanza activa la fe de una forma en que ninguna otra cosa puede hacerlo.

Verás, la alabanza no se trata solo de cantar canciones o dar gracias, se trata de liberar tu fe y honrar a Dios por lo que Él ya ha hecho incluso antes de que veas los resultados. Esa es una fe real en acción.

Comencemos con la escritura en el Salmo 100:4:

Entrad por sus puertas con acción de gracias,

Por sus atrios con alabanza;

Alabadle, bendecid su nombre.

Ahora, quiero que presten atención a algo muy importante, la alabanza es una puerta de entrada, la alabanza abre la puerta a la presencia de Dios. Cuando comienzas a alabar a Dios, estás reconociendo que Él ya está trabajando a tu favor, estás entrando por Sus atrios con acción de gracias y alabanza, y ahí es donde la fe comienza a elevarse. Cuando alabas a Dios por lo que Él ya ha hecho, comienzas a activar el poder de Dios en tu vida.

Déjame preguntarte esto: ¿Qué sucede cuando alabas a Dios por sanidad antes de que veas la manifestación? ¿Qué ocurre si alabas a Dios por provisión antes de que llegue el dinero? ¿Qué sucede si alabas a Dios por la paz antes de que se calme la tormenta? Lo que ocurre es que tu fe es activada. Le estás mostrando a Dios que crees que Su Palabra es verdad, y que estás caminando en fe y no por vista. La fe es creer que las promesas de Dios son verdad incluso aunque no las veas manifiestas. Y la alabanza es la forma en que celebras esas promesas por adelantado.

Ahora, la alabanza es poderosa no solamente porque honras a Dios sino también porque obra a tu favor. La alabanza confunde al enemigo y silencia la voz de la duda. ¿Recuerdas lo que sucedió cuando Pablo y Silas estaban en prisión en Hechos 16? Estaban encadenados, atados y rodeados de oscuridad pero ¿qué es lo que hicieron? Comenzaron a alabar a Dios.

Hechos 16:25-26 dice:

25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.

26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.

Esto es lo que hace la alabanza. Cuando comienzas a alabar a Dios hace que las cosas se sacudan el reino espiritual. La alabanza libera el poder de Dios en tu situación. Cuando alabas, invitas la intervención de Dios a tu vida. Es el poder de la fe en acción, estás declarando que Dios ya lo ha hecho, y le estás dando gracias por ello incluso antes de que se manifiesten en lo natural.

Déjenme darles otro ejemplo en 2 Crónicas 20:22 quizá recuerden la historia del rey Josafat y la batalla contra los moabitas, los amonitas y los del monte Seir. Ellos estaban enfrentando a un ejército abrumador y no tenían forma de derrotarlos, pero Josafat buscó el rostro de Dios, y el profeta dijo: "la batalla no es de ustedes sino del Señor", y ¿qué es lo que Josafat hizo? Él señaló cantores que fueran delante del ejército, ¡cantores!, no soldados, no guerreros sino alabadores, el señaló cantores que alabaran al Señor. ¿Y saben qué fue lo que ocurrió cuando comenzaron a cantar y a alabar?, el Señor preparó una emboscada contra el enemigo, y ellos fueron derrotados.

En 2 Crónicas 20:22 dice:

Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.

¡Este es el poder de la alabanza en acción! Cuando alabas a Dios con fe, estás declarando victoria antes de que la veas. La alabanza es un acto de fe, y cuando comienzas a alabar, le estás mostrando al enemigo qué crees que Dios ya ha ganado la batalla por ti. Déjame decirte algo, la alabanza confunde al diablo, él no sabe qué hacer con la persona que alaba a Dios en medio de la tormenta. Él espera que te quejes, que murmures, que gimas. Pero cuando comienzas a alabar a Dios en medio de tu prueba, estás liberando una fe que mueve montañas. El enemigo sabe que no puede detener tu fe cuando alabas y agradeces lo que Dios ya ha hecho.

Acción por tomar: comienza a alabar a Dios por tu respuesta hoy. Alábalo por tu sanidad antes de que se manifieste. Alábalo por tu progreso antes de que llegue. Alábalo por tu provisión antes de que se muestre. Mientras alabas a Dios tu fe va a levantarse y Dios se va a mover a tu favor de maneras que nunca imaginaste.

Recuerda esto, la alabanza no es sólo un sentimiento, es un acto de fe. Cuando alabas, estás declarando al mundo, al diablo y a tu propio corazón que crees la Palabra de Dios y que crees que ya está hecho. La alabanza es fe en acción, y hará que el poder de Dios se libere en tu vida.

