LA PUERTA ESTRECHA - Por Juan Luis Molina
CARTAS ENTRE CREYENTES
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Mensaje enviado ----
De:
Juan Luis Molina
Para:
Mira sólo a Dios <mirasoloadios@live.com>;
Enviado:
miércoles, 25 de mayo, 2011 5:05:46
Asunto:
La Vida En Abundancia
Es increíble: Niños, pastores, pescadores, ciegos, leprosos, prostitutas,
poseídos.... y toda suerte de parias e iletrados personajes. Estas eran las
personas que componían, en su mayoría, las multitudes que seguían al hombre de
Galilea. Y de verdad que no creo que a Jesús le hubiese disgustado estar en la
compañía también de los sabios y entendidos de su tiempo. - No me parece que
Jesús se distanciase, por gusto, de los doctores y eruditos de su época; es
decir, debía también gustarle tener amigos entre las clases influyentes y
poderosas. - Debía saberle bien un vaso de vino y unos cuantos panes y
pececillos entre la gente sencilla; pero estoy convencido de que le hubiese
gustado también apreciar los banquetes opulentos de los ricos, y de participar
en sus fiestas. ¿Por qué no? - Jesús era tan humano como cualquiera de
nosotros. – Como a cualquier persona, sería una presunción de nuestra parte
pensar que no le debían agradar las cosas buenas de la vida. Además,
Jesús, igual que su Padre celestial, no debía hacer acepción de personas. ¿Cuál
sería el motivo, entonces, para que la mayoría de sus seguidores y de sus
discípulos fuesen pescadores y gente del vulgo y sencilla, y muchos analfabetas?
- ¿Qué tenían los ricos e influyentes personajes de su época, que los pocos que
se le acercaban, como Nicodemo y el joven rico, se aproximaban de él a
escondidas, cuando nadie les veía, o de noche? - ¿De qué tenían miedo?
Si pensamos por un momento, e imaginamos a un hombre como Jesús, que llegó a
atraer hacia sí tan grandes multitudes no sólo por la genuina retórica de sus
palabras, sino además, por todas las maravillas y señales que secundaban
también sus dichos, vemos que no tuvo miedo de contradecir a todo el
cuerpo de sacerdotes de Su pueblo, del Pueblo de Dios. Exponía a la luz del día
un Dios de amor muy diferente del que habían predicado aquellos de entre Su
Pueblo, que se hacían pasar por representantes de Dios, -si lo pensamos así, es
natural. Esto explica que veamos lo amenazados que debieron sentirse aquellos
líderes religiosos y ricos entre el pueblo que querían acercarse de Él: Los de
su clase y rango no lo verían bien y sufrirían sus represalias.
Antes
de que él apareciese, aquellos sacerdotes y gobernantes ricos habían vivido
todos gratuitamente, del favor del pueblo. Habían usurpado y hecho
mercancía de todo el Pueblo, abusando del nombre del Dios de Abraham y de
Jacob, de quien decían ser sus directos descendientes y representantes. Este
era el carácter de los días de Israel, en el tiempo que tuvieron entre ellos al
Hombre de Galilea.
Esto se parece mucho con los días de hoy, los tiempos no han cambiado así
tanto. En la conciencia de aquellas multitudes, lo que reinaba era el
conocimiento de un dios déspota y cruel, que sólo se satisfacía con la sangre
de los animales en los sacrificios, y con las insaciables ofrendas que el
pueblo depositaba en el templo. ¿Veis como también hoy en día es muy similar?
Sin embargo, he aquí, que éste hombre, nacido del todo en pecado de adulterio,
decían estos sacerdotes y ricos de finas vestiduras entre el Pueblo, he aquí
que sanaba a todos con un poder de lo alto sin recriminar a nadie, y declaraba
un Dios que nada tenía que ver con el que se predicaba en el templo, y se llevaba
a la gente de calle. ¿Cómo no iba este hombre a ser una amenaza a sus
vidas corruptas y opulentas, basadas en el miedo en que tenían cautivas en sus
conciencias a las gentes DEL
PUEBLO DE DIOS?
Jesús libertaba a todos los
que Dios le acercaba de toda plaga y enfermedad, y les enseñaba al Padre.
Y QUÉ OCURRE EN LA IGLESIA.
