CINCO PALABRAS PARA VIVIR A TRAVÉS DE ELLAS. DE JOSEPH PRINCE. CAPÍTULO 4 DE "EL SUMINISTRO ES MAYOR QUE LA DEMANDA".
El pueblo de Judá pensó francamente que les esperaba
un final trágico.
Tres grandes ejércitos
sedientos de sangre, una “gran multitud”, dice la Biblia, avanzaban rápidamente
hacia su tribu, amenazando con matarlos a todos y apoderarse de la tierra que
previamente habían heredado del Señor.
Pero Dios tenía otros
planes. Intervino espectacularmente, tendiendo emboscadas contra los enemigos
atacantes, e incluso provocó que se destruyeran entre sí. ¿Puedes creerlo? Judá
ganó la batalla fácil y decisivamente, literalmente. Incluso encontraron una
gran cantidad de objetos de valor y joyas preciosas, todo lo cual les llevó
tres días enteros recolectarlo. Puedes leer su asombrosa historia en 2 Crónicas
20.
Hoy, quizá no nos
encontremos en batallas reales como estas, sino en otras batallas muy reales en
el ámbito de nuestra salud, carrera profesional, relaciones familiares o
finanzas. Pero, justo como Dios hizo con el pueblo de Judá, Él es poderoso para
librarnos e incluso hacernos ganadores de esas batallas. Él es el mismo ayer,
hoy y por los siglos (Hebreos 13:8).
La clave está en las
palabras que el Señor dirigió a Su pueblo cuando le buscaron por ayuda y guía:
No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no
es vuestra la guerra, sino de Dios (2 Crónicas 20:15).
La batalla es del Señor
Éstas fueron las mismas
palabras que el joven David le anunció a Goliat antes de que el gigante cayera.
Estas cinco palabras y la inquebrantable promesa de Dios transformaron una
tragedia segura en un triunfo innegable para Su pueblo, que se encontraba
entonces enfrascado en una guerra a muerte contra los filisteos. De la misma
manera, la victoria a nuestras batallas también puede convertirse en nuestra
realidad si elegimos vivir según estas cinco sencillas palabras.
Sea cual sea tu batalla,
Dios quiere que tú, Su hijo amado, le entregues esa batalla y veas cómo Él se
encarga de tus enemigos. Pero estamos tan acostumbrados a librar nuestras
propias batallas que a menudo nos cuesta creer que Dios quiera encargarse de
ellas y luchar por nosotros.
Por eso quiero que veas
lo que sucedió entre la noticia que recibió la tribu de Judá sobre los
ejércitos atacantes que avanzaban hacia ellos y su asombrosa victoria final. Oro
para que seas grandemente alentado al ver el corazón del Señor por nosotros
ante adversidades aparentemente imposibles, aprende cómo nosotros también
podemos entregar nuestras batallas al Señor y ver los mismos resultados hoy.
BUSCA
AL SEÑOR CUANDO
SIENTAS
MIEDO
¿Sabes cuál fue la
primera reacción del rey Josafat al enterarse de que una gran multitud de
enemigos venía contra él? Empezó a sudar frío. El miedo fue su primera
reacción. ¿No te reconforta? Josafat no era un valiente rey guerrero dotado de
una gran dosis de coraje; él era como nosotros.
Él hizo lo que la mayoría
de nosotros habríamos hecho al recibir malas noticias: entró en pánico.
Sin embargo, esto es lo
que distinguió al rey: aunque tenía miedo, el rey “se dispuso a buscar al
Señor” (2 Crónicas 20:3). ¿Qué significa esto? La respuesta se encuentra en
el siguiente versículo: “Judá se reunió para pedir ayuda al Señor; y de
todas las ciudades de Judá vinieron a buscar al Señor”.
