Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal

FRAGMENTO DE "UNA ASOCIACIÓN PODEROSA - LA COMUNIÓN DE LOS CREYENTES". Por Ken Petty

CAPÍTULO UNO 
ASOCIACIÓN CON DIOS

Al estudiar nuestra asociación con Dios nos deparamos con escrituras que son básicas y revolucionarias: nos inspiran y al mismo tiempo nos confrontan.

1ª Juan 1:3:
Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su hijo Jesucristo.

Como hijos renacidos, nosotros tenemos una triple comunión o sociedad: entre el creyente y el Padre, entre el creyente y el Hijo de Dios, Jesucristo, y entre creyentes que también mantienen comunión con el Padre y con Su Hijo. Este primer estudio se centra en la comunión que poseemos con Dios nuestro Padre.

La Traducción Centenaria del Nuevo Testamento nos presenta este versículo de la siguiente manera: “Es lo que hemos visto y oído que os anunciamos, para que tengaís asociación  con nosotros; y nuestra asociación es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.” Este traductor prefirió dar a esta palabra griega Koinonia el significado “asociación” en vez de “comunión”.

ASOCIADOS JUNTO CON DIOS, CON JESUCRISTO, Y CON OTROS

Consideremos otros versículos en donde koinonos, una forma parentética de la palabra koinonia, se nos aparece.

Lucas 5:9 y 10:
Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él (Pedro), y de todos los que estaban con él, Y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros (koinonos) de Simón, pero Jesús dijo a Simón, no temas; desde ahora serás pescador de hombres.

Aunque Pedro, Jacobo y Juan (y también Andrés) no debieron tener una sociedad legal, como se hace normalmente hoy en día, ellos, no en tanto, eran socios, compañeros en el sentido de que trabajaban juntos en el negocio de la pesca. Se ayudaban mutuamente y compartían las capturas de peces que retiraban de las aguas. Pero a partir de ahora, como vemos, se metieron en un nuevo negocio. Ya no eran socios meramente en el negocio de la pesca sino que sus negocios ahora trataban de la pesca de hombres. En este negocio, además eran socios entre sí y con Jesús, que era el socio mayoritario.

El negocio de la captura de hombres consistía en ganar hombres con el evangelio. Jesús también lo denominó como “la siega.”

Juan 4:35:
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.

Los Doce fueron llamados a participar en el negocio de segar almas para el Reino. Y, además, su señor también les pidió que orasen para que también otros fuesen involucrados en el mismo negocio.

Mateos 9:37 y 38:
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

Jesús dijo que esta mies era abundante. Y continúa siendo abundante hoy en día. Los obreros, sin embargo, eran escasos. Y continúan siendo escasos también ahora. Además, el Señor les hizo ver que Dios, el Señor de la siega, mandaría los obreros necesarios a la mies, pero los enviaría en respuesta a las oraciones de los que estaban involucrados en la obra. Tenemos que tener bien claro, por tanto, de cual es el trabajo que pertenece a Dios hacer, y cual es el trabajo que le corresponde al hombre. Nosotros no somos responsables por el envío de obreros a la siega, este trabajo es un asunto de Dios, sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que debemos orar para que El pueda mandar esos obreros. Así que tal vez si oramos más y dejamos a Dios que realice Su trabajo tengamos más éxito en la finalización de la siega. La palabra “obreros” se traduce de la palabra griega ergatês. Mientras Jesús y los Doce perseveraban en la obra y oraban para que Dios mandase más obreros muchos más serían incorporados. Años después, Pablo y Tito también fueron enviados por Dios para realizar esta labor.

2ª Corintios 8:23:
En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a           nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo.

La palabra “colaboradores” es sunergos, “obrero” o “trabajador.” El prefijo sun significa “junto con.” Pablo y Tito eran colaboradores y trabajaban el uno con el otro. También trabajaban en colaboración con Dios, de la misma forma que también lo hacen todos los que están envueltos en la obra de traer gente a Cristo.

