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¡RESURRECCIÓN! - Por Juan Luis Molina


DE “EL ARQUITECTO DE ZOE”
SEGUNDA CARTA


            La tradición, tal y como viene representada en vuestros cancioneros y nuestros epitafios, contradice todo esto que os voy a mostrar, y os asegura que “los muertos en Cristo” ya os han precedido o sido recogidos antes de los que están “vivos y permanecen.” Pero vosotros creéis a Dios; y aseguráis que la Verdad es exactamente opuesta a la tradición; esto es, que aquellos que estén “vivos y permanecen” no precederán a “los muertos en Cristo” antes de que los “muertos en Cristo hayan sido recogidos primero”.

             Estos se “levantarán primero”, y  serán reunidos arriba, junto con los santos que vivan, “para estar conMigo”.
“Apocalipsis 20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. El verbo significa volver a la vida en el sentido de resurrección (Romanos 14:9.Ap. 2:8). Estas palabras no requieren explicación alguna. Están escritas para explicarnos un gran y solemne hecho a nosotros. “Los otros muertos” incluye todos los que no hagan parte en la “primera resurrección”.
            Si ellos “no  han vuelto de nuevo a la vida” hasta que sean levantados de la muerte, ¿en qué sentido se podría de ellos decir que “viven” ahora, siendo que realmente están muertos? Una cosa es la antítesis de la otra. Si ellos estuviesen sufriendo castigo en el purgatorio o en cualquier otro sitio "tradicional", ¿Por qué difiere del castigo asignado que se les impone a ellos cuando estén siendo juzgados?  Otra pregunta que se levanta es, ¿En qué sentido es la “segunda muerte” diferente de la primera? La cuestión se responde fácilmente; y, si creéis a Dios y  Su Palabra en vez de la tradición o la teología, son fácilmente respondidas todas. Esta Escritura es parte de un Libro donde el futuro, invisible, y otros hechos y verdades desconocidas, imposibles de averiguar de otra manera, os ESTOY DANDO a conocer.

Aparte de la revelación nadie sabe nada acerca de la muerte y el juicio. Pero, gracias a Dios, el estudiante más humilde de Su palabra, si conoce todo lo que Dios ha dicho sobre esta materia, sabe y conoce todo lo que puede ser conocido, y es tan sabio como el más sabio de sus maestros. Pero, sin embargo, estos maestros muy a menudo le dan oídos a espíritus engañadores, a través de espiritistas y médiums que así mismo están también ciegos y engañados; y, en consecuencia, encuentran una dificultad enorme en recibir y creer las simples pero verdaderas revelaciones de la Palabra de Dios.”(De “El Apocalipsis o El Día del Señor”. Por E.W. Bullinger).


TRANSFORMADOS

Siempre que Dios se manifiesta al hombre se sufre una dramática transformación. Hay una vida con beneficios y privilegios al otro lado del abismo que nos muda el semblante cuando llegamos. Es siempre un mundo y una esfera completamente nueva y distinta la que habita en esta Su nueva margen.  Ninguna corrupción habita aquí. Todo lo que  nace y crece de Cristo – tu nueva vida, es bueno en gran manera. Excelente. Todos nosotros, antes de llegar a sus contornos, pasamos antes por el estrecho que abrió Dios entre el Mar Rojo o abismo que teníamos con Él: La contienda de Dios con los hombres siempre ha sido una contienda “de sangre.” 
Ahora empezamos a comprender que Dios nos roció de una “sangre nueva”, que anulase los efectos del pecado y de la muerte que venía con la nuestra “vieja vida”. Todo hombre tiene primero que pasar por lo seco y sin esfuerzo a través del Mar Rojo, de donde se resucita rociado de lo alto con la sangre nueva. Esta sangre nueva trae dentro de su código genético LA RESURRECCIÓN. 
Si todavía no ha pasado por lo seco el hombre, no puede seguir en frente, ni conocer las cosas invisibles de Su Reino. Entre las paredes que se abrieron de pura gracia en medio del abismo con Dios, nadie, sino sólo Dios en Su Hijo, se dio al esfuerzo de abrir y de afirmar aquellos muros para que entren “uno a uno” los hombres. Ahora le corresponde al hombre escoger: pasar por lo seco a Su esfera, o permanecer en la esfera de la carne.

