Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal

SOBRE LA FE - Por Juan Luis Molina

CARTAS ENTRE CREYENTES
CON UN FRAGMENTO DEL LIBRO "UNA VIDA CRISTIANA NORMAL" 
DE WATCHMAN NEE

From: Juan Luis Molina
To: mirasoloadios@live.com
Subject: Sobre la Fe
Date: Fri, 17 Jun 2011 11:18:48 +0000

           
Amadísima familia:

           Hay una convicción general de que la fe, la certeza de aquello que esperamos o la convicción de lo que no vemos, sea algo etereo y que tengamos que ir definiendo con más claridad gradualmente en nuestro interior; y muchas veces nos parece que tenemos que mantener esa fe como en el aire -sin un soporte firme y consistente donde asentarla. Pensamos que la fe es algo volatil e irreal.  Inconscientemente, llegamos a  pensar que "la creencia" que nos demanda Dios es algo abstracto, algo que tenemos que dibujar, o edificar o construir nosotros en los pensamientos, y por eso se debilita tan facilmente y se evaporan muchas veces nuestras convicciones, porque les falta o han perdido su sólido fundamento.

           Yo creo que eso se debe, por lo menos en parte, a que muchas veces hemos sido enseñados que "creer es igual a recibir," y se nos dijo que cualquier cosa que fuese nuestro deseo obtener debíamos enfocarlo persistentemente en nuestro pensamiento hasta llegar a obtenerlo en concreción. - Yo no digo que eso no sea cierto, no estoy diciendo que eso no sea también "creer" Pero  también los demonios creen y tiemblan, dice Dios. Pero ese tipo de fe o creencia no puede ser la fe o sana creencia de la que habla Hebreos 11. - Si esta fuese la fe de la que habla nuestro Padre en las escrituras, entonces todos los hombres, aun los incrédulos y toda suerte de pecadores pueden ejercitar la tal "fe de Jesucristo," puesto que cualquiera puede enfocar en su mente aquello que desee  - Pero es lo que muchas veces hemos llegado a pensar, y como no queremos enfocar en nuestros corazones las cosas del mundo, hemos imaginado que la fe sea algo etereo o abstracto que debamos mantener sin soporte alguno, que eso es lo que Dios nos demanda. Pero no hay nada más falso ni desprovisto de verdad que decir que aquella fe, la fe de Jesucristo sea asi, sea eterea o no esté solidamente asentada sobre una base firme y segura. Eso es lo que el adversario quiere que supongamos, que nuestra fe, la fe de Jesucristo sea más débil que la que nos presenta él y vemos de su mundo. Pero nuestro Dios nunca quiso que ninguno de Sus hijos asentase la fe en el vacío o diseñarla con su propia imaginación.  Eso es algo que está fuera de los propósitos de nuestros Dios y Padre.

          Es cierto que los asuntos espirituales son opuestos y contrarios a los sensoriales que detectamos con nuestros cinco sentidos. Son dos mundos o esferas contrarios y en cada uno de ellos imperan informaciones y leyes diferentes que debemos comprender. Las dos son contradictorias entre sí y siempre hay que escoger donde asentar la fe. En el mundo de la carne, la manera como aprendemos y llegamos a adquirir el conocimiento, es a base de tentativas y fracasos. Pero aun en este medio tenemos que fundamentar nuestras convicciones en algo palpable. Lo que vemos, oímos, olemos o gustamos y palpamos nos sirve de sorporte para formar después nuestras convicciones. Por eso nos resulta tan difícil separarnos de aquello que llegamos a creer, porque aquello que estamos plenamente persuadidos se basa y fundamenta en pruebas y evidencias que nos han llegado a través de nuestros cinco sentidos. Así, pues, podríamos decir que hasta la fe o creencia del mundo tiene base o fundamento donde asentar, y esto lo tenemos muy claro. Es muy palpable el fundamento que nos presenta el gusano para que asentemos nuestra fe. Es siempre una información contraria a la de la Palabra de Dios y a la Ley que impera en Su reino.