Ahora, vamos a La Reforma Número 11: Permanece firme en la fe.

Muchos cristianos comienzan su camino de fe con entusiasmo, llenos de esperanza, llenos de creencia en que Dios va a hacer cosas asombrosas en sus vidas. Pero lo que a menudo ocurre es que el enemigo trae desafíos, distracciones y dudas para intentar hacerlos vacilar, y aquí es donde llega la hora de la verdad: ¿vas a permanecer firme o vas a permitir que las circunstancias se muevan?

La fe no es algo que tienes cuando las cosas están súper bien, no, la fe es lo que te sostiene cuando las tormentas de la vida golpean. La fe es lo que te sostiene cuando los vientos soplan cuando las olas rompen contra ti.

La Biblia dice en Efesios 6:13:

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Permanecer firmes, no "estar firmes por un momento". Estás firme hasta veas la manifestación de la promesa. Habiendo acabado todo, estás firme. Y nota que dice "resistir", tú no huyes del enemigo, te mantienes firme y resistes. La Biblia nos dice que resistamos al diablo, y que él va a huir (Santiago 4:7), pero no puedes resistir a algo si estás dudando en tu fe, debes permanecer firme y saber que lo que Dios ha dicho Él lo hará.

Déjame decirte, la fe no se trata de cómo te sientes, no se trata de las circunstancias ni de las emociones que intentan levantarse, se trata de lo que sabes de la Palabra de Dios. Lo que Dios ha prometido sucederá, pero tú debes permanecer firme en esa promesa incluso cuando todo alrededor de ti dígalo opuesto. En Romanos 4:20 y 21, la Biblia habla de Abraham quien es conocido como El padre de la fe y dice:

Romanos 4:20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,

21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.

Lo que quiero que veas aquí es que Abraham no dudó de la promesa de Dios, no titubeó, no considero sus circunstancias, no consideró su edad, ni la esterilidad de su esposa. Él estaba plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, Dios será capaz de llevarlo a cabo, y eso es exactamente lo que necesitamos hacer hoy, necesitamos permanecer firmes en las promesas de Dios, no importa lo que los síntomas digan, no importa como luzca la situación, lo que importa es lo que Dios ha dicho, y si Dios lo ha dicho puedes permanecer firme en ello. Verás, la fe no se trata de cambiar lo que Dios ha dicho, se trata de mantenerte firme en lo que Dios ya ha hablado. Las promesas de Dios son "sí y amén" (2 Corintios 1:20). Dios no cambia, Él no es un hombre para mentir (Números 23:19). Cuando te mantienes firme en la fe, te mantienes firme en la Palabra inmutable de Dios.

Quiero hacerte una pregunta, ¿en qué estás firme hoy? ¿Estás firme en los hechos, o estás firme en la Palabra de Dios? Los hechos pueden decir que estás enfermo, pero la verdad de la Palabra de Dios dice que por Sus llagas fuiste curado (1 Pedro 2:24). Los hechos pueden decir que tienes dificultades económicas, pero la verdad de la Palabra de Dios dice "mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). Los hechos pueden decir una cosa, pero La Verdad dice algo completamente diferente. Tú debes permanecer firme en la verdad de la Palabra de Dios, y cuando permaneces firme, nada puede hacerte tambalear.

Permíteme compartir una historia contigo. Hace varios años atrás, tuve una reunión donde una mujer se acercó a mí por oración, tenía graves problemas en el cuerpo un dolor crónico que llevaba años. Habían orado por ella muchas veces pero no veía resultados, y cuando se acercó a mí le dije, "¿en qué estás firme?" Y ella dijo, "he estado firme en las Escrituras de sanidad, pero simplemente no sé lo que está pasando, todavía siento el dolor". Y le dije: "Tú necesitas mantenerte firme, no mires el dolor, mantente firme en lo que Dios ha dicho sobre tu sanidad. La sanidad no se basa en cómo te sientes, está basada en lo que Dios ha dicho". Le dije a ella que siguiera declarando que por Sus llagas ella había sido curada (Isaías 53:5), ella salió de ese servicio firme a pesar del dolor, y dos semanas después ella regresó completamente sana, el dolor había desaparecido. ¿Por qué? porque se mantuvo firme la Palabra de Dios

Acciona por tomar: hoy decide estar firme en la fe. Cualquiera que sea la promesa por la que estás creyendo a Dios, mantente firme en ella, no vaciles. Mantente firme en la Palabra, no te dejes llevar por lo que ves o sientes, declara que la Palabra de Dios es verdadera y verás la manifestación, y escúchame, cuando te mantienes firme en la fe, vas a ver la obra de Dios en tu vida. No va a haber más vacilaciones, no más dudas, vas a estar plenamente persuadido de que lo que Dios ha prometido, Él es poderoso para cumplirlo.

