EXPERIMENTA SU PODER EN TU DEBILIDAD. Capítulo 3 de "El suministro es mayor que la demanda". De Joseph Prince
“Simplemente
no puedo hacerlo.”
“Nunca
seré lo suficientemente bueno/inteligente/hábil.”
“Ya he
fracasado tantas veces... deja de decirme que lo intente de nuevo cuando no
sabes por lo que he pasado”.
¿Se han
cruzado estos pensamientos alguna vez por tu mente? Quizá te sientes atrapado
por tus antecedentes familiares, que parecen haber limitado tus oportunidades
en la vida. O has estado luchando batallas interiores que son menos visibles,
pero no menos reales: batallas con la inseguridad, la baja autoestima, la
ansiedad y la depresión.
Pero
¿sabías que no tienes que resignarte a las malas experiencias que la vida te ha
dado ni a las deficiencias que ves en ti mismo?
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DIOS
VE NUESTRAS DEBILIDADES
COMO
OPORTUNIDADES PARA
QUE
SU DIVINA FUERZA
FLUYA
EN NUESTRAS VIDAS
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Verás,
Dios no piensa en nuestras debilidades e insuficiencias de la misma manera que
nosotros. Quizás veamos nuestras debilidades como desventajas que nos frenan y
nos limitan. Pero Dios ve nuestras debilidades como oportunidades para que Su
fuerza y capacidad divinas fluyan en nuestras vidas. Si se lo permites, Él
puede hacer de esto una hermosa realidad para ti, tal como lo hizo con un
hombre en la Biblia que se encontraba en un estado de profunda desesperanza.
LA
HISTORIA DE GEDEÓN
Este
hombre no era otro que Gedeón. Vivía en una época terrible en la que los
madianitas, enemigos de Israel, convertían su existencia en un infierno.
Siempre que los israelitas intentaban cultivar sus tierras, los madianitas
llegaban “en gran número como langostas” para destruir sus productos, sin
dejarles alimento ni a ellos ni a sus animales. Esto se prolongó durante siete
largos años, lo que empobreció enormemente a la nación (Jueces 6:1-6).
Temerosos
de sus enemigos, los israelitas se escondían en cuevas y montañas. Gedeón no
era la excepción: estaba trillando trigo en un lagar abandonado al amparo de la
oscuridad para ocultarlo de los madianitas.
Y fue
entonces cuando el Ángel del Señor (que, cuando se menciona en el Antiguo
Testamento, suele referirse a nuestro Señor Jesús en su forma preencarnada) se
le apareció a Gedeón y le dijo: “¡El SEÑOR está contigo, hombre valiente y
esforzado!”. Si buscas el versículo en la Biblia Amplificada, verás que a
Gedeón se le llamó “un hombre poderoso y valiente”.
¿Qué?
Quizás pienses. ¿Exactamente qué parte de un hombre que trilla trigo a
escondidas muestra poder, valentía o coraje?
Al mismo
Gedeón le costaba creer las palabras del Señor (puedes escuchar su conversación
en Jueces 6:11-17). Y cuando el Señor continuó diciendo que Gedeón salvaría a
Israel de los madianitas, respondió: “Oh, Señor mío, ¿cómo podré salvar a
Israel? Mi clan es el más débil de Manasés, y yo soy el más pequeño de la casa
de mi padre”.
¡Guau!
Gedeón debió sentirse realmente en el fondo del barril. Había doce tribus en
Israel en aquel entonces, y la tribu de Manasés probablemente no era tan digna
como otras, como la tribu real de Judá o la tribu sacerdotal de Leví. El propio
Manasés fue rechazado por su abuelo, Israel, para la bendición de primogénito;
esta recayó en su hermano, Efraín (Gén. 48:17-20). Así que, imaginemos cuán inferior
y despreciado debió sentirse Gedeón al describirse como perteneciente al clan
más débil de Manasés y el último de su familia.