Yo
creo que a nadie en la Iglesia le cuesta mucho pensar, que al Creador de todas
las cosas hermosas que se ven, le nazca en Si Mismo un ardiente deseo, una
íntima voluntad de tener una relación muy especial con cada ser vivo que Él
haya hecho. - El Hacedor de los cielos y de la tierra, estamos persuadidos que
conoce a cada flor y a cada pajarillo particularmente, y que además, trata a
cada uno personalmente llamándolo por su nombre. Así lo ha dejado también por
escrito. Si esto es así, ¿cómo es posible entonces que haya tan pocas
personas, aun dentro de la Iglesia, que tengan esa tan íntima relación con Él,
que Él mantiene con cada “flor” y cada “pajarillo”? - ¿A qué se debe ésta falta
de intimidad o común-unión que Él siempre ha deseado tan ardientemente,
personal e individualmente con cada uno?
Yo creo que eso se debe,
principalmente, a la costra tan dura de roer, a la cáscara casi impenetrable
que ha creado en el corazón del hombre el vino de la Ramera Babel: o religión
de hombres y demonios. O en su consciente o en el subconsciente, casi todos los
hombres, poseen (o son poseídos) por una barrera agobiante de religión,
la cual ha producido que sus corazones tengan pánico, un temor y hasta casi un
puro terror de acercarse al Creador de los cielos y la tierra, y antes
prefieren intermediarios visibles (aun dentro de la Iglesia sucede esto) algo
tangible que pueda por él atravesar esa barrera que le separa entre sí y Dios.
Esta “flor” y este “pajarillo” de Dios, a quienes nuestro Abba Padre está
deseando tutearles por su nombre y hablar con ellos para que conozcan TODA LA
VERDAD, prefieren antes volverse y darse unas vueltas por el mundo, y escuchar
a siervos y siervas de Dios, y asistir a sus reuniones, y a conectarse de cerca
con los principales para que les explique a Dios, y así pueden revolotear y
dejar su perfume, la flor y el pajarillo, hasta que lleguen al Bema. Pero, está
disponible comer de Su néctar, y volar por Sus escenarios, mucho antes de eso.
Nuestro Dios jamás quiso que pusiésemos nuestra confianza o
seguridad en los hombres - ni el Jesús que anduvo por esta tierra se fiaba de
hombre alguno (Juan 2:24), ni mucho menos deposita su confianza en hombre
alguno la vida del Cristo resucitado que Dios nos puso dentro, aunque sean Sus
siervos. ¿Qué son pablo o apolos? Nuestro Cristo, la nueva vida por la
cual ahora nosotros vivimos (cuando se lo permitimos), depende única y
exclusivamente del Padre. Ni tan siquiera de nosotros mismos nos fiamos, pues
sabemos que, en nosotros mismos, estamos igual de muertos que el más
"santo" de los hombres naturales. Solo en Cristo -solo en el espíritu
revestido de lo alto se halla la vida en abundancia que nos hace volar como
pajarillos de Dios y oler como flores. Por eso está escrito que quien confía en
"su propio corazón es necio"; y por eso también está escrito, no sólo
en la Biblia, sino también en la vida que trae en sí misma nuestro Cristo, que
maldito es todo el hombre que confía en el hombre, porque será como el árbol
que crece en el desierto. ¿Te imaginas cómo crece un árbol en el desierto, y
los frutos que produce? - pues así dice el Padre que es aquel que confía su
vida y la pone en manos del hombre, aunque sean Sus siervos.
Las personas son para amarlas, pero no para confiar en
ellas. Aunque la religión y sus príncipes enseñen lo contrario, son dos cosas
muy diferentes. Podemos amar mucho a la gente, como hacía Jesús, y hace
naturalmente nuestro Cristo, y sin embargo no esperar absolutamente nada de
ellas, sino SOLO DE DIOS. ¿Por qué? pues, simplemente, porque sabemos en Cristo
que, las personas, están igual de limitadas que nosotros nos encontramos, ni
más ni menos. Así de fácil y así de sencillo. Yo he sido muchas veces herido
esperando cosas de la gente, y he herido a mucha gente que “esperaba” cosas de
mí. ¡Y se de un montón de gente que le ha ocurrido lo mismo!!!!!! Pero se
acaba cuando permitimos que la vida de Cristo comience a enseñarnos todas las
cosas del Padre, primero. Lo primero que nos muestra entonces a cada uno es no
fiarnos de carne alguna – ni la nuestra propia ni la de nadie más: Que la gente
es, eso sí, para amarla con el amor que Él nos enseñara y sale naturalmente de
Cristo, en el espíritu.
¡Qué sumamente
diferente se mostró ser este divino amor, de aquel que yo tenía y me había
imaginado, o me habían enseñado los hombres!!!!!