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.

 Cristo es la puerta de entrada a Dios, y la vida del Cristo ascendido que nos abrió Su Puerta es la nueva identidad en la cual nos va resucitando Dios.

¿Qué sorpresa te llevarías tú, si, de repente, te mirases al espejo y descubrieses una nueva imagen  que fuese muy superior y distinta a la que lucías antes? Pues eso es lo que está escrito y dice Dios que ha hecho contigo. Una vez que Dios puso a Cristo dentro de ti, a Sus ojos, ya no posees la misma imagen; así lo muestra Su espejo y quiere que te consideres ahora el Padre. Puede ser que no lo sintamos, puede ser que no lo materialicemos y que nos deje perplejos; pero así está escrito en el código genético resucitado de tu Cristo y se refleja también en Su Escritura.

Es normal que, con nuestra vieja naturaleza, con sus viejos sentidos, no entendamos nada, ni materialicemos o sintamos los asuntos del Reino. Sin el espíritu, al hombre natural, los asuntos espirituales le parecen siempre locura; por eso tuvimos que ser revestidos del espíritu de Cristo, para darnos a conocer Dios Sus nuevos escenarios divinos con sus propios sentidos espirituales: los nuevos sentidos de Cristo son los únicos que están capacitados para ver los cielos y la nueva tierra del Arquitecto de Zöe ahora. Los demás lo verán “cara a cara” después: A Su Tiempo.
 Por eso no entendíamos, porque son cosas distintas, asuntos que pertenecen a otro Reino, y que sólo pueden ser discernidos con sentidos espirituales. Son de otra esfera. Pero eso es lo que dicen las Escrituras de Su esfera, y contempla Cristo:

«Que tú, en Cristo, eres una nueva persona.» 

Las viejas emociones y los antiguos pensamientos a la hora de acercarnos a Dios se deshicieron como el polvo cuando entramos en Su Presencia.  Se derritieron en fuego antes de la resurrección porque eran piezas de un vestuario raído, de los sucios harapos que mal tapaban nuestra desnudez, solo hojas de higuera. En Cristo hemos sido revestido de purpura, de lino y de oro. De nada sirven ya para permanecer en la presencia del Faraón del nuevo Reino los viejos harapos. Este beneplácito Faraón, enemigo antagónico de aquel a quien servíamos en el Egipto de la esfera de la carne, se encuentra  deseoso esperando que ante Él se presenten los hombres, uno a uno; pero antes de entrar en Su presencia, todos tienen que estar dispuestos a desnudarse de sus semblantes y vestidos. Como lo hicieron también Daniel y los sabios de Israel, para presentarse ante el rey de Babilonia, igual sucedió con nosotros. De la misma forma que tuvieron aquellos que mostrar un semblante nuevo y excelente, antes de entrar a la presencia de Nabucodonosor, así nosotros ahora. Hemos sido resucitados y vestidos de Cristo. Ya no debemos volver a vestirnos con el semblante ni las ropas miserables de antaño, sino despojarnos “del todo” de los viejos atuendos, y permanecer dignos y lustrosamente vestidos de lino y de oro: De Cristo  hemos sido revestidos, y en él del todo nos acercamos confiadamente ante el Altísimo. Pero con la túnica de piel que nuestro Padre nos otorgó a la puerta de Su palacio de pura gracia, nos pasea ahora de Su Mano por todo Su Universo, y con nosotros en Cristo muestra toda Su Gloria.

