LAS DOS NATURALEZAS EN EL HIJO DE DIOS Por E. W. Bullinger ( Capitulo 3)
Traducción castellana:
Juan Luis Molina
Con la colaboración de
Claudia Juárez Garbalena
LOS NOMBRES Y LAS CARACTERÍSTICAS DE
LA NUEVA NATURALEZA
Es un
gran y bendito hecho que en los hijos de Dios haya algo Divino al mismo tiempo
que humano; algo engendrado por Dios así como por el hombre. Tenemos “espíritu”
como también “carne”. “Lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Esta nueva naturaleza posee, igual que
la vieja, variados nombres.
Los
nombres de ambas naturaleza, se mantienen en contraste y oposición los unos a
los otros.
1. Se
le denomina “ESPÍRITU”. Este espíritu se mantiene en contraste, y oposición a,
la “carne”, el título de la vieja naturaleza, y se le denomina así porque es
nacido o engendrado del Espíritu Santo (3:6). Como “carne” que somos,
participamos de la naturaleza de Adán, siendo descendientes de él: de igual
manera somos también participantes de la naturaleza del Espíritu Santo en el
espíritu, al haber sido nacidos de ek tou
pneumatos.
2. Por
eso esta nueva naturaleza, siendo Divina en su origen, se le denomina theia phusis, NATURALEZA DIVINA (2ª
Pedro 1:4). Eso es por lo que se dice de ella ser “perfecta”, e incapaz de
cometer pecado 1ª Juan 3:9, “Todo aquel que es engendrado de Dios, no produce o
comete pecado (en sus frutos), porque su simiente (la nueva naturaleza)
permanece en él: y él (el nuevo hombre) no puede pecar, porque es nacido de
Dios”. 1ª Juan 5:18, 19. “Nosotros sabemos que todo aquel que es nacido de Dios
no comete pecado; porque ese (es decir, el nuevo hombre) ha sido generado por
Dios, por Él es guardado, y el mal no puede tocarlo. Nosotros sabemos (como un
hecho adquirido) que somos de Dios; y, que todo el mundo permanece en (el poder
del) maligno”. La nueva naturaleza se personifica y declara en el género
masculino. No se puede referir al creyente en su totalidad, porque, si decimos
que “no tenemos pecado, hacemos de Dios un mentiroso, y Su Palabra no mora en
nosotros” (1ª Juan 1:10): y nuestros pecados se tratan en 1ª Juan 2:1, 2. Sin
embargo la nueva naturaleza es nacida de Dios y no comete pecado, y no
permanece en (el poder del) maligno. La nueva naturaleza, por tanto, siendo
“espíritu”, y habiendo sido engendrada o producida en el creyente por el poder
del Espíritu Santo, es Divina. Por eso se le denomina:
3. EL
NUEVO HOMBRE (Efesios 4:24; Colosenses 3:10). Este se halla en contraste con
“el viejo hombre”, el cual, como ya hemos visto, es uno de los títulos de la
vieja naturaleza. Este ahora, siendo totalmente nuevo, se le denomina “una
nueva creación” (2ª Corintios 5:17; Gálatas 6:15). Y se dice ser “de acuerdo a
la imagen de Aquel que lo creó” (Colosenses 3:10). Nada excepto esto sirve o aprovecha
ante el punto de vista Dios. Independientemente de lo que puedan los hombres
“hacer para pulir la carne”, “para nada
provecha” (Juan 6:63); “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale
algo, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gálatas 6:15; Colosenses
3:10, 11). En esta conexión la nueva naturaleza se denomina:
4. “EL
HOMBRE INTERIOR” (Romanos 7:22; 2ª Corintios 4:16, Efesios 3:16). Este título
está en contraste con “el hombre exterior” que envejece y se desgasta día tras
día, mientras que el “hombre interior” se renueva de día en día”. En vez de
envejecer y desgastarse, está constantemente a ser nutrido y renovado día tras
día con la gracia y el fortalecimiento suplido por el Espíritu Santo; así es el
Cristo que mora en nuestros corazones por la fe sola (Efesios 3:16); y tenemos
que llegar a conocer algunas cosas de Su amor que sobrepasa al conocimiento,
porque son cosas que están repletas con toda la plenitud de Dios (5:19). Esto
es lo que explica y expone Efesios 1:23; y muestra cómo la iglesia, que es el
Cuerpo de Cristo, es “la plenitud de Aquel que todo (en todos los miembros de
