Tú no estás solo. (Libertad de la depresión y el desaliento) Capítulo 20 de "Vive la vida dejando ir"
Tú
no estás solo
No seas demasiado duro
contigo mismo cuando te encuentres empantanado con preocupaciones y tu corazón está
cargado de ansiedad incluso después de aprender sobre la vida de dejar ir que
Dios quiere que vivas. Muy a menudo, tengo que recordarme deliberadamente el
dejar ir, de ser consciente de la provisión del Señor y confiar en Él para que
fluya la provisión en mis áreas de estrés. Vivir la vida de dejar ir es un diario
viaje de fe. Cada día hay una batalla en nuestras mentes. Pueden surgir nuevos
problemas y podemos encontrarnos enfrentados con múltiples desafíos que nos
llegan desde diferentes frentes.
Pero ya sea que te
encuentres lidiando con una afección médica grave, una crisis en el hogar, o
una situación frustrante en tu lugar de trabajo, tienes una opción. Puedes
elegir permitir que tu mente se acelere, estresándote por todos los peores escenarios
posibles en los que puedas pensar y aferrarte a tus preocupaciones con tanta
fuerza como puedas reunir. O puedes optar por entrar en el río de la fe y
comenzar a practicar la vida de dejar ir.
La vida puede ser
abrumadora. Las cosas no siempre suceden como queremos que sucedan. A pesar de
nuestros mejores esfuerzos, podemos fallar. Hay momentos en que miramos los
resultados que estamos obteniendo y nos preguntamos por qué nos molestamos en
intentarlo. Tal vez te sientes como que los avances que estas esperando nunca
llegarán. O nos pasan cosas a nosotros o a nuestros seres amados y simplemente
no hay respuesta a la pregunta “¿Por qué?”
Si tú estás en ese lugar
de desesperación en este momento, ¿me permitirías compartir este salmo contigo?
Salmo 61:2-4 Desde el
cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca
que es más alta que yo, porque tú has sido mi refugio, Y torre fuerte delante
del enemigo. Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la
cubierta de tus alas.
Incluso si todo a tu
alrededor parece haber sido sacudido, quiero que sepas que hay una roca
inquebrantable que es más alta que tú. Se llama Jesús. Su amor eterno hacia ti nunca
fallará. Él es la torre fuerte a la que puedes correr cuando tus enemigos
te rodean. En el refugio de Sus alas, puedes descansar con seguridad.
Él
es la torre fuerte a la que puedes correr cuando tus enemigos te rodean.
Él
sabe y le importa
Al escribir este libro,
mi deseo es que seas llevado a la Roca que es más alta que tú y que yo. Si
puedes terminar este libro sabiendo que tienes a alguien cuidando de ti, cuyas
manos son mucho más grandes y quién sigue obrando milagros para ti hoy, entonces
el tiempo y el esfuerzo que se ha dedicado a escribir este libro han valido la
pena. Amigo mío, oré para que este libro te encontrara. Oré para que en tu día
de adversidad, este libro te guiara al Señor y que tuvieras una revelación tan
profunda de la longitud, la amplitud, la profundidad y la altura de Su extremadamente
grande amor por ti. Puedes dejar ir todas tus preocupaciones porque Él, el Dios
que colgó las estrellas en los cielos y marcó los fundamentos de la tierra, te
ama.
Tal vez ha estado
esperando resultados en un área determinada de tu vida y, como David, le
preguntas al Señor: “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta
cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Salmos 13:1). Quizá veas avances para
otras personas pero no para ti y estás preguntando: “¿Desechará el Señor para
siempre, y no volverá más a sernos propicio?” (Salmos 77:7). Amado, Él cuenta
los cabellos mismos de tu cabeza. Él sabe exactamente por lo que estás pasando
en este momento (mira Lucas 12:7). Él sabe los pensamientos en tu mente. Él
conoce las luchas secretas que te han dejado desalentado, abatido y herido. Él
sabe las cosas que incluso ni siquiera compartes con tu esposa. Él lo sabe
todo. Y, amigo mío, Él te ama. No se ofende porque tienes esos pensamientos y
preguntas. Confía en Su amor por ti, no importa qué desafíos pueden rodearte. Yo
creo que Dios me ha dado una palabra de aliento que va a hacerte libre.
Confía
en Su amor por ti, sin importar los desafíos que puedan rodearte.