Ahora, vamos a pasar a la Reforma Número 12: El poder de la paciencia y la fe.

Si hay una cosa que he aprendido sobre la fe es esta: la fe requiere paciencia. La paciencia es la compañera de la fe, sin paciencia la fe no puede desarrollarse plenamente en ti, ni cumplir la promesa. Aquí es donde muchos cristianos fallan, quieren ver resultados inmediatos, y cuando no los ven se desaniman y se dan por vencidos. Pero quiero mostrarles hoy que la paciencia no es pasividad, no se trata de sentarte y esperar con la actitud de que "lo que pase, pasará". La paciencia es la seguridad activa y confiada de que Dios hará lo que dijo que hará, y de que vas a continuar actuando conforme a la Palabra hasta que la manifestación venga. Vamos a echar un vistazo a Santiago 5:7 y 8:

7 Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

8 Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.

Noten que el labrador espera la cosecha y no deja de trabajar solo porque la semilla no se ve inmediatamente, él tiene paciencia mientras espera que la semilla crezca y produzca su fruto. La fe es como esa semilla, la plantas hablando la Palabra de Dios y continúas firme y creyendo que va a cumplirse. Tú no te das por vencido, no dejas de creer, pacientemente esperas hasta que el fruto de la fe aparezca. La paciencia es un elemento fundamental de la fe y la Biblia deja claro que no es opcional, en Hebreos 10:36 nos dice:

Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

¿Qué es lo que significa esto? Significa que la paciencia soporta o persiste el tiempo entre plantar la semilla y recibir la cosecha. Sin paciencia te rendirás antes de ver la promesa cumplida. Pero cuando tienes paciencia continuarás firme en la fe sabiendo que Dios es fiel y que Sus promesas van a cumplirse en tu vida.

Ahora, quiero asegurarme de que entiendes que la paciencia no significa ociosidad. La paciencia es una fuerza activa. Significa que mientras estás esperando sigues hablando la Palabra, sigues declarando tu victoria y sigues actuando en fe. No simplemente te sientas y esperas que Dios haga algo por ti, tú continúas manteniéndote firme en la fe independientemente de las circunstancias eso es lo que la Biblia nos llama a mantenerse firme en la fe (1Pedro 5:9).

Déjeme darles un ejemplo en la Biblia. Abraham el padre de la fe, es un gran ejemplo de alguien que demostró paciencia en el proceso de creer la promesa de Dios. Dios le dijo que sería padre de muchas naciones, y Abraham creyó a Dios, pero Abraham no vio esa promesa manifestarse inmediatamente, de hecho le tomó 25 años para que la promesa de un hijo se cumpliera, ¿pero saben qué fue lo que hizo Abraham durante ese tiempo? Él no vaciló, él no se desalentó, él no se dio por vencido, él continuó creyendo y hablando la promesa. En Romanos 4:20-21 dice:

Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,

21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.

Aunque él era de edad avanzada y su esposa Sara era estéril, Abraham no dudó ni vaciló ante la promesa. Se mantuvo firme y esperó pacientemente que se cumpliera la Palabra de Dios, y en su debido tiempo la promesa se cumplió e Isaac nació. Esta es la clase de paciencia que nosotros necesitamos, la paciencia que se rehúsa a darse por vencido. La paciencia no se da por vencida solo porque no vemos la respuesta inmediatamente, la paciencia continúa actuando en la Palabra de Dios sabiendo que Dios es fiel para cumplir Su Palabra.

Déjenme darles un ejemplo de mi propia vida. Muchos años atrás estaba confiado en fe por sanidad, tenía una condición física que no mejoró de inmediato y me mantenía firme la Palabra de Dios confesando sanidad, y después de un tiempo comencé a sentirme desalentado porque no veía ningún cambio, pero recordé el principio de la paciencia. Había plantado la semilla de la fe, y necesitaba esperar la manifestación. Así que seguí confesando, seguí firme, seguir dándole gracias a Dios por la sanidad, aunque no veía la manifestación física aún, ¿y saben qué fue lo que ocurrió? No tardé a ver los resultados de mi fe, la sanidad llegó y los síntomas físicos desaparecieron, ¿por qué? Porque no me rendí, me mantuve firme en la fe y permití que la paciencia cumpliera su obra. La paciencia no siempre es fácil pero siempre vale la pena. La Biblia nos dice en Santiago 1:4:

Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

La paciencia desarrolla madurez en tu fe. Es en la espera que tu fe es probada, que tu confianza en la Palabra es fortalecida y crecemos en nuestro caminar con Él.