TÚ
NO PUEDES, PERO ÉL PUEDE
Amigo
mío, al igual que Gedeón, ¿te sientes pequeño e inferior a los demás hoy?
Entonces espero de verdad que te aliente saber que nuestro Señor Jesús no te ve
como tú lo haces. Quizá veas tus debilidades como la causa del fracaso, el
rechazo e incluso un futuro malo, pero ¿creerías que Él las ve como áreas de
potencial donde Su fuerza puede manifestarse? ¿Increíble? Pues esto se ve
precisamente en las profundas palabras del Señor a Gedeón: “Ve con esta tu
fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas” (Jueces 6:14).
Como ya
hemos visto previamente, Gedeón no tenía absolutamente ningún poder hablando en
lo natural. Y observen que el Señor no le dijo: “Te he impartido mi poder”. Así
que este “poder” del que hablaba el Señor tenía que estar estrechamente ligado
a la debilidad de Gedeón. En esencia, le estaba diciendo a Gedeón que en su
misma debilidad estaba su poder.
De hecho,
el Señor le estaba diciendo a Gedeón: “Mientras seas débil a tus propios ojos,
esa es la base de tu poder. Tu debilidad me abre la puerta para ser tu fuerza.
Mi fuerza no se siente atraída por la fuerza humana, sino por la debilidad. Así
es como tu debilidad se convierte en tu poder”.
El Señor
no le estaba diciendo a Gedeón que estuviera bien que siguiera hundido en su
debilidad y baja autoestima. Le estaba diciendo que no se fijara en sus
defectos y descalificaciones, sino que lo considerara a Él como la mayor
ventaja y cualificación de su vida.
El Señor
le estaba diciendo a Gedeón que no solo tenía que decir: “No puedo”, sino que
también podía añadir: “Pero el Señor sí puede”.
Hoy, el
Señor nos dice a todos lo mismo: podemos llegar a un lugar donde estemos
conscientes de nuestras debilidades, pero no ser aplastados por ellas, porque
sabemos que Su fuerza se perfecciona precisamente en esas debilidades.
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PODEMOS
LLEGAR A UN LUGAR DONDE
SOMOS
CONSCIENTES DE NUESTRAS DEBILIDADES
PERO
NO SOMOS APLASTADOS POR ELLAS PORQUE
SABEMOS
QUE SU FUERZA
SE
PERFECCIONA PRECISAMENTE EN
ESAS
DEBILIDADES.
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DEL
RECHAZO AL
ÉXITO
ABRUMADOR
Esto le
sucedió a un precioso joven, Michael, de Florida, que ha estado siguiendo mi
ministerio. Desde pequeño, Michael soñaba con ser médico. Así que, tras
graduarse de la universidad, solicitó admisión a trece programas de medicina.
Pero había un problema: su puntuación en el Examen de Admisión a la Facultad de
Medicina (MCAT) era dolorosamente decepcionante. Sus solicitudes fueron
rechazadas una tras otra.
No hace
falta decir que estaba profundamente desanimado y perdió todo sentido de
esperanza. Pero no quiso darse por vencido y decidió volver a solicitar
admisión al año siguiente. Sin embargo, esta vez decidió hacer un cambio. Esto
es lo que me contó sobre su experiencia:
Durante meses, me enfoqué en mis esfuerzos por ser aceptado. Como
cristiano, era consciente de las maravillosas promesas que el Señor tiene para
todos nosotros, pero lo tenía a Él y a Su Palabra en el asiento del copiloto y
estaba más concentrado en cómo podía mejorar mis posibilidades de éxito.
Cuando fui rechazado por los trece programas, quedé devastado,
perdí la esperanza e incluso cuestioné mi fe. Pero yo sabía que el Señor había
puesto en mi corazón el deseo de ser médico, así que no me rendí y volví a
postularme al año siguiente. Sin embargo, esta vez hice un cambio. Decidí poner
al Señor y Su Palabra en el asiento del piloto mientras yo me sentaba en el
asiento del copiloto.