Su Cuerpo), lo llena en todo (toda necesidad espiritual de gracia y
fortaleza)”. El hombre interior se deleita en la ley de Dios (Romanos 7:22). El
otro “no se sujeta a la ley de Dios (ni puede)” Romanos 8:7. Por tanto, el
conflicto, debe permanecer hasta que la muerte acabe con la contienda. Esta fue
la causa de que el Apóstol Pablo (y todos los que tienen una fe igualmente
preciosa) clamase lamentándose “Miserable de mí! ¿Quién me librará de este
cuerpo de muerte?” Aquí el “cuerpo de muerte” es “el cuerpo reservado para la
muerte” (Romanos 5:12; Hebreos 9:27): y el clamor es este, ¿Quién me librará de
él?” y la triunfante respuesta esta, “Gracias le doy a Dios (que me libró) a
través de Jesucristo nuestro Señor” (Romanos 7:24). Este próximo versículo nos
ofrece otro de los títulos:
5: LA
MENTE (Romanos 7:23, 25).La palabra que se usa aquí para “la mente” es nous (11) y denota la nueva naturaleza,
al igual que en el cap. 7:23, 25. Se utiliza en contraste con la “carne”
(siendo como es “espíritu”), porque denota lo que se halla en el interior e
invisible. Esta “mente” sirve a la ley de Dios (cap.7:25) y en ella se deleita
día y noche (5:22). Es por eso que “la ley de la mente” se inclina para “la ley
de Dios” en el vers. 23.
6.
Otro de los títulos es pneuma-Christou,
espíritu de Cristo, o Cristo-espíritu (Romanos 8:9). En el griego no tiene el
artículo. Este no es otro de los nombres para el Espíritu Santo. Ni tampoco es
un espíritu separado, distinto del Espíritu Santo, porque el “espíritu de
Cristo”, como hombre, fue psicológico; y fue, como tal, encomendado al Padre en
la hora de su muerte (Lucas 23:46). No existe otro espíritu de Cristo. (12)
Sino que este pneuma Christou es la
nueva criatura que nos hace ser “hijos de Dios” al igual que él es “el Hijo de
Dios”. En Gálatas tenemos más instrucciones concernientes a la enseñanza de
Romanos; y en Gálatas 4:6 tenemos la explicación de Romanos 8:15 “porque
vosotros sois hijos, Dios ha puesto el pneuma
de Su Hijo en vuestros corazones, cuyo clamor es Abba, es decir, Padre mío.”
Así pues, pneuma Christou se emplea
como otro de los nombres para el “espíritu de filiación” que tenemos en Romanos
8:15: no “el espíritu de adopción” como dicen muchas versiones, sino un
“espíritu de filiación”, pneuma othesias.
Así, pues, la nueva creación en nosotros se denomina pneuma Christou, debido a que “el Espíritu Santo Mismo le da
testimonio a nuestro espíritu (o nueva naturaleza) de que somos hijos de Dios;
y, si hijos, entonces también herederos, herederos de Dios y coherederos con
Cristo” (Romanos 8:16, 17). Por eso podemos verdaderamente decir: “Si alguno no
tiene el pneuma Christou (o la nueva
naturaleza) no es de Él” (Romanos 8:9). Porque Cristo es el hijo de Dios, y
todos los hijos de Dios poseen el mismo don precioso del “espíritu de filiación”.
Eso es por lo que se denomina pneuma
Christou, o Cristo-espíritu. Al ser hijos de Dios, con Cristo, también
somos “herederos; no solamente herederos de Dios, sino coherederos con Cristo;
si es que soportamos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados” (Romanos 8:17). Esta es la verdad preciosa que contiene este
nombre dado a la nueva naturaleza. Se
denomina pneuma-Cristou, porque es el
signo y distintivo de que es el espíritu de Cristo, y por tanto un espíritu de
filiación; porque “A los que conoció también los predestinó (para ser) conforme
a la imagen de Su Hijo, para que él pueda ser el Primogénito entre muchos
hermanos” (Romanos 8:29). ¡Oh Dios mío! Qué bendita porción es la nuestra como
“hijos de Dios” que somos. ¿Nos hemos dado cuenta de que pneuma-Christou (o la nueva naturaleza) marca o señala nuestro
derecho a este título tan alto, que no somos meros siervos sino hijos; No
simplemente pueblo de Dios, sino los “hijos de Dios”? ¡Sí! Copartícipes de Su
filiación (Juan 1:12; 1ª Juan 3:1-3). De su perfecta justicia (Filipenses 3:9).
