LA GRAN RAMERA - APOCALIPSIS 17 - Por Juan Luis Molina
Mirad hermanos cuán trágico es,
que la mayoría de Sus hijos “todavía” sólo conocen al Padre “de oídas”, como
los huérfanos. Andan como si fueran ovejas que no tienen pastor, ¡teniendo el
mismísimo Pastor tan cerca! En vez de ser enseñados por Dios en Cristo, lo que
el hombre trata es que alguien se lo explique. Se contamina con la idea de
escuchar la voz Suya en los hombres primero, y así pierde Su Primer Amor.
Porque, pensamos todos que obviamente, hay creyentes con mucha más “experiencia”
que nosotros. Este es el cáliz de fornicación del cual han bebido TODOS LOS
REINOS de la tierra desde Nimrod hasta los días de hoy. Babel significa el pórtico de Dios. La fundó Nimrod y fue considerado un poderoso cazador delante de
Dios. Le quitó de Sus manos
muchas piezas de caza, y Nimrod cazó a más del 90 por ciento de la humanidad, y
obligó a todos los hombres a beber del cáliz de su fornicación. El
cáliz de esta Ramera ha sido siempre de oro, codiciado por todos. En esta contaminación
surge el alejamiento del Primer Amor, ahora son los hombres los que explican y
llevan a Dios.
¿Te das cuenta por qué, lo
primero que Dios hace al vernos en Sus Palacios, es desnudarnos de todas nuestras
persuasiones carnales?
Escojamos para ilustración de lo
que estamos diciendo uno de los términos en las dos Esferas: de la carne y del
Espíritu, para exponer lo dañino que es conocer al Padre sólo “de oídas”.
¿Qué significa, por ejemplo, el término bautismo? Será bueno introducir la luz con el
espíritu sobre este Asunto. Pero el objetivo de esta pequeñísima ilustración,
será demostrar cuán distinta y contraria es su esencia, la esencia del mismo
“término”, antes y después de haber sido contaminado con el cáliz de la Ramera.
Veremos que el hombre necesita siempre seguir las “reglas y los tributos”
impuestos por sus Altas Autoridades; ciegan a los hombres, siendo llevados a
ciegas de la mano por ellos, y no llegan a comprender que todo procede
absolutamente de la Gracia del Padre en Cristo, es decir, todo se recibe
gratuitamente y sin que para recibir a Cristo sea necesario ninguna APORTACIÓN
suya al hombre, de parte de su “carne”. Sólo su ACEPTACIÓN es suficiente
para todo delante de Dios. Siempre la SOLA ACEPTACIÓN del individuo, a lo que
Dios le ofrece de gracia, es cuanto le basta en Su Reino de su parte al hombre.
Y a esta sola aceptación sin cuestionarle nada, de todo lo que el Padre le
ofrece al hombre, la denomina Dios fe o sana creencia.
…CUANDO ÉRAIS LLEVADOS DE LA MANO PARA ADORAR ÍDOLOS MUDOS
En el pueblo de la Extremadura
española donde yo nací, todavía no teníamos muchos días de vida cuando éramos
llevados por nuestros padres a la ceremonia que el líder religioso local
denominaba bautismo. No había, ni tan siquiera un alma
recién nacida, que no pasase por dicha ceremonia, bajo pena de ser
completamente marginalizada por todo el pueblo. En Portugal donde ahora vivo se
hace igual. Él niño, y toda su familia, tienen sin falta que acudir a la cita.
Es obligatorio pasar a los niños por agua, y esa es, decían las Altas
Autoridades, la voluntad de Dios para ser salvos. En esa ceremonia se
encontraba implícita, y todo el pueblo creía: la salvación, o la
irremediable condena a no entrar en el cielo, del infante que faltara. ¡El niño
que, saliendo del vientre de su madre, no fuese “marcado” con el cartelito de
“aprobado” que le conferían entonces las Altas Autoridades, iba así de camino y
derechito al “limbo!!”, que era, decían ellos, una cuarta estancia. ¡Había el
cielo, el infierno, el purgatorio y el tal limbo! Se creía, pues, el pueblo y
todas las “personas honestas y sinceras”, que el niño que muriera sin pasar por
agua, no podría entrar en el cielo, iba entonces derechito y condenado, al
infierno o al limbo.