En
este bendito Cuerpo de Cristo, cuyo Arquitecto no ha sido "hombre alguno",
cada miembro ha recibido la misma
medida de Cristo para conocer
todas Sus cosas. Cada miembro de este bendito Cuerpo celestial y divino debe
conectarse, única y exclusivamente a la Cabeza, que es CRISTO JESÚS, de quien
todo el cuerpo unido por las coyunturas y ligamentos espirituales, recibe su
crecimiento.
Después, es nuestro Dios a través de Cristo Quien genera,
produce y vivifica la verdadera unidad en el espíritu entre los miembros del
Cuerpo de una forma maravillosa e indescriptible. La mente e imaginación humana
no puede diseñar, ni planear, ni llevar a cabo una unidad como la que Dios
mismo genera entre los miembros del Cuerpo. Literalmente, Dios funde a los
miembros como a Él le place en UNO con Él para glorificar Su Nombre y llevar a
cabo Sus propósitos, esas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos
en ellas. Cada renacido del espíritu de Dios, deben conectarse primeramente a
la Cabeza que es Cristo, y luego Dios coloca, conecta y entrelaza a los
miembros como a Él le place. Este es el diseño que le dio el Creador de los
cielos y de la tierra al segundo Cuerpo de Su Reino. Quien quiera discutir, que
discuta con Él Sus planos, porque ni nosotros ni hombre alguno le dio este
diseño al Cuerpo. Así que solo Dios puede enseñarlo a quien Le plazca.
¿No hemos leído nosotros, en la Biblia, que Dios estableció
en ese Cuerpo apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, los
ministerios en la iglesia? Esos dignísimos nombramientos de Dios son dados “a
fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo”. Pero, ¿A cuántos de estos
"ministros" en la iglesia vemos "lavando los pies a los
discípulos" como vivió y enseñó Jesús a sus seguidores, que tan
preocupados estaban también, como muchos en la Iglesia, en ocupar aquellos
cargos? ¿Qué nos ha hecho suponer que sus verdaderos ministros no se
crucen con nosotros en la calle, y que ni tan siquiera los reconozcamos así,
como sus verdaderos ministros? - ¿Qué nos ha hecho suponer que no puedan estar
en otro sitio, sino ocupando siempre "los primeros asientos en las
sinagogas y en los banquetes, y en los lugares de reuniones? - ¿Por qué
pensamos que son tan visibles así sus profetas y evangelistas y maestros y
apóstoles? - en la Palabra, no en tanto, así en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, tenemos muchísimos ejemplos de que eran todo lo contrarío -
generalmente vivían en sitios apartados, sus propios hermanos los rechazaban y
despreciaban, tenían miedos de ellos y los torturaban, eran difamados y
soportaban todo tipo de necesidades......... No veo ni me encuentro yo con
muchos de los que proclaman a voz en cuello ser Sus ministros así hoy en día,
sino todo lo contrario. No digo que no lo sean, pero simplemente digo lo que me
recuerda el espíritu que está escrito: Dejemos que sea el Padre quien siga
estableciendo a sus ministros, porque estos seguirán lavando los pies a quienes
Dios les acerque señalándoles El Camino y conectándoles directamente con el Padre, aunque quizá nadie
los vea ni estén en las asambleas, ni en los programas de la Iglesia, ni en las
reuniones, ni en los mítines con los líderes. Pero seguramente conectados a la
Cabeza del Cuerpo Cristo Jesús escuchando y siendo UNO con el Padre, y esa
oportunidad la tienen todos los miembros de este bendito Cuerpo, sí con solo Cristo
encendido dentro nuestro se nos derrite la costra dura de la religión en
nuestro corazón de carne. Este es el verdadero "lavar los pies" de
quien el Padre nos acerque entre Sus flores y pajarillos: Conectarles en Cristo
SOLO CON ÉL.
Si un miembro se
viste de Cristo, ese miembro recibe Su energía, toda la energía de Dios
proveniente de la Cabeza de este bendito Cuerpo, y entonces todas las
bendiciones celestiales le caen del cielo a todas las horas y en todos los
momentos, y no solo cuando tengan el “guía espiritual” cerca. Así, pues,
¿quieres agradar a Dios y que te trate por tu nombre? Vístete de Cristo y se te
aparecerá el Padre como jamás tú te imaginaste, o te pudo jamás contar alguna
vez hombre alguno. Pídele al Padre la revelación: que te muestre quien
verdaderamente eres tú a Sus ojos en Cristo, porque, a Sus ojos, todas las
cosas viejas pasaron, y en Cristo todas han sido hechas nuevas AHORA en ti - en
un eterno presente.
En Cristo Jesús
Juan Luis Molina.
Lectura sugerida:
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