1ª Corintios 3:9
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

La palabra “colaboradores” es una traducción de sunergos. Es en el negocio de Dios en el que se nos ha incluido. No se originó con ningún hombre, ni tan siquiera con Jesucristo. El llevó a cabo el negocio de su Padre, y nosotros hemos sido incorporados al mismo negocio. Somos colaboradores de Dios en el negocio de reconciliar a los hombres y llevándolos de vuelta a Él.

2ª Corintios 5:18 y 19:
Y todo esto proviene de Dios quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

La reconciliación de los hombres con Dios a través de Jesucristo es el plan de Dios. Jesucristo trabajó junto con su Padre para llevarlo a cabo. Pablo y los otros que trabajaron con él llevaron a cabo el ministerio de la reconciliación y hablaron la palabra de la reconciliación. En este mismo momento, ahora, este ministerio nos ha sido dado a nosotros al igual que su palabra también nos ha sido confiada.

Filipenses 4:3:
Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

La palabra “compañero” se refiere a alguien que se junta a otro con algún propósito, un “colaborador” o un “socio”. Y la palabra “colaboradores” es sunergos. Aquellos que trabajaron junto con Pablo en el evangelio y que incluía tanto hombres como mujeres. Hoy en día, nosotros también hemos venido a ser parte de esta sociedad con Dios el Padre, con Jesucristo, y unos con los otros.

Filemón 1 y 24:
Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Filemón, colaborador (sunergos) nuestro,
Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores.(sunergos)

Tanto Filemón como Marcos, Aristarco, Demas y Lucas estaban todos unidos en el negocio familiar con Pablo y Timoteo.

2ª Corintios 6:1:
Así, pues, nosotros, como colaboradores (sunergeô) suyos, os exhortamos a que no           recibáis en vano la gracia de Dios.

La palabra “suyos”, que en algunas versiones se encuentra en itálico, no está en el texto. El versículo se puede referir tanto a ser colaboradores con Dios, o colaboradores unos con los otros, o como a ser colaboradores con Dios y juntamente los unos con los otros. Una vez que aquí se emplea la forma verbal del participio en vez del nombre se da por entendido que se refiere a que ellos eran colaboradores con Dios y colaboradores también unos con otro.

Marcos 16:19 y 20:
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la   diestra de Dios.
Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.

El versículo 19 nos dice claramente que el señor Jesucristo trabajó con ellos. Por tanto, los seguidores de Jesucristo no solamente colaboraban entre sí, sino que su Señor también trabajaba activamente con ellos cuando fueron enviados a predicar la Palabra de Dios. Así que el negocio familiar es una asociación de tres partes: De Dios el Padre, otra de Su Hijo, el Señor Jesucristo, y la otra de todos los demás hijos de Dios. De verdad es un negocio del Padre e hijos. En un estudio posterior vamos a ver cual es la asociación del Señor Jesucristo con nosotros hoy en día.

EL SEÑORÍO DEL HOMBRE SOBRE LA TIERRA


En este particular estudio que se centra sobre nuestra asociación con Dios debemos considerar el plan original que Dios tenía para el hombre.

Génesis 1:26-28:
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra     semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los            creó.

Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Dios creó al hombre a Su Propia imagen. Dios es espíritu (Juan 4:24), y creó en el hombre un ser espiritual. Separó al hombre de todas las demás criaturas que había sobre la tierra al impartir dentro de él aquel espíritu, y a través de aquel espíritu se comunicaban. Dios creó al hombre para tener comunión o asociación consigo Mismo. Los animales no fueron creados para tener ese tipo de relación con Dios.
Dios les dio todo el dominio a Adán y a Eva. Compartían con El de toda la autoridad y de todo el poder sobre todas las cosas que había en la tierra. Ese fue el diseño y el plan original de Dios para la humanidad. La experiencia de los hombres durante estos 6.000 años está lamentablemente muy lejos de lo que Dios había planeado, pues el dominio de la humanidad muy raramente se ha concretizado de una forma práctica en su día a día.

Génesis 2:18
Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea   para él.

