UNA NUEVA CREACIÓN Por E.W. Bullinger
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura (creación) es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2ª Corintios 5:17).
La
Escrituras nos revelan muchas cosas nuevas. En Isaías 42:9, leemos: “Yo
anuncio cosas nuevas”; y Dios continúa hablando de la nueva canción que se
tiene que cantar teniendo en cuenta Su obra para la restauración de Israel. En Lamentaciones
3:22, 23 leemos: “Las misericordias de Jehová son nuevas cada mañana”. En
Ezequiel 36:26 habla acerca de “un nuevo corazón y un nuevo espíritu”.
En el texto anterior (2ª Corintios 5:17) leemos acerca de la nueva creación. En
Efesios 2:15 leemos del “nuevo hombre”; en Apocalipsis 21 y 22, de “los
nuevos cielos y la nueva tierra”, y también de “La nueva Jerusalén”
y acerca de un tiempo glorioso cuando se diga: “He aquí, Yo hago nuevas
todas las cosas”.
Tal
vez, la cosa más importante entre todas sea aquella de la cual habla nuestra
cita inicial, porque sin esta nueva creación, ninguna de las demás cosas nuevas
pueden ser conocidas o disfrutadas. Teniendo esta, tenemos todas las demás.
1. Los contrastes entre lo viejo y lo nuevo.
Vamos
a considerar, primero que nada, los contrastes: Viejo y Nuevo. La segunda
Epístola a los Corintios parece ser una Epístola de contrastes; esos contrastes
son muy abundantes desde el principio hasta el final. Guiado por el Espíritu
Santo, el Apóstol contrasta, en el capítulo 1:5, los padecimientos que abundan
en el hijo de Dios con las consolaciones que abundan en Cristo. Al cierre del
capítulo 2, versículo 16, nos encontramos con un muy solemne contraste, el cual
es visto por los ojos espirituales a través de toda la Palabra de Dios. Es
cierto, la mente carnal se opone, de hecho odia, tal contraste entre la vida y
la muerte, entre lo regenerado y lo no regenerado; pero el Espíritu Santo
señala invariablemente estos contrastes, y aquellos que son enseñados por Él
los ven y los aman (vea el vers. 14). Observe de nuevo, en el vers.15, otro
contraste “somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se
pierden”. Dice “nosotros somos”, no nuestro testimonio. La
connotación de la Palabra del Señor le mostró al Apóstol su insuficiencia,
mientras que, al mismo tiempo, él sabía que su suficiencia provenía de Dios.
El
tercer capítulo está lleno de contrastes; en el vers.1 tenemos el elogio o
recomendación del hombre y el elogio o alabanza de Dios; en los versículos 2 y
3, los escritos del hombre y los escritos del Espíritu; en el versículo 5, la
insuficiencia del hombre y la suficiencia de Dios; en el versículo 6 la letra y
el espíritu; en los versículos de 7 a 9, la condenación y la justicia. El
capítulo 4 contiene muchos contrastes maravillosos y paradójicos; en el
versículo 8 dice: “estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en
apuros, mas no desesperados”. Alguno podría decir, “¡Oh! ¡Eso no
sucede conmigo!” Sin embargo, ¿quién de nosotros podrá decir que no haya sido
de alguna manera ayudado en medio de todas las vicisitudes? En el versículo
9: “derribados, pero no destruidos”. Claro que caemos, pero no
de la gracia, siendo como somos llevados y sostenidos por una “Amorosa Mano
Todopoderosa”. Al final del capítulo volvemos a ver contrastes
maravillosos; en el vers.16, el desgaste de nuestro hombre exterior, y sin
embargo en el hombre interior se renueva de día en día; en el vers. 17 nuestra presente
leve tribulación momentánea, y nuestro futuro peso de gloria; en el vers. 18,
las cosas temporales y las cosas eternas; las cosas que se ven y las cosas
invisibles. Cada una de estas cosas nos llevan a la contemplación de las
palabras de nuestro primer texto. Considerando este gran e
importante tema, observe:
2. La Conexión “PORQUE” (vers.17).
Esta
es la conclusión del argumento del Espíritu, o de las verdades que acaba de
declarar para la instrucción, el consuelo y la edificación de los santos en
Corinto, y por tanto pertenecientes también a la Iglesia de Dios en todas las
sucesivas generaciones. Su conclusión es que todas las cosas viejas, incluso
aquellas que fueron señaladas divinamente, una vez que han servido y cumplido
sus propósitos y se han vuelto viejas, deben para siempre dejarse de lado, una
vez que no tienen valor alguno en comparación con la obra eterna de la nueva
creación en Cristo Jesús.
