PERFECCIONAOS. Por Ethelbert W. Bullinger
Traducción Juan Luis Molina
Con la colaboración de Claudia Juárez
Por lo demás, hermanos, tened
gozo, perfeccionaos…(2ª Corintios 13:11).
El mandamiento del Señor Jesús en
Juan 5:39, de que deberíamos escudriñar
las Escrituras puede
obedecerse con gran provecho y bendición en conexión con esta palabra perfeccionaos. Hay
fuertes razones gramaticales para que tomemos esta palabra escudriñar como imperativa, porque
el modo indicativo muy raramente, o casi nunca, se mantiene al principio de la
frase sin el pronombre u otra diferente palabra que la indique (de hecho, en la
versión española es un verbo imperativo: escudriñad N.T.). Además, la palabra escudriñar aquí, significa seguir el rastro o seguir la pista, tal como un perro o un león sigue
la pista de su presa a través de su olfato. Así que aquí se nos dice que
tenemos que seguir la pista de esta palabra perfeccionaos,
y sondarla y seguirla para aprender su lección por el uso que el Espíritu Santo
le ha dado y ha hecho de ella.
La palabra traducida “perfeccionaos” aquí en 2ª Corintios 13:11, es katartizo; y su lección no
puede ser aprendida sino a través del examen en los varios pasajes donde
aparece. Vamos a poner las varias traducciones españolas en mayúscula y en negrilla.
1. Mateo 4:21
Pasando de allí, vio
a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su
hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que REMENDABAN sus redes.
Aquí la palabra se traduce remendar; y por tanto,
se nos enseña que, para ser
perfectos, tenemos que ser remendados
o reparados en cuanto a
nuestra manera de andar, nuestras obras, y nuestros caminos. El verbo en 2ª
Corintios 13:11 se encuentra en la voz pasiva, y significa llegar a ser remendados, no meramente remendar, como si la acción estuviese
de nuestra parte o fuésemos nosotros a remendarnos – porque nosotros somos como
las redes, en Mateo 4:21, y precisamos de otra mano, sí, de una mano Divina,
puesta sobre nosotros con ese objetivo. Solamente Él puede ver el habitáculo y
los defectos, solamente Él puede ver el peligro que flota de nuestro interior,
por nuestros hábitos de pensamiento, nuestro modo de hablar, nuestro método de
trabajo; y solamente Él puede enmendar lo roto y suplir lo que tengamos en
falta, para que seamos adecuados en el empleo que Él nos quiera dar, y para el
servicio en que nos quiera utilizar. Así que remendar sería ser perfectos en el sentido en
el cual se da el precepto en 2ª Corintios 13:11.
2. Romanos 9:22. Aquí leemos
acerca de:
Los vasos de ira PREPARADOS para destrucción.
Destrucción es todo para lo que
estos vasos han sido preparados,
y para todo lo que ellos se preparan.
Por eso, en el sentido contrario, estar
preparados para la obra en la
cual Dios, por Su infinita gracia, nos ha escogido, es ser perfectos de acuerdo a 2ª Corintios 13:11.
Esta es la oración en nuestro respaldo, que a través de la gracia y dones del
Espíritu Santo podamos dar testimonio fiel y rendir fiel servicio para Cristo
el Señor. La finalidad del testimonio es la gloria de Dios en Cristo, y si
hemos sido preparados para esto por el Espíritu de verdad, entonces
somos perfectos en el sentido de 2ª Corintios 13:11.
Si alguno se pregunta ¿cómo
podemos nosotros prepararnos así? La respuesta es, solamente a
través de nuestra común-unión con Cristo la Palabra Viviente; solamente a
través del estudio diligente de las Escrituras – la Palabra escrita; solamente
por hacerlas el objetivo único de nuestras vida, y teniendo la palabra de
Cristo habitando abundantemente dentro de nosotros. Así, y solamente así
estaremos siendo por Él preparados para Su servicio.
3. 1ª Corintios 1:10
Os ruego, pues, hermanos, por el
nombre de nuestro Señor Jesucristo, que…no haya divisiones entre vosotros; sino que ESTÉIS – PERFECTAMENTE – UNIDOS en
un mismo parecer.