Las palabras “ayuda idónea” indican que aquella compañía era igual y además adecuada como ayudante del hombre. Para que nadie piense que la palabra “ayudante” o “soporte” indica una menor consideración de uno sobre el otro, debemos saber que es la misma palabra hebrea que Dios utiliza casi siempre en Su Propio trato sobre Su relación con el hombre. Dios no hizo una esclava para el hombre, sino a alguien que se mantuviese firme lado a lado con él y en un plano de equidad con él. El hombre no tenía un compañerismo con Dios solamente sino también con la mujer. Desde el principio, el propósito de Dios fue el mutuo compañerismo y la mutua ayuda entre ambos. Nunca tuvo la intención de que el hombre actuara solo o por sí mismo sino en conjunto y en unidad con otros. Por eso se declara en Salmos 68:6 que, “Dios hace habitar en familia a los desamparados.” No es el deseo de Dios que el hombre sea un ser ermitaño o un “llanero solitario” espiritual sino que trabaje con otros con los cuales comparta el señorío.

Versículos 19 y 20:
Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los      cielos, y las trajo a Adán para que viese como las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes ese es su nombre.
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; más para Adán no se halló ayuda idónea para él.

Dios le dio a Adán el privilegio y la responsabilidad de darle nombre a los animales. Adán recibió la autoridad de ejercitar todo su señorío. Y llevó a cabo su autoridad a través de la relación amorosa que tenía con Dios. Una vez que fue creado a la imagen de Dios, Adán poseía acceso directo a su Creador. No le puso el nombre a los animales sin tener en cuenta a Dios y de una forma unilateral, sino que lo hizo en su compañía. Posteriormente Eva llegó también a ser parte de esa misma asociación.

JESUCRISTO EN ASOCIACIÓN CON SU PADRE


Después de que Adán y Eva desobedeciesen a Dios, los hombres procuraron sus propios intereses y abandonaron los de Dios. Dios, no obstante, introdujo un hijo en el mundo que trabajo por promover los intereses de su Padre y no los suyos propios.

Lucas 2:49:
Entonces él (Jesús) les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?

En la cultura de aquellos tiempos, un hijo seguía las directrices de los negocios del padre. José, el padre adoptivo de Jesús, era carpintero, por tanto, Jesús, debió aprender el negocio de la carpintería. No en tanto, Dios era su verdadero Padre. Los negocios de su Padre celestial llegaron a ser más importantes y tomaron prioridad sobre su ocupación como carpintero.

Juan 5:17:
Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.

Ambos usos de la palabra “trabajar” se traducen provenientes de ergazomai, que es la raíz de la palabra sunergeo. En una sociedad de cualquier índole, como por ejemplo, un negocio o un matrimonio, cada socio posee su parte de responsabilidad. En un taller de coches, uno de los socios puede ser el responsable por la mecánica del motor de los coches, mientras que otro de los socios es el responsable por las finanzas y la dirección de los empleados. Si alguno de los socios abandona la labor que le corresponde y para la cual está calificado, el negocio se viene abajo. De la misma manera, se hace imperativo en nuestra sociedad con Dios que sepamos cual es el trabajo que le corresponde a Dios y cual es el trabajo que Dios nos ha escogido para que hagamos nosotros.

Versículos 18 y 19:
Por esto los judíos más procuraban matarle, porque no solamente quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que era su propio Padre, haciéndose igual a     Dios.
Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el    Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre: porque todo lo que el          Padre hace, también lo hace el hijo igualmente.

Jesucristo les hizo ver que su trabajo lo ejecutaba en perfecta comunión con Su Padre. Por tanto, para llevar a cabo su labor de una forma apropiada, tenía que entender la voluntad del Padre en cada una de las situaciones. Imaginemos lo que puede ocurrir en una sociedad en donde cada socio hace lo que le da la gana y se contraríen. Una sociedad de ese tipo está condenada al fracaso. En la sociedad que tenemos con Dios, Dios no se pone en armonía con nosotros. Dios espera que seamos nosotros los que nos armonicemos con El. El es el Único Perfecto, y siempre que nos armonicemos nosotros a El, y estemos alineados con El, toda nuestra labor será para bendición en nuestras vidas y en las vidas de los que nos rodean.