Observe
lo siguiente:
3. El carácter de las cosas habladas
“Si
alguno está en Cristo.” Observe que, (en la Versión King James, inglesa)
tenemos palabras señaladas en itálico que deben ser suplidas de la siguiente
manera: “Si alguno en Cristo es hecho una nueva criatura”, o una
nueva creación; Ahora bien, una creación es siempre una obra de Dios, y eso
por tanto excluye todos los supuestos, todos los modelos, todas las distinciones.
La verdad del Espíritu Santo tiene un nivel más alto.
Vea
Gálatas 3:28 y 6:15. La nueva creación no consiste en el reconocimiento de la
forma de las sanas palabras, o la meditación de credo alguno, ni en el premio por
llevar a cabo las cosas externas denominadas “los medios de la gracia”. Es algo
diez mil veces mayor que todo eso. La cruz de Cristo es el monumento de Dios
erguido por encima de la tumba de todas las obras y ordenanzas carnales, de todas
las ceremonias sensoriales, todos los sacrificios carnales, de todos los moldes
terrenales, de todas las sombras fugaces. La cruz de Cristo es el monumento de
Dios sobre la tumba donde Él ha sepultado todas las distinciones humanas, todas
las modas humanas, todos los medios humanos en asuntos pertenecientes a la obra
de Su creación.
EN
CRISTO. Esta es una unión viva hecha por el Espíritu de Dios. No es la mera
profesión de alguna religión; no se haya en la condenación propia sino en
Cristo, justificado y acepte (Efesios 1:6). No está en la muerte de Adán, sino
en el Cristo vivificado (1ª Corintios 15:22). Estamos en Cristo por el soberano
propósito; estamos en Cristo por la sagrada adquisición (comprados por precio);
estamos en Cristo por el poder espiritual.
A continuación,
veamos:
4. La Condición “Una Nueva Creación”.
¿Qué
significa crear? No es cambiar, no es tampoco renovar, ni reformar, ni mejorar,
ni adornar o embellecer la vieja naturaleza, ni nada tiene que ver con la carne
con su corrupción y lujuria refrenada por el cuidado y el entrenamiento; sino
que es la nueva y divina naturaleza impartida, con todas sus bendiciones
espirituales y santos privilegios. No es el viejo Adán hecho limpio o
religioso, vestido y adornado. ¡No señor! Es algo completamente NUEVO.
Por
tanto, en Cristo Jesús yo he sido hecho partícipe de la naturaleza divina; yo
he sido hecho partícipe de Su vida de Resurrección, de acuerdo a la promesa del
Padre: “La vida eterna, la cual Dios, que no puede mentir, prometió
desde antes del comienzo del mundo” (Tito 1:2). La Vida fue prometida
en Cristo para Su gente antes de que el mundo comenzase; y a su debido tiempo
se les comunica a través del ministerio de la Palabra. ¿Cómo se lleva a cabo
todo esto? El pobre hijo de Dios muy a menudo, no lo sabe, y cuando se le
pregunta algo acerca de esto, solamente puede decir, igual que el hombre ciego
en Juan 9:25: “una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo”. En
un tiempo yo estaba muerto y era ciego sin ver al Cristo de Dios, el pacto de
Dios, la salvación de Dios; estaba muerto a todas las ventajas en la preciosa
expiación de sangre, a la justificación en Su justicia, a la gracia regenerada
y a la restauración de la misericordia, también para aquella paz que sobrepasa
todo entendimiento. Pero ahora, en la unidad viva con Cristo, adoro habitar en
las gloriosas verdades que solo en Él se hallan y que solo nos vienen a través
de Él. Adoro la compañía de los que igualmente conmigo se deleitan en el eterno
amor del Padre, la redentora gracia del hijo, y la regeneración de la
misericordia del Espíritu.
Una
nueva y divina naturaleza (2ª Pedro 1:4) no es una mera influencia, no es un
mero y pasajero sentimiento religioso inducido por encantadora música o una
historia patética, sino que es una existencial real viviendo en unidad con un
crucificado, ascendido, exaltado, glorificado y venidero Señor. ¡Qué gloriosa
unidad! ¡En la persona de un Cristo glorificado! No hay palabras que puedan
expresarla mejor que Juan 17:21-23:
“Para que todos sean uno; como Tú, Oh Padre, en mí, y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste.
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros
somos uno. Yo en ellos, y Tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que
el mundo conozca que Tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a
mí me has amado”.
Esta
es una gloriosa, maravillosa y misteriosa Unidad, que no podrá nunca ser
entendida hasta que seamos perfectos y estemos completos en la luz de Su
gloria. Entonces llegaremos a conocer como somos conocidos, puesto que Su Padre
es también nuestro Padre; Su justicia es nuestra justicia; Su naturaleza es
nuestra naturaleza; Su hogar es nuestro hogar; Su gloria es nuestra gloria.