Acción por tomar: Si estás esperando en Dios por algo hoy ya sea sanidad provisión o un gran avance, no te des por vencido. Mantente firme, sigue confesando la Palabra y deja que la paciencia obra en ti. Sabe que Dios es fiel, y en Su tiempo perfecto Sus promesas se cumplirán.

Bueno, hemos cubierto mucho hoy ¿no es cierto? Estas doce reformas de fe no son solo principios para conocer, son herramientas para vivir a través de ellas. Son claves para desbloquear el poder de Dios en tu vida. Yo creo que mientras recorremos cada una de estas reformas, el Espíritu Santo va a hablar directamente a tu corazón, vas a recibir revelación.

Ahora es tiempo de ponerlo en acción. Quiero alentarte a que ahora mismo te mantengas firme en la fe, ya tienes lo que dices, no le ruegas a Dios por lo que ya te ha dado, lo recibes por fe. La fe obra por el amor y caminas en la autoridad que ya se te ha dado en Cristo Jesús, pero ¿sabes? nada de esto funciona a menos que aceptes y actúes en ello.

La fe es una acción, y si quieres ver resultados tienes que aplicar estos principios. No solamente escuches la Palabra, haz la Palabra. Es en el hacer que vas a ver la manifestación de lo que estás creyendo a Dios. Permíteme dejarte una exhortación final, no importa lo que estés enfrentando hoy, no importa cuán grande sea la montaña o cuán imposible parezca la situación. Mantente firme en la fe. Tú eres más que vencedor por medio de aquel que te amó (Romanos 8:37), eres una nueva creación en Cristo, y todo es posible para aquel que cree (Marcos 9:23), tú tienes autoridad, y se te ha dado todo lo que necesitas para la vida y la piedad (2 Pedro 1:3).

Mientras concluimos, hoy quiero que hagamos una declaración denodada de fe. Esta declaración va a solidificar lo que has aprendido, y avivar la fe en tu corazón. Cuando declaras estas palabras, estás hablando la Palabra de Dios sobre tu vida, estás activando el poder de la fe en ti. Así que vamos a decirlo juntos:

Yo soy lo que Dios dice que soy. Yo tengo lo que Dios dice que tengo, yo puedo hacer lo que Dios dice que puedo hacer, por fe yo recibo mi sanidad. Por fe yo recibo mi provisión. Por fe yo recibo la victoria, hablo a cada montaña en mi vida, le ordeno que se mueva en el nombre de Jesús, permanezco firme en la Palabra de Dios y no dudaré. Soy más que vencedor en Cristo. Estoy plenamente persuadido de que lo que Dios ha prometido, Él lo va a cumplir. Camino por fe, no seré removido, en el nombre de Jesús yo soy victorioso.

Y mientras crees esto di ¡amén! donde quiera que estés, ya sea en tu sala, en tu auto o donde sea que estés viendo esto permite que tu fe se levante ahora mismo, declara que estás firme en la fe, y que nada puede moverte. Dios es fiel y Su Palabra no volverá vacía.

Quiero alentarte desde este día en adelante, cuando la duda intente infiltrarse, recuérdate a ti mismo la Palabra, alaba a Dios anticipadamente por lo que estás creyendo, habla a tus montañas y mantente firme en la fe sabiendo que la paciencia traerá la manifestación. La fe es la victoria que vence al mundo (1 Juan 5:4) y eres más que vencedor. Mientras cerramos hoy, oro porque la Palabra que has oído haya encontrado buena tierra en tu corazón. Que el Espíritu Santo te empodere para vivir esta fe diariamente caminando en la plenitud de todo lo que Dios te ha prometido. Tú eres un vencedor, y lo mejor está por venir.

Hagamos una oración final: Padre, en el nombre de Jesús te doy gracias por la poderosa Palabra que ha sido dada hoy, te agradezco porque tu Palabra es viva, poderosa y está trabajando en cada corazón que la ha recibido. Te pido que tu Espíritu Santo continúe fortaleciendo y empoderando a cada creyente para que esté firme en fe, hable a sus montañas y actúe conforme a tu Palabra. Yo declaro que cada promesa en tu Palabra es de ellos, y que verán la manifestación de tus promesas en sus vidas. Te damos toda la gloria y el honor en el nombre de Jesús amén.

Dios los bendiga y recuerda, mantenerte firme en la fe, eres más que vencedor a través de Cristo Jesús.

 

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