En los meses posteriores a recibir los rechazos, me preparé para aplicar
de nuevo. Volví a presentar el examen MCAT y mi puntuación mejoró
significativamente.
También me involucré en algunas actividades extracurriculares.
Durante esos meses, mi enfoque fue el mismo que el año anterior, pero me
propuse sumergirme activamente en la Palabra del Señor y Sus promesas, en lugar
de simplemente estar pasivamente consciente de ellas.
Decidí meditar en el Salmo 91 a diario, orar a diario, escuchar
los podcasts de Joseph Prince mientras conducía y ver fragmentos de sus
sermones mientras almorzaba. Esto me permitió descansar en las promesas del
Señor y en Su amor infinito por mí, y estar libre de preocupación.
Al final de mi segundo ciclo de solicitud, tuve ocho entrevistas y
varias aceptaciones de programas estatales y extranjeros. Recibí aceptaciones
de las universidades de mis sueños y seguí recibiendo aceptaciones e
invitaciones a entrevistas de más programas. Fue tan abrumador que empecé a
cancelar y retirar solicitudes de varios programas, lo cual me resultó muy
difícil de hacer.
Sabía por qué mi segundo ciclo de solicitud fue un éxito abrumador.
Tenía la mirada puesta en el Señor y Su Palabra. Y mi fe en el Señor y Su
Palabra creció exponencialmente con solo escuchar y estar expuesto activamente
a Su amor y gracia.
A partir de estas experiencias, comprendí que el amor y las
promesas del Señor siempre estuvieron ahí para mí. Mi parte era dejar ir y
simplemente recibir Su sobreabundante suministro y Sus bendiciones. Mi trabajo
espiritual como estudiante de medicina y futuro médico es simple: ¡clamar y
descansar en Su amor por mí y ser testigo de las recompensas que Él tiene para
mí!
¡Qué
testimonio tan maravilloso! Michael, si estás leyendo esto, ¡me regocijo
contigo!
¿Notaste
cómo la debilidad de Michael —su incapacidad para ingresar a la facultad de
medicina— se convirtió en su fuerza mientras él recibió una revelación de cómo
la fuerza del Señor se magnifica precisamente en esa debilidad? Como dijo
nuestro Señor Jesús en 2 Corintios 12:9 (AMPC): “Mi fuerza y mi poder se
perfeccionan (son plenas y completas) y se muestran en (tu) debilidad”. Y porque
el Señor no hace acepción de personas, sino de fe en Él, la victoria de Michael
puede ser la tuya también.
¿Con qué
debilidad estás lidiando hoy? ¿Estás luchando con una falta de fuerza física o
inmunidad en tu cuerpo? ¿Una incapacidad para administrar tus finanzas? Quizá
sea tu temperamento, o simplemente no logras destacar en tu trabajo. Quizá sean
ataques de pánico que te dejan indefenso e incapaz de lograr nada.
Amado,
quiero alentarte a que cuentes más con el amor del Señor y con Su provisión que
excede tus necesidades, que con las probabilidades en tu contra. Ve en tu
debilidad una puerta abierta para que Él y Sus promesas puedan venir a tu
situación como le pasó a Michael. Estoy creyendo contigo que pronto verás cómo Su
provisión sobrenatural de sabiduría, fuerza y poder transformará esa área de
debilidad para Su gloria.
EL
DIOS QUE DA LA VICTORIA
A
LOS PEQUEÑOS Y DÉBILES
Además de
perfeccionar Su fuerza en nuestra debilidad, ¿puedes creer que nuestro Señor de
hecho ama trabajar con los pequeños y los débiles? Jesús mismo no vino a
la Tierra como un guerrero conquistador a caballo, sino como un pequeño bebé
que creció en Nazaret, un pequeño y despreciado pueblo de Israel en aquel
tiempo. Como preguntó una vez uno de sus discípulos: “¿De Nazaret puede salir
algo bueno?” (Juan 1:46).