Juan 14:10:
¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras.

Esta traducción que tenemos en la Versión Reina- Valera no es la mejor. Parece como si fuese Dios que ejecuta todo el trabajo, y Jesús fuese simplemente tele comandado por Dios. Desgraciadamente, el vocabulario que emplean muchos cristianos, también da la impresión que creen lo mismo en sus vidas. La  Nueva Versión Revisada Standard traduce con más precisión la última parte de este versículo, “El Padre que mora en mí realiza su propio trabajo”. Dios tiene su propio trabajo, de la misma manera que el hombre tiene el suyo. Ya hemos leído la sentencia que Jesús hizo, “Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo” (Juan 5:17). Es importante que recordemos y entendamos que Dios le ha dado el dominio al hombre en la tierra. Este es su propósito también hoy en día para la humanidad. Dios ha determinado que todo lo que sucede en la tierra de Su autoría sucede en armonía y en conjunción con el hombre, a quien le ha dado el señorío. Jesucristo restauró el señorío para que el hombre volviese a trabajar en conjunción y en sociedad con Dios. Dios trabaja siempre aquí en la tierra a través de las cosas que los hombres seleccionan.

HEMOS SIDO PUESTOS EN UN NEGOCIO DE PADRE E HIJOS

Versículos 11 y 12:
Creedme que yo soy en el Padre y el Padre en mí, de otra manera, creedme por las          mismas obras.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.

Jesucristo estaba completamente seguro de quien era él. Su clarísima auto-identidad fue la llave que estaba por detrás de todas sus obras. El mismo declaró que todo aquel que cree en él hará las mismas obras que el hizo y aún mayores. Es imperativo que nosotros también sepamos quien somos realmente en él. Nunca alcanzaremos a hacer las obras que Dios nos ha llamado a realizar antes de que reconozcamos nuestra verdadera identidad.
Jesucristo ha traído a otros dentro del negocio de familia. Ha capacitado a otros para que ejerciten el mismo dominio que él ejercitó y para que puedan andar con su mismo poder.

Filipenses 2:12 y 13:
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocuparos en vuestra salvación con temor y temblor.
Porque Dios es el que produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

El versículo trece debe ser bien entendido. Algunos piensan que Dios nos empuja para llevar a cabo Su deseo. Una traducción de Kenneth Wuest nos elucida mejor en el significado de este versículo: “... Porque Dios es Aquel que está constantemente poniendo Su energía en ti, para que tengas tanto el deseo como el llevar a cabo Su buena voluntad”. Dios nos pone dentro la energía necesaria para que deseemos hacer Su voluntad y entonces la realicemos. Dios nunca va más allá de nuestro libre albedrío, y nosotros tampoco podemos realizar Sus deseos de una manera independiente y sin estar en comunión con Él.

Versículos 14-16:
Haced todo sin murmuraciones y contiendas,
Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de dios sin mancha en una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.
Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.

Como hijos de Dios que somos ahora también hacemos parte de este negocio familiar. No se trata de un negocio para realizar un gran capital de dinero, sino para que brillemos como luminares en este mundo asidos de la palabra de Vida. Hemos sido llamados al negocio del Padre con sus hijos. En este negocio, el Padre trabaja dentro de y con nosotros, y nosotros llevamos a cabo la labor necesaria para reconciliar a los hombres y llevarlos de vuelta a Dios. Dios escogió a sus hijos, no a sus ángeles, para realizar esta labor.

Hechos 10:1-6:
Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana,
Piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio.
El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.
Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas.
El ángel solamente podía enviar a otro hombre a Cornelio para que le hablase la palabra de la reconciliación. Dios ha dado a Sus hijos todo el poder y la autoridad aquí en la tierra y no a los ángeles.

LA VARA DE MOISÉS – EJERCITANDO AUTORIDAD


Un estudio sobre Moisés nos revela la manera de andar con este poder y autoridad.

Éxodo 4:17:
Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.