5. Las liberaciones disfrutadas “Las cosas viejas pasaron”.
¿Cuáles
son estas “viejas cosas”?
(1).
Bendito sea Dios que, aquella vieja cosa, el PECADO, que yo tenía antes de que
fuera en Cristo manifestado su poder y mantenido su autoridad sobre mí, se
apartó de mí – desapareció. Alguno podrá preguntarse ¿Cómo ha desaparecido? Y
yo respondo solamente en las palabras de Isaías 53:6, “Jehová cargó, en Él
(Su siervo Jesús), el pecado de todos nosotros”; y Hebreos 9:26, “Se
presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en
medio el pecado”.
(2). Aquella vieja cosa, LA MALDICIÓN DE LA LEY, ha
desaparecido. ¿Cómo? Lea Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición
de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo
aquel que es colgado en un madero)”.Él se hizo maldición por Su gente, Él
vino a ser “El fin de la ley para justicia a todo aquel que cree” (Romanos
10:4). ¡Qué palabras tan expresivas! “¡El fin de la ley! ¿Qué
es lo que eso significa? Lo que significa es que vino a ponerle un
fin a todos los requisitos de la ley, los cuales Él satisfizo por la perfecta
obediencia que rindió a sus preceptos; significa que puso un fin a todas las
amenazas de la Ley penal, las cuales silenció por el sufrimiento que soportó.
¿Cuál es el fin de una deuda? ¡El pago! Y Cristo la tomó para sí y pagó toda la
deuda contraída con Su gente, y así acabó con ella. Por tanto toda transgresión
y pecado por el cual mí atormentado Espíritu ha sido afligido, ¡ha
desaparecido!
(3). Aquella cosa vieja, LA CONDENACIÓN. Todo lo que era
una deuda para mi, fue pagado por mi Seguro Salvador sin pecado, por Aquel que
dijo, cuando le buscaron y hallaron: “si me buscáis a mí, dejad ir a
estos” (Juan 18:8). Por eso: “Ahora no hay condenación para los que
están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
(4) Aquella
cosa vieja, EL TEMOR A LA MUERTE, ha desaparecido, porque “Jesucristo…quitó
la muerte, y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio” (2ª
Timoteo 1:10). Cristo ha abolido la muerte, y sacó a luz, y adquirió
para nosotros la vida y la inmortalidad; y “cuando Cristo, nuestra vida, se
manifieste, entonces vosotros seréis manifestados con Él en gloria” (Colosenses
3:4). ¡Sí! Todas las cosas viejas pasaron. Mis antiguas nociones de
salvación por méritos; por cooperar – Yo hice algo y Jesucristo hizo el resto –
¡todas esas cosas viejas pasaron! Mis viejos y degradantes puntos de vista de
Cristo han sido dejados de lado a la luz de Su Glorioso Evangelio, y ahora lo veo
a Él “codiciable”: Su salvación perfecta, Su justicia completa, Su intercesión prevaleciente
en todo, Su gloriosa y segura venida. Él es el iniciador y consumador de la fe,
quien por mí y para mí realiza todas las cosas en la presencia de Su Padre y
mío.
Veamos ahora:
Los Privilegios Alcanzados “He aquí, todas las cosas son hechas nuevas”.
¡Sí! El hombre en Cristo
es un Nuevo hombre, con una nueva vida en un mundo nuevo. “Todas las cosas
han sido hechas de nuevo”. Ese Nuevo hombre tiene vida en Cristo,
tiene inmortalidad en Cristo. Tiene vida en vez de muerte, salvación en vez de
pecado, justificación en vez de condenación, es acepto en vez de ser desterrado,
tiene paz en vez de enemistad. Tenemos nuevos afectos, asegurados sobre las
cosas de lo alto; nuevas esperanzas. Tenemos entrada al interior del velo; se
ha puesto una nueva canción en nuestros labios; un nuevo corazón con el cual
alabamos a Dios por haber afirmado nuestros pies sobre la Roca de las Edades,
por ordenar nuestras idas y venidas, por llevarnos de la mano, por guiar
nuestros pasos en el camino de la paz. Ojalá que conozcamos la bendición y el
poder de estas “nuevas cosas” divinas, y que andemos
regocijados mientras esperamos por aquella gran proclamación:
"He aquí, yo hago nuevas todas las cosas", y caminar en novedad de
la vida, para alabanza y gloria de Dios.
Traducción por Juan Luis Molina y Claudia Juárez Garbalena
Articulo en inglés:
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