¡Pero
cuánto honor y gloria trajo Jesús a ese pueblo! Así que, si hoy te sientes
deprimido y despreciado, recuerda que el Señor no te rechaza; Él se está
acercando a ti para levantarte con Su presencia misma.
Y eso fue
precisamente lo que hizo con Gedeón. El Señor también hizo algo probablemente
inaudito en cualquier ejército: redujo el ejército de Gedeón de 32.000 hombres
a tan solo 300 (Jueces 7:1-8). ¿Quiénes eran sus oponentes? Los madianitas y
los amalecitas, todos los pueblos del este, que yacían en el valle y eran “como
langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que está
a la ribera del mar en multitud”. (Jueces 7:12).
Sé lo que
estás pensando: ¡Eso es una locura! Pero quédate conmigo, porque la
decisión del Señor de trabajar con cosas pequeñas y despreciadas puede ser de
gran aliento para todos nosotros.
De hecho,
Él también usó las cosas más pequeñas para alentar a Gedeón antes de la
batalla. Le dijo: “Y si tienes temor de descender, baja tú al campamento con
Fura, tu criado, y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se fortalecerán y
descenderás al campamento. (Jueces 7:10-11).
¿Y qué
crees qué oyeron Gedeón y su sirviente? Un hombre le contaba a su compañero su sueño:
un pan de cebada caía en el campamento madianita, golpeaba una tienda y la
derrumbaba. Su compañero entonces llamó al pan “¡la espada de Gedeón, hijo de
Joás, hombre de Israel!” y dijo: “En sus manos (en las de Gedeón) Dios ha
entregado a Madián y a todo el campamento” (Jueces 7:14).
Incluso
el contenido del sueño del hombre trataba sobre las cosas pequeñas: en aquellos
tiempos, el pan de cebada era el alimento de los pobres. Probablemente era el
tipo de pan que tenía el niño cuyos cinco panes y dos peces el Señor multiplicó
para alimentar a 5.000 personas.
Amigo, si
hoy te sientes pequeño, despreciado o sé alentado porque eres el instrumento
perfecto a través del cual el Señor elige mostrar Su gracia y Su poder. Él es
el Dios que no elige (a muchos de) los naturalmente fuertes, sino que siempre
elige mostrarse a Sí Mismo fuerte a favor de los débiles (1 Corintios 1:26-29).
¡Puedes tener ánimo, amigo mío!
TODO
DE CRISTO, NADA DE MÍ
La
pregunta es: ¿cómo accedemos a toda la gracia y el poder que el Señor tiene
para nosotros? La respuesta se encuentra en la parte más emocionante de la
historia de Gedeón: la batalla contra los madianitas. Antes de eso, Gedeón
dividió a sus hombres en tres compañías y les dio a cada una un cuerno de
carnero y un cántaro con una antorcha dentro. Eso fue todo. Esas eran sus armas.
Sin
embargo, en ese conjunto de munición de batalla aparentemente ridícula y débil,
se esconde una hermosa imagen de cómo la victoria llega cuando dejamos de
confiar en nuestras propias fuerzas y comenzamos a recibir todo lo que
necesitamos del Señor, cuando nos aferramos a las bendiciones que Él compró
mediante Su obra consumada en la cruz.
Cuando
los hombres de Gedeón simplemente se posicionaron alrededor del campamento
madianita, tocaron los cuernos de carnero y rompieron los cántaros que tenían
en las manos para revelar la luz con un grito: “¡Por la espada del SEÑOR y de
Gedeón!” (Jueces 7:18), la Biblia dice que los madianitas “corrieron
despavoridos, gritando mientras corrían para escapar” (Jueces 7:21 NLT). Y
cuando los hombres volvieron a tocar sus cuernos de carnero, el Señor hizo que
los madianitas pelearan unos contra otros con sus espadas, y los que no
murieron huyeron para salvar sus vidas.