                   Pues lo mismo sucede en el campo espiritual. Aunque el adversario quiera hacérnoslo suponer al contrario, la fe de Jesucristo no es algo como muchos admiten que no tenga fundamento o base, o algo que vayamos dibujando nosotros de nuestra imaginación; sino que las convicciones, nuestra fe de Cristo, tienen como soporte la revelación que previamente nos ha hecho llegar por Dios a nuestro espíritu. Se necesita primeramente la revelación de Dios para poder asentar nuestra fe. Por eso está escrito que LA FE VIENE POR EL OÍR, Y EL OÍR DE LA PALABRA DE DIOS - sin oír o recibir primeramente la revelación de Dios, nadie puede asentar su fe.  La fe de Jesucristo, por tanto,  es el título de propiedad que concede Dios a quien le da la revelación. - Cuando llegamos a ser renacidos del espíritu santo, no solo podemos, sino que debemos desde ese mismo momento asentar firmemente nuestra convicción, única y exclusivamente, en las cosas que Dios nos revela. Ese es el camino del progreso en el que todo va en aumento hasta que el día sea perfecto. Ya no le hacemos caso ni asentamos nuestra convicción en las cosas que se ven, sino en las invisibles en Cristo.

Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve - ...y el Padre previamente nos revela en el espíritu. Esta es la fe que vence al mundo.

EL
CAMINO DEL
PROGRESO:

"SABIENDO" ANTES QUE "CONSIDERANDO"


              Nuestra vieja historia acabó con la Cruz; nuestra nueva historia comienza con la resurrección.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17)

 La Cruz terminó con la primera creación, y en Cristo apareció una nueva creación sin muerte, el segundo Hombre. Si nosotros estamos “en Adán” se nos revierte necesariamente todo lo que está en Adán; pasó a ser nuestro involuntariamente, pues no tuvimos que hacer nada para que así fuese. No necesitamos prepararnos para perder nuestro temperamento o para cometer algún otro pecado; el pecado nos vino gratuitamente y sin tener en cuenta nuestra opinión. De la misma manera, Si estamos “en Cristo” todo lo que está en Cristo viene a ser nuestro por libre gracia, sin ningún esfuerzo de nuestra parte, basado en la simple fe.

Pero decir que todo lo que necesitamos nos fue ofrecido a nosotros en Cristo por libre gracia, aunque sea totalmente verdad, puede parecer poco práctico, ¿Cómo funciona en la vida? ¿Cómo podemos realmente experimentarlo?

Cuando estudiamos los capítulos 6, 7 y 8 de Romanos descubrimos que las condiciones de una vida normal Cristiana son cuatro, (a) Aprendiendo, (b) Reconociendo, (c) Presentándonos nosotros mismos a Dios, y (d) Andando en el espíritu, y este es el orden en que se encuentran establecidos. Si deseamos vivir así deberemos tomar en consideración todos estos pasos; no uno ni dos ni tres, sino los cuatro. A medida que estudiemos cada uno de ellos podemos estar seguros de que el Señor abrirá nuestro entendimiento a través de su espíritu santo; procuremos ahora su ayuda para dar este primer grande paso enfrente.


NUESTRA MUERTE CON CRISTO ES UN HECHO HISTÓRICO

Romanos 6:1-11 es el pasaje que vamos a ver ahora. En estos versículos se hace muy claro que la muerte del Señor Jesús es representativa e inclusiva. En su muerte morimos todos. Ninguno de nosotros puede progresar espiritualmente sin entender esto. De igual manera que no podemos tener justificación si no hemos entendido que cargó consigo nuestros pecados en la Cruz. Y no solamente llevó nuestros pecados consigo, sino que también nosotros mismos fuimos puestos en él sobre la Cruz. ¿Cómo recibiste perdón? Te diste cuenta de que el Señor Jesús murió en sustitución tuya y cargó tus pecados sobre sí mismo, y de que su sangre fue derramada para borrar tu impureza.

