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Convéncete A Ti Mismo, No A Dios. De Joseph Prince


Marcos 5:28 Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.

Con una multitud que lo apretaba, Jesús fue tocado por mucha gente ese día (Marcos 5:31), pero sólo el toque de una mujer atrajo una respuesta de él. Y el toque de esa mujer provocó la sanidad instantánea en su cuerpo, liberándola de una enfermedad que la había afligido durante 12 años.
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Cuando la mujer oyó que Jesús andaba por su aldea, se dijo: "Si tocare tan solamente su manto, seré salva". En su camino a ver a Jesús, probablemente se dijo las mismas palabras muchas veces: “si toco su manto, seré sanada”. No sabemos cuánto tiempo estuvo diciéndose esto, pero estaba convencida de que Jesús la sanaría.

Si estás enfermo, convéncete a ti mismo de que Jesús es tu sanador y que por sus llagas has sido curado. No necesitas convencer a Dios. ¡Él no es quien necesita ser persuadido porque Su bendición ya está en ti! Eres tú quien necesita ser persuadido de que Dios ya te ha dado tu milagro. Esa es la razón por la que confiesas Su Palabra: para convencerte a ti mismo y no a Dios, para persuadir tu corazón, no el de Él.

Algunas personas confiesan su fe a otros para convencer a Dios indirectamente. Por ejemplo, si están creyendo a Dios por sanidad, van contándole a sus amigos: "Estoy creyendo a Dios para ser sano". En realidad están tratando de convencer o persuadir a Dios para que los sane. Le están diciendo a Dios: "Le he dicho a tantas personas por lo que te estoy creyendo, que sería muy embarazoso si Tu no lo haces una realidad". Esa confesión procede de incredulidad y está siendo usada para manipular a Dios.

Está bien decirles a otros si quieres, para que puedan creer contigo por tu milagro. Pero no lo hagas para probar tu fe a Dios y para convencerlo a Él. Sólo necesitas convencerte a ti mismo de que Dios te ama y de que se deleita en bendecirte. Simplemente di para ti mismo: "Por sus llagas soy sanado. No careceré de nada. ¡Soy grandemente bendecido, muy favorecido, profundamente amado!" Y permite que Dios tome cuidado del resto.

Tomado del sitio: Joseph Prince Ministries

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