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LA
VICTORIA VIENE CUANDO DEJAMOS DE CONFIAR EN NUESTRA PROPIA FUERZA Y COMENZAMOS
A RECIBIR TODO LO QUE NECESITAMOS DEL SEÑOR
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Así,
amigo mío, fue como un ejército de tan sólo 300 hombres consiguió una victoria
milagrosa sobre sus enemigos, que eran tan numerosos como la arena a la orilla
del mar.
Los
hombres de Gedeón tal vez no lo supieron entonces, pero el rompimiento de los
cántaros para exponer la luz era una imagen del rompimiento de nuestra
autoconfianza y voluntad, un cese de la confianza en nuestros propios
esfuerzos, lo que entonces permite que la luz del Señor en nosotros brille.
Como escribió el apóstol Pablo: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro,
para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2
Corintios 4:7).
¿Y el
sonido del cuerno de carnero? Es una hermosa imagen de la proclamación de la
muerte de nuestro Señor Jesús en la cruz. Un cuerno de carnero se obtiene
después de que el carnero ha muerto, una imagen conmovedora de nuestro Señor
Jesús teniendo que morir primero en la cruz por tus pecados y los míos para
comprar nuestra victoria sobre cada área de derrota.
Así que,
cuando los hombres de Gedeón rompieron los cántaros y tocaron las trompetas,
fue una imagen de cómo renunciaron a toda confianza en sus propios esfuerzos y,
en vez de eso, depositaron toda su confianza en el Señor y Su obra terminada
para ganar la batalla. Así fue como obtuvieron la victoria contra todo
pronóstico, y así es también como tú puedes vivir una vida victoriosa en
Cristo, sin importar las probabilidades que sientas que están en tu contra hoy.
LIBERADA
DE DEPRESIÓN
Y
ATAQUES DE ANSIEDAD
Permíteme
compartir contigo un hermoso testimonio de cómo Penny finalmente venció la
depresión y los ataques de ansiedad cuando dejó de intentar superarlos por su
cuenta y buscó al Señor.
Esta
mujer solía sentir que nada en la Biblia era práctico y recurría a libros de
autoayuda, a la automotivación, a hacer nuevos amigos y a hacer obras de
caridad: “Todo para mantenerme ocupada”, decía. Pero nada funcionaba, y sus
ataques de ansiedad se volvieron tan frecuentes que incluso pensó que la muerte
sería más fácil en comparación con las palpitaciones, las noches de insomnio
que duraban meses y los interminables llantos que acompañaban a los ataques.
Ella dijo:
“Finalmente llegué al final de mí misma. Le dije a Dios: ‘Haz lo que necesites
hacer, Señor’”. Entonces tuvo humildad y comenzó a pedir oración y ayuda. Poco
después, recibió uno de mis libros, “El Poder de Creer Correctamente”,
de una amiga que asiste a mi iglesia.
Al
principio, no le impresionó que los dos primeros capítulos hablaran del amor de
Dios y de cómo Él no la condena, sino que la favorece enormemente como hija Suya.
Pensaba que ya conocía todas estas verdades. “Lo que necesitaba eran pasos para
detener estos ataques de ansiedad, maneras de curar este corazón destrozado y
métodos para salir de la depresión. ¡Dame pasos prácticos!”, dijo.
Pero
gracias a Dios, siguió leyendo. Porque al tercer día, finalmente lo comprendió:
“El amor de Dios es realmente suficiente… ¡Eso era lo que necesitaba escuchar
de nuevo, para creer de nuevo!”. Es Su amor el que vencerá nuestros miedos,
ansiedad, depresión, esclavitud y todo lo que no es de Dios”, dijo ella.