Dios
está en control
Quiero compartir contigo
la historia de un hombre en la Biblia que estaba deprimido y tenía tendencias
suicidas: Elías. Yo creo que el Espíritu Santo puso su historia en las
Escrituras para mostrarnos que Dios puede usar a alguien que llega a estar
desanimado. Y lo más importante, quiero que veas el corazón de ternura de Dios
hacia Elías cuando estaba en su punto más bajo. Creo que podemos aprender de
Elías, porque él no era un hombre poderoso de Dios sin debilidades. La Biblia
nos dice que era un hombre con una naturaleza como la nuestra, con las mismas
limitaciones y defectos físicos, mentales y espirituales (Santiago 5:17 AMP).
Hubo un período oscuro en
la historia de Israel, cuando Acab, el entonces rey, “hizo lo malo ante los
ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él” (1 Reyes 16:30).
Acab se casó con Jezabel, una princesa fenicia. Acab pasó a adorar a sus
dioses, Baal y Asera, incluso construyendo un templo para Baal en Samaria y
llevando a la nación a adorarlos (ver 1 Reyes 16:32). Jezabel fue una mujer
malvada que masacró a los profetas del Señor y levantó cuatrocientos cincuenta
profetas de Baal y cuatrocientos profetas de Asera como sus consejeros (1 Reyes
18: 4, 19). Es en este punto que Elías entró en escena. Se presentó ante Acab y
declaró: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá
lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1). Y desde el
momento en que Elías habló, no llovió durante tres años y medio. De hecho, la
Biblia registra que hubo una “severa hambruna” en Samaria (mira 1 Reyes 18:2).
Los adoradores de Baal creían que era Baal quien les proporcionaba lluvia,
bendecía sus cultivos y controlaba el clima. Dios envió a Elías para demostrar
que Baal no podía hacer nada y que era inútil en medio de la hambruna.
Pero Dios cuidó a Elías
durante toda la hambruna. Primero, le dijo a Elías que se escondiera junto al
arroyo Querit, donde podía beber del arroyo. Dios mandó a cuervos para que lo
alimentaran allí, llevándole pan y carne cada mañana y tarde (mira 1 Reyes 17:3-6).
Cuando el arroyo se secó porque no había llovido, Dios le dijo a Elías que
fuera a Sarepta, donde le había ordenado a una viuda que proveyera para él. La
viuda solo tenía un puñado de harina en un recipiente y un poco de aceite en un
tarro. Pero Dios multiplicó la harina y el aceite y no se acabaron, alimentando
a Elías y la casa de la viuda durante la hambruna hasta que Dios envió lluvia
nuevamente (1 Reyes 17:14). E incluso cuando Elías estaba escondido, Dios lo
usó poderosamente. Durante el tiempo que Elías estuvo con la viuda, su hijo se
enfermó y murió. ¡Pero Dios usó a Elías para resucitar al niño (1 Reyes 17:17-23)!
Dios
muestra que solo él es Dios
Finalmente, tres años y
medio después del comienzo de la sequía, Dios le dijo a Elías que se presentara
a Acab. Elías lo hizo y le dijo a Acab que reuniera a todos los israelitas como
también a todos los profetas de Baal y Asera en el monte Carmelo. Entonces lanzó
un desafío para probar de una vez por todas si Baal o Dios era el Dios
verdadero. Le dijo a los profetas de Baal que eligieran un toro, lo cortaran en
pedazos y lo pusieran en madera, pero que no pusieran fuego debajo. Él prepararía
otro toro y haría lo mismo. Luego le dijo a los profetas de Baal que invocaran
el nombre de su dios y él invocaría el nombre del Señor. Luego declaró denodadamente:
“El Dios que responda con fuego, ese sea Dios” (1 Reyes 18:23-24). La Biblia
registra cómo los profetas de Baal “tomaron el buey que les fue dado y lo
prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía,
diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese” (1 Reyes
18:26). Todo el día saltaron sobre el altar que habían hecho, profetizado y
cortándose como era su costumbre hasta que la sangre chorreaba. Pero aun así,
nadie respondió.
Cuando fue el turno de
Elías, Elías tomó doce piedras según el número de las tribus de Israel. Con las
piedras construyó un altar en el nombre del Señor e hizo un surco alrededor del
altar. Después de cortar el toro en pedazos y ponerlo en la madera, hizo que la
gente vertiera agua sobre el sacrificio y la madera una y otra vez. Se vertieron
doce contenedores de agua sobre el sacrificio, hasta que el agua corrió por
todo el altar y llenó la trinchera.