Ahora bien, cuando te diste cuenta que tus pecados habían desaparecido en la Cruz, ¿Qué fue lo que hiciste? Acaso dijiste, “Señor Jesús, por favor ven y muere por mis pecados!?” ¡No!, de ninguna manera; solamente agradeciste al Señor. No le rogaste que viniese y que muriese por ti, porque te diste cuenta de que ya había sido consumado. - Pues lo mismo que es verdad acerca de tu perdón, también es verdad acerca de tu liberación. El trabajo ya está finalizado. No hay necesidad de orar, sino solamente de alabar. Dios ya nos ha puesto enteramente en Cristo, así que cuando Cristo fue crucificado, también lo fuimos nosotros. Por eso no necesitamos orar, “ ¡OH Señor! Soy una persona muy débil; Señor, por favor crucifícame!!!.” -  Eso es todo falso. - Si tú ya no necesitas orar por tus pecados; ¿por qué habrías de orar ahora por ti mismo? Tus pecados fueron resueltos por su Cruz. Es un hecho acabado y completo. Todo lo que te resta es alabar y agradecer al Señor que, cuando Cristo murió, murieses tú también; Moriste con él. Alábalo por eso y vive de acuerdo a eso. “Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza.” (Salmos 106:12).
¿Crees tú en la muerte de Cristo? Claro que crees. Pues la misma Santa Escritura que te dice que él murió por ti, también te dice que tu moriste con él. Volvamos a leerlo de nuevo:

“Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Esta es la primera declaración, y es bastante clara; pero ¿no está igualmente claro que también dice que “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él”? (Romanos 6:6).

“Nosotros morimos con Cristo” (Romanos 6:8).

¿Cuándo fuimos nosotros crucificados con él? ¿Cuál es la fecha de la crucifixión de nuestro viejo hombre? ¿Será mañana? ¿Ayer? ¿Hoy? Para responder a esta pregunta será bueno que volvamos por un instante a la declaración que leímos de Pablo cuando dice, “Cristo fue crucificado con (al mismo tiempo que) nuestro viejo hombre.” Algunos de vosotros han venido aquí de dos en dos. Habéis viajado juntos hasta aquí. Tu puedes decir, “Mi amigo ha venido aquí junto conmigo,” pero también puedes decir igualmente, “Yo he venido aquí junto con mi amigo.” Si uno de vosotros hubiese llegado aquí hace tres días y el otro solamente hoy no lo podrías decir; pero habiendo llegado juntos puedes hacer cualquiera de aquellas declaraciones y las dos son verdaderas, porque las dos declaran un mismo hecho. Así pues, también dentro de aquel hecho histórico podemos decir, con respeto pero con igual exactitud, “Yo fui crucificado cuando Cristo fue crucificado” o “Cristo fue crucificado cuando yo fui crucificado,” pues no son dos eventos históricos, sino uno. Mi crucifixión estaba “con él.” ¿Fue crucificado Cristo? ¿Puede entonces haber sido diferente la mía? Y si él fue crucificado hace más o menos dos mil años, y yo con él, ¿Se puede decir que mi crucifixión será mañana? ¿Puede ser la suya pasado y la mía presente o futura? - Alabado sea el Señor, cuando él murió en la Cruz, yo morí con él. No solamente murió en vez de mí, sino que cargó conmigo en la Cruz, así que cuando él murió yo también morí. Y si yo creo en la muerte del Señor Jesús, entonces también puedo creer en mi propia muerte tan ciertamente como creo en la suya.

¿Por qué crees tú que el Señor Jesús murió? ¿En qué basas esa creencia? ¿Es talvez porque sientes que ha muerto?  ¡No! Jamás tendrá que ver con sentimientos ni emociones. Tú lo crees porque la Palabra de Dios te lo ha dicho. Cuando el Señor fue crucificado, dos ladrones y dos salteadores fueron crucificados al mismo tiempo que él lo fue. Tú no tienes ninguna duda de que fueron crucificados con él, ¿Por qué? Porque también la Escritura te lo dice abiertamente.

