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"EL APOCALIPSIS O EL DÍA DEL SEÑOR" Por E. W. Bullinger – LA GENTE DE LA NUEVA TIERRA. Publicación No. 21


Padre bueno, nuestro Dios eterno y amado, te pido por tu muy amada Iglesia, por cada uno de los que te buscamos con hambre y sed por conocer tu verdad, alumbra nuestros ojos para conocer más de tus altísimos caminos y pensamientos, ¡muéstranos tu verdad! ¡Guárdanos del mal! Ayúdanos a permanecer mirándote solamente a ti. Muéstranos más de esta Nueva Vida en Cristo que por tu gracia y el sacrificio de nuestro amado Salvador, nos has regalado. Protégenos y alértanos Padre del ladrón, del estafador, del mentiroso, del engañador y astuta serpiente que busca robar y devorar todo lo que Tu de tu infinito amor nos has dado en Cristo y de lo que nos brindas cada día. ¡Atráenos a ti Padre! Enséñanos a distinguir Tu dulce Voz para no ser arrastrados por doquier de todo viento de doctrinas de hombres. Muéstranos donde y cuando el enemigo quiere robarnos y distraernos, y muéstranos el inmenso poder de la resurrección que hay en tu Hijo Jesucristo, ¡enséñanos la autoridad que nos has delegado en su Nombre! Como le mostraste al siervo de Eliseo, muéstranos el gran ejercito tuyo que nos defiende y guarda del mal. Llévanos hasta ti intima y personalmente y enséñanos a ser alimentados con las palabras puras que salen de tu boca, de tu verdad y no de imaginaciones de los hombres y de falsas doctrinas de demonios que buscan alejarnos de ti, distraernos y engañarnos y así no disfrutar de una dulce comunión personal Contigo. Padre amado, ¡Muéstranos mas cada día como hemos sido amados por ti y por nuestro Señor Jesucristo! Ayúdanos a seguir la verdad en amor, en mansedumbre y humildad para que crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, esto es Cristo, enséñanos a edificarnos los unos a los otros en tu Genuino Amor! Y permítenos ser una carta viviente de tu corazón, de tu amor y tu verdad en esta tierra. En el nombre sobre todo nombre que se nombra, Cristo Jesús, amen.

A TI CORRESPONDE TODA LA GLORIA, LA HONRA, EL HONOR Y EL PODER! AMEN Y AMEN!

¡DIOS LOS BENDIGA AMADOS HERMANOS Y FAMILIA EN CRISTO!

Claudia Juárez Garbalena


"EL APOCALIPSIS O EL DÍA DEL SEÑOR"
Por E. W. Bullinger –
LA GENTE DE LA NUEVA TIERRA
 Publicación No. 21


Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, 
y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. 
Apocalipsis 1:3

Por
E.W. Bullinger, D.D.
Segunda edición
(Revisada y corregida)
1909
Traducción al español por Juan Luis Molina
Con la colaboración de
Claudia Juárez Garbalena

LA GENTE DE LA NUEVA TIERRA.
B. Cap. 21: 1—. 5. 
Este miembro corresponde con el miembro B (caps. 2 y 3). Estos capítulos están ocupados especialmente con la gente que estará en la tierra durante el Día del Señor y en la Gran Tribulación— concluyendo los días de la vieja tierra. Estos vers. del cap. 21: 1—. 5, están ocupados con la Nueva Tierra y la gente que allí morará, después de que todos estos juicios hallan concluido.

Este miembro, que es grande, se divide en tres partes:
B., 21: 1—. 5.  La Gente de la Nueva Tierra.
B |    A | 21: 1, 2.  Visiones: (Cielos y Tierra, etc.).
               
B | 3-8.  Voces.
        A | 21: 9—. 5.  Visiones: (La Esposa).

Estas partes a su vez pueden ser divididas y expandidas. Daremos cada una, en orden:
A., 21: 1, 2.  Visiones. 
A |    a |    b | 21: 1-.  Visiones.  "Y yo vi".
                        c | -1.  Los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra.
         a |    b | 2-.  Visiones.  "Y yo vi".
                        c | -2.  La Nueva Jerusalén.