De su santificación (1ª Corintios 1:30). De su paz (Filipenses 4:7). De su
propósito secreto del Padre (Efesios 1:9). Del amor de Su Padre (1ª Juan 3:1).
De su glorioso cuerpo resucitado (Filipenses 3:21). De su gloriosa venida
(Romanos 8:17; Colosenses 3:4; 1ª Juan 3:2). De él mismo (1ª Tesalonicenses
4:17).
“Así
que amado, muy amado de Dios,
Más
queridos no podemos ya ser;
Pues
en la persona de Su Hijo
Somos
tan queridos como él es.”
Y todo
esto gracias a que Dios ha creado dentro de nosotros una nueva naturaleza, a la
cual Él denomina pneuma-Christou.
Pero, al mismo tiempo, aquí en la tierra, es nuestro privilegio compartir su
repudio, “El mundo no nos conoce porque tampoco lo conoció a él” (1ª Juan 3:1).
No desesperemos o nos desanimemos con esto. Sino más bien regocijémonos de que
seamos contados por dignos de tan alta y digna posición. Es precisamente en
conexión con este mismo hecho (ser repudiados) que viene el reconocimiento de
la fe y esperanza y amor. “Pues tengo por cierto (reconozco) que las
aflicciones del tiempo presente - no son comparables - con la gloria venidera
que – ha - de - manifestarse en nosotros”. (Romanos 8:18). Este orden de las
palabras griegas nos muestra dónde debe ser puesto el énfasis, aunque las
versiones comunes las traduzcan más suavemente. El hecho de que seamos
repudiados por un mundo religioso, y por una iglesia mundana, debe ser nuestra
insignia bendita de que somos hijos de Dios, y por tanto participantes del
espíritu de Cristo, o la nueva
naturaleza, la cual es don de Dios.
Es en
este mismo versículo (Romanos 8:9), y en conexión con este nombre para la nueva
naturaleza, que se le da otro nombre. Se le denomina:
(7) Pneuma-theou, o espíritu Divino (Romanos
8:9,14). En griego es literalmente “espíritu de Dios”. No “el Espíritu” (porque
no lleva artículo), sino “espíritu de Dios”; o, como lo hemos traducido, Divino
espíritu. Las dos ocurrencias de esta expresión en este capítulo nos dicen todo
lo que podemos saber acerca de este aspecto de la nueva naturaleza. Se denomina
así porque, la idea que se asocia de ella es que, es proveniencia de Dios. Dios
es el Creador y Donador de la nueva naturaleza.
Es
“nueva” en contraste con la “vieja”. Es “espíritu” porque se encuentra en
oposición a la “carne”. Es “mente” en contraste con el “cuerpo”. Es pneuma-Christou o espíritu de filiación,
en oposición al espíritu de esclavitud. Y es pneuma-Theou o espíritu Divino, debido a su proveniencia de lo
alto, de Dios; y es generada “no de sangre ni de voluntad de carne alguna, ni
de voluntad de hombre alguno, sino de Dios” (Juan 1:13).
Aquellos,
que son engendrados así, son, y tienen el derecho a ser llamados “hijos de Dios”.
Los dos versículos en Romanos 8, en los que se emplea este título de la nueva
naturaleza, nos dicen todo lo que podemos saber acerca de este aspecto suyo:
Versículo 9, “Vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, si de
hecho el pneuma-Theou habita en
vosotros.” (Tal y como en Juan 1:12, 13). Este completa los títulos de la nueva
naturaleza; y de ellos aprendemos las preciosas enseñanzas reveladas que
contienen. Cada uno de los títulos de la nueva naturaleza tiene su particular
aspecto, y refleja alguna particular enseñanza asociada consigo. Así como
primeramente dimos los títulos y características del viejo hombre, y con ellos
su carácter y fin; así ahora hemos dado los títulos y características de la
nueva naturaleza, y reservamos nuestros comentarios sobre su carácter y final
para nuestro próximo capítulo.
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