En pocas palabras, buscar
al Señor es pedirle Su ayuda. Oro para que hoy recibas una revelación fresca de
cuánto desea Dios que nos acerquemos a Él cuando enfrentamos cualquier
batalla y le pidamos ayuda. Cuando hacemos esto, lo estamos buscando, y la
Biblia nos dice que quienes lo buscan encuentran el bien. Ellos encuentran
provisión y restauración, y no carecen de ninguna cosa buena. (Salmos 40:16,
70:4).
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EL
SEÑOR QUIERE QUE VENGAMOS
A
ÉL CUANDO ENFRENTAMOS CUALQUIER
BATALLA
Y LE PIDAMOS AYUDA.
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Ahora, mira qué más le
dijo el rey Josafat al Señor mientras se reunían para buscarlo: “¡Oh Dios
nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan
grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti
volvemos nuestros ojos” (2 Crónicas 20:12).
¿No llena esto tu corazón
de paz y fe? A los ojos de Dios, buscarlo a Él es decirle qué es lo que te
preocupa y pedirle Su ayuda. Amigo mío, cuando enfrentes una batalla hoy, Dios
quiere que lo traigas a tu situación y le pidas guía y ayuda. Así es como
empiezas a creer y a pararte firme en Su Palabra y a permitir que la batalla
sea Suya.
QUEDATE
QUIETO Y VE A JESÚS
Y después de haber
buscado la ayuda de Dios, ¿cómo respondió Él? Veamos lo que le dijo al pueblo
de Judá, después de que el rey Josafat clamara a Él. A través de un profeta,
les dirigió estas palabras tranquilizadoras: “No temáis
ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la
guerra, sino de Dios”. (2 Crónicas 20:15).
Luego continuó diciendo: “No
habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y
ved la salvación de Jehová con vosotros” (2 Crónicas 20:17). De hecho, estas
fueron las mismas palabras que Dios dirigió a los israelitas cuando clamaron a
Él con temor, atrapados entre los egipcios que los perseguían y estaban
empeñados en aniquilarlos, y las profundidades del Mar Rojo. (Te aliento a leer
sobre su desesperada situación en Éxodo 14 y cómo Dios los salvó
magníficamente).
Hoy, el mensaje del Señor
para nosotros es el mismo. Él sigue asegurándonos que podemos quedarnos quietos
ante las batallas de la vida. En otras palabras, podemos tomar una postura
de descanso incluso enfrentando los desafíos, sabiendo que Dios está con
nosotros y peleará por nosotros.
El diablo te gritará: “Estás
siendo irresponsable. ¿Cómo puedes no preocuparte por esto?” o “¿Cómo es
posible que no hagas nada ante esta situación?”
Pero, amigo mío, nuestro
Señor mismo dijo: “¿Acaso todas tus preocupaciones pueden añadir un solo
instante a tu vida? Y si la preocupación no puede lograr ni lo más pequeño, ¿de
qué sirve preocuparse por cosas más grandes?” (Lucas 12:25-26 NLT).
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PODEMOS
TOMAR UNA POSTURA DE DESCANSO,
INCLUSO
CUANDO ENFRENTAMOS DESAFÍOS, CUANDO
SABEMOS
QUE DIOS ESTÁ CON NOSOTROS
Y
QUE PELEARÁ POR NOSOTROS
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Y antes de pensar que
adoptar una postura de descanso implica total inercia o inactividad, observemos
lo que Dios también le dijo al pueblo de Judá: “estad quietos, y ved la
salvación de Jehová con vosotros”.
Si buscas el versículo en
hebreo, el idioma original en el que fue escrito, encontrarás que la palabra “salvación”
se traduce como Yeshúa, que es el nombre de Jesús. En otras palabras,
permanecer quieto y descansar es ver a Jesús en medio de cualquier
desafío que enfrentemos.
El rey Josafat logró esto
centrando sus oraciones y pensamientos en la grandeza y el poder del Señor en
su situación. No le dio vuelta una y otra vez a sus miedos ni preocupaciones.
Veamos su oración:
“Jehová Dios de nuestros
padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos
de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te
resista? (2 Crónicas 20:6)
En lugar de enfocarse en
el poder de sus enemigos, eligió ver y enfocarse en el poder del Señor su Dios,
El Poderoso a quien “nadie puede resistir”.