En esta Visión inicial (A) se ven dos cosas. (1) Los Nuevos Cielos y la Tierra, y (2) la Nueva Jerusalén.
En la Visión posterior (A. 21: 9—. 5), tenemos la segunda Visión alargada, extendida, y más detalladamente descrita. Las dos series de Visiones son separadas por las voces (B. 21: 3-8).
Aparte de lo que a Dios le plazca mostrarnos, y contarnos, nada podría ser conocido por el hombre mortal.  
Todas las imaginaciones, por tanto, son más bien nocivas que provechosas; son engañadoras. Por eso es importante la expresión “Y yo vi”, “Y yo oí”, “Y yo vi”.
La totalidad de estos miembros (21: 1—. 5) deben ser tomados como venideros después del juicio del Gran Trono Blanco.
Algunos han tomado estos dos capítulos como si contuviesen meramente algunos detalles más concernientes al Milenio. Pero el hecho de los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra; y que los primeros cielos y tierra hayan pasado; y de que ya “no haya más mar”, claramente excluye la posibilidad de que esto sea una mera repetición de las cosas pasadas, con el relleno de unos cuantos detalles posteriores.
Esto se verá a medida que avancemos.
a. 21: 1. Los Nuevos Cielos y Tierra.
21: 1. Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.] Aquí una vez más tenemos que señalar lo mismo que hicimos con referencia a la “primera” y “segunda” resurrecciones. Se trata de la tierra inicial la que pasó, para dar lugar, no a la denominada la segunda sino la “nueva”. Como ya hemos dicho, el primer cielo y tierra “que eran entonces” (esto es, Génesis 1:1) “perecieron” (2ª Pedro 3:6), o caducaron. Los segundos cielos y tierra “que son ahora”, están resguardados, reservados para el fuego (2ª Pedro 3:7). Ese fuego es el medio por el cual “habrán ya pasado” (2ª Pedro 3:10), y los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra vienen a existir, o llegarán a ser. Ambos pasajes están de acuerdo con Isaías 51:6, 16; y 65:17.  
La tradición habla acerca de “el fin del mundo”; y yerra consecuentemente, “no conociendo las Escrituras ni el poder de Dios”. Habrá un fin de esta era, pero no del mundo, como el hombre piensa y habla. Hay otras escrituras que hablan de esta caducidad (vea Mt. 5:18; 24:34, 25. Marcos 13:30, 31. Lucas 16:17; 21:33).
Todo será “nuevo”. La palabra traducida “nuevo” (…) (kainos) significa nuevo, no meramente en cuanto al tiempo, sino en cuanto al tipo y a la calidad.
El cielo será “nuevo”; la tierra “nueva”; porque allí no habrá “más maldición”, y por tanto más pecado, o sufrimiento, o pesar.
Entre estas cosas nuevas habrá:
 a. 21: 2. La Santa Ciudad.
21: 2. Y yo* vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.]  El nombre de la ciudad se da en su forma hebrea; no el nombre greco; como si la distinguiese de la ciudad terrenal. Pero no es  menos literal. Los Cielos son literales. La Tierra es literal. El Mar es literal. ¿Por qué no podría serlo también esta Ciudad? Será, por supuesto, nueva. Nueva en sus materiales, aspecto, configuración, locación, origen y todas las demás cosas conectadas y relacionadas a ella. Esta ciudad es posteriormente descrita en la última visión, la cual se difiere para que podamos escuchar las voces celestiales que la describe y su finalidad.     
* G.L.T.Tr.A. WH. y RV. omiten "Juan".
B. 21: 3-8. Voces.
B |    d |    e | 3-.  Una gran voz.
                        f | -3, 4.  Las cosas dichas {Dios estará con ellos, verse -3.
                                                             {El mal extinto, vers. 4.
        d |    e | 5-.  Aquel que se sienta sobre el trono.
                        f | -5-8.  Las cosas dichas {Dios con ellos, verses 5-7.
                                                            {El mal extinto, verse 8.           
d. (Arriba), 21: 3. La Gran Voz y las Cosas dichas.
21: 3. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.] Esta bendición es “con los hombres”, en general; ya no se confina o limita solo a Israel. Aquí ahora hay un cambio de administración: Ahora son todos los hombres de la “nueva tierra”  (estos son los sujetos de esta sección, B),  los destinatarios de estas maravillosas bendiciones (en el Estado Eterno). Hay que recordar que, incluso con Israel, esta bendición había sido condicional en el Antiguo Pacto  (Levítico 36:3, 11, 112. 1ª Reyes 6:11-13; 9: 3-9). En el Milenio sin embargo, (Ezequiel 37: 23, 24, 26-28. Salmo 135: 21; 68: 16, 18. Zac. 2: 10; 8: 3, etc.), sólo para Israel será incondicional (para las demás naciones seguirá siendo “condicional”). Pero sin embargo, aquí, en la “nueva tierra”, de la administración Eterna, es universal otra vez,  de todos los habitantes de la tierra en “general”, y no solo de Israel. Por fin, al igual que antes de la Caída,  Dios vuelve a morar “con los hombres” (en general). Estos “hombres” son referidos como de “las naciones” (cap. 21:24-26).   
La bendita condición de los habitantes de la Nueva Tierra se describe enseguida con más detalle.
4. Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.] Cada lágrima, porque hay muchas lágrimas, y muchas maneras de causarlas. No hay más muerte, no más ataúdes, ni funerales o sepulturas. Cesó todo pesar. El llanto llegó a su fin: y el clamor enmudeció y el dolor no se sintió más (Isaías 25:7, 8; 35:10. Jer. 31:16).  
Tenemos voces posteriores en los siguientes versículos, 5 a 8.
 d. 21: 5-8. Aquel que se sienta en el Trono y las Cosas Dichas.
21: 5. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “He aquí, yo hago nueva todas las cosas”. Y dijo,*
 "Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas." 
(6) Y me dijo, 
"Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. (7) El que venciere heredará todas las cosas y yo seré su Dios, y él será mi hijo; (8) Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte."]
Estas son las palabras provenientes del Trono. El mandamiento para escribir estas cosas implica que las demás ya han sido escritas.
Tres veces aparece la expresión “y Él dijo”:
 (1). Todo es hecho nuevo;
(2). Todo es fiel y verdadero, y
(3). Todo se ha cumplido conforme había sido predicho y decretado.
Juan ve primeramente la Nueva Tierra, a continuación la Santa Ciudad; después escucha las bendiciones para los habitantes de la ciudad; y finalmente, las causas que han contribuido para la exclusión de aquellos que en ella no tengan parte.
Los “cobardes” son aquellos que viven por medio del temor, apostatise: (la ley provista para los cobardes, tal como aquellos en el ejército de Gedeón, Jueces 7:3). Los “incrédulos” son como los descritos en Tito 1:15. Mateo 11: 20-24. Los “abominables” son como aquellos en Levítico 18:22, 26, 27. Y los “homicidas” y los “hechiceros” es decir, aquellos que han negociado con los espíritus impuros y mentirosos. Estos abundarán en los días del Anticristo; así como todos los demás aquí nombrados.
Ahora llegamos al final de las dos visiones de la Novia y la Ciudad, descrito en 21: 9-5.
A., 21: 9—. 5.  Visión.
La Novia y la Santa Ciudad.
A |    g | 21: 9-21.  Descripción.    } La Santa Ciudad.
                h | 22-27.  Privilegios.
        g | 22: 1, 2.  Descripción.     } El Santo Territorio.
                h | 3-5.  Privilegios.          