En ese
preciso momento, esta preciosa mujer pasó la página para leer un testimonio de
cómo el Señor ayudó a un hombre llamado Derek a superar sus ataques de
ansiedad. “Cerré el libro de inmediato y lloré”, dijo. “Dios es tan real. Él
conoce mi problema y sentí que ese testimonio fue escrito especialmente para
mí. Dios sabía que tenía que leer los primeros capítulos para darme cuenta de
cuánto me amaba para poder recibir esta maravillosa revelación”.
Desde
entonces, devoró cada página y se maravilló del profundo interés del Señor
Jesús y de Su Palabra, y descubrió que pudo dejar de tomar su somnífero tan
solo cinco días después de leer el libro. Hasta la última página, sintió al
Señor hablándole una y otra vez.
Ella dijo:
“Mi miedo ha sido expulsado por el perfecto amor. Mis ataques de ansiedad ya
no existen porque comprendo que Su amor es mayor que cualquier desafío que
tenga. Mi depresión se ha desvanecido porque Él me ha dado un gozo inmenso. Mis
relaciones tóxicas han desaparecido, reemplazadas por la relación más importante
de todas: una relación íntima con mi Señor Jesús”.
“No
hay relación más importante que la que tenemos con Jesús; no hay amor más
grande que el suyo; ninguna gracia es tan incondicional como la Suya. He
establecido mi identidad en Cristo y los obstáculos que han surgido desde
entonces no me han detenido, simplemente porque he aprendido a vivir como una
vencedora victoriosa en el nombre de Jesús. ¡Y como ha sido, así será en mis
días por venir!”
¡Alabado
sea el Señor! Qué precioso testimonio de una vida salvada del borde de la
muerte y gloriosamente transformada. ¿Ven cómo el camino de Penny hacia la
libertad comenzó en el momento en que ella invitó a Jesús a su situación y le
dijo: “Haz lo que necesites que hacer, Señor”?
Amado,
los caminos del Señor pueden no siempre tener sentido. Así como los cuernos de
carnero y los cántaros con antorchas en la historia de Gedeón pueden haber
parecido inútiles, incluso un equipo de batalla ridículamente impráctico, esta
mujer inicialmente se decepcionó con las verdades bíblicas que mencionaba mi
libro, buscando medidas más “prácticas” para salir de la ansiedad y la
depresión. Pero los caminos de Dios siempre prevalecerán. ¡Puede que sean
simples, pero son muy poderosos!
VE
TUS DEBILIDADES A TRAVÉS DE
LOS
LENTES DE LA GRACIA
Amigo, no
tienes que sentirte limitado por las debilidades con las que luchas hoy.
Tampoco tienes que esforzarte al máximo para salir adelante con tus propias
fuerzas. Pero puedes obtener una nueva perspectiva —la perspectiva de Dios—:
tus debilidades pueden ser puertas de oportunidad para que Su fuerza inunde tu
vida, tal como sucedió con Gedeón y sus hombres, así como con las demás
personas sobre las que has leído aquí.
También
puedes llegar a tener una sana consciencia de tus debilidades. Puedes ser
consciente de ellas, pero no desanimarte ni dejarte consumir por ellas. Puedes
vivir anclado en esta verdad de que realmente no puedes hacer nada sin el Señor
y, aun así, tener la confianza de que Él siempre está contigo para hacerte un
éxito (Juan 15:5, Génesis 39:2).
Esto es
verdadero crecimiento en nuestra vida cristiana. Si bien inevitablemente
creceremos en la conciencia de nuestras debilidades, también podemos crecer en
nuestra dependencia de Cristo como nuestra justicia, fortaleza, sabiduría y
todo lo que siempre vamos a necesitar. Así es como experimentarás Su gran poder
en tu debilidad, siempre.
Fragmento del libro "El suministró es mayor que la demanda", de Joseph Prince
Los derechos de autor de este documento pertenecen a Joseph Prince.

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