EL DIEZMO EN LA GRACIA. Por Claudia Juárez Garbalena
El
tema del diezmo o las ofrendas es uno de los temas más controversiales en la
Iglesia hoy día. Ha sido tan abusado por las instituciones religiosas y los líderes,
que eso ha arrojado un velo de oscuridad y hasta un rechazo sobre este tema que
está claramente expuesto en las Escrituras.
El
primer argumento a la defensiva que he escuchado de los cristianos que se
oponen al diezmo, es “no estamos bajo la ley, así que no tengo que diezmar”. Aunque el diezmo fue instituido en la ley,
se practicó cientos de años antes de la ley. Abraham, el padre de todos los
creyentes, ofrendó su diezmo a Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo después
de una gran batalla. Abraham ofrendó, mucho antes de que la ley fuera dada, el
diez por ciento de un botín de guerra a quien representaba a Dios. Esta es la
primera ocurrencia de un diezmo en la Biblia.
Abraham,
el amigo de Dios, tenía claro qué era presentar una ofrenda a Dios. Cuando iba
a sacrificar a Isaac en obediencia a Dios, él dijo:
Génesis 22:5 Entonces dijo Abraham a sus
siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
Para
Abraham, ofrendar a Dios era un sinónimo de adoración. Sabemos que Dios no le
permitió ofrendar a Isaac como un holocausto, pero él en su convicción creyente,
estuvo dispuesto a dar lo más precioso, lo mas preciado para él, en una ofrenda
a Dios.
Abraham
fue justificado por la fe y vivió amparado bajo la gracia de Dios, fue un hombre
que ofrendaba a Dios, y fue muy, muy prosperado.
Es
muy curioso como el adversario hoy ha torcido conceptos e ideas y como ha
llevado a la Iglesia de Dios a asustarse con el concepto de “prosperidad”. Hoy
a muchos cristianos esto les parece un concepto o visión “inadecuada” para los
creyentes, siendo que los mismos patriarcas fueron muy prósperos, y los
israelitas fueron muy prósperos cuando andaban con Dios, y los mismos
israelitas hoy son gente bastante prospera. ¿Por qué nos asusta este concepto???
¿No hizo Dios la tierra y los cielos para bendición del hombre? ¿Por qué los incrédulos
pueden disfrutar y aprovechar las riquezas de esta tierra que Dios puso para los
Suyos, y los hijos de Dios deben vivir sumidos en la carencia y pobreza? No
hermano, hermana, algo nos estamos perdiendo aquí. La gente de Dios desde
siempre fue y es prosperada, y uno de los medios que Dios ha hecho disponibles
para prosperar es precisamente EL DIEZMO.
“Estoy
en la era de gracia, NO TENGO QUE DIEZMAR”. No, no TIENES que diezmar. Pensar así
es una falta de entendimiento de lo que es una ofrenda a Dios. Abraham, viviendo
amparado en la gracia de Dios, ofrendó por reconocimiento y adoración a Dios,
no por obligación. Él sabía y comprendía
que Dios es EL DADOR DE TODO, y como un reconocimiento de gratitud y adoración,
ofrendaba a Dios.
Es
curioso cómo la Iglesia está siendo engañada y robada en este tema. Si leemos
las bendiciones y promesas en los Salmos o Proverbios o en cualquier otro
lugar, ¡las tomamos automáticamente para nosotros! ¡Muchas de esas promesas
también son para nosotros, porque EL CORAZÓN Y LA INTENCION DE DIOS PARA SU
GENTE, ES LA MISMA! ¡Dios no deseaba bendición y gran prosperidad para Su
pueblo Israel, y desea carencia y pobreza para Su Iglesia hoy! ¡Eso no tiene ningún
sentido!, ¡Dios es el mismo ayer, hoy, mañana y siempre!
La
Escritura expone una reprensión hecha a Israel referente a este tema. Nosotros,
aunque no estamos bajo la ley, podemos aprender de esa reprensión y de las
tremendas promesas que Dios libera a Su pueblo junto con esa reprensión. Israel
no estaba reconociendo a Dios como su Dios, se había apartado de Sus leyes y
mandatos y el resultado fue pobreza, carencia y necesidad.
Malaquías 3:6 Porque yo Jehová no cambio; por
esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.
3:7 Desde los días de vuestros padres os habéis
apartado de mis leyes, y no las guardasteis [hablando a Israel]. Volveos
a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas
dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?
3:8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me
habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y
ofrendas.
3:9 Malditos sois con maldición [Dios no los está maldiciendo, sino explicando
el porqué están en esa situación caótica], porque
vosotros, la nación toda, me habéis robado.
3:10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya
alimento en mi casa; y probadme ahora en
esto [¡impresionante! Dios
le dijo a Israel “!pruébenme!”], dice
Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
¡Qué
promesa!
3:11 Reprenderé también por vosotros al
devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo
será estéril, dice Jehová de los ejércitos.
3:12 Y todas las naciones os dirán
bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.
¡Impresionante!