            g. (Vea arriba), 21: 9-21. Descripción de la Santa Ciudad.
21: 9. Y vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo, 
"Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero."]
Aquí se nos dice exactamente lo que se iba a mostrar Juan. Era uno de los Siete ángeles que ya le había mostrado a Juan la “gran Babilonia”.
Para que pudiese ver la ramera ciudad (17:1), Juan es llevado al desierto (17:3). Para ver la Santa Ciudad se le transporta a una gran montaña. (21:10).
Sucedió lo mismo con Ezequiel en el cap. 40:2
No se nos deja a la imaginación en cuanto a lo que sea esta Gran Ciudad. Se nos dice abiertamente que es, es decir, representa o contiene a “la Novia”.
En el cap. 19 tenemos a la esposa (…) (gune). Aquí tenemos a la Novia, (…) (numphe). La una fue antes del Milenio; la otra, la última, es después de él.
No dice que la posterior estuviese entonces y ahí formada, sino solo que, al punto o momento de la Visión, Juan la vio “descendiendo del cielo”, de donde procedía; pero, para cuando, o cuanto tiempo iría a demorar en llegar no se nos dice.
Si bien la esposa (cap. 19) era Israel;  en este entonces esta Novia no es Israel, sino “de Israel”.
Debemos recordar los tres distintos “llamamientos” revelados en la Escritura.
 (1). Tenemos el llamamiento terrenal de Israel, elegido de entre todas las naciones, para  bendición en el Territorio. Israel era la “esposa”, y así se le llama a través de todo el Antiguo Testamento; y la boda se consumará cuando se cumpla Ap. 21:8.
 (2). Tenemos “el llamamiento celestial”, del cual se habla específicamente como tal en Hebreos 3:1, del cual “hicieron parte” una cierta clase de creyentes Israelitas. Entre estos debemos incluir a los que son denominados “los Santos del Antiguo Testamento”.
A pesar de las promesas terrenales a Israel, y en el medio de todos aquellos que abrazaron estas promesas terrenales, hubo un electo “llamamiento celestial” de aquellos cuya esperanza no era terrenal, sino celestial. Ellos no aguardaban divisando una porción terrenal, sino que miraban más adelante, con la bendita esperanza puesta en una bendición celestial. Como está escrito:
 “Todos estos murieron en la fe, sin haber recibido las promesas, sino habiéndolas visto de lejos, y fueron de ellas persuadidos, y las abrazaron, y confesaron que ellos eran extranjeros y peregrinos (Génesis 23:4. 1ª Pedro 2:11) en la tierra. Porque así hablando declaran abiertamente que procuran una PATRIA…una mejor patria, es decir, una CELESTIAL, por lo cual Dios no se avergüenza de ser llamado Su Dios: por eso les ha preparado para ellos una CIUDAD” (Heb.11:13-16). Y de Abraham se dijo que (ver.10): “Él aguardaba LA CIUDAD que tenía FUNDAMENTOS, cuyo arquitecto y constructor es Dios”.     
Cuando el ángel, por tanto, le dijo a Juan (Ap. 21:9) “Sube aquí, y yo te mostraré a la Novia, la Esposa del Cordero…y él me mostró aquella gran CIUDAD, la Jerusalén santa descendiendo del CIELO proveniente de Dios”, ¿Qué es lo que podemos concluir sino que aquí, tenemos aquella “patria mejor”, y “”la Ciudad” por la cual esperaban los santos del Antiguo Testamento que pertenecían al “celestial llamamiento” visto?
También notaremos que los nombres “sobre la PUERTA” de la ciudad son “los nombres de las doce TRIBUS de los hijos de Israel” (Ap. 21:12), mientras que los nombres “en los FUNDAMENTOS” son “los nombres de los DOCE APÓSTOLES del Cordero” (vers.14).
Si esta no fuese “la CIUDAD” por la cual ellos y el Remanente Elegido aguardaban, entonces preguntamos, ¿por cuál “Ciudad” aguardaban? Ciertamente que no era una ciudad terrenal; sino por esta desde la cual nosotros los vemos a ellos ahora, sus benditos y felices habitantes. Ninguna otra ciudad tiene estos fundamentos; ninguna ciudad tiene apóstoles y profetas que profeticen acerca de Dios como su arquitecto. Dios edifica una Ciudad, Sus profetas y apóstoles están todos interesados por la edificación de la Ciudad de los siglos eternos. Sus mensajes concernientes a esta ciudad provienen de su arquitecto y hacedor. Su arquitecto fue quien puso el nombre de los doce apóstoles en los fundamentos de sus paredes; y el ornamento de sus fundamentos son los nombres de los doce apóstoles. Ninguna otra ciudad podría tener tan invaluables e inmortales fundamentos. Benditos fundamentos. Esta era la ciudad; solamente esta tiene fundamentos, todas los demás se desvanecerán en el humo; esta permanece. Esta, entonces, es en la que Abraham, y su simiente, por fe, aguardaban. Esta es la Santa Ciudad.    
 (3) Después, tenemos el otro “llamamiento”, del cual leemos en Efesios 1:18, 4:1. Es un “llamamiento santo” (2ª Tim.1:9). Un llamamiento Divino.
Si identificamos el llamamiento de la Iglesia de Dios con los demás llamamientos no podemos dejar de tener sino solo confusión.
Aquí, en Ap. 21, tenemos el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra; tenemos las Doce Tribus de Israel; y los Doce Apóstoles del Cordero. Ahora preguntamos, ¿Qué tiene todo esto que ver con la Iglesia, el Cuerpo de Cristo? ¿No tendrá solo que ver con la Santa Ciudad y con la Novia y con el Cordero? La promesa de Cristo a los Doce Apóstoles en Mateo 19:28 (aunque sin duda alguna tiene su cumplimiento en el Milenio) nunca ha sido abrogada: pero volvemos a preguntar, ¿Qué tenemos nosotros que ver con esto, si los Apóstoles forman parte del Cuerpo de Cristo? La Iglesia es parte de Cristo, la Novia; pero los Apóstoles, aquí, forman parte de la Novia.*
* Esto soluciona efectivamente la ficción de la “Sucesión Apostólica”, que nunca hubiese sido seriamente recibida si la verdad concerniente al Misterio no se hubiese perdido. Y debemos notar que, mientras los Doce Apóstoles son así separados de la Iglesia, el Apóstol Pablo fue especialmente levantado en una posición totalmente diferente, y se identifica con el Misterio.
En harmonía con todo esto, esta la enseñanza de:
EFESIOS 5: 25-33.
Los Cristianos, en su natural egoísmo, se introducen indebidamente ellos mismos en el lugar de la Novia, ¡y así pierden el bendito regocijo de su lugar apropiado que es siendo parte del Novio!!
La Novia y el Novio, aunque en un sentido sean uno, son al mismo tiempo distintos. Y eso está claro por todas las escrituras que relatan el Misterio, que los miembros del Cuerpo de Cristo son parte del Propio Novio. Mientras que los santos elegidos del Antiguo Testamento harán parte de la Novia. Vea Isaías 12:6: “Regocíjate y canta, oh moradores de Sión; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”. En Ap. 22:3, leemos “El trono de Dios y el Cordero estará en ella”. De la gloria de esta Santa Ciudad se habla en otras escrituras. Vea Isaías 60:3, 14, 19, 20. Ap. 21:23, 24, 27. Isaías 54:11, 12. 
Es cierto, el apóstol pudo muy bien escribirles a los santos concerniente a su deseo de presentarlos “como una virgen pura a Cristo” (2ª Cor.11:2). Pero eso no declara que la Iglesia sea la Novia de Cristo, ni que el Apóstol mismo fuese su padre (1ª Cor. 4:15; o que él era su madre (Gálatas 4:19). En uno de los casos está hablando de su dolorosa ansiedad por ellos como el de una madre; en el otro acerca del cuidado amoroso de un padre; mientras que, en 2ª Cor 11:2, habla del celo del amigo del novio. El “Misterio” era una cosa completamente diferente.
Por eso, en Efesios 5:28, 29, el argumento es que los maridos “deben amar a sus mujeres como a sí mismos. Aquel que ama a su mujer ama a su propio cuerpo, porque nadie aborreció jamás a su propia carne; sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de Su Cuerpo”, es decir, COMO Cristo ama SU PROPIO CUERPO (a sí mismo y la Iglesia); así deben procurar los maridos amar sus esposas. De esta manera se emplea “el gran secreto” como un argumento en cuanto a los deberes recíprocos del marido y la mujer. En ninguno de los casos se dice que la Iglesia ES la esposa, o que Cristo ES el marido. Sino que COMO Cristo ama a Su Cuerpo (a sí mismo y a la Iglesia), ASÍ los maridos deben procurar amar a sus propios cuerpos, es decir, el suyo y el de su mujer.  