Tu crees en la muerte del Señor Jesús así como crees en la muerte de aquellas personas que fueron crucificados con él. - Ahora pues, ¿Qué hay acerca de tu propia muerte?  pues que tu crucifixión es más íntima que la de los dos ladrones y los dos salteadores, porque ellos fueron crucificados al mismo tiempo que el Señor pero en cruces diferentes, mientras que tú fuiste crucificado en la mismísima cruz que él, puesto que tú estabas en él cuando murió. ¿Cómo lo sabes? Tú solo puedes haberlo sabido por la suficiente razón que Dios te lo ha dicho. No depende de tus sentimientos o emociones. Si tu sientes que Cristo ha muerto, él ha muerto, y si tu no sientes que haya muerto, también ha muerto; si tu sientes que estás muerto, has muerto; y si tu no sientes que hayas muerto, no tengas dudas de que, en verdad, has muerto. Estos son acontecimientos divinos, no humanos. Que Cristo ha muerto es un hecho, y que tú has muerto es un hecho también. Déjame decirte algo, ¡Tu has muerto! ¡Ya ha sucedido! ¡Has sido puesto de lado! Tu propio ser detestable esta sobre la cruz en Cristo. Y  “El que ha muerto ha sido justificado del pecado” (Romanos 6:7)

Este es el Evangelio para los Cristianos.

Nuestra crucifixión nunca pudo haberse realizado gracias a la voluntad nuestra, ni gracias a nuestros esfuerzos, sino solamente por aceptar lo que el Señor Jesús concluyó en la Cruz. Los ojos de nuestro entendimiento deben abrirse para que veamos el trabajo acabado del Calvario. Algunos de vosotros, antes de que llegaseis a ser salvos, habéis estado intentando alcanzar la salvación por vosotros mismos. Leías la Biblia, orabas, ibas a la Iglesia, ganabas almas. Y resulta que un día se abrieron tus ojos con la revelación y te diste cuenta que la salvación completa ya había estado preparada para ti en la Cruz. Simplemente lo aceptaste y le diste gracias a Dios, y la paz y el gozo inundaron tu corazón. Y ahora la buena nueva es que, la santificación, se ha hecho disponible para ti exactamente en los mismos moldes que la salvación inicial. Se te ha ofrecido la liberación del pecado, y no deja de ser un regalo de Dios igual que el perdón de tus pecados.

El camino que Dios toma para la liberación es completamente diferente del camino del hombre. El camino del hombre es intentar suprimir el pecado procurando dominarlo y vencerlo; El camino de Dios es poner de lado al pecador. Muchos Cristianos se lamentan en sus debilidades, pensando que si fuesen más fuertes todo sería diferente. Teníamos la idea de que si fracasábamos en llevar una vida santa era debido a nuestra impotencia, y que, por eso, sería necesario sacrificarnos y hacer alguna cosa más, pero esta idea nos lleva a pensar naturalmente en ese falso concepto del camino de liberación. Si estamos preocupados con el poder del pecado y con nuestra incapacidad de derrotarlo, entonces naturalmente concluimos que para obtener la victoria necesitamos de más poder. “Si tan solamente fuese más fuerte,” decimos, “yo podría vencer mis violentos arrebatos de temperamento,” y así le imploramos al Señor para que nos fortalezca y que podamos ejercitar más dominio propio.

Pero todo esto no pasa de falacias. No tiene que ver nada con Cristiandad. La manera como Dios nos libera del pecado no es haciéndonos más y más fuertes, sino haciéndonos más y más débiles. Esta es, dirás tú, una manera sin duda muy peculiar de victoria, sin embargo ese es el camino divino. Dios nos ha librado del dominio del pecado, no fortaleciendo al viejo hombre sino crucificándolo; no ayudándolo a hacer algo sino quitándolo del campo de acción.

Durante años, talvez, has estado intentado sin ningún fruto ejercer control sobre ti mismo, y a lo mejor te estás esforzando en ese sentido todavía; pero cuando te des cuenta de la verdad reconocerás que tú eres impotente en ti mismo para hacer cualquier cosa, pero si te das cuenta del punto de vista de Dios y te pones a su lado verás que Él ya lo ha hecho absolutamente todo. Cuando descubrimos esto acabamos con todo nuestro esfuerzo humano de una vez por todas y damos lugar a Cristo en nosotros.


EL PRIMER PASO: “SABIENDO ESTO...”