La Biblia nos dice que
fue cuando el rey Josafat enfocó la atención del pueblo hacia el Señor que
recibieron la palabra para ellos de no pelear, sino de posicionarse, quedarse
quietos y ver al Señor pelear su batalla por ellos. Y, en efecto, al llegar al
campo de batalla, encontraron lo que nunca esperaron ver: todos sus enemigos en
el suelo, destruidos los unos por los otros. ¡Judá no tuvo que mover un dedo
para ganar la batalla! Lo único que terminaron haciendo fue recoger el botín de
guerra durante los tres días siguientes.
VE
LA SALVACIÓN
DEL
SEÑOR
Hoy, si el médico te ha
dado un mal informe, si tu matrimonio se está desmoronando o si acabas de
recibir la noticia de que podrías perder tu trabajo, di sobre tu situación, la
batalla es del Señor. Sabe que no tienes que tener miedo. Puedes tomar una
posición de descanso y ver la salvación del Señor al enfocarte en Él y Su amor
por ti. Míralo siempre contigo para ayudarte y proveerte todo lo que necesitas.
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VE
LA SALVACIÓN DEL SEÑOR
AL
ENFOCARTE EN ÉL, EN SU AMOR
POR
TI, Y EN CÓMO ÉL SIEMPRE ESTÁ
CONTIGO
PARA AYUDARTE.
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Amigo mío, en medio de
tus batallas, te aliento a ver a Jesús y Su gracia mientras pones tus ojos en Su
Palabra. Medita en los asombrosos milagros que realizó en los Evangelios: cómo Él
libremente sanó, trajo restauración y suplió las necesidades de quienes
acudieron a Él, y agradécele porque Su mismo corazón amoroso y poder pueden
hacer lo mismo por ti hoy.
¿De qué otra manera
podemos comenzar a ver la salvación del Señor? Podemos proclamar pasajes
bíblicos poderosos como Sofonías 3:17 sobre nuestras vidas: “El Señor tu Dios
está contigo, Él es poderoso para salvar. Él tomará gran deleite en ti, te
aquietará con Su amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. Podemos cantar
alabanzas que magnifiquen a Jesús. Y podemos recordar como Él murió en la cruz
y adquirió legítimamente todas las bendiciones para que las disfrutemos.
Permíteme compartir contigo
cómo un querido hermano, Gabriel, fue liberado de cincuenta años de
adicción al cigarrillo simplemente por quedarse quieto y ver a Jesús en medio
de su desafío. Él dijo:
Yo era un fumador
empedernido que solía fumar al menos un paquete de cigarrillos al día. Un día,
después de escuchar un sermón, decidí dejar de fumar. Sin embargo, mis
esfuerzos fueron en vano. Volví a fumar a los pocos días.
Tiempo después, mi hijo
me regaló el libro de Joseph Prince, “Destinados para reinar”, que leí en dos
semanas. Fue entonces cuando comprendí que Jesús me había redimido, y que esta
vida se trataba de poner los ojos en Él, de creer y recibir lo que Él ya había
hecho por mí.
Entonces sentí un gran
deseo de dejar de fumar. Releí algunos capítulos del libro y escribí mi oración
en un papel. Pero esta vez, decidí no luchar contra mi adicción al cigarrillo
porque sabía que yo no podría tener éxito en dejar de fumar con mis propios
esfuerzos. Simplemente elegí descansar en Jesús, recibir Su gracia y creer que
Él era más grande que la adicción y que había acabado con mi adicción en la
cruz.
No era mi batalla
sino la suya, y Él ya la había ganado por mí.
Me enfoqué en cómo fui perdonado y justificado por la gracia de Jesús, no por
mi firme determinación, obediencia ni mis acciones. Mi justificación estaba en
Jesús y no se trataba de hacer lo correcto, sino de creer en lo correcto.