Una cosa tenemos claro, y es que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo; y que los miembros del Cuerpo estando “en Cristo”, son PARTE DEL NOVIO. Así que no podrán, por tanto, ser la Novia misma, siendo como es separada y distinta del Novio.
Otra cosa que damos por cierta es que el misterio de la Iglesia no fue revelado en el Antiguo Testamento, sino que estaba “oculto en Dios” (Efesios 3:9) y “guardado en secreto” (Rom. 16:25); “oculto desde los siglos y edades (de todas las generaciones)” (Col. 1:26).
Una cosa es que veamos una ilustración de la Iglesia en el Antiguo Testamento; pero otra muy diferente es que digamos que esta se halla allí revelada, ¡cuando Dios tan claramente ha declarado que no había sido revelada!
GENESIS 24.
El siguiente pasaje, ha sido, por ejemplo, ampliamente admitido como típicamente Cristiano y de la Iglesia. Isaac se toma como el novio, y Rebeca como la Iglesia o la novia. Es verdad, el capítulo es ilustrativo, pero no de la Iglesia. Tanto el novio como la novia ambos estaban “preparados” antes siquiera de que fuesen llamados al casamiento. La novia fue hallada en la casa del hermano de Abraham. Se dieron instrucciones muy expresas en cuanto a que la novia no podía hallarse entre “los cananitas”. “Sino que” Abraham le dijo a Eliezer, “irás a mi tierra y a mi parentela y tomarás mujer para mi hijo Isaac…y tomaras de ellos una mujer para mi hijo”. Con gran énfasis se coloca esta importante condición en los versículos 3, 4, 7, 37 y 38. Abraham y Nacor eran hermanos, y debido al casamiento de Isaac con Rebeca, y al casamiento de Jacob con las hijas de su hermano Labán (Lea y Raquel), ¡toda la casa de Nacor fue incluida en la familia de Abraham! En directo contraste con esto, se afirma una y otra vez que la Iglesia es compuesta de ambos, judíos y gentiles. Estos juntos hacen, con Cristo a la Cabeza, “un nuevo hombre” (Efesios 2:15). Pero los gentiles fueron expresamente excluidos cuando esta esposa típica fue escogida; e Isaac, recibiendo a su mujer, la tomó e “introdujo en la tienda de Sara su madre”, formando así la base del tipo o ilustración que se expone en Gálatas 4: 21-31.  
Rebeca, por tanto representa, no el Misterio de Cristo y de la Iglesia, sino la gran nube de testigos (los santos de Antiguo Testamento), quienes, en la antigua dispensación, sacrificaban, como lo hizo ella, todo lo mundano en provecho del Señor. Es para estos que Él está preparando aquella “ciudad que tiene fundamento”, y de la cual Él Mismo es el Divino Arquitecto. Y verdaderamente, de estos santos se dijo, “si hubiesen estado pensando en aquella ciudad de donde salieron (como vino  Rebeca), ciertamente tenían tiempo de volverse allí. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial, por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les ha preparado una ciudad”. (Heb.11:15, 16).
Nos parece, por tanto, suficientemente claro que ni la “esposa” en el cap. 19, ni la Novia en el cap. 21 es la Iglesia de Dios. La primera se halla claramente referida en la Parábola de las “Diez Vírgenes” (Mateo 15), y en la profecía de Salmos 45. Todas estas Escrituras se aclaran si nosotros solamente dejamos de fuera a la Iglesia; sin embargo, todo se vuelve una confusión cuando la introducimos.
Pero, volviendo ahora a esta “Santa Ciudad”, repetimos que todo en este capítulo (como en todo este Libro) es intensamente real.
Es una ciudad real. Sin embargo Barnes dice: “ningún hombre puede suponer si quiera que esto sea verdaderamente literal”. ¡No! Nosotros no “suponemos” nada, porque creemos que es verdadera; y vemos que es más fácil creer lo que Dios dice, que entender la interpretación que el hombre le da. Es extraño que, al mismo tiempo que materializan todas las verdades realmente espirituales, los intérpretes protesten contra la materialización de aquellos que entiendan esta ciudad, como una ciudad literal. 
Todas las demás ciudades son como sombras, si se prefiere: porque todas desaparecerán; consecuentemente, si esta ciudad no fuese real, entonces es que Dios nunca tuvo en Sus pensamientos nada de una ciudad. Entonces tendríamos una palabra para la cual no habría idea o pensamiento: !Una sombra sin sustancia alguna! 
Sí, esta ciudad es real, y su eterna duración es literal también: pues “allí no habrá más maldición” (22:3).
Esto muestra que no puede referirse al tiempo del Milenio, porque la maldición del pecado es vista en todo su pecado e ira inmediatamente antes de su cierre.
 “Ven y te mostraré a la Novia”, dijo el ángel.
21:10. "Y me llevó en el espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios. (11) teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal;] El hombre dice que “la idea de una ciudad literal descendiendo del cielo…es absurda”. Pero preguntamos, ¿Por qué? Es cierto, es un hecho contrario a nuestra experiencia. Pero, ¿por que tenemos que pensar que sea absurdo porque no hayamos oído nada igual anteriormente? Suponemos que así ocurre siempre con el hombre, ¡Por esta razón los viajes en ferrocarril fueron al principio tomados por absurdos! Viajar desde ¡Londres a Nueva York en quince días se juzgó en su tiempo ser absurdo! ¡Que hubiese coches sin ser llevados por caballos era una “idea” del todo absurda!
Durante muchas generaciones no era conocida otra orquídea que la blanca; y nuestra experiencia nos ha llevado a concluir que todas las orquídeas eran blancas. Pero ahora sabemos que en Australia existen orquídeas negras.  
La experiencia del  hombre salvaje o primitivo, es que la madera va a flotar, y que el hierro se hundirá: por tanto, concluye que un barco de hierro es una imposibilidad.
Muchas de las cosas que pensábamos que eran absurdas, cuando se miden por nuestra experiencia, han probado ser lo contrario.
Y así sucederá con esta maravillosa ciudad. ¡Absurdo! Sería absurdo si Dios no tuviese cosas nuevas y gloriosas reservadas para el hombre en una nueva Tierra. ¿Por qué es la nueva Tierra menos absurda que esta Santa Ciudad? Para el hombre todo es imposible; y le parece a sus ojos improbable. Pero “para Dios todas las cosas son posibles”. Y Él nos ha preparado para la revelación suya diciéndole a Juan “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas” (vers. 5). Mirando de frente esta declaración, ¿Quién se atreve a cuestionar la veracidad de esta descripción? El hombre solo expone su idiotez e ignorancia cuando se atreve a cuestionar que esta sea una ciudad literal. Babilonia la Grande fue una ciudad literal. Herodoto nos cuenta que tenía una muralla grande de 50 estadios de anchura y 200 en altura. ¿Por qué no podría esta Santa Ciudad tener un muro de 144 codos de alto? Babilonia tenía 100 puertas de bronce. ¿Por qué esta no podría tener 12 puertas de perla? En otras palabras, ¿por qué no vamos a creer lo que Dios nos dice? Es más simple, más fácil y nos hace más felices.
Hay un reflejo muy vivo aquí de la ciudad terrenal descrita en Ezequiel 40—.
Pero las dos ciudades son distintas en su origen y procedencia; y por tanto no son iguales al punto de ser idénticas en sus dimensiones y caracteres. Aquellos que toman la ciudad terrenal y la celestial como siendo la misma, serán confundidos necesariamente en sus entendimientos, y con sus escritos.