EL FALSO ARQUITECTO BABEL – LA RELIGIÓN DE LOS HOMBRES
ESTE ES EL CÁLIZ DE FORNICACIÓN
DEL QUE HAN BEBIDO TODOS LOS REINOS DE LA TIERRA
En la edificación de esta Torre
(que de tan enorme que es, puede ser
vista desde todas las partes del mundo) se dan cosas impresionantes; sucede,
por ejemplo, que nadie
se entiende. Todos, tanto sus cabezas como sus obreros, todos tienen su lengua
pegada a su propio paladar. Cada uno profiriere un lenguaje diferente, diciendo “así dice Dios”. Así, pues, cada uno
edifica en la torre conforme bien le parece y entiende a sus ojos. En esta
Hidra hay tantos planos de edificación como cabezas tiene su cuerpo. La paja, el heno y la hojarasca con la que se construye esta obra
de ladrillo, las extrae entonces el esclavo del barro de su propia imaginación.
De sus propios raciocinios, filosofías y de todas sus religiones. De toda la
sabiduría que puebla su mente y le han impregnado sus Altas Autoridades son
esclavos los hombres, queriendo llegar hasta un dios. Procurando ser como Dios. Así buscan los hombres en
esta esfera de la carne incesantemente soluciones para su ceguera. Y ebrios con
el vino de aquel cáliz de la Ramera caen en el hoyo de su persuasión. Después
se iluden pensando que no morirán, sino que pasarán a estados de vida
superiores. Algunos soñando con la “reencarnación”, como si la carne pudiese
regenerase; otros queriéndose ganar un cielo que creen tener asegurado, cuando
se esfuerzan en las “reglas y tributos” que sus Altas Autoridades les hayan impuesto, haciéndose pasar por
representantes de Dios. Esta es toda la paja, heno y hojarasca que contiene la
torre del Arquitecto Babel.
Esa torre de carne, como quiera
que se denomine (porque tiene tantas denominaciones como lenguas tiene el
mundo), es la cosa más execrable y cruel de esta esfera del mundo, porque
esclaviza a los hombres del mundo y les hace errar como a ovejas que no tienen pastor. Así los hombres, se acostumbraron a
conocer a Dios sólo “de oídas”. Como se lo explicaron sus Altas Autoridades.
Así se pasan la vida, queriéndose adueñar de una salvación mayor y más grande.
Edificando “por sí” una torre, con su propio esfuerzo y con el sudor de su
frente… como dios manda, y les mandan sus Altas Autoridades, diciéndoles… así dice Dios.
¡Pero NO! Hermano mío. Se
necesitaba una fibra nueva, una sangre renovada de toda y cualquier impureza
para pagar la enorme deuda que contrajo la humanidad. No bastaban las fábulas
de viejas, ni el cordero ciego o defectuoso de la manada que vendían los cambistas tibios y templados a las
puertas del Templo para abrirnos Dios la
puerta, ni sus sacrificios muertos; sino el más hermoso entre sus hermanos.
Solamente el escogido de Dios, el ser más perfecto de Su Creación, pagó la
deuda y nos abrió el camino en el abismo hasta Dios. Solamente Jesucristo pudo
satisfacer todas las demandas necesarias que precisaba el hombre, y hacer
disponible para todos los hombres, con Su Sacrificio, que ahora puedas aprender
directamente de Dios. Tú tienes la Unción del Santo que sabe y conoce todas Sus
cosas.
Del
libro “El Arquitecto de Zoe”
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