Después de luchar
cincuenta años para dejar de fumar, milagrosamente, simplemente descansando en
la obra consumada de Jesús, ¡he dejado el hábito con éxito y sin esfuerzo!
Mientras escribo esto, he estado libre del cigarrillo por unos meses. Jesús lo
ha hecho por mí. Su obra es increíblemente asombrosa en mi vida. ¡Aleluya!
¡Qué testimonio tan
asombroso de los gloriosos resultados al quedarse quieto y ver la salvación del
Señor! ¿Estás luchando contra una adicción o una condición de salud que
empeora? Quizá estás luchando con problemas financieros o te preguntes por qué
no puedes hablar con tu hijo o pareja sin pelear.
No importa cuánto tiempo
haya durado la batalla, amigo mío. Si tú, como Gabriel, siempre has creído que
todo dependía de ti —de tu fuerza de voluntad, tu inteligencia, tu esfuerzo
para lograr ese cambio— y te culpas por tus fracasos o por haber podido hacerlo
mejor, ¿tomarías un momento para entregarle la batalla al Señor? ¿Te tomarías
un tiempo para agradecerle que ya la ganó por ti en la cruz y que te dará la
fuerza, la sabiduría, la motivación y la habilidad que necesitas? Estoy
creyendo contigo que, como Gabriel, experimentarás la victoria al aprender a
confiar en la obra consumada de nuestro Señor Jesús y a verlo en todo Su poder
y amor, asegurándote la victoria.
LA
HERMOSA BATALLA
DE
LA FE
Ahora, sé que permanecer
firme y ver a Jesús en medio de los desafíos de la vida no siempre es fácil. A
menudo, queremos tomar la batalla en nuestras propias manos y manejarla a
nuestra manera. Pero el Señor tiene una estrategia diferente para nosotros.
Como le dijo al rey Josafat: “No tendrás que pelear en esta batalla… quédate
quieto y ve la salvación del SEÑOR, Él está contigo”. Nuestra lucha no consiste
en luchar con nuestras fuerzas, sino simplemente en creer en Su promesa de que Él
está con nosotros y pelea por nosotros. Esa es nuestra mayor “lucha”.
Creo que es por eso que
el Señor llama a nuestro permanecer quietos y mirarlo a Él, la buena batalla
de la fe (1 Tim. 6:12). ¿Sabías que la palabra para “buena” en el griego
original del versículo es “kalos”, que significa “hermosa”? Sospecho que Dios la
llama hermosa porque es una batalla que al final ganamos. Si Dios está con
nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8:31). En segundo lugar, nuestro
camino de fe también es hermoso porque el Señor hace la verdadera pelea
por nosotros. Lo único que Él quiere que hagamos es alimentarnos.
¿De qué nos alimentamos?
De la Palabra de Dios. Es el alimento perfecto para nuestra fe, llena de
historias e imágenes positivas que revelan Su amor, poder y fidelidad.
Cuando te sientas
abrumado por la batalla que tienes delante de ti, aliméntate del Señor salvando
al pueblo de Judá de tres enormes ejércitos, dividiendo el Mar Rojo para
liberar a los israelitas del ejército del Faraón, matando a un gigante guerrero
de nueve pies de altura a través de un joven pastor (1 Sam. 17), o dándole a
Sara un hijo en su vejez, simplemente porque ella lo juzgó fiel (Heb. 11:11).
Cuando
nos alimentamos, Él pelea por nosotros. Cuando nos alimentamos, nos
fortalecemos para recibir nuestro milagro o para escuchar y seguir la guía de
Dios en lo que viene.
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CUANDO
NOS ALIMENTAMOS DE LA PALABRA
DE
DIOS, LA FUERZA PARA RECIBIR NUESTRO MILAGRO
O
PARA ESCUCHAR Y SEGUIR LA
GUÍA
DEL SEÑOR VIENE.
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Permíteme
compartir contigo una historia verdadera de alguien en nuestro día y tiempo que
se alimentó de la Palabra de Dios, peleó la hermosa batalla de la fe, y
eventualmente triunfó sobre su debilitante desorden obsesivo compulsivo (TOC).