La vida Cristiana normal debe comenzar con un muy definitivo “sabiendo,” lo cual no es un simple saber algo sobre la verdad o entender algo de su importante doctrina. No se trata de un conocimiento intelectual, sino de un abrir los ojos de nuestro corazón para que veamos lo que poseemos en Cristo.
¿Cómo sabes que tus pecados han sido perdonados? ¿Será porque te lo ha dicho tu lider o pastor? ¡No! Simplemente lo SABES. Si yo te pregunto cómo lo sabes, tu simplemente respondes, “¡Yo lo sé!” Ese tal conocimiento ha venido por revelación divina. Proviene del Señor mismo. Claro que el hecho de que tus pecados ya hayan sido perdonados se encuentra en la Biblia, pero para que la Palabra escrita de Dios llegase a ser una Palabra viva en tu vida, Él ha tenido que darte antes

“Un espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él” (Efesios 1:17).

Lo que tu necesitabas era conocer a CRISTO por esa vía, y es siempre así. Así que, siempre que te llegue cualquier nuevo aprendizaje sobre Cristo, y ese aprendizaje se ilumine en tu propio corazón, tú lo “ves” en tu espíritu. Una luz brilló en lo más íntimo de tu ser y estas completamente persuadido de eso. Lo que es verdad sobre el perdón de tus pecados no es menos verdad acerca de tu liberación del pecado. Una vez que la luz de Dios inunda tu corazón, te ves a ti mismo en Cristo. Eso no se debe a que alguien te lo haya dicho, o porque lo diga Romanos 6:6 meramente. Se necesita algo más. Tú lo sabes porque Dios te lo ha revelado a través de su espíritu. Puede ser que no lo sientas; que no lo entiendas; pero lo sabes, puesto que lo has visto. Una vez que te has visto a ti mismo en Cristo, nada puede impedirte la certeza de esa realidad bendita.
Si le preguntases a unos cuantos creyentes que hayan entrado en una vida normal Cristiana cómo lo han hecho a través de sus experiencias, algunos dirán que de esta manera y otros dirán que por la otra. Cada uno se agarrará a su propia vía de entrada y repetirá alguna Escritura para dar soporte a su experiencia; e infelizmente muchos Cristianos están utilizando sus propias y peculiares experiencias y usando sus propias Escrituras para ganar a otros Cristianos. La realidad de todo este asunto es que, aunque los Cristianos puedan venir a obtener esa vida más profunda por diferentes vías, no tenemos que relacionar las experiencias o doctrinas por las que pasaron como mutuamente exclusivas, sino más bien complementarias. Una cosa es cierta, que cualquier verdadera experiencia valiosa de parte de Dios debe ser alcanzada por vía de un nuevo descubrimiento en el significado de la Persona y obra del Señor Jesús. Esta es una prueba crucial y que nunca falla.
Y aquí, en el pasaje que estamos viendo, Pablo subordina todas las cosa debajo de este descubrimiento.

“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más como esclavos al pecado” (Romanos 6:6).
  
LA REVELACIÓN DIVINA ES ESENCIAL
PARA ADQUIRIR EL APRENDIZAJE

Así qué, nuestro primer paso es procurar de Dios un aprendizaje que proviene por revelación – una revelación, es decir, no de nosotros mismos, sino del trabajo consumado del Señor Jesucristo en la Cruz. Cuando Hudson Taylor, el fundador de China Inland Misión, se adentro en una vida normal Cristiana fue así que lo realizó. Te acuerdas cómo relata su profundo dilema acerca de cómo vivir “en Cristo,” de cómo podría retirar la savia de la Viña para sí. Porque él sabía que tenía que tener la vida de Cristo fluyendo a través de él pero todavía no sentía que la tuviese, y se dio cuenta muy claramente que su necesidad tenía que ser procurada en Cristo. “Yo sabía,” dijo, escribiendo a su hermana desde Chinkiang en 1.869, “que si simplemente pudiese habitar en Cristo, todo iría bien, pero NO PODÍA.”
Mientras más intentaba lograrlo más se veía resbalar, hasta que un día la luz descendió sobre él, llegó la revelación y lo vio muy claro. Así es cómo lo describe.

“Aquí, siento yo, está el secreto: No en que me pregunte cómo voy A SACAR la savia de la Viña para , sino en acordarme que Jesús es en sí mismo toda la Viña.- la raíz, el tronco, los pámpanos, las ramas, las hojas, los frutos, todo junto.”