En cuanto a su luz, en ella “no habrá necesidad de sol”. Su luz es misteriosa. El hombre piensa convencido que sabe todo acerca de la “luz”, y levanta objeciones contra Génesis 1:3, porque se dice que la luz existe antes que el sol, la luna y las estrellas. Pero desde el reciente descubrimiento de los “rayos X”, el hombre se ha dado cuenta que es muy poco lo que conoce acerca de la luz.; y el Profesor Rontgen ha confesado eso mismo cuando, preguntándole alguien qué era la luz, él respondió que hasta el presente nadie se podía aventurar a sacar conclusión alguna. Así que es mejor creerle a Dios, y aguardar hasta que el hombre haya descubierto algunos errores más en asuntos sobre los que pensaba que todo lo sabía.
Prestemos atención a las descripciones posteriores de Dios de esta Gran Ciudad:
21: 12. Y tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y nombres inscritos, que son (los nombres*) de las doce tribus de los hijos de Israel (13) Al oriente tres puertas; y** al norte tres puertas; y** al sur tres puertas; y** al oeste tres puertas. (14) Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre*** ellos los doce*| nombres de los doce apóstoles del Cordero.] Doce es el nombre que corre a través de las mediciones de esta ciudad. Porque 12 es el número de la perfección gubernamental;|| y aquí, el gobierno de Dios es supremo. Todo se halla en armonía, y los mismos números y medidas son empleados en absoluta perfección. El orden en los puntos cardinales es Este, Norte, Sur y Oeste; en Números es Este, Sur, Oeste y Norte; en Ezequiel 42:16-19 es lo mismo que aquí; mientras que en Ezequiel 48:16, 30-34  Norte, Este, Sur y Oeste.  
* L.Trb. Ab. añade "los nombres".
** L.T.Tr.A. WH. y RV. añaden "y".
*** G.L.T.Tr.A. WH. y RV. traducen sobre ellos.
*| G.L.T.Tr.A. WH. y RV. añaden "doce".
|| Tres es el número de la perfección Divina; el diez de la perfección ordinal; y doce de la perfección gubernamental.
La mujer en el cap. 12 tenía a la luna por su cimiento. La Gran Babilonia tenía a la Bestia salvaje. Pero esta ciudad tiene doce cimientos o fundamentos.
Los nombres inscritos son los nombres de los Doce Apóstoles del Cordero. Los Doce que siguieron al Señor Jesús, el Cordero de Dios, cuando se hallaba en la tierra. Estos son separados de los otros apóstoles, que fueron dados después de la Ascensión de Cristo, a la Iglesia de Dios (Efesios 4:11-15).
Todo esto nos muestra que Israel es quien está aquí en cuestión, y no la Iglesia de Dios. La Iglesia es parte del Novio, y estará entonces “con Cristo”. Esta ciudad estará separada de Cristo, y ocupa una distinta y separada posición como la Novia.  
Los Doce Apóstoles están asociados con las Doce Tribus, y no con la Iglesia de Dios. El nombre de Pablo no se halla aquí, ni están los otros subsecuentes apóstoles de la Iglesia. Abraham “aguardaba por una ciudad que tenía cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10). Aquí está esa ciudad; y aquí están los cimientos. Dios es su constructor y arquitecto.
 Las Dimensiones de la Ciudad.
21: 15. Y el que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas, y su muro. (16) Y la ciudad se hallaba establecida en cuadro, y su longitud igual a su a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios (1/8 de milla: 201 metros cada estadio). La longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. (17) Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel.] Eso significa que, en materia de medición, los ángeles y los hombres utilizan la misma medida.
En Ezequiel 48:16 tenemos primeramente la medición de cada lado 4.500. En el vers. 35 tenemos el total del perímetro 18.000.
Cuando se da un cuadrado, es frecuente establecer la medida de uno de los lados definitivamente, tal como en Ezequiel 45:2; 48:16-20, 30, 32-34.
En este caso, la ciudad tendrá 1.500 millas cuadradas (cerca de 2.300 Km. cuadrados) Por otro lado se nos da toda la medición en primer lugar, y después tenemos que dividirla entre cuatro antes que podamos determinar la medida de los lados, lo cual es el punto en cuestión.
El “muro” es un asunto totalmente diferente. Esto es, 144 codos de altura, todo igual a su alrededor.
Tenemos un reflejo suyo en Éxodo 24. Sinaí, modificado en carácter (debido a una mejor sangre que la del vers. 6) en Sión. En Éxodo tenemos a Moisés y Aarón, sus dos hijos, y setenta Ancianos de Israel sobre el Monte; y se nos dice que ellos vieron al Dios de Israel, que allí comieron y bebieron, y que Él no extendió Sus manos sobre los príncipes de Israel. Tenemos los doce pilares o columnas, que aparecen en correspondencia con los Doce Apóstoles. Ahora bien, todo esto fue preliminar al Señor morando en medio de ellos. Todavía no había llegado el tiempo para que el pueblo morase con y en el Monte con Dios. El pueblo se hallaba en un periodo de transición; por tanto, se necesitaba un santuario. Pero la Jerusalén celestial es un monte magnificente (Hebreos 12:22).
Los habitantes en esta gloriosa morada habitan sobre el Monte de Dios, y es por eso que la medición corresponde a su altura, así como a su largura y anchura; y de la misma manera que el Monte Sinaí fue en su día cercado, así también será limitada la Nueva Jerusalén. En Sinaí, Israel permanecía fuera de la cerca; sin embargo, de la misma manera que Moisés, Josué y los Ancianos de Israel fueron admitidos dentro de sus fronteras, así vemos reflejada esta ciudad de la Nueva Jerusalén. Bajo estas condiciones, por tanto, la medida 12.000 se refiere a uno de los lados; en caso contrario, la altura de la ciudad no se especificaría para nada, la cual sería necesaria si solamente se hubiese dado la suma total de los cuatro lados.  
Algunos han tomado esta medición de 12.000 estadios (201metros por estadio) como siendo la de la circunferencia. Pero a esto se debe responder que, una vez que se da solamente una medida, debe pertenecer a un pormenor de la ciudad; porque, de otro modo, daría una medida que debería ser dividida por cuatro antes de saber la anchura, largura y altura; mientras que, si diese la medición en una dirección, y después nos dijese que las otras direcciones son iguales a la que nos da, tenemos todo muy claro, sin rodeos para obtener lo que se pretende. Y, como tenemos que tratar con el Monte de Dios, que es el trono de Dios (Ap.22:1) — Gen.22:14 se cumple en Ap.5: 6; 21: 22— ¿Dónde se halla la dificultad en tomar la medición única como dando la largura, anchura, o altura? ¿Será que 375 millas es más fácil de creer que 1500?    
 Los Materiales de la Ciudad.
21: 18. Y el material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio. (19) y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe (verde intenso, y transparente, con venas rojas); el segundo, zafiro (azul celeste, casi transparente): el tercero, ágata (un tipo de ágata, probablemente blanco azulado, y semitransparente): el cuarto, esmeralda (un verde vivo): (20) el quinto, ónice (una mezcla de calcedonia y cornalina, un color rosado): el sexto, cornalina (siendo el rojo algunas veces muy vivo); el séptimo, crisólito (amarillo o de color oro y transparente); el octavo, berilo (de un color verde mar): el noveno, topacio (hoy en día amarillo, pero en la antigüedad era verde pálido); el décimo, crisopraso (amarillo claro y verde, clasificado actualmente bajo el topacio); el undécimo, jacinto (un color rojo fuego muy vivo o violeta): el duodécimo, amatista (un color violeta).]  Es algo difícil identificar estas piedras con exactitud, algunas de ellas son de varios colores. Pero si hacemos una selección de las anteriores, donde hemos hecho una selección, podrán ser arregladas de la siguiente manera:
 {    Verde (Jaspe)
                Azul (Zafiro)
                Azul (Ágata)
           Verde (Esmeralda)
                        Y {    Rojo (Ónice)
                                  Rojo (Cornalina)
X  {    Amarillo (Crisólito)
                Verde (Berilo)
           Amarillo (Topacio)
                Verde (Crisopraso)
                        Y {    Violeta ( Jacinto)
                                  Violeta (Ametista)