En el momento de la
ofrenda del sacrificio de la tarde, Elías oró y el fuego del Señor cayó y consumió
el sacrificio, la madera, las piedras, el polvo e incluso toda el agua que
había en la zanja. Cuando la gente vio esto, cayeron sobre sus rostros, y
dijeron, “¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” En hebreo, ellos gritaron: “¡Yahweh,
Él es Elohim!” El verdadero nombre de Dios fue proclamado. Elías luego ejecutó
a todos los profetas de Baal y le dijo a Acab que se preparara, porque venía la
lluvia. Y en ese mismo día, cayeron fuertes lluvias, poniendo fin a años de
sequía (mira 1 Reyes 18:30-45).
¡Qué poderosa
demostración del poder de Dios! Toda la nación de Israel debió haber sido
sacudida. Hubo ahí un enfrentamiento, y Dios estableció más allá de cualquier
sombra de duda de que solo Él era Dios. Elías había llamado fuego del cielo.
Los profetas de Baal estaban muertos. Fue una victoria rotunda para Elías.
Entonces, cuando Jezabel descubrió lo que había sucedido y envió un mensaje a
Elías diciendo que ella lo mataría, tú pensarías que Elías habría dicho algo
como: “¿Ah sí? Adelante. ¡Quiero ver eso!” Pero eso no fue lo que sucedió. La Biblia
nos dice que “viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida”
(1 Reyes19:3).
Gana
sobre el desaliento
¿Por qué huyó Elías para
salvar su vida? Después de todo lo que Dios había hecho a través de él, ¿por
qué repentinamente tuvo miedo? Fue porque Elías vio. Elías, el hombre de
fe, comenzó a caminar por vista. Cuando vemos que nuestras finanzas disminuyen,
nos desalentamos. Cuando vemos que la economía va hacia abajo, nos abatimos.
Cuando vemos las facturas persiguiéndonos por las deudas que tenemos que pagar,
nos consternamos. Cuando vemos un bulto creciendo en nuestros cuerpos, nos
desesperamos. Quedamos atrapados por cosas visibles que son temporales y
perdemos de vista al Dios invisible, que es eterno.
Elías olvidó al Dios que
lo llevó a Querit. Olvidó quién trajo cuervos que lo alimentaban por la mañana
y por la tarde. Se olvidó de la viuda a quien Dios ordenó alimentarlo. Y se
olvidó de la tinaja de harina que nunca se acabó y la vasija de aceite que nunca
se secó. Olvidó al Dios de la resurrección que resucitó al niño de la muerte a
través de él. Olvidó al Dios que respondió con fuego y la lluvia que siguió.
¿Por qué? Porque en solo un momento, cualquiera de nosotros puede perder de
vista al Dios bueno. Incluso si caminamos en la fe más grande ayer, podemos
volver a andar por vista hoy.
¿Qué más le pasó a Elías?
La Biblia nos dice que Elías se fue un día de camino al desierto, se sentó
debajo de un árbol y oró para que pudiera morir, diciendo: “Basta ya, oh
Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” (1Reyes 19:4). Él
no solo tuvo miedo; también llegó a estar deprimido y con tendencias suicidas.
Dios
nos ministra en nuestra depresión
Quizá como Elías, solo
quieres rendirte. Quizá te sientas desalentado y sientes que todo lo que has
hecho con tu vida se reduce a nada. Quizá has vertido tu vida en tu ministerio
o en tu familia y sientes como que no tienes más que dar. Quizá sientes que has
fallado, fallado como ministro, o como esposo, o como madre. Escribo a
creyentes que sufren de depresión y desaliento y para aquellos de ustedes que
están decepcionados con Dios. Escribo a aquellos que sienten que sus mejores
años han quedado atrás. Te estoy escribiendo a ti amigo mío. Quiero que
veas lo que Dios hizo por Elías porque creo que te sacará de la oscuridad que
te ha rodeado.
La Biblia nos dice que
mientras Elías estaba acostado y dormía debajo de un árbol, un ángel lo tocó y
le dijo: “Levántate y come”. Elías miró a su alrededor, y vio a su cabecera un
panecillo cocido sobre carbones calientes, y un jarro de agua (ver 1 Reyes 19:6
NVI). Comió y bebió, y volvió a
acostarse. El ángel del Señor regresó y, tocándolo, le dijo: “Levántate y come,
porque te espera un largo viaje”. Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez
fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que
llegó a Horeb, el monte de Dios (ver 1 Reyes19:7-8).