Tenemos que subrayarlo bien para que se entienda:

«El mundo en que nacimos, no sabe nada acerca de los asuntos celestiales»

Porque ahí, dice Dios, ahí todos Mis Asuntos tienen que ser discernidos espiritualmente. Es decir, se requiere que un espíritu Mío de procedencia divina y sobrenatural,  os abra y de a conocer Mis escenarios. Al hombre natural, sin encender la lámpara del espíritu, todo lo que lea en Mi Escritura le parecerá locura. Sólo letra muerta. Porque sin los ojos del espíritu abiertos que Yo le de en Mi Gracia, es imposible para el hombre darse cuenta de que, la Locura de Dios, supera infinitamente lo más sabio de los hombres. No se pueden iluminar tus pensamientos sin encender su llama, y hacerte saber entonces tu espíritu que, lo más pobre Mío, es  mucho más rico que lo más precioso de los hombres.
Así que podremos Teófilo leer cuarenta años enteros las páginas del Libro, pero, sin ese espíritu brillando en nosotros, el Libro donde Dios también ha escrito a Cristo se va a mantener siempre sellado. El resultado de no permitir al Espíritu Santo que nos abra y muestre lo que ha escrito, será siempre una locura. Será como atravesar un bosque enmarañado tropezando con todo tipo de obstáculos, confiando en lo que no son más que juicios y opiniones de los hombres, en vez de ser guiados por Cristo, el dueño del bosque.


TÚ EN CRISTO – UNA NUEVA PERSONA

            Nuestro Padre nos hace saber que, dentro de nosotros y sólo por Su bendita gracia, habita ahora una nueva persona muy digna de permanecer ante Su Presencia.

Dios desea que sepas quién eres AHORA. Quiere darte a conocer todo lo que habita en Su esfera. Si, es cierto, el Todopoderoso Creador de los cielos y la tierra, no solamente deseó traerte a Su diestra, donde estamos sentados en Cristo, sino que, además, Le arde en Su corazón también una enorme voluntad y deseo: darte a conocer en íntima comunión con Él toda la verdad. Tu Cristo se aferra y está fundido agresivamente al Padre.  Nunca deja de mirar solo a Dios, y solo Dios le basta para TODAS SUS NECESIDADES, y le sacie de visiones revelándole TODAS LAS COSAS.

 Ahora Yo te he investido con ese mismo poder desde lo alto para que puedas conocer todas Mis cosas. La unción santa  dentro de ti te enseñará toda Mi verdad.  No precisarás bajarte al mundo para encontrarle explicación, a lo que solo tu Dios Abba Padre te enseñe en Cristo, a ti personalmente. Sólo Cristo en ti es suficientemente capaz  para explicarte o hacerte ver Mi verdad.  Ese espíritu te otorga el privilegio de fundirte también Conmigo. Tú en Cristo llevas contigo el título de embajador de Mi Reino en medio de los principados y potestades de este siglo y del venidero. Así, pues, tú ya NO tienes ciudadanía en el mundo de los sentidos naturales. El espejo que te muestro en Cristo, dándote a comer por Mi boca, es el reflejo que tienes ahora a Mis ojos.

                   Mi Reino no es de éste mundo.

 Así que, AHORA SOIS ciudadanos de plenos poderes y derechos en Mi más alto Reino. Así os veo Yo vuestro Dios y todo  Mi Orbe, y conviene también que así os consideréis vosotros. Ahora hacéis parte de un nuevo Cuerpo celestial, y esa familia de miembros de Mi Cuerpo depende plenamente, desde el primero hasta el último miembro, de Mí, de Quien os ha librado de toda influencia y potestad de las tinieblas de este reino de la carne, y  os he trasladado al Reino espiritual de Mí amado Hijo en Cristo Jesús.
                                                                                 
                  De la segunda carta de “El Arquitecto de Zöe” (Sexta revisión).




¡EN CRISTO HE RESUCITADO!
Por Claudia Juárez


Ha sido un tremendo gozo para mí aprender muy vivamente en la Palabra de Dios,  que he muerto en Cristo. Con Cristo fui, y fuimos, clavados en la cruz, con él morí (y morimos), con él resucite (y resucitamos),  con él ascendí (y ascendimos) y con él me senté (y nos sentamos) a la diestra de Dios.

