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Todo se trata del amor de Dios. De Joseph Prince

 

Lucas 7:47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

Su historia es conmovedora. En el relato de la Biblia, esta mujer en Lucas 7 fue descrita como “pecadora”. Muchos creen que ella era una prostituta. Cuando ella vino a Jesús, Él no la ahuyentó, ni la humilló, ni la condenó por sus pecados. Sabía cómo la culpa la había estado carcomiendo por dentro y tuvo compasión por ella.

Al acercarse a Jesús, comenzó a llorar. Luego, ella lavó Sus pies con sus lágrimas, los secó con su cabello y los ungió con el ungüento precioso que le habría costado el salario de un año entero. Sin dudarlo, lo prodigó a los pies de Jesús y lo adoró.

En respuesta, Jesús dijo que aquellos que saben y creen cuán abundantemente Dios verdaderamente los ama y los ha perdonado terminarán amando mucho a Dios. En pocas palabras, aquellos a quienes se les ha perdonado mucho, aman mucho. Aquellos que han sido perdonados poco, aman poco. Es por eso que el énfasis del nuevo pacto no se trata de tu amor por Dios; se trata del amor de Dios por ti.

¿Ves que tu amor por Dios en el nuevo pacto nace de una relación genuina y auténtica con Él? No es una demostración humillante que nace del miedo al castigo o de una obligación religiosa. Bajo la gracia, somos capaces de amar a Dios porque Él nos amó primero.

Es por eso que las personas bajo la gracia se convierten en las personas más santas que jamás conocerás. ¡Su santidad fluye de su relación de amor con Jesús! Han experimentado Su amor incondicional de una manera íntima y personal que los transforma. Solo quieren vivir vidas que glorifiquen y honren el nombre de Jesús.

Amigo, a todos se nos ha perdonado mucho, pero muchos no lo saben y no creen esto. Deja de intentar superar tus propias fallas, errores, adicciones y ataduras, imaginando que Dios requiere esto de ti antes de que puedas presentarte delante de Él.

Cuando falles, acércate a Jesús con denuedo y confianza como lo hizo esta mujer. Siéntete libre de llorar en Su dulce presencia y simplemente adorarlo. Derrama todo lo que está en tu corazón a Él.

No te preocupes, Él no acumulará más culpa y condenación sobre ti. Él te recordará la cruz y te dirá: “Tus pecados ya están perdonados. Ya he pagado el precio de tus pecados en el Calvario. Descansa en Mi perdón y en mi amor por ti.”




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