Amigo mío, hay tantas
cosas de este pasaje que creo que el Señor quiere mostrarte hoy. Tal vez cuando
miras los compromisos que tienes frente a ti, los pagos que tienes que hacer y
los plazos que se extienden ante ti, todo lo que puedes decir es: “el viaje es
demasiado largo”. Quiero que sepas que Dios sabe cómo te sientes.
Cuando encuentras “al
ángel del Señor” en el Antiguo Testamento, en la mayoría de los casos se
refiere a la apariencia preencarnada de Cristo. ¿Acaso el “pan horneado sobre
carbones encendidos” te recuerda otra comida? El Evangelio de Juan registra
cómo el Jesús resucitado preparó el desayuno para sus discípulos. Estaban
pescando y cuando volvieron a la orilla, “vieron un fuego de carbones allí, y
pescado puesto en ellos y pan” (Juan 21:9). El Señor Jesús te proveerá
prácticamente. Él preparó carbones de fuego para mantener a Sus discípulos con
calor y los alimentó porque tenían hambre. El mismo Jesús que con tanta ternura
le dijo a sus discípulos: “Venid, comed” (Juan 21:12), se le apareció a Elías.
Y creo que en este momento, el mismo Jesús está llegando a ti y diciéndote: “Levántate
y come, porque el viaje es demasiado largo para ti”. Amigo mío, Él te ama y toma
cuidado de ti de una forma íntima y práctica. Nunca dudes eso.
Dios
te ama y toma cuidado de ti de forma práctica.
En lo natural, tu viaje
puede ser demasiado largo, pero tienes comida del cielo que puede fortalecerte
y sostenerte. Elías caminó por cuarenta días y cuarenta noches con la fuerza de
la comida que el ángel del Señor le dio. Quiero alentarte a que sigas
alimentándote de Su Palabra. Sigue participando de Jesús en la Palabra. Sigue
comiendo del pan de vida. Mira al Señor Jesús partiendo el pan por ti y
diciéndote: “Toma, come; este es mi cuerpo” (Mateo 26:26). Una palabra proveniente
de Dios puede hacer que sigas adelante en Su fuerza.
Hay algo más que quiero
resaltar: Elías durmió. Quizá no te des cuenta de que todos estamos sujetos a
episodios de depresión. Y algunas veces, lo que el Señor hace por nosotros es, que
Él da a Su amado el sueño. Si no has estado durmiendo, permítete descansar y
permite que Él se haga cargo de tus cargas. Si sientes que solo podrías
continuar si tuvieras fuerza sobrenatural, ¡entonces Dios quiere darte comida
sobrenatural y sueño sobrenatural!
Nuestra
ayuda siempre presente
Solía tener la
impresión de que si estaba desalentado, Dios no escucharía mis oraciones.
Después de todo, no estaba en condiciones de hacer la oración de fe y decir sin
dudar en mi corazón a cualquier montaña: “Quítate y échate en el mar” (Marcos
11:23). No sé de dónde saqué esa idea. Pero estaba tan equivocado. ¿Sabes lo
que la Biblia dice? Si olvidas todo lo demás, no te olvides esto: En los días
de fe de Elías, los cuervos lo alimentaron y la viuda lo sostuvo. Pero en el
día de su depresión, ángeles lo sirvieron, y Dios mismo lo alimentó. ¡Qué
Dios! Sus misericordias no fallan. ¡Son nuevas cada mañana!
Dios no nos abandonará en
nuestros días de depresión. De hecho, Él nos busca para fortalecernos durante
nuestro tiempo de desaliento y en este momento, eso es lo que el Señor está
haciendo por ti. Podría estarte hablando a través de las páginas de este libro.
Él podría estar enviando a un amigo para que te escriba una nota de aliento. Él
podría estar susurrándote a través de Su Palabra. Por cualquier medio que
elija, Él quiere que este mensaje llegue a ti: “Esforzaos y cobrad ánimo; no
temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo;
no te dejará, ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6).
Dios
nos busca para fortalecernos durante nuestro tiempo de desaliento.
Cuando Elías pasó la
noche en una cueva en Horeb, Dios le dijo: “¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Reyes
19: 9). Ahora, para que Dios diga: “¿Qué estás haciendo aquí?” significa que
Dios también estaba allí con él. Amado, Dios nunca, nunca va a dejarte
ni abandonarte, incluso si el camino que tomaste fue tu decisión. Incluso si
estás en un largo camino porque huiste de alguien que estaba enojado contigo,
incluso si has andado por lo visible en vez de por lo invisible, Dios no te ha
abandonado. ¡Él está en el viaje contigo!