Dios le dio a Moisés la vara o bordón para que pudiese hacer las señales. Moisés hizo grandes señales a través del poder de Dios y con esas señales realizó la liberación del pueblo de Israel de las manos del Faraón. Pero poco tiempo después de que el pueblo saliese de Egipto, el faraón mudó de idea y mandó a su ejército para devolverlos a la esclavitud. Enfrente del pueblo de Israel se encontraba el Mar Rojo, por detrás de ellos los egipcios, y tanto a izquierda como a derecha infranqueables montañas. Se encontraban en una situación y con un problema insoluble a los cinco sentidos.

Éxodo 14:13 y 14:
Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis.
Y Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.

Moisés le pidió al pueblo que se mantuviese firme y que viese el poder y la obra que Dios iba a realizar para ellos. Aparentemente esto suena a grandes palabras de creencia. Pero vamos a ver el punto de vista de Dios y lo que dice a este respecto.

Versículos 15 y 16:
Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
Y tu, alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.

Dios le recordó a Moisés que ya le había dado la vara o bordón para hacer las señales. Dios le dijo a Moisés, “! Úsalo! Agarra ese bordón con tu mano y divide el mar. ¿Porqué me preguntas a mí para que haga algo si yo ya te he dado toda la autoridad y puedes ejercitarla?” John G. Lake, Un evangelista que ejecutó muchos milagros en África del Sur y en los Estados Unidos a principios del siglo 20, hizo la siguiente observación con respecto a este versículo:

Moisés tuvo una entrevista con el Señor enfrente de la zarza ardiente, y Dios claramente mandó a Moisés que fuese al Faraón en Egipto para demandarle la liberación de los hijos de Israel. Dios le dio la señal de Su Presencia con él – su bordón de pastor. Todos los milagros que se siguieron hicieron que finalmente aquella demanda se realizase, y los hijos de Israel recibiesen el permiso de parte del rey para partir a la tierra prometida.
Ellos estaban a la orilla de Mar Rojo cuando el corazón del Faraón se volvió atrás y se arrepintió de su decisión, a mi me parece que su idea fue pensar que había cometido una locura. El se estaba perdiendo el servicio de dos millones y medio, o probablemente cuatro millones de esclavos. En su intento de recuperar lo que había perdido, los persiguió con su ejército. En ese mismo momento Moisés había llegado al Mar Rojo. Tanto a un lado como a otro se encontraban montañas sin pasajes, y el ejército del Faraón por detrás de él.
La situación desde el punto de vista natural era insoluble y desesperada, y si existe alguna circunstancia aparente en que cualquier hombre reclame justamente a Dios en oración, sin duda que era aquella. Pero quiero remarcar esta noche una de las cosas que considero que están por detrás de nuestra vida para Dios. La mayoría de nosotros haría exactamente lo mismo que hizo Moisés. Cuando llega la prueba nos paramos y lloramos, y a seguir paramos y oramos y tomamos una postura en la cual somos sujetos a la misma reprensión que vino sobre Moisés.
Moisés se paró firme en oración. No se nos dice cuanto tiempo estuvo orando, ni lo que profirió en aquella oración, pero en vez de Dios serle propicio, se ofendió, le reprendió, y le hizo ver lo siguiente: “¿PORQUÉ CLAMAS A MÍ? DI A LOS HIJOS DE ISRAEL QUE MARCHEN”...
Dios no le dijo, extiende tu mano, y Yo dividiré el mar. Sino que le dijo Extiende tu mano sobre el mar y divídelo.No era algo que le compitiese a Dios hacer, sino que era una acción que le competía a Moisés creer. La responsabilidad no era de Dios, sino de Moisés. Una Cristiandad pobre está siempre inclinada a quejarse en oración, mientras que Dios espera que sea el creyente quien ordene la acción.
A mi juicio, esta es una de las debilidades que tiene el carácter de muchos cristianos. Me parece que muy frecuentemente la oración no es más que una excusa y un refugio para no actuar con creencia. Y exactamente igual que cuando Moisés se puso a orar en vez de honrar la Palabra que Dios le dio, usando su bordón, muchas veces nuestras oraciones son una ofensa para Dios, porque en vez de orar como hizo Moisés, Dios nos demanda que extendamos nuestra mano, y que ejercitando nuestro bordón de creencia dividamos las aguas.
En muchos aspectos me parece que esta es la más poderosa lección que la Palabra de Dios contiene con respecto a la oración y a la creencia.