Debemos observar que los doce están así dispuestos de acuerdo al color, en media docena de cuatro alternando con media docena de dos; cada par de de dos diferentes del par de cuatro por ser similares (Rojo y Violeta respectivamente).
El primer par de cuatro está dispuesto como una introversión o interrelación, el segundo par como una alternancia.
21: 21. Y las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla; Y la calle (o el material de la calle) de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio] La palabra “calle” difícilmente podría querer decir que solo tuviese una avenida; así, pues, sería mejor que tomásemos la palabra de una manera general, como denotando más bien el material del cual la calle sería hecha.  
 (...) (plateia), sin embargo, significa un ancho y largo espacio abierto, algo así como una plaza central común a la mayoría de las ciudades; y esto incluye, si lo tomamos de todos los espacios no edificados; o como los materiales de la calle, que es de oro en vez de tierra.
La Plateia sería sin duda alguna un gran y amplio espacio abierto. Un local destinado a reuniones públicas. No una calle, como nosotros la conocemos. Porque esta Plateia contiene el Río de la Vida corriendo a través suyo. Por supuesto que deberá tener avenidas; pero hay un motivo para este amplio y abierto espacio: Reproduce el Paraíso.
Las doce puertas implica las avenidas; pero las puertas no sirven de defensa; solamente de adorno: y están por tanto construidas con ese objetivo.
h., 21:22-27. Privilegios.
21: 22. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero] No se precisa allí de templo o “lugar de adoración”; porque toda la ciudad es consagrada e impregnada por la presencia de Dios. Este hecho divide o separa esta parte del libro de la parte inicial, donde el templo si aparece (3: 12; 7: 15; 11: 1, 16-19; 14: 15, 17; 15: 5, 6, 8; 16: 1, 17); y eso nos muestra que somos llevados más allá de los tiempos del Milenio.  
 21:23. Y la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brille sobre ella*; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.] La morada de la gloria de Dios en el Templo sobre la Tierra no tiene luz de sol ni de luna; porque la Shechinah o gloria de Dios la provee por sí misma. Esto también marca el periodo como siendo posterior al Milenio; porque durante el Milenio “la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor” (Isaías 30:26). Esto se refiere a la Tierra, aunque aun entonces la Ciudad Santa en el Territorio será independiente del sol y la luna (vea Isaías 60:19, 20; y 4:5).  
* G.L.T.Tr.A. WH. y RV. traducen (...) (aute) sobre ella, en vez de (...) en ella, o ella.
24. Y las naciones* andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria** a ella. (25) Y sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche (será siempre día). (26) Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.] Así, pues, las naciones existirán en la nueva Tierra. 
* G.L.T.Tr.A. WH. y RV. omiten "que hubieren sido salvas".
** L.T.Tr.A. WH. y RV. omiten "y honor".
 ¿Cuál es el origen de estas Naciones (Ap.21:24)? El enigma se desvela en Mat. 25:31 a 46. Cuando el Señor haya suprimido toda la oposición terrenal, entonces las naciones que permanezcan serán reunidas juntas; y su estatuto para el Milenio se determina: y es determinado por su conducta hacia los judíos, como se demuestra por el término “Mis hermanos”. El resultado es que habrá otras naciones además de Israel, que serán introducidas en el reino del Hijo del hombre.
Ahora bien, de la misma manera que el pecado surgió en el Edén, así de nuevo volverá a aparecer entre las naciones bajo la Soberanía del Señor después del Milenio.
La cuestión es la siguiente, ¿Se incluirán a todas las naciones (aparte de Israel) al final del Milenio? Los términos Gog y Magog implican que solamente concierne a ciertas naciones, y su localización indica la misma cosa— moradores de los "cuatro cuartos de la tierra". Son aquellas que vivan fuera de la capital de la tierra — los cuatro cantos. "Las naciones que están en los cuatro cantos de la tierra”. El fraude del diablo incluye la misma idea emprendida por Jeroboam en 1ª Reyes 12:27-33. Debemos observar que los “cuatro cantos” de la tierra son distintos de la “ampltud” de la tierra; es decir, que los “cuatro cantos” se extiende más allá de la “amplitud”. Estas consideraciones localizan a Gog y Magog, y nos muestra que la rebelión no es universal.
Las “cuatro esquinas” representan los límites extremos de la tierra, los cuales tienen a Jerusalén por su centro; así, pues, los puntos del compas, N.S.E.O. son con referencia a Jerusalén, y significan las partes habitables de la tierra en esas direcciones.
Sobresaliendo de “sobre la extensión de la tierra” sugiere una considerable porción del territorio prácticamente desocupado; es por eso que la gente de Gog se había alejado a propósito tanto como podía del centro de gobierno. De la misma manera que sus corazones estaban alejados, así alejaba también a su gente; por eso precisamente es que Satán puede introducirse fácilmente en sus mentes insensatas para establecer su propio gobierno, y después reunificados y armados tratarán de librarse del yugo y apoderarse del árbol maravilloso.  
Esta separación da lugar a que, al final del Milenio, la misma experiencia resultará como al comienzo: a saber, que habrá “naciones” al lado de la mano derecha del Señor, o en otras palabras, habrá naciones que se introduzcan en el Nuevo Reino en la Nueva Tierra, y con esto debemos asociar la promesa del Señor a Abraham, Génesis 17:20, en conexión con 25:1 a 4. Romanos 4:16, 17 que aparece incluyendo a todos los que tienen la fe de Abraham— 16, "todos NOSOTROS." Ahora bien, si la misma experiencia que las naciones, se obtiene al final del Milenio, como al principio, nos damos cuenta del “motivo” de las naciones de Ap. 21:24. Estas naciones, durante el Milenio, que anden en la Divina luz de la Jerusalén terrenal, son transferidos a la nueva tierra, para andar en la luz Celestial de la Nueva Jerusalén. 