Aquí, el significado se aclara
más. Estar perfectos significa no estar divididos, sino unidos. Eso es lo que sucedería si nuestro
objetivo fuera Cristo y nuestro además fuese el deseo aquel de Pablo cuando dijo: a fin de conocerle (a Cristo) (Filipenses 3:10). No se refiere
necesariamente a una unidad exterior. Esa es meramente la idea de unidad del
hombre. Los hijos de Dios son y están todos
unidos en Cristo, y no hay
otra unidad o lazo de unión que valga. El hombre hace y lleva a cabo sus
“divisiones”, y dentro de estas partes suyas que divide, con los miembros que
así separe, es que considera estar “unido” o “en comunión”. Pero ninguna de
estas barreras puede separarnos, ninguno de estos grupos puede contener e
incluir la totalidad del “rebaño de Dios”. Los miembros del Cuerpo único se
encuentran dispersos y esparcidos entre todas las divisiones y denominaciones
separadas del hombre, y estos miembros Suyos, aunque así ubicados, están
perfectamente unidos y juntos en
Cristo Su cabeza. Todos ellos
son de un mismo parecer en cuanto a Su gloriosa persona;
todos ellos son de una misma
mente y manera de pensar en
cuanto a Su obra perfecta. Todos mantienen una misma posición, hallados en Él (Filipenses 3:10); y una misma bendita
esperanza, esperando al
Salvador, el Señor Jesucristo…y todos serán hechos iguales a Él, porque Él
en Su venida transformará
nuestros cuerpos viles, para que seamos hechos en la semejanza de Su cuerpo
glorioso (Filipenses 3:20,
21).
4. Gálatas 6:1
Hermanos, si alguno fuere
sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales RESTAURADLE con espíritu de
mansedumbre; considerándote a ti mismo,
no sea que tú también seas tentado.
Esto nos enseña que, aunque
seamos perfectos en cuanto a nuestra posición en Cristo, estamos lejos de serlo
en cuanto a nuestra manera de andar en la tierra. Por eso se nos da esta
abundante provisión de gracia para colmatar nuestra profunda necesidad: Aquel que restaura mi alma. Esta es la obra especial del gran
Pastor mismo, y todos aquellos que son espirituales son graciosamente inducidos, sí,
son exhortados, a andar en Sus pasos en esta materia. Él nos restaura a
nosotros – considerándonos a nosotros mismos. ¡El espiritual tiene que
restaurarnos, considerándose a sí
mismo! ¡Cuán grande y
significativa diferencia hay aquí, de lo que suponen y enseñan los hombres!
(Salmos 23:3).
Ahora bien, ¿Dónde están los espirituales? ¿Dónde tenemos que buscarlos? ¿Dónde
vemos puestos sus esfuerzos espirituales en obediencia a esta preciosa palabra?
¡Oh Dios mío! Volvemos a repetirlo, ellos parecen leer estos versículos como si
estuviese escrito así: si un
hombre fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois jueces justos
juzgad al faltoso; difundir a cuatro vientos la triste noticia; que así se
propague de boca en boca, pero no digáis que yo os lo he dicho, y decidle
a los demás que no se junten con él, sino que lo injurien (no con espíritu de
mansedumbre) tanto cuanto puedan; y no le restauren, sino échenlo fuera; sin
consideraros a vosotros mismos.
Así es como los cristianos, hoy
en día, intentan perfeccionar, y es exactamente la única cosa en
la cual alcanzan efectivamente la perfección en la carne. Sí, es de hecho en la carne y de la carne. Pues esta no es la
labor de vosotros que sois
espirituales.
Restauración, por tanto, es uno de los diversos significados que tiene esta
palabra, y una comparación con los demás pasajes nos ayudará a completar el
cuadro. Dios sostiene que deben ser hallados algunos entre nosotros que sean espirituales; y si alguno de
nosotros hubiese sido tentado, y hubiese caído en algún error doctrinal, o
alguna mala práctica, ¡oh! Ojalá que pudiera ser hallada cerca aquella mano
gentil para ministrarnos así la preciosa Palabra de Dios en el espíritu de
mansedumbre, para que podamos ser restaurados.
Pero cuando reflexionamos y
contrastamos al hombre con la perfección del Gran Pastor, exclamaremos con
David: Ruego que yo caiga en
la mano de Jehová, porque Sus misericordias son muchas en extremo; pero que no
caiga en manos de hombres (1ª
Crónicas 21:13). Porque Jehová mi Pastor es JEHOVÁ-ROPHECA, quien dijo Yo soy el Señor que te sana, y de Quien podemos decir: Él es Quien verdaderamente restaura
mi alma.
