¡Oh, qué gozo! De Joseph Prince
Efesios 1:7 en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia
En el momento en que
invitaste a Jesús a tu corazón como tu Señor y Salvador, todos tus pecados
fueron perdonados: tus pecados pasados, tus pecados presentes y tus pecados
futuros. Una vez que naces de nuevo, estás en Cristo. No tienes que tratar de
obtener el perdón. Tú tienes el perdón de los pecados a través de Su
sangre, y este perdón de los pecados que tienes no es según lo que has hecho,
sino según las riquezas de la gracia de Dios: ¡Su favor sin méritos, que no se
gana y que es inmerecido!
La Biblia nos dice que
“la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). En otras palabras, el castigo
por el pecado es la muerte. También nos dice que “sin derramamiento de sangre
no hay perdón” (Heb. 9:22 NVI). La sangre es, pues, necesaria para el perdón de
los pecados. Por eso, incluso bajo el antiguo pacto de la ley, el pecado se
cubría temporalmente a través de la sangre de animales sacrificados.
La buena noticia del
evangelio es que nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, descendió del cielo a la
tierra y se sacrificó en la cruz. Su sangre perfecta y sin pecado proporcionó
el perdón por todos nuestros pecados. Tú y yo no podemos pagar por nuestros
propios pecados, así que Él lo hizo por nosotros. Ahora bien, todo aquel que
cree en Él no morirá jamás, sino que recibirá el don de la vida eterna. ¡Aleluya!
Amigo mío, nota cómo
describe David la bienaventuranza de un hombre cuyos pecados son perdonados:
“¡Oh, qué gozo para
aquellos cuya desobediencia es perdonada, cuyos pecados son completamente borrados!
Sí, qué gozo para aquellos cuyo historial el Señor ha limpiado de pecado”. Romanos
4:7–8 NLT
¡Oh, qué gozo y qué
bendición es recibir el perdón de los pecados! Por el contrario, cuando los
creyentes comienzan a cuestionar si realmente han sido perdonados, esto los
lleva a todo tipo de inseguridades, temores y ataduras destructivas.
El miedo y la inseguridad
no pueden existir en una relación sana con Dios. En una relación matrimonial,
por ejemplo, si una esposa nunca se siente segura del amor de su esposo por
ella, nunca obtendrá fuerzas de, ni encontrará gozo en su matrimonio. En lugar
de prosperar, ese matrimonio se desintegrará con el tiempo. De igual manera, nuestro Padre celestial no
quiere que vivamos atrapados en una inseguridad perpetua debido a que nunca
estemos seguros de nuestro perdón.
Hoy, basados en la
Palabra de Dios, regocíjate y da gracias a Dios por la bendición de Su perdón,
tan altamente pagado y tan gratuitamente dado a nosotros. Permite que esta
verdad del evangelio se ancle y fortalezca tu corazón, y aleje todo temor y
sensación de inseguridad.
Devocional tomado del
libro “100 días de La Revolución de la Gracia”
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