Cuando estamos en sociedad con Dios y atendemos Su voz, entenderemos y sabremos cuando es tiempo de oración y cuando no. Cuando es tiempo de actuar y no de orar, la oración no deja de ser meramente una observancia religiosa.
Moisés aprendió bien esta lección. Permítame mostrarle un par de acontecimientos que se sucedieron poco tiempo después de los eventos en el Mar Rojo.

Éxodo 17:1-13:
Toda la congregación de los hijos d Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehová, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese.
Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Jehová?
Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos, y a nuestros ganados?
Entonces clamó moisés a Jehová diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán.
Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río y ve.
He aquí que yo estaré delante de ti sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.
Y llamó el nombre de aquel lugar Masha y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová diciendo: ¿Está ahora Jehová entre nosotros, o no?
Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.
Y dijo Moisés a Josué: escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.
E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; más cuando el bajaba su mano, prevalecía Amalec.
Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

Moisés no oró por agua para el pueblo, ni tampoco por la victoria sobre Amalec. Simplemente utilizó el bordón que Dios le había dado. El bordón estaba en su mano. En cuanto Moisés con la ayuda de Aarón y de Hur sostenía levantado su bordón, Israel prevalecía en la batalla. Ha habido muchos que han cometido el error de enseñar que el bordón de Moisés representaba las oraciones que Moisés dirigía a Dios. El bordón de Moisés, sin embargo, lo que simbolizaba era la autoridad que Dios le había transferido.

RELACIÓN DE ACCIONES CORRECTAS Y ERRADAS

Después de la muerte de Moisés, Dios le dijo a Josué que era tiempo de tomar acción.

Josué 1:1-3
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés diciendo:
Mi siervo Moisés ha muerto, ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.
Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.

Dios no solamente expulsó a los habitantes de Canán. Josué estaba en sociedad con Dios. Tenía que comenzar a actuar. Si Josué hubiese permanecido a espera que Dios lo hiciese, nunca se podría haber llevado a cabo la labor. Josué y los hijos de Israel fueron instruidos a marchar y a tomar la tierra, Tendrían que pelear contra los Cananitas pero Dios permanecería de su lado para darles la victoria.
Es de vital importancia que entendamos el tipo de naturaleza que poseemos en nuestra sociedad con Dios. Si nuestra intención es llevar a cabo el trabajo que le pertenece a Dios, los resultados serán sin frutos e incluso desastrosos. Consideremos ahora lo que sucedió cuando los hijos de Israel, después de reconocer su fracaso por no haber entrado en la tierra prometida, intentaron hacer exactamente lo contrario de aquello que Dios les había revelado.

Números 14:40-45:
Y se levantaron por la mañana y subieron a la cumbre del monte, diciendo, henos aquí para subir al lugar del cual ha hablado Jehová; porque hemos pecado.
Y dijo Moisés: ¿Por qué quebrantáis el mandamiento de Jehová? Esto tampoco os saldrá bien.
No subáis, porque Jehová no está en medio de vosotros, no seáis heridos delante de vuestros enemigos.
Porque el amalecita, y el cananeo están allí delante de vosotros, y caeréis a espada; pues por cuanto os habéis negado seguir a Jehová, por eso no estará Jehová con vosotros.
Sin embargo, se obstinaron en subir a la cima del monte; pero el arca del pacto de Jehová, y Moisés, no se apartaron de en medio del campamento.
Y descendieron el amalecita y el cananeo que habitaban en aquel monte, y los hirieron y los derrotaron, persiguiéndolos hasta Horma.

Ellos actuaron de una manera agresiva, pero completamente independiente de Dios. Por eso, ellos, sufrieron un gran desaire y derrota. No podemos tener éxito cuando intentamos llevar a cabo el trabajo que le compite a Dios. Pero si esperamos que Dios realice el trabajo que nos ha confiado a nosotros, Dios no podrá hacer cumplir Sus  propósitos.