Tú
no estás solo
Una de las razones por
las que llegamos a estar desalentados es cuando miramos a nuestro alrededor,
pensamos como Elías: “Sólo yo he quedado” (1 Reyes 19:10). Creemos que Dios nos
ha dejado solos y que tenemos que luchar por nuestra propia supervivencia. El
enemigo quiere que te sientas aislado y solo. Él quiere que pienses que a Dios
no le importas. Es fácil tenerte en la esclavitud del estrés cuando te sientes
aislado. Y es fácil mantenerte atado con un espíritu de desaliento y
desesperación cuando crees la mentira de que Dios está contra ti y que no se
preocupa por ti. Amigo mío, te informo que tú no estás solo.
¿Quieres saber cómo
respondió Dios al clamor de Elías? Dios le dijo a Elías: “Y yo haré que queden
en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal” (1 Reyes 19:18).
Guau. Elías no estaba solo de ninguna forma, pero él no lo sabía porque no vio
a esos siete mil. Amigo mío, cuando no puedas ver, confía. ¡Confía en el
invisible e infalible Dios que te ama! Jesús dijo: “Yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). El Señor Jesús mismo está
contigo. Siempre. Ahora mismo.
Cuando
no puedas ver, confía. Confía en el invisible e infalible Dios que te ama.
¿Dónde
está Dios?
Antes de que Dios le
dijera a Elías acerca de los siete mil, Elías había tenido un poderoso
encuentro con el Señor. Dios le dijo a Elías: “Sal fuera, y ponte en el monte
delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento
que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no
estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el
terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y
tras el fuego un silbo apacible y delicado” (ver 1 Reyes 19:11-12).
Algunas veces, estamos
buscando señales espectaculares para decirnos que Dios está con nosotros. ¿Pero
sabes qué? El Señor no estuvo en el terremoto, el viento o el fuego. Él estaba
en el silbo apacible y delicado. Si estudias este versículo en hebreo, esto se
refiere a un susurro sereno de gentileza. ¿Qué es eso? Es el ministerio de la
gracia. No busques a Dios en manifestaciones externas. Él está en el suave
susurro que le habla directamente a tú corazón.
Habla
con Jesús, el amigo del que siempre puedes depender
David escribió estas
líneas en un hermoso salmo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa
conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor»" (Salmo 27: 8 NTV). El
Señor es la voz suave y apacible que te está hablando en este momento y te
dice: “Ven y habla conmigo”. Cualquier preocupación o ansiedad podría estar pesándote,
Jesús quiere que hables con Él y que se lo digas. No tienes que elaborar
oraciones perfectas o seguir alguna fórmula religiosa cuando hables con Él.
Sólo háblale como a un amigo.
Mientras le cuentas tus
preocupaciones, ¿sabes que en realidad estás echándole tus preocupaciones a Él?
¿Sabes que simplemente hablando con Él estás ejercitando tu fe? No tiene que
ser una oración que mueve montañas como la oración en Marcos 11:23, aunque
definitivamente hay un lugar para tales oraciones. Pero cuando te sientas
abatido y no tengas fe, solo díselo a Jesús, como las palabras de este himno lo
expresan tan bellamente:
Díselo
a Jesús
¿Estás cansado, tienes el
corazón cargado?
Díselo a Jesús
Díselo a Jesús;
¿Estás afligido por las
alegrías que se fueron?
Díselo solo a Jesús.
Díselo a Jesús, díselo a
Jesús
Él es un amigo bien
conocido;
No tienes otro amigo o
hermano así
Díselo solo a Jesús.
¿Las lágrimas fluyen por
tus mejillas sin querer?
Díselo a Jesús
Díselo a Jesús;
¿Tienes pecados que a los
ojos de los hombres están ocultos?
Díselo solo a Jesús.
¿Le temes a las nubes de
dolor que se agolpan?
Díselo a Jesús
Díselo a Jesús;
¿Estás ansioso por lo que
será mañana?
Díselo solo a Jesús.
¿Te preocupa la idea de
morir?
Díselo a Jesús
Díselo a Jesús;
¿Estas suspirando por el
reino venidero de Cristo?
Díselo solo a Jesús.
Cuando
te sientes desalentado y no tengas fe, solo díselo a Jesús.