5. Hebreos.
10:5
Me PREPARASTE cuerpo.
El cuerpo humano del Señor Jesús,
además de humanamente perfecto, también estaba perfectamente preparado por el Espíritu Santo: tal y como con
toda claridad se declara en Lucas 1:35, El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su
sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
El sacrificio aceptable y el
servicio solamente pueden rendirse a Dios a través de la preparación interior poderosa
del Espíritu Santo. Solamente de ahí saldrán las buenas obras que Dios preparó de
antemano para nosotros, para que andemos en ellas (Efesios 2:10). Existen “malas
obras” (Colosenses 1:21); y existen además “obras muertas” (Hebreos 6:1; 9:14).
Pero solamente aquellas son “buenas”, las cuales son producidas y puestas en
evidencia por la Nueva naturaleza, y por tanto son “preparadas de antemano” por
Dios Mismo. La carne para nada
aprovecha. Y por tanto
ninguna elocuencia, ninguna genialidad, ninguna sabiduría, si procede meramente
de la vieja naturaleza, tiene valor alguno. Tiene que haber en ellas poder desde lo alto (Hechos 1:8, compare con Lucas
1:35). Qué gran consuelo para nosotros es saber que este “poder” no depende en
nuestros atributos personales o habilidad, sino que recae todo sobre la gracia
y el don de Dios; y que el más humilde y débil creyente puede ser útil para
Dios y alcanzar los más grandes logros humanos, porque es una obra para la
eternidad y no meramente temporal.
La preparación y disposición del
corazón en el hombre…proviene del Señor, y aquel que así es preparado por el Espíritu Santo
es perfecto en el sentido de 2ª Corintios
13:11.
6. Hebreos 11:3:
Por la fe entendemos haber sido CONSTITUIDO el universo, por la palabra de Dios.
Constituido, esto es, fue preparado previamente o compuesto previamente. Nosotros
aprendemos “por fe”, que los tiempos y dispensaciones fueron previamente ordenados y preparados y perfectamente reunidos por la
palabra de Dios. También aprendemos que las cosas que se ven fueron hechas, de
las que no se veían. En cuanto a las cosas que se ven, vinieron a ser, no a
través de teoría alguna de evolución, no a través de conjeturas geológicas. Y
en cuanto a las cosas que no se ven, a través de la fe en el Divino testimonio
entendemos y comprendemos que todos los tiempos y dispensaciones y edades y
estaciones fueron todas preparadas y ordenadas por Dios; y hechas por
Él. Ni fueron preparadas por las ciegas leyes de la Naturaleza ni por las vagas
ideas de las casualidades, sino por la voluntad y mandato de Jehová que habló y fueron hechas.
Lo que aprendemos de todo esto es
que: Si nuestras facultades de alma y cuerpo van a ser puestas en orden, eso
debe suceder por el mismo Divino Mandamiento. Si nuestros tiempos y estaciones
e idas y venidas van a ser reducidas al orden, eso debe suceder por la voluntad
y la palabra de Jehová. Si nuestros caminos y obras van a ser controlados, no
por ley natural alguna dentro del mundo espiritual, sino por leyes espirituales
dentro del mundo natural; y no por la opinión de hombres, sino por la palabra
de Dios, entonces somos perfectos en el sentido que se expone en 2ª
Corintios 13:11.
Ojala que nosotros, nosotros
propios y nuestros lectores sean así perfeccionados: es decir, ojalá que
nuestro andar sea constantemente REMENDADO con Su amorosa mano.
Ojalá que seamos CONSTITUIDOS para todos nuestros deberes
por el Espíritu Santo.
Ojalá que seamos PERFECTAMENTE UNIDOS en Cristo y en Su verdad.
Ojalá que seamos RESTAURADOS por el Gran Pastor que procura
y encuentra su oveja
perdida.
Ojalá que estemos PREPARADOS para todas las emergencias que
surjan, y revestidos para enfrentarlas con poder
desde lo alto.
Este es nuestro deseo y esta es
nuestra oración. Esta, además, es la enseñanza del Espíritu Santo en cuanto a
nuestra perfección. Ni una sola vez ni nunca emplea Él