LA SENDA REAL HACIA LA SANTIDAD. Por E.W. Bullinger
Trad. Juan Luis Molina
Un extracto de “Things to Come” (“Las cosas por
venir”)
Vol. VI – Octubre 1899
El hombre es por causa de su caída
naturalmente egoísta; y está por tanto inclinado necesariamente a ocuparse
consigo propio. Incluso los cristianos, que poseen una Nueva naturaleza, no
están libres de esta siempre presente tentación.
Esto es bastante pernicioso en sí mismo y
en sus resultados; sin embargo, cuando toma el lugar y se sustituye por la
ocupación en Cristo, entonces a seguir resultan dos males: se olvida y deja de
lado el verdadero camino, y se pierde la paz interior; o dicho de otra manera,
se toma el falso camino, y aparece entonces en nuestras vidas la miseria.
El alma resulta engañada porque Cristo no
es evidenciado del todo. Es decir, es posible también que Cristo sea tomado en
cuenta, pero mezclado con uno mismo; y entonces es deshonrado en vez de ser
glorificado. No se pone a Cristo primero. Sino que el creyente y el hombre en
general, es Uno mismo y Compañía, y el viejo “uno mismo” siempre se propone “hacer algo”
que anula y rinde a Cristo. Así que Cristo se deja impotente e inútil delante
del Todopoderoso Uno Mismo, para hacer cualquier cosa que saque antes de su
carnal y propia imaginación.
¿Todavía nos sorprendemos que esta nueva
imaginaria teología fracase a la hora de conseguir sus tan ansiados objetivos?
¿Nos sorprendemos al encontrar que este “Evangelio de Rendidos Esfuerzos”, que
nos llegan del Occidente, fracase a la hora de producir el sólido Cristianismo y
la santidad de vida que el Antiguo Testamento (que proviene del Oriente) ha producido a través de todas las edades? ¿No
deberían haber sido puestos los cristianos en guardia contra todos estos
fraudulentos sistemas, para que desconfiasen de todos ellos y los considerasen
sospechosos? ¿No se
están ya todos dando cuenta, ahora, de que no pasaban de ser
sino puro fracaso? Esa no es la Senda Real para la santidad de vida.
Al igual que todos los remedios humanos la dosis tiene que volver a repetirse una y otra vez, y aun cuando ven los hombres que no
proporciona la cura para el problema realmente, siguen tomando su dosis, sin
aliviar nunca el conflicto existente entre las dos Naturalezas.
Hemos visto a muchos que han sido
decepcionados por el uso de estas nuevas e imaginarias medicinas o remedios
mundanos, que tan ampliamente son difundidas por todas partes hoy en día, en
los tiempos peligrosos actuales. Porque, una vez que todas estas medicinas y
remedios son vanas y sin provecho, la enfermedad por tanto continúa
desarrollándose y empeorando cada día.
Existe solamente un remedio o medicina; un
único camino; una única Senda Real. Sin embargo es un Camino muy antiguo: La senda antigua, es como la denomina Dios. Ojalá que tengamos éxito a
la hora de guiar a alguien en la procura de esta senda antigua, la senda de la paz y del descanso, la senda de la justicia y de la
verdadera santidad.
En nuestro último estudio apuntamos esta
Senda Real; y demostramos que el secreto reside en la práctica anulación de Uno
Mismo, en dejar muertas sus mañosas y sutiles formas de
manifestarse, y en la ocupación completa del corazón con Dios y con Su
Cristo
Este no es un remedio Nuevo para las perversas tendencias de la naturaleza humana. Es tan antiguo como la mismísima Palabra de Dios.
Este no es un remedio Nuevo para las perversas tendencias de la naturaleza humana. Es tan antiguo como la mismísima Palabra de Dios.
Los que miraron a Él, fueron alumbrados, esta es
la descripción de aquellos que usaron el remedio que Dios Mismo providenció y
señaló (Salmos 34:5). Y en el mismo Libro de Salmos se nos ofrecen y relatan
dos “casos” de quienes intentan por sí tomar otros remedios.