¿Quién no quiere que se le abran las ventanas de los cielos y recibir bendición
hasta que sobreabunden? ¿Quién no quiere que el devorador sea reprendido en su
vida, en los suyos, en sus posesiones? ¿!Quién no quiere ser tierra deseable!?
Hermanos,
¡hemos sido robados de estas promesas! El que gente que se dice líder en la Iglesia,
manipule, dé mal uso, y use las ofrendas como fuente de ganancia deshonesta, NO
ANULA ESTAS PROMESAS, NO PERVIERTE UN PRINCIPIO QUE DIOS DESDE EL CIELO HA DADO.
Hay
varios registros de ofrendas en Hechos y las epístolas a la Iglesia, pero me gustaría
mostrarte este que escribió el apóstol Pablo:
Filipenses 4:10 En gran manera me gocé en el
Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual
también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.
4:11 No lo digo porque tenga escasez, pues he
aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
4:12 Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para
tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Pablo
dejó su posición privilegiada de “fariseo de fariseos” para ir de ciudad en
ciudad predicando el evangelio, literalmente, entregó su vida a Cristo. Las
Escrituras nos muestran que las iglesias le ofrendaban, lo apoyaban para
sustentar su obra, y también nos muestran que cuando no existía esa actitud en
una iglesia, él mismo trabajaba para predicar el evangelio. Servir el evangelio
GENUINAMENTE es literalmente un empleo, un empleo dado por Dios y sustentado por
Dios. Eso es lo que la Escritura dice (Recomiendo revisar 1 Corintios 9:7-15).
Pablo
continúa diciendo:
Filipenses 4:14 Sin embargo, bien hicisteis en
participar conmigo en mi tribulación.
4:15 Y sabéis también vosotros, oh filipenses,
que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia,
ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros
solos;
4:16 pues aun a Tesalónica me enviasteis una y
otra vez para mis necesidades.
4:17 NO ES QUE BUSQUE DÁDIVAS, SINO QUE BUSCO
FRUTO QUE ABUNDE EN VUESTRA CUENTA. [Este
era el corazón de Pablo]
4:18 Pero todo lo he recibido, y tengo
abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis;
olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.
Pablo
describió las ofrendas de los creyentes dirigidas a apoyar la predicación del
evangelio como “olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios”, es decir,
esas ofrendas son recibidas en el Reino espiritual y no solamente en el físico.
Eran depositadas en manos de Pablo, pero eran recibidas como una ofrenda dada a
Dios. Eso es lo que dice la Escritura.
Y
en este contexto fue escrito:
Filipenses 4:19 Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús.
Estas
fueron palabras que nuestro Señor Jesucristo dijo:
Mateo 23:23 ¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y
dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto
era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
Jesús
reprendió a estos lideres religiosos por diezmar SIN EL CORAZÓN PARA HACERLO.
No hermano, hermana, no tienes que
diezmar. Diezmar u ofrendar, debe ser hecho con un corazón y entendimiento
correctos, porque entiendes qué es y anhelas hacerlo.
Las
promesas de Dios SON VERDAD Y SE CUMPLEN. Los principios que Dios estableció
son simplemente INMUTABLES. Del día sigue la noche, de la primavera el verano,
las especies se reproducen según su género, los arboles dan fruto según su género,
si cae una manzana, siempre caerá hacia abajo, son leyes inmutables que Dios
estableció y que se cumplen invariablemente. Si Dios promete algo, si Dios estableció
algo, invariablemente FUNCIONA. No, no TIENES QUE DIEZMAR U OFRENDAR. Si Dios
te lo muestra, si Dios te lo revela, y quieres hacerlo con un corazón
agradecido que cree que Dios es el Dador de todo y que Dios es tu suficiencia, ¡te
aliento a practicar este principio con un corazón adorador envuelto en ello! Oro
al Padre en el nombre de Jesucristo, porque tus ojos y los míos sean alumbrados
en esta hermosa verdad, y porque ese velo o manto de oscuridad en la Iglesia de
Dios sobre este tema caiga de nuestros ojos en el NOMBRE DE JESUCRISTO. ¡Amén!
Proverbios 11:24 Hay quienes reparten, y les es
añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a
pobreza.
11:25 El alma generosa será prosperada; Y el
que saciare, él también será saciado.
En
la Nueva Traducción Viviente:
Proverbios 11: 24 Da con generosidad y serás
más rico; sé tacaño y lo perderás todo.
25 El generoso prosperará, y el que reanima a
otros será reanimado.
Tienes
el espíritu de Cristo en ti, si deseas diezmar u ofrendar, pido a Dios te guíe
dónde depositar tu ofrenda. Una referencia para dónde diezmar, es donde estás
siendo nutrido y alimentado en la Palabra. Te aliento de todo corazón a no dar
por obligación, por temor o por presión de personas, quien quiera que éstas sean.
La ofrenda mas hermosa a Dios es aquella que se da libremente por amor y gratitud
a Dios y a quien sirve Su Palabra.
¡Dios
te bendiga!
En
el amor de Cristo,
Claudia
Juárez Garbalena
Amen Amen e Amen !
ResponderEliminar