COMENTARIO SOBRE EL APOCALIPSIS - Por Juan Luis Molina
El Apocalipsis o
el Día del Señor hay que recibirlo con mucha mansedumbre. Si no estamos
sentados y “asentados en reposo” no veremos los cielos y tierra que en él se
han reflejado. Este Libro y el estanque de aguas mansas que describe Roxanne
Brant en su libro “Ministrando al Señor”, están muy relacionados. En ese
estanque se refleja toda la Gloria de Dios a colores. El murmullo de sus
pájaros en una tarde de verano, junto con las del agua que transborda del
estanque es un escenario ideal para contemplar la Revelación o Apocalipsis. Lo
que nos muestra Dios cuando estamos en este Su reposo, que es dejar correr a
Cristo, es “lo que viene adelante”, Teófilo: ¡Lo que tenemos en
frente! No tiene nada de bueno entonces que miremos “atrás.” Ni tan
siquiera lo que “pasó” hace cinco minutos merece la pena recordarlo, sino que
apenas nos invade un deseo ardiente de poner los ojos en lo que “está
inminente”.
Lo que sucederá
en breve es justo la Revelación que se nos abre "de par en par" en
Cristo. Conviene pues, Oh Teófilo, no tener prisas ni retrasos en la
Revelación, sino ser como los niños que esperan en las sorpresas que les brinda
el día, sin imaginarse siquiera nada de lo que puede venir a suceder de aquí a
poco tiempo.
.Aquí todo lo
que va a suceder y que importa que sepamos, nos lo muestra todo el Padre, sin
imaginaciones nuestras ni interpretaciones de nadie. Dios se basta y sobra para
revelarnos todo en el espíritu. Nadie que escuche sólo a Dios en este Libro se
verá defraudado en sus expectativas. Entenderemos perfectamente aquello que
escuchamos muchas veces, "Que los pensamientos de Dios...son mucho más
altos que el de los hombres." El Libro de Apocalipsis lo abre Dios en el
espíritu de cada uno. Dios nos ha sentado a Su diestra y desde allí vemos todo
muy claramente. Hasta el propio concepto del Tiempo se ha vuelto diferente, el Tiempo de Dios va mucho
más adelantado. Es cierto Teófilo, nuestro Dios ya da todas las cosas como acabadas y
concluidas, y ya las ha registrado además en Su Película. Él sabe cómo comenzó y
acabó todo. Por eso nos lo deja saber con toda la certeza. Dios ya había visto cómo acabaría todo desde el
principio, y si el hombre se revelase con Satanás, nuestro Abba Padre
Todopoderoso tenía Consigo esta carta en Su Manga: “El As de Oros”. Todo lo que
Satán y el hombre han conseguido “perdiendo su dignidad,” no ha sido sino hacer
más grandes y altos los propósitos iniciales de Dios. Hasta los vasos de ira
están reservados para Su Día.
El Libro de la
Revelación es lo que todos los miembros despiertos a la Cabeza ven. Es
contemplar lo que está sucediendo y preparándose ahora en el cielo, y lo que
sucederá con toda seguridad en un día cercano sobre la tierra. Siempre que
vemos Escrituras de otras Dispensaciones en el Apocalipsis, eso lo hace Dios
por dos motivos: (1) para ilustrarnos con ellas mejor las escenas venideras que
nos está revelando, por ejemplo, las Plagas de Egipto las menciona y compara
(aunque serán mucho más drásticas las venideras) con las que están preparándose
ahora en el mundo y se darán en un futuro inmediato en la tierra en la
siguiente Administración, después del Rapto; y, (2) para señalarnos dónde,
cuándo y cómo sucedieron las causas en la historia de Dios con el hombre, para
que Su Juicio sucediese en este día venidero.
Dios nos hizo
salvos para que conociéramos TODA LA VERDAD. Cuando Pablo declaró a sus
hermanos que “aunque no pretendía haberlo alcanzado ya, una cosa sí que
hacía, olvidándose de lo quedó "para atrás", se extendía Por la fe sola a “lo que
tenía en frente.” Se refería a esta Revelación que tenemos delante los miembros
de la Iglesia hoy en día. Esta Revelación es la que no había alcanzado, pero la
veía y palpaba como algo inminente. Lo mismo le pasó a Bullinger y a todos los
que fueron iluminados por el Apocalipsis. Todos tenemos delante esta
bendita Revelación, de la cual nada le fue permitido escribir al Apóstol Pablo,
sino a Juan unos cuantos años después. Lo que el Padre le dio a ver a Pablo
“del tercer cielo”, lo expuso Juan en el Apocalipsis poco antes de la
destrucción del templo de Jerusalén, y algunos años después de la muerte de
Pablo. Por eso Teófilo, todo aquel “que escuche y medite en su corazón
las palabras de esta profecía”, será inmediatamente bendito por palabra
prometida de Dios (al principio del Libro). Pablo, aunque no le fuese por Dios
permitido escribir nada de lo que vio, ya no ponía sus ojos espirituales en
otro sitio sino en la Revelación de Jesucristo, este es el conocimiento al cual
comparaba todo como basura e inmundicia; por eso les escribe a los filipenses,
diciéndoles que la muerte, para él, sería ganancia. De tal manera le embelesaba
lo que le fue revelado y veía y palpaba, y no se le permitió escribir, que todo
lo demás lo daba por basura y viejo. Mientras aguardaba el Retorno, lo que
Pablo VEÍA era lo que Dios le mostraba en el espíritu, y lo que Dios le
mostraba a él y le dio a escribir a Juan, es simplemente lo mismo que le revela
a cualquiera de los miembros despiertos a la Cabeza hoy en día. Dios no hace
acepción de miembros ni de personas. Dios con este Libro, escuchando y
meditando atentamente lo que nos enseña, nos lleva en Su nube directamente a la
administración del juicio; nos señala además, el encarcelamiento de Satán con
todas sus huestes; la coronación del Rey del Rey de reyes y Su casamiento,
cuyas Bodas se extenderán en un Banquete que se extenderá y durará todo un
Milenio glorioso. Todo esto y mucho más es lo que se nos revela desde lo Alto
en este bendito Estanque de Siloé.