Y dice después, citando las palabras de un amigo que lo había ayudado:

“Yo no tengo que procurar HACER DE MÍ un pámpano. El Señor Jesús me dice que soy un pámpano. Yo soy parte de él y lo único que tengo que hacer es creerle y actuar así. Antes había visto que está bastante claro en la Biblia, pero ahora lo creo como una realidad viviente.”

Era como si algo, que hubiese sido verdad todo el tiempo, ahora llegase de repente a ser verdad en una vía diferente para él personalmente, y escribe otra vez a su hermana:

“Yo no se hasta que punto estoy capacitado para hacerme entender sobre este asunto, porque nada de esto es nuevo o extraño o maravilloso.- y sin embargo, ¡todo es nuevo y fresco! En una palabra, `donde en un tiempo era ciego, ahora veo´. ..Estoy muerto y sepultado con Cristo – ya, y también levantado y ascendido... Dios me reconoce así, y me dice que me reconozca así también. El sabe lo que es mejor... OH, cuan grande es el gozo de ver la verdad – oro para que los ojos de tu entendimiento se abran y se iluminen, para que puedas saber y disfrutar de las riquezas que nos han sido dadas de libre gracia en Cristo.”

¡OH, cuan grande es ver que estamos en Cristo! piensa en lo absurdo que es intentar entrar dentro de una habitación en la cual ya te encuentras, piensa en lo abstracto que sería pedir que te pusiesen dentro! Si nosotros reconocemos el hecho de que YA ESTAMOSdentro, no vamos a hacer ningún esfuerzo para entrar. Si tuviésemos más revelación, haríamos menos oraciones y daríamos más alabanzas. Gastamos mucho tiempo orando por nosotros mismos solamente porque estamos ciegos a todo lo que Dios YA nos ha dado.
Me acuerdo que un día en Sangay estaba hablando con un hermano que se preocupaba muchísimo acerca de su estado espiritual. Él dijo, “Hay tantos que viven lindamente, con santas vidas. Yo me avergüenzo de mí. - Digo que soy Cristiano, pero cuando comparo mi vida con la de otros me siento del todo como si no lo fuese. Yo quiero saber lo que es esa vida crucificada, esa vida de resurrección, pero no se nada, ni veo manera de obtenerla.” Había otro hermano con nosotros, y los dos habíamos estado hablándole cerca de dos horas, intentando hacerle ver al hombre que no podía obtener nada sin Cristo, pero sin éxito. Él decía, “La mejor cosa que puede hacer un hombre es orar.” - “Pero si Dios ya te ha dado todas las cosas, ¿Para qué necesitas orar?” le preguntamos. “No, Él no me las ha dado,” replicó el hombre, “porque todavía pierdo la cabeza con mi temperamento, todavía caigo constantemente; por eso tengo que orar más intensamente.” “Bueno,” le dijimos nosotros “¿y obtienes lo que le pides?” “Tengo pena de decirlo, pero no, que va, no recibo nada,” replicó. Nosotros intentamos hacerle notar que, igual que él no había hecho nada para obtener su justificación, así tampoco necesitaba hacer nada para obtener su santificación.

Y entonces un otro hermano, con más experiencia en el Señor, vino y se juntó a nosotros. Había un recipiente térmico de café encima de la mesa, y este hermano lo agarró y dijo, “¿Lo qué es esto? “Un recipiente térmico.” “Bueno, pero imagínate por un instante que este recipiente térmico pudiese orar, y que comenzase más o menos así: ¡OH! Señor, me encantaría ser un recipiente térmico. Podrías, por favor, convertirme en un recipiente térmico? ¡Señor!, concédeme la gracia de ser un recipiente térmico. ¡Por favor hazme así! ¿Qué dirías tú?” “No creo que hubiese ni un recipiente térmico que fuese tan estúpido,” replicó nuestro amigo. “¡No tiene ningún sentido orar así, ya es un recipiente térmico!” y entonces el hermano le dijo, “Tú estas haciendo lo mismo. Dios ya hace mucho tiempo que te ha incluido a ti en Cristo. Cuando él murió, tu moriste; cuando él revivió, tu reviviste. Así que ahora no puedes decir, ¡Yo quiero morir; Yo quiero ser crucificado; Yo quiero tener una vida resucitada! El Señor sencillamente te mira y te dice, ¡Tu estas muerto! ¡Tu tienes una nueva vida! Así que todas tus oraciones son tan absurdas como las del recipiente térmico. Tu no necesitas orar al Señor ni pedirle nada; lo único que tú necesitas es que tus ojos sean abiertos para que veas que él ya lo ha hecho todo.”

