La Revelación III - Por Juan Luis Molina
En el fuego que se enciende entonces del espíritu por la revelación, las mejores cualidades y habilidades naturales, son las que primero se derriten. Ya no podemos confiar ni hacer nada por nosotros mismos Teófilo; o mejor dicho, nada de lo que “hagamos” así, producirá frutos espirituales. Además, si te das cuenta, nunca hicimos nada para conocer a Dios. Ni para conocer a Dios ni para dar Sus frutos. No se pueden dar frutos del Árbol de la Vida sin conocerlo siquiera. No, nada de lo que “hacíamos” en la carne buscando frutos espirituales, sirvió para nada. Todas las habilidades físicas y aptitudes carnales, por muy lustrosas que luciesen, jamás le llegarán a los calcañares al conocimiento de Cristo, por eso las damos por basura cuando sucede la revelación. “Si a Jesús conociste en la carne, ya no lo conoces más así”. “No es a Jesús que YO te he puesto a ti”, dice el Padre, “sino la vida de Cristo, el ser que salió por la cara oculta de la cruz.” La vida nue...