Si buscamos con hambre esta Revelación, en Sus manos nos
lleva por estos tremendos escenarios. Así los vieron Juan, Pablo, Bullinger y
todos los que el Padre se los ha revelado. ¿Cómo sería posible que Pablo
se volviese atrás? El deseo que le infundió Dios, de “extenderse a lo que tenía
delante” de él, debió ser muy similar al experimentado por el Maestro en su
angustia en Getsemaní. El conforte, el consuelo y la fuerza que le produjeron
aquel contacto Divino con toda Su Revelación, le hizo al agonizante, enfrentar
todo aquel brutal, animal, y salvaje sacrificio con el gozo “puesto delante de
él”. Sabiendo lo que iría a suceder, se entregó del todo en las manos del
sacrificio. Igual le sucedió a Pablo. ¿Te das cuenta Teófilo? No tiene vuelta
“atrás” la revelación de Dios.
Lo mejor de todo
Teófilo es que todo lo que ha sucedido, está sucediendo y esta para en breve
suceder, en esta Revelación, todo se nos muestra sin tener en cuenta este
periodo actual de gracia. La gracia aquí desde nuestra posición otorgada por
Dios en Cristo es algo consumado. Algo que ya está hecho y asumido. En este
nuevo estatuto que nos rige, no discutimos ya cuestiones sobre la gracia, o
acerca de la gracia ni de la Ley. La Gracia se nos ha revelado y transborda por
nosotros ahora. No puede ser de otra manera. Si no cuestionamos la
gracia, ni tan siquiera en ella pensamos, sino que, dejándola correr, lo que
ahora nos muestra Su espíritu por ella es “lo que tenemos delante” y, como el
León del Libro de Proverbios, no deberíamos poner nosotros nuestros ojos
"atrás," en cosas inmundas de varones o hembras, o siervos o libres.
Ni tan siquiera miramos sus leyes ya. Ahora solo fijamos la vista del espíritu
en la terrible y al mismo tiempo gloriosa Visión desplegada ante nuestros ojos.
Una vez que estos escenarios se abren delante nuestro en esta Revelación, nuestro
Cristo solo tiene ojos para estos sueños, visiones y revelaciones, y no dejará
serle robada ni un ápice su bendita gloria de poder contemplarlos, directamente
del Padre. La Revelación de los escenarios venideros es un fuego que quema todo
lo demás. Todo el resto se ha vuelto ahora basura y viejo. El escenario abierto
de par en par en Cristo, nos embelesa ahora con escenarios Divinos y
celestiales muy reales. Lo que va a ocurrir no debería sorprender a los conocen
a Dios. Pero, sin embargo, lo que generalmente sucede es que muy pocos de Sus
hijos saben lo que irá a suceder en breve. Ni lo que va a suceder con ellos ni
lo que ocurrirá en todas las esferas. Casi ninguno tiene su entendimiento
iluminado en la plenitud de los escenarios que espera, ni la convicción de las
cosas que no se ven. Pero está disponible andar por la fe de la semilla
de mostaza, y “mirar de cerca las cosas que no han subido en corazón de
hombre alguno” y “ver y escuchar cosas que hombre alguno no ha visto ni
escuchado.”