Este es el punto principal. No necesitamos trabajar para morir, no necesitamos esperar para morir, nosotros estamos muertos. Solamente necesitamos reconocer que el Señor ya lo ha hecho por nosotros, y darle gracias por eso. La luz también descendió sobre aquel hombre. Con lágrimas en sus ojos dijo, “Señor, yo te alabo de que me hayas incluido a mí en Cristo. Todo lo suyo es ahora mío también!” La revelación vino, y la fe tuvo algo en donde amarrarse. Y si hubieses visto a aquel hombre más tarde, ¡Cuan enorme transformación encontrarías!


LA CRUZ LLEGA A LA RAÍZ DE NUESTRO
PROBLEMA

Déjeme recordarle otra vez la naturaleza fundamental de lo que el Señor hizo en la Cruz. Yo creo que no será demás señalar este punto una vez que debe ser bien entendido. Imagínate, utilizando una ilustración, que el gobierno de tu país quiere tomar medidas drásticas con el problema de las bebidas alcohólicas y decidiese que todo el territorio debía adherir a la ley “seca,” ¿Cómo podría hacer que se llevase a cabo esta medida? ¿Cómo podríamos cooperar? Si fuésemos registrando cada tienda y cada bar del territorio, y confiscásemos todas las botellas de vino o cerveza o brandy, ¿sería una medida efectiva de acabar con la situación? Ciertamente que no. Haciendo así podríamos librar el territorio de cada gota de alcohol que tenga en existencia, pero por detrás de esas botellas de bebidas fuertes se encuentran las bodegas que lo producen, y si solamente nos encargamos de las botellas y descuidamos las factorías, la producción será retomada y no sería nunca una solución a largo plazo. No, Las factorías que lo elaboran, las bodegas y destilerías del territorio, deben ser al mismo tiempo clausuradas, si queremos que el problema sea resuelto de una vez por todas..
Nosotros somos la factoría; nuestros actos son los productos. La Sangre del Señor Jesucristo resuelve la cuestión de los productos, denominados nuestros pecados. Así que la cuestión de lo que hayamos hecho está sellada, pero ¿Será que Dios no hizo algo más? ¿ Qué pasa con el problema de lo que somos, con la factoría? Nuestros pecados los producimos nosotros. Estos tienen que ser tratados, pero, ¿con qué vamos a ser tratados nosotros? ¿Crees tú que el Señor nos limpiaría de todos nuestros pecados, y que nos descuidaría a nosotros para que continuásemos con la factoría de pecados abierta? ¿Te lo puedes creer? ¿Tú te puedes creer que, habiendo echado los bienes producidos, nos dejaría después a nosotros tratar de nosotros mismos con la fuente de la producción?
Preguntar esta cuestión es responderla. Por supuesto que no ha dejado una mitad resuelta y la otra por resolver. No, él ya ha echado fuera los bienes y, además, también ha hecho una limpieza exhaustiva de la factoría que producía los bienes.
El trabajo concluido de Cristo ha ido realmente a la raíz de nuestro problema y lo ha resuelto con él. No hay medias medidas para Dios. Se ha certificado bien y se ha provisto de medidas capaces para quebrar completamente el gobierno del pecado.
“Sabiendo esto,” dice Pablo

“Que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no seamos más esclavos al pecado.” (Romanos 6:6).

¿“SABIENDO ESTO”?  Sí, pero, ¿Lo sabes tú? “O ¿“continuas ignorante”? (Romanos 6:3). Alabado sea el Señor porque nos ha abierto de libre gracia nuestros ojos.


  ---------------------------------------------------------------------------------------------

Retirado del capítulo tres de Una Vida Cristiana Normal de Watchman Nee
Traducción española - Juan Luis Molina  (este libro se encuentra disponible en el blog Mira Solo a Dios en la sección de libros).


Si deseas recibir nuestras publicaciones directamente en tu dirección de e-mail contáctanos en: mirasoloadios@live.com

Comentarios