Esta nueva luz vino a mí hace poco más de tres años, en una maravillosa visión que alumbró mis ojos a lo que la bendita Palabra de Dios dice:

Vi una hermosa niña vestida con el más precioso e impecable vestidito blanco. Sus zapatitos, su peinado, el moño que adornaba en su cintura, cada detalle que vi de aquella niña era simplemente hermoso. Esta pequeña jugaba dichosa en un bellísimo jardín. Mientras contemplaba asombrada aquella escena, Dios me dijo: ‘!esa niña eres tú! ¡Tu eres Mi niña!” Por supuesto que me quedé pasmada, ¡porque no comprendía cómo era posible que Él me viera con esos ojos y que delante de Él fuera tan hermosa! Y lo repitió de nuevo: “¡Tu eres mi niña!”. Enseguida, me vi a mi misma, vestida de harapos, despeinada, sucia, descalza, ¡lucía como el ser más miserable! ¡Y claramente sabía que era yo! ¡Esa era mi imagen! ¡Y esa era mi vida! Un harapo mal trecho, miserable, pobre, sedienta, perdida, llena de dolor. Y Dios me dijo: “! Esa ERAS tú!”, ¡pero ahora tu eres Mi niña!”

La niña hermosa que vi, es esa nueva creación que Dios puso en mi cuando renací, y ejemplifica o representa cada renacido del espíritu de Dios: ¡Cristo en nosotros, la esperanza de gloria!
El ser miserable y harapiento que vi, es la vieja naturaleza de Adán en la que todos nacimos.

Cuando renacemos, recibimos una nueva vida. Un ser impecable, perfecto y hermoso. ¡Una réplica exacta de Cristo!¡Libre de pecado! ¡Recibimos liberación de la mas cruel esclavitud: la del pecado y la muerte! ¡Y nuestro Padre nos brinda la eternidad como un regalo de Sus amorosas manos!

Comprendí entonces, que todo lo viejo había pasado, ¡y que yo era nueva en Cristo! Una criatura reluciente, estimada y preciosa delante de Él, ¡y todo SOLO POR SU GRACIA! ¡Ningún merito humano puede ganar la Nueva Vida que en Cristo recibimos por gracia el día que renacemos! ¡No hay justo! ¡Ni aun uno! ¡Todos nos desviamos! ¡Todos somos inútiles e incapaces de justificarnos delante de Dios! Todos nacemos con la herencia corruptible de Adán.

Aquel día que Dios me regaló esta visión mientras leía “El Arquitecto de Zöe”, comprendí mi identificación con Cristo en un momento, ¡porque fue el mismísimo espíritu de Cristo que mora en mi, quien lo escuchó y vio de su Dios y Padre!

¡Yo estaba TAN sedienta y necesitada de Él! Literalmente desesperada y desesperanzada por mi vida, que como bien vi en la visión, era un harapo sucio y viejo. Nuestro Padre  sació esa hambre como jamás pude soñar, pedir o entender.

¡DIOS CON LA MUERTE Y RESURRECCION DE SU HIJO, ME DIO (Y NOS DIO) UNA NUEVA, RELUCIENTE Y MARAVILLOSA VIDA EN EL!

Dios me mostró muchas cosas después de comprender nuestra identificación con Cristo. Él me tomó de Su mano para, a través de Cristo, enseñarme toda la verdad escuchándola de Su Voz. Pero pienso que lo más maravilloso que me ha enseñado, ha sido LA ADORACIÓN EN ESPÍRITU Y EN VERDAD.

Se el fuego que la adoración produce y genera en el corazón de nuestro Padre y como retumba en toda Su Creación, entre Sus ángeles y entre las entes espirituales de maldad, quienes le conocen y conocen Su Reino, ya que Dios es el Padre de todos los espíritus.

Cuando Dios nos derrama de Su amor, o más bien dicho cuando vemos a través del espíritu, el amor que El ya nos ha derramado en Cristo, ¡no hay otra respuesta sino postrarse a adorar al Dios Altísimo! Es imposible contemplar la Hermosura del corazón de nuestro Dios, como la vio el rey David, el dulce cantor de Israel -un varón conforme a Su corazón, y no postrarse rostro en tierra para alabar y adorar al DIOS ETERNO Y TODOPODEROSO CREADOR DE LOS CIELOS Y LA TIERRA.