DIOS NECESITA LLEVAR A CABO SU PROPÓSITO EN CONJUNCIÓN CON EL HOMBRE

Dios está limitado a lo que nosotros realizamos. Un ejemplo que nos ilustra claramente este principio se encuentra en el libro de Ezequiel.

Ezequiel 22:30 y 31:
Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese y no lo hallé.
Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.

Cuando Ezequiel escribió este relato, la tierra de Judá había sido devastada por el ejército de Babilonia y la capital Jerusalén hecha en ruinas. Dios declaró que si El pudiese encontrar un hombre que se mantuviese firme por la tierra de Judá en la brecha, la destrucción hubiese sido evitada. Pero, ¿Será que no puede llevar Dios a cabo lo que le place? Ciertamente que puede, y ha determinado que el hombre tenga el dominio sobre la tierra y que trabaje en sociedad con El. Decidió que no se llevarían a cabo Sus propósitos sobre la tierra sin la colaboración del hombre. Dios nunca ha mudado el designio original que puso en el hombre. Hasta que Su juicio sobre la naturaleza pecaminosa del hombre sea ejecutado nunca va a mudarlo.

Hechos 17:31
Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberlo levantado de los muertos.

Romanos 2:16:
En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Vamos a ver ahora un registro de Saúl, el primer rey en Israel. Dios escogió a Saúl, y en el principio de su reinado el ando en armonía con Dios.

1ª Samuel 10:6 y 7:
Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder y profetizaras con ellos, y serás mudado en otro hombre.
Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo.

La New King James Versión traduce la segunda parte de este versículo 7, “... haz conforme demande la ocasión.” Y la New Revised Standard Versión: “... haz aquello que veas necesario hacer.” Dios le dijo a Saúl que llevase a cabo su labor, y que Dios estaría entonces con él. Dios hizo una sociedad con Saúl. E hizo lo mismo con Elías.

1ª Reyes 17:1:
Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.

¡Que gran declaración! Elías le dijo a Acab que no habría lluvia hasta que él lo dijese. Y no hubo lluvia hasta que Elías lo mandase. ¿Se imagina a un hombre clamando para que no llueva y que ordene y controle el clima? Elías pudo declarar esto porque sabía que Dios decidió darle ese dominio. Posteriormente aparecería un hombre que también ejercitó este dominio sobre el clima.

Mateos 8:24-27:
Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía.
Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!
El les dijo: ¿Por qué teméis hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió al viento y al mar: Y se hizo grande bonanza.
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?

Observe que él no se puso a orar a Dios ni a preguntarle si podía calmar al viento y al mar. Jesús simplemente los reprendió directamente. Actuó con la autoridad que Dios le había otorgado. Por supuesto, nadie puede llegar a este punto sin una estrecha asociación con Dios, y eso incluye una vida íntima de oración con el Padre. Ya hemos leído anteriormente la verdad inserida en Juan 14:12 donde Jesús dice que todos aquellos que creyesen en él harían las mismas obras que él hizo. ¿Podremos nosotros reprender al viento y al mar en una gran tempestad y esperar que se calmen? Si creemos que somos lo que Dios nos dice y la autoridad y el dominio que se nos ha dado, claro que podemos. Siglos antes de Cristo, Elías también ejerció su dominio sobre el clima.

1ª Reyes 18:36:
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho yo todas estas cosas.

Las palabras “estas cosas” incluían no solamente el holocausto sino también su declaración de que no llovería “sino por mi palabra”. Y ahora declara que ha hecho todas estas cosas “por mandato tuyo” o “de acuerdo a tu Palabra” en otras traducciones. La prolongada sequía que hubo en Israel no fue algo que Elías sacase de su propia imaginación. Elías estaba estrechamente ligado con Dios en una sociedad. Sabía cual era la voluntad de Dios, y ordenó que sucediese.

Traducción española por Juan Luis Molina
Con una revisión de Claudia Juárez Garbalena

Comentarios