Alex que
había estado siguiendo mi ministerio, compartió conmigo:
Crecí en un hogar cristiano, pero en la preparatoria comencé a
tener problemas. Tenía ansiedades, miedos y preocupaciones. Desarrollé TOC, que
se manifiesta en rituales. Tenía qué completar compulsivamente todos esos
rituales o llegaba a tener ansiedad severa. Estaba tan atado por estos rituales
que no podía vivir una vida normal.
Tenía serias dudas acerca de la existencia de Dios, especialmente
después de haber aprendido sobre la teoría de la evolución en la escuela.
Tenía muchas preguntas e incluso dejé de creer en Dios por algún
tiempo. Veía mi mundo a través de la lógica y el intelecto. Quería creer en
Dios, pero estaba abrumado con dudas y comencé a estar deprimido.
Pero el
punto de inflexión de Alex vino cuando se extendió a Dios y buscó Su ayuda, justo
como el rey Josafat lo hizo. Él oró al Señor para que respondiera a sus
preguntas, y Él le dio una revelación personal de Su amor que se llevó sus
miedos y le sanó de TOC. Por más de un año y medio, él se alimentó de la Palabra
de Dios y eligió creer que Dios le amaba y que por las llagas de Jesús él había
sido curado (Isaías 53:5).
Un día, él
miró uno de mis programas televisivos y me escuchó predicar sobre Romanos 8:3. Alex
escuchó como Dios había castigado todas sus fallas y sus pecados en el cuerpo
de Jesús, eso dio lugar a una revelación en él de que sus pensamientos
obsesivos habían sido castigados en el cuerpo de Jesús también. Él dijo:
¡Me di cuenta de que mis pensamientos negativos no podían
separarme de Dios o Sus bendiciones! Esta revelación me sano por completo. Hubo
un cambio tan drástico en mi vida que incluso mi familia lo notó. ¡Fui liberado
de todos los miedos y de todas las esclavitudes!
¡Aleluya!
La historia de Alex es un testimonio tan glorioso de alguien que peleó la
hermosa batalla de la fe y llegó a la victoria. Y, ¿recuerdas cómo Dios no
solamente liberó a la gente de Judá del ataque de varios ejércitos sino que les
dio un gran botín? Esto también le pasó a Alex.
De alguna
vez haber tenido serias dudas acerca de la existencia de Dios que le llevaron a
la depresión, él ahora está caminando en un nivel sin precedentes de intimidad
con el Señor y un gran bienestar emocional:
Ahora conozco que Jesús es real y que está vivo a causa de mi
cercana y personal relación con Él… tengo una esperanza tan grande, y paz y
gozo que incluso se están multiplicando en mi vida.
Amigo mío,
tú puedes experimentar la asombrosa victoria que Alex tuvo también. Quizá tu
lucha no es con el TOC o con una condición física, sino con un matrimonio que
se está desmoronando, un hijo rebelde, o miedos paralizantes acerca de tu
futuro. Pero lo que sea que atravieses, tenemos el mismo Dios que toma nuestras
batallas en Sus manos y las pelea por nosotros, si tan solo se lo permitimos.
Entonces
amigo mío, ¿vivirías por estas cinco palabras hoy? Ya sea que estés enfrentando
el fragor de la batalla ahora mismo o para cualquier batalla que venga a tu
encuentro, di esto sobre tu situación: “la batalla es del Señor”. Cuando el
enemigo te grita: ¿qué es lo que vas a hacer acerca de esto? Di: “la batalla es
del Señor”.
En cada
batalla que puedas enfrentar este año, mientras le pides a tu amado Salvador Su
ayuda, míralo a Él más grande que tus gigantes, y permite que Su Palabra
fortalezca tu corazón. Mientras pones tu confianza en Él, oro para que triunfes
sobre cada uno de los desafíos y aflicciones como nunca antes.
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