Estos dos “casos” se nos ofrecen en dos Salmos de Asaf. Y el mismo Asaf era quien estaba equivocado en esta materia. Olvidó y dejó de lado la fuente de aguas vivas, y cavó para sí y de sí mismo cisternas rotas que no retenían las aguas de su propia imaginación; y el resultado que produjo se pone en evidencia en el Libro para nuestro aviso. El nuevo remedio que intentó estuvo a punto de llevarlo a la locura. Asaf intentó poner en práctica dos remedios; ¡y el segundo lo puso en práctica porque el primero había fracasado! ¡Qué necio e ignorante era yo! (dijo él). Es exactamente lo mismo que sucede hoy en día, y así seguirá siendo hasta el fin.
Vallamos ahora y leamos el relato Divino de
estos dos “casos”. El primero se nos da en:
Salmos 77
1. Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y Él me
escuchará.
2. Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba mis manos de noche sin descanso; mi alma rehusaba el consuelo
2. Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba mis manos de noche sin descanso; mi alma rehusaba el consuelo
3. Me acordaba de Dios y me conmovía; me quejaba, y
desmayaba mi espíritu. Shela
4. No me dejabas pegar los ojos; estaba yo quebrantado, y no hablaba…
6. Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi (propio) espíritu inquiría.
4. No me dejabas pegar los ojos; estaba yo quebrantado, y no hablaba…
6. Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi (propio) espíritu inquiría.
¿Cuál
podría ser el resultado de este auto examen sino la miseria? Y así sucedió.
Porque continuó preguntándose:
7. ¿Desechará el Señor para siempre, y no volverá más
a sernos propicio?
8. ¿Ha cesado para siempre Su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente Su promesa?
9. ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?¿Ha encerrado con ira Sus piedades? Shela
8. ¿Ha cesado para siempre Su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente Su promesa?
9. ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia?¿Ha encerrado con ira Sus piedades? Shela
Aquí y
en el vers.3 tenemos un “Shela” que llama nuestra atención para la
separación o corte, y nos señala la miseria resultante de la dependencia de uno mismo, y de la
ocupación consigo propio. Bien puede decir Shela. Hemos
visto la causa de estas lamentables condiciones en que se halla Asaf. Ahora
bien ¿Cuál podrá ser su prevención y sanidad? El siguiente versículo nos lo
dice:
10. Dije: Enfermedad mía es esta; Traeré, pues, a la
memoria los años de la diestra del Altísimo.
11. Me acordaré de las obras de Jehová; Sí, haré yo
memoria de tus maravillas antiguas.
12. Meditaré en todas Tus obras, y hablaré de Tus hechos.
12. Meditaré en todas Tus obras, y hablaré de Tus hechos.
13. Oh Dios, SANTO ES TU CAMINO; ¿Qué dios es grande como
nuestro Dios?
14. Tú eres el Dios que hace maravillas; hiciste notorio en los pueblos Tu poder.
15. Con Tu brazo redimiste a Tu pueblo, a los ojos de Jacob y de José. Selah.
14. Tú eres el Dios que hace maravillas; hiciste notorio en los pueblos Tu poder.
15. Con Tu brazo redimiste a Tu pueblo, a los ojos de Jacob y de José. Selah.
Aquí
tenemos otro Shela señalándonos
la Senda Real para la paz y la felicidad. La miseria era el resultado de su introspección;
y así aparece siempre la miseria del ser humano. Puesto que ¿qué es lo que
puede haber dentro nuestro que nos cause la mínima satisfacción, a no ser lo
que Dios haya hecho y producido? - “Las obras maravillosas Suyas preparadas de antemano” (Efesios
2:10). “Su obra en la nueva creación” (2ª Corintios 5:17).
Aquí,
por tanto, tenemos la descripción del primer “caso”. Aquí vemos la naturaleza de la enfermedad: el efecto
producido por el falso remedio; el miserable resultado; y la verdadera recuperación
de la sanidad. El Segundo “caso” también
nos lo proporciona el mismo Asaf en:
Salmo 73
Aquí no
tenemos auto evaluación; ni hay un examen interior, sino un mirar alrededor. Observando, no a uno mismo, sino a los demás. Un
ocuparse, no con aquello que produce la miseria, sino con lo que produce distracción. El Salmo comienza así:
1. Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con
los limpios de corazón.