¡Jamás me he sentido más dichosa que en la Presencia de mi Dios! ¡Este es el lugar a donde  pertenezco! ¡A Su lado! ¡Amándolo y adorándolo! ¡Es tan increíblemente grato entrar en el Lugar Santísimo, del cual Jesucristo rompió el Velo, y sentir el deleite de Su paz! ¡En su Presencia hay plenitud de gozo, tal y como lo describió David! ¡No he experimentado mayor dicha que adorar a mi DIOS en Su Presencia! ¡Nada se compara con esto! ¡Y esa puerta al Padre está abierta por nuestro Salvador! ¡No la abrimos por meritos propios! ¡Jamás podríamos haber ganado o merecido este acceso! ¡Cristo con su sacrificio nos llevó a nuestro Padre!¡Solo por la gracia de Dios podemos pararnos frente a Él sin ninguna conciencia de vergüenza o conciencia de pecado, culpa o condenación, y clamar: “!Abba Padre, mi Dios te amo! ¡Así clama y gime mi espíritu!”

¡Hemos sido en Cristo, hechos blancos como la nieve! ¡La bendita sangre de Cristo nos limpió de toda condenación, y nos abrió el acceso al Padre! El es El Camino, La Verdad y La Vida ¡Por y en Cristo venimos y moramos con nuestro Padre Celestial! ¡Esta es una dicha indescriptible!

Doy mi testimonio de que con la adoración, se me abrieron maravillosas puertas de entendimiento. Una luz que jamás pude soñar o imaginar comprender. ¡Y Su camino es como la luz de la aurora, va en aumento hasta que el día sea perfecto! ¡Aquel que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionara hasta el día de Jesucristo!

¡Que el Dios de paz ilumine a Su Iglesia! ¡Que el Dios de la paciencia y de la consolación nos muestre mas de Su belleza, gloria y gran poder a cada uno de Sus amados hijos! En el nombre de Jesucristo, nuestro amado Salvador, amen.

No hay palabras humanas suficientes para agradecer y alabar a nuestro Padre. ¡Así que es maravilloso que podamos hablar en lenguas con el gemido de nuestro espíritu y así, perfectamente, expresarle a Él el honor, gloria, honra y adoración que merece!

Dice una bella canción de adoración: “! Simplemente anhelo más de Ti! ¡Te doy las mas sublime alabanza! ¡Jesús, llévanos dentro del Lugar Santísimo! Queremos entrar y permanecer en el Lugar ¡Santísimo! ¡Ven a encontrarte conmigo Padre! Este es mi único deseo! ¡Sacia mi hambre con tu presencia! ¡Que tu gloria permanezca en mí! Amor Eterno, ven a morar conmigo, ¡Oh Señor, simplemente anhelo mas de Ti! Dulce murmullo de Tu Espíritu, atráeme cerca de tu corazón, estoy sediento de Tu Presencia, solo quiero estar donde tu estas. ¡Te necesito! Te necesito más que nada! ¡Te necesito Señor! ¡Te anhelo! ¡Te anhelo mas que a nada Señor mas y mas! !Simplemente anhelo mas de Ti!

Y otra adoración igual de hermosa dice: “Lo más que te busco, lo más que te encuentro. Lo más que te encuentro, lo más que te amo. Quiero sentarme a Tus pies, tomar de la copa que hay en tu mano, recostarme en tu pecho y respirar, sentir el latido de Tu corazón. ¡Este amor es tan profundo y sublime! ¡Más de lo que puedo entender! Me derrito en tu paz y me sobrepasa, me envuelve! ¡Tú puedes amarme más en un momento de lo que cualquier amante puede amarme en toda una vida!”

¡Las riquezas de Dios son inescrutables! Y nuestro Dios es sencillo de ser hallado por los que le buscan a través de Cristo con un sencillo corazón de niño.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Mateo 5:6
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Mateo 7:7-11

¡Dios los bendiga!

Glorificando a nuestro Abba Padre,

Claudia Juárez Garbalena


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