¿Qué
estará haciendo ahora la Cabeza en el cielo? Se preguntan muchos, y sin
embargo, lo que hace, es transmitir la vida de Dios a todos Sus miembros
despiertos. Así que está disponible para todos sus miembros saber con toda
seguridad lo que va a suceder, y así sacar ventaja de “la mejor parte”. De lo
contrario, solo la verá en el Bema. Pero Dios nos salvó para que
CONOCIÉRAMOS, desde el día que nos implantó Su espíritu de sabiduría dentro
nuestro, TODA LA VERDAD. Esa vida de Cristo que sale de nuestro interior
está empapada de sabiduría de lo Alto, y siempre es fresca y nueva Su
revelación. ¿Cómo es posible, Teófilo? ¿Cómo puede ser que, muchos de Sus
hijos, no conozcan a Su Padre, ni sepan lo que ahora está haciendo o vaya a
hacer? Es asombroso, normalmente, se conocen muchos nombres humanos resonantes,
y lo que dijeron sus bocas….respecto a Dios. Pero pocos hermanos tenemos que
nos cuenten lo que les cuente Dios, a ellos personalmente. No hablan con Su
Padre, sino que lo escudriñan en bernabés y pablos solamente. Sus propósitos
benditos no los conocen. Solo saben lo que les han dicho, así que solo "de
oídas" saben que tienen un Dios en el Cielo, y desconocen que está más
cerca de ellos que su propia respiración. ¡Es triste, Teófilo! ¿Dónde
procuramos a Dios? Algunos se llevan la vida estudiando el Royo, y estudian los
rollos humanos como si fueran mapas, y no llegan nunca a la Tierra Prometida.
Aunque Dios ya les haya dado el “título de propiedad” de esta bendita Tierra
Prometida, y la tengan tan a la mano, han menospreciado el documento de
Dios y se han dedicado a otros “quehaceres” mundanos. Le han dado oídos a las
"fábulas viejas" y discuten teologías de la gracia y de las obras.
Prefieren quedarse andando en el desierto de sus propias persuasiones y
disertar en sus diarreas mentales.
Pero Cristo
sigue en Su sitio y a la mano para quién lo reciba y quiera dejar correr su
vida. Nuestro Cristo Teófilo, no tiene tiempo ya para otros quehaceres en la
casa. Nuestro Abba Padre nos ha recostado en Su Jardín, y a la sombra de Su
Bananera, y, mientras nos nutrimos de Sus frutos, nos va Él directamente
contando todo lo que va a suceder, “todo lo que tenemos delante.”
Cuando se lee
este Libro del Apocalipsis en el espíritu de Cristo, mirándolo todo desde lo
Alto, el espíritu nos hace notar rápidamente las secuencias continuadas que
contiene sus tres primeros capítulos. Todo se condensa en estos primeros
capítulos. Los Escenarios, los propósitos, los mensajes a las iglesias. Todo está
esparcido en estos tres capítulos por entre ese periodo de más o menos cuarenta
años que durará el Día del Señor. Después entonces, en los sucesivos capítulos,
pareciera como si la Mano de Dios fuese abriendo luces en diversas partes de
los mismos escenarios que desplegó, y fuese dejando ahora ver con esos
destellos más y más matices y detalles de los mismos episodios comprendidos en
los tres iniciales capítulos. Agrandando la escena, Dios rellena a medida que
va adentrándonos en Sus capítulos, con más y más detalles todo lo que va a
suceder, cuándo va a suceder, con qué orden va a suceder... Esto lo hace el
Espíritu Santo como en sucesivas pinceladas de Su paleta de pintura; y es
delicioso cómo lo lleva a cabo, porque cada vez se ve más gradualmente la luz
de Sus colores incidiendo sobre todo y resaltando gradualmente Sus pormenores.
Nuestro Abba Padre, en Su Revelación o Apocalipsis, va pintándonos un
cuadro que cobra luz y claridad por sí mismo y sin necesidad de ser
interpretado. Se interpreta a Sí Mismo. Entonces, cuando así vamos
entendiendo el Libro, no se puede hacer otra cosa que abrir los ojos y la boca
de admiración. Todo lo damos por basura también para alcanzar este conocimiento
que hay en Cristo. Hasta la predicación ahora, Teófilo, nos trae sin cuidado. Pablo
estaba “puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo
cual es muchísimo mejor”, ya no quería seguir predicando, y le parecía mejor a
sus ojos irse a dormir que predicarles a sus hermanos. A todos nos pasa igual
cuando se nos muestra el Apocalipsis. Todo se ha reducido a poner los ojos solo
“en lo que tenemos delante”.
Si es verdad,
algunos muy sinceros y bien intencionados seguirán predicando; y nosotros
estaremos agradecidos de que así se propongan. Sin embargo, está escrito que,
los que serán predicados y reciban la salvación eterna, ya los conozco YO Tu
Dios “desde el principio”. No depende de que estos “tengan voluntad o no,” sino
que es algo que YO decidido y “llevo a cabo” como me place. A todos y cada uno
de Mis hijos conozco y llamo por su nombre y lo separé YO desde el principio.
Así que no envío YO Tu Dios a muchos que prediquen, sino que te he sentado a Mi
Diestra para abrirte la Revelación. A Pablo lo envié YO Dios a predicar al
principio de Su ministerio, pero sus hermanos de carne no le creyeron y le
abandonaron, y a partir de ese momento, ya no les predicó más ni se preocupó en
hacerlo. Lo que YO Dios le mostraba se sobreponía y le ardía en su corazón, y
deseaba ardientemente que sucediera, por eso le parecía un descanso que Yo lo
separase de sus hermanos, mirando su despertar en gloria.
Así sucede
SIEMPRE en la Revelación: Morimos para el mundo y resucitamos para Dios.
En Cristo Jesús
juanluismolina
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