Mientras simplemente se
lo dices a Jesús, te vas a dar cuenta de que Él realmente es tu Amigo, ¡y qué
amigo tenemos en Jesús! Hablar con Él es como pasar tiempo con un querido amigo
tomando
un café. Pueden pasar horas antes de que te des cuenta mientras le derramas tu
corazón. A mi me gusta salir a caminar por la noche y hablar con Él, contarle
todas las preocupaciones de mi corazón. Y mientras hablo con Él, de alguna forma
fuerza es impartida, y regreso mucho más consciente de Sus tubos dorados
fluyendo con suministro hacia mí que de los desafíos que tengo que enfrentar.
Al contarle mis cargas, se me quitan de los hombros y me recuerda de nuevo que
tengo un Padre celestial que me ama. Si Él cuida de las aves del cielo y de los
lirios del campo, ¡cuánto más cuidará de mí!
Libertad
de la depresión y el desaliento
Jesús dijo: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo
11:28). Si estás cargado, el Señor te está pidiendo que vengas a Él. Ven a Él
con todas tus heridas, tus desilusiones y tus fracasos. Ven a Él con toda tu
amargura y todos tus dolores. Él quiere darte Su descanso. Él quiere darte Su
paz.
Mientras te acercas al
final de este libro, oro para que te hayas encontrado con Jesús de una manera
profunda e íntima. Yo declaro que hoy experimentarás tu Jubileo. Incluso en
este momento, creo que hay una unción que está liberando a personas de la depresión,
del desaliento, de la autocompasión, del enojo y del resentimiento. Elías
escuchó el sonido de abundante lluvia (mira 1 Reyes 18:41). Yo escucho
el sonido de puertas de prisión que están siendo abiertas y se abren de golpe. Veo
personas liberadas de años de depresión. Libres del desaliento. Libres de enojo.
Libres de estrés. Libres de una vida de autocompasión, de una vida de enojo con
las personas que los rodean.
En el poderoso nombre de
Jesús, ordeno a los espíritus de depresión y desaliento que te liberen y te
dejen ir. Sabe que eres amado. Sabe que incluso cuando los problemas son de tu
propia hechura, Él no te dejará ni te abandonará. Incluso si hubieras elegido
deliberadamente un camino que te haya llevado al valle de sombra de muerte, Él
está contigo. Él no te dejará. Él no te abandonará (mira Salmos 23:4).
Cuando sea que estés
desalentado, díselo a Él. Cuando te sientas deprimido, díselo a Él. Él es un
amigo maravilloso que es más cercano que un hermano (mira Proverbios 18:24). Y
a medida que aprendas a arrojarle tus cargas a Él todos los días, ¡que puedas
comenzar a vivir la vida de dejar ir, libre de miedo, estrés y ansiedad!
Palabras
finales
Mi querido lector, ha
sido mi privilegio compartir contigo lo que el Señor me ha revelado a través de
los años acerca de vivir una vida libre de preocupaciones paralizantes, ansiedades
y estrés al depender de Su amor y gracia. Es mi oración que mientras hayas
emprendido este maravilloso viaje conmigo, hayas comenzado a experimentar un
descanso interior más profundo y una paz shalom basada en la Palabra
inquebrantable de Dios.
Vivimos en un mundo donde
estamos rodeados de miedos, incertidumbres, responsabilidades y demandas las 24
horas del día los 7 días de la semana. Es por eso que es tan importante para
nosotros estar establecidos en cómo la gracia de Dios tiene qué ver con
suministro. Cuando sientas el estrangulamiento de una mentalidad de demanda que
comienza a reclamar tu corazón, recuerda la imagen de las tuberías doradas que
constantemente traen suministro fresco del cielo a cada área de necesidad. Comienza
a practicar el dejar ir tus preocupaciones. Deja de aferrarte a las situaciones,
y permite que Su suministro fluya.
Amado, tú eres de inmenso
valor para el Padre, quién entregó a Su Hijo, el amado del cielo, por ti. Su amor
por ti no terminó ahí sino que sigue dándote, sanándote y liberándote en las
formas prácticas que tú necesitas que Él lo haga. ¡Oro para que mientras aprendes
a quedarte quieto y le permites a Él pelear tus batallas, comiences a disfrutar
de días del cielo sobre la tierra y camines en nuevos niveles de victoria! Me
encantaría saber personalmente de ti si este libro ha sido una bendición para
ti. Puedes enviarme tu informe de alabanza a josephprince.com/testimony.
Siempre en gracia,
Joseph Price
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