También notamos la misma característica de los “cabritos” de Mateo 25; son enviados al fuego permanente, con Gog y Magog de Ap. 20:9.  
Pero solamente “reyes” “entrarán” en la ciudad. Esto da la idea de que estos “reyes” sean algo más que individuos seleccionados de entre las naciones para gobernarlas.
Las palabras, “que hubieren sido salvas” son una falsificación, fueron añadidas posteriormente, y surgen de la creencia tradicional que dice haber solamente dos clases—"salvos y perdidos". Pero, como ya hemos anteriormente señalado, existen varias clases entre los salvos, así como hay también varias resurrecciones, diferentes en gloria como también las estrellas difieren entre si en gloria. Por eso, entonces, existen naciones con sus reyes; existen ciudadanos de esta santa ciudad; existe la Esposa; existe la Iglesia de Dios (ocupando la más alta posición de todas). Estas naciones no son la Iglesia; ni tampoco son los ciudadanos de esta santa ciudad. Pero el misterio de Cristo y de la Iglesia tiene su privilegio y destino peculiar descrito en sus propias Epístolas a la Iglesia. La subordinación es el plan Divino de gobernación, tanto eternamente como temporalmente. Israel estará subordinado a los Doce Apóstoles; los vencedores tendrán precedencia sobre las naciones (Ap. 2:26; 12:5); y la Iglesia gobernará a los ángeles (1ª Cor. 4:3). Aunque la Santa Ciudad es independiente de luminares creados, las naciones no en tanto no son independientes de la luz de la ciudad. No precisarán de una guía separada, porque su luz es un constante pilar de nube y de fuego.    
21: 27. Y no entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira (o una abominación mentirosa); sino solamente (lit., excepto) los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.] Eso no implica que haya algo inmundo entonces que pueda introducirse para engañarla. Sino que meramente contrasta esto con las demás ciudades que han siempre existido. De esto se concluye también que, entre los salvos, deben existir diferentes partes de individuos salvos. Todos son salvos para el mismo estado en gloria. Todos harán parte en la gloria eterna, pero en una diferente posición. Las naciones ocuparán su lugar apropiado; mientras que Israel y la Iglesia ocuparán los suyos, respectivamente.  
El “hacer abominación” se refiere a idolatría: tanto a la confección de ídolos * como a su adoración**. El contraste no se halla entre estos y otros que haya entonces en la tierra; sino entre estos moradores y los moradores anteriores; entre esta ciudad y todas las ciudades anteriores.
* Vea Isa. 44:. 9-18; 45: 16; 46: 6. Ezek. 7: 20; 22: 3. Deut. 27: 15.
** Lev. 18: 20-30. Deut. 12: 31. Jer. 8: 12; 11: 15. Ezeq. 33: 26.
Los cinco primeros versículos seguidos del cap.22 forman parte de la última de estas Visiones. Nunca se debió haber hecho una división de capítulo aquí. El cap.22 debería acabar en 22:5; y el cap. 22 debería comenzar en 22:6; conteniendo, tal como lo hace, la Conclusión del libro, y correspondiendo exactamente con la Introducción en el cap., tal como veremos seguidamente.
El gran tema o sujeto de estos cinco versículos es la descripción del Paraíso Reconquistado. No es lo que el hombre se hubiese imaginado, porque el procura una insustancial existencia espiritual. Pero aquí tenemos algo sustancial, y realidades más grandes que las que había en el libro de Génesis. Aquí tenemos el complemento de Génesis 1 y 2, donde el principio y el final se encuentran y armonizan, y completan la totalidad. Génesis 1 y 2 es el “comienzo”. Ap. 21:1—. 5, es el “final”.
 g. 22: 1, 2. Descripción.
Paraíso reconquistado y el  Edén restaurado.
22: 1. Y después me mostró un río* de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. (2) En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida (es decir, árboles de ese tipo), que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones, (los cuales se distinguen así de los Ciudadanos de la Ciudad Santa). (3) Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servían; (4) y verán Su rostro, y Su nombre estará en sus frentes. (5) Y no habrá allí mas noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni (lit., y) de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.] Hay una provisión similar para los días del Milenio (Ezeq. 47:12). Pero esta Visión final del Paraíso reconquistado va más allá de la Ciudad Milenial, así como irá más allá de la pasada y presente Jerusalén. Todo es real y literal. 
* G.L.T.Tr.A. WH. y RV. omiten "limpio."
Tenemos la ciudad y su luz; y el río y los árboles; y las relaciones con todo esto de los ciudadanos y las naciones. Fue prometida a los vencedores en Ap. 2:7, y el cumplimiento se registra en 22:14, 17. Los vencedores son seres literales: así también son las hojas de este árbol para su uso. Sus hojas sanadoras no se dirigen a la enfermedad o dolor, sino que se refiere claramente a la comida del “árbol de la vida” (Gén.2:9; 3:22, 23, 24), y la prolongación de la vida “eterna”.
Este “árbol de la vida” tenía por objeto preservar la vida de Adán y Eva. Pero la caída causó la pérdida de este don tan maravilloso. El hombre fue sacado del jardín específicamente para que no pudiese comer de él: porque la razón que se da es “para que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre”.
Está claro, pues, que este “árbol de la vida” era el medio por el cual Adán hubiese vivido para siempre. Por eso es que, en el mismo día de la desobediencia fue de él apartado, y su muerte fue cierta y segura.
Tan importante fue aquello de que no “viviese para siempre” en su pecado y vergüenza, que Querubines y una espada encendida fueron puestos para guardarle y preservarle de que cometiera este mal también.
La vida eternal tenía obligatoriamente que ser obtenida y disfrutada solamente en y a través de Cristo. “El Árbol de la vida” tuvo que ser preservado; y aquí lo tenemos en el Paraíso, restaurado. No meramente un “estado intermedio” como la Tradición enseña; sino una futura y gloriosa restauración del Paraíso perdido. También el árbol de la vida será restaurado; y, a través de sus hojas, la vida será preservada y prolongada por los siglos de los siglos. Ningún ser creado puede permanecer separado del Creador. La sola mención del Árbol nos recuerda la maldición, y se nos dice que nunca más sucederá a partir de entonces.