Ahora
observe cual es el efecto de todo esto. Asaf está procurando algo por sí mismo,
es cierto. El inevitable resultado de fijar los ojos en los demás, y
especialmente en los que parecen ser “más aventajados”, es hacernos
volver los ojos hacia nosotros propios y a razonar acerca de nosotros mismos,
comparándonos con ellos:
2. En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies (estuve a
punto de volverme loco); por poco resbalaron mis pasos.
3. Porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos.
4. Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero.
5. No pasan trabajos como los demás mortales, ni son azotados como los demás hombres…
7. Los ojos se les saltan de gordura; logran con creces los antojos del corazón.
12. He aquí estos son impíos; sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
4. Porque no tienen congojas por su muerte, pues su vigor está entero.
5. No pasan trabajos como los demás mortales, ni son azotados como los demás hombres…
7. Los ojos se les saltan de gordura; logran con creces los antojos del corazón.
12. He aquí estos son impíos; sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
¿Cuál es el resultado natural de estar ocupado con estas cosas de los demás? Estaba mirando a su alrededor y viendo el sufrimiento de los justos, y la prosperidad en cambio de los impíos. Veía (aparentemente) la necesidad suplida y satisfecha que inundaba a los impíos, y la inutilidad y la desesperanza en que se hallaba el justo. ¡Todo esto le produjo naturalmente estar distraído! Y entonces da muestra y exhibe el resultado de su equivocada ocupación:
13. Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y
lavado mis manos en inocencia.
14. Pues he sido azotado todo el día, y castigado todas las mañanas (ocupándome con estas cosas).
14. Pues he sido azotado todo el día, y castigado todas las mañanas (ocupándome con estas cosas).
15. Si dijera yo: Hablaré como ellos, he aquí, a la
generación de tus hijos engañaría.
Ahora
viene cambio de sentido, el cual vuelve a traerlo al Camino Real.
16. Cuando
pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí;
17. Hasta
que entrando en el SANTUARIO de Dios, comprendí el fin de ellos...
21. Se
llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas.
22. Tan
torpe era yo que no entendía, era como una mula delante de ti.
Ahora
todo se pone de manifiesto y a la luz. En el “Santuario”, todo se
vuelve claro (como sucedió en el primer caso, en Salmo 77:13). La presencia de
Dios lo aclara y asienta todo volviéndolo del revés. Mirándole a Él todo es
“alumbrado”. Ahora se ocupa enteramente en mirar sólo a Dios. Por eso es capaz
entonces de decir:
23. Con todo, yo siempre estuve contigo; me tomaste de la
mano derecha.
24. Me has guiado según Tu consejo, y después me recibirás en gloria.
25. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra.
26. Mi carne y mi corazón desfallecen, mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre…
24. Me has guiado según Tu consejo, y después me recibirás en gloria.
25. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra.
26. Mi carne y mi corazón desfallecen, mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre…
Aquí tenemos una meta alta para alcanzar. Hemos visto los
pasos por los cuales a ella nos aproximamos. Y, habiendo alcanzado esta Senda
Real la atravesaremos hasta el final; y viviremos esta misma bendita y feliz
experiencia de Asaf, que se resume en estas palabras:
28. Pero en cuanto a mí, el
acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová (Adonai Jehová – el Señor
Jehová) el Señor mi confianza, para contar todas Tus obras.
Aquí, por tanto, llegamos al final de todo el asunto. Y
nada había de provechoso ni en sí mismo ni en los demás, sino solo miseria y
distracción – sino que solamente en Dios Mismo y en lo que realizó en nosotros
se halla el gozo y la paz. Ahora, queridos amigos, solamente precisamos de
añadir una gran lección y asentar aquí para terminar esta señal o anuncio, el
cual señala la vía para el Camino Real, y dice así:
Si
quieres sentirte miserable, examina tu interior.
Si
quieres andar distraído, mira a tu alrededor.
Si
quieres mantenerte gozoso, ¡MIRA SOLO
HACIA ARRIBA!
Ocupa tu corazón con Dios, y con la posición que
Él te ha ofrecido en Cristo, y no te ocupes de tu manera de andar, pues sin
duda alguna tu caminar se irá haciendo por sí mismo. O dicho de otra manera,
el remedio de Dios es una medicina específica, la cual producirá una cierta
sanidad a Su debido tiempo; mientras que todo lo que provenga de la imaginación del hombre está y estará siempre…condenado a fracasar.
E.W. Bullinger
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