La Biblia comienza con la descripción del hombre en el Edén, el jardín del Señor, el Paraíso de Dios. No se nos revela cuales eran los consejos que había de Dios con respecto a ese jardín; porque todo se quebró por la introducción de la vieja Serpiente: y no será hasta que sea lanzado en el lago de fuego que estos consejos serán renovados, restaurados y llevados a cabo. 
Elohim había creado al hombre, y, siendo Jehová Elohim, visitó al hombre en aquel jardín— revelándole al hombre tanto Su maravillosa obra, como a Sí mismo (Gén. 2: 19, 20). Después de pecar por primera vez, Adán y su mujer escucharon el sonido de los pasos acercándose en la hora habitual de esta Divina Comunión (Gén. 3:8). Pero Satanás se había entrometido, e insinuado dudas en las mentes de nuestros primeros padres en cuanto a la verdad de las palabras de Dios (Gén. 3:1). Les dijo que las consecuencias de la desobediencia no serían las que Dios les había dicho que serían. Eva había preparado el camino para eso poniendo como una contingencia (“para que no muriésemos” Gén. 3:3), lo que Dios le había anunciado como una certeza (“ciertamente moriréis,” Gén. 2:17). Satanás se fijó en este punto y les aseguró que “ciertamente, no morirían”. Ellos aceptaron la mentira de Satanás en vez de la verdad de Dios. Aquí apareció su pecado. Rápidamente se dieron cuenta de qué lado estaba la verdad, pues la sentencia fue instantáneamente ejecutada; fueron expulsados del paraíso de Dios; y, alejados del “árbol de la vida”, comenzaron a morir en el mismo día que comieron del árbol del conocimiento.  
Los estudiantes de la Palabra de Dios han perdido de vista completamente esta verdad fundamental, la cual reside o se encuentra en este punto inicial de las Escrituras, y es de infinita importancia si queremos entender todo lo que subsecuentemente se nos revela.
La cuestión que aparece forzosamente es, ¿Cómo vuelve el hombre al Paraíso que había perdido? El mismo capítulo siguiente nos lo dice. En Génesis 4 tenemos, como el primer paso revelado, el camino de Dios, que Abel tomó; y el camino del hombre, que Caín se inventó. Nunca habrá más que estos dos únicos caminos: "El camino de Dios” por un lado, y “el camino de Caín” (Judas 11) por el otro. En el primer camino, el pecador creyente es obligado a confesar que: 
 “Nada traigo en mis manos”.
En el otro, que es independiente, la rebelión del hombre dice lo contrario: "Alguna cosa traigo en mis manos”. Este es el punto en común que tienen todos los sistemas religiosos. Disputan y discuten entre sí acerca de lo que aquella “Alguna cosa” pueda ser; pero todos están totalmente de acuerdo en que debe haber alguna cosa. Y así es como el penoso conflicto se mantiene, y se mantendrá hasta el final. 
Es este final que tenemos delante nuestro aquí. Y el objetivo del Apocalipsis es decirnos cómo se llegará a alcanzar este final.
 “Los judíos, y los gentiles, y la Iglesia de Dios” (1ª Cor.10:32) cada uno tiene su propio destino:
 “La Iglesia de Dios” será recogida para encontrarse con el Señor en el aire, mucho antes de esto, para disfrutar su bendita porción para siempre con el Señor.
 “Israel” será “plantado” en su propia heredad.
Y entonces los gentiles, la humanidad en su totalidad, volverán a recuperar el Paraíso perdido; y, en el Edén restaurado, tendrán la gloria y el regocijo de la presencia de Dios manifiesta, como se describe en Ap. 22: 1-5, 14, 17.
La tradición ha hecho inútil la Palabra de Dios. El Paraíso siempre se utiliza el la Escritura hablando de un definitivo lugar desde Génesis hasta Apocalipsis. Se describe en Génesis 2; se pierde en Génesis 3; se habla de su restauración en Lucas 23:43; se ve en visión en 2ª Cor. 12:2, 4; se da en promesa en Ap. 2:7. Y aquí (Ap.23: 1-5, 14, 17), vemos cumplida la promesa, y el Paraíso perdido pasa a ser el Paraíso restaurado. “El árbol de la vida” y “el agua de la vida” han sido, y serán siempre, la marca principal y distinta de sus bendiciones.
El hombre ignora todo esto, y ha cambiado el Paraíso en un lugar presente, al cual le ha dado su propio nombre, y lo denomina “el Estado Intermedio”  — ¡un término completamente desconocido en la Escritura! No existe en este “estado” “árbol de la vida” alguno; ni “agua de la vida”. Es pura y simplemente la Tradición del hombre; y un muy pobre sustituto de las sustanciales glorias de la revelación Divina.
Si la tradición estuviese cierta, entonces Ap. 2:7 sería falso, y no podría haber ningún “Paraíso de Dios”.
Los “más altos críticos” nos dicen que el Paraíso de Génesis caps. 2 y 3, es un mito, y los cristianos tratan generalmente el Paraíso de Ap. 2:7; 22: 1-5, 14, 17 igual,  como un mito; porque han sustituido un Paraíso presente por la “simiente de Abraham” y el “gran abismo” en vez del “árbol de la vida” y “el agua de la vida”, no tienen en cuenta ni le dejan lugar al Paraíso de Dios, que va a ser restaurado.   
No hay tal cosa como dos Paraísos en lugar del que se perdió. Es por eso, por recibir y mantener la tradición, que prácticamente “se alejaron de las palabras de este libro” (22:19) que hablan acerca de él; porque este solemne aviso se da en conexión inmediata con esta “agua de vida”, (vers. 17), y este “árbol de vida” (vers.14).
La palabra “siervos” (vers.3) nos dice que la iglesia de Dios no se encuentra aquí. Ellos “verán Su rostro” se refiere de vuelta a nuestros primeros padres, quienes se escondieron entre los árboles del jardín. Ellos reinarán en un sentido más alto que aquellos en Ap. 20: 4-6; y reinarán, no solo durante mil años, sino por los siglos de los siglos.
Este es un breve resumen de los Nuevos Cielos y de la Nueva Tierra; del Paraíso restaurado; de la Ciudad Santa, y de sus habitantes, y de todas las personas de la Nueva Tierra. Hablaremos sobre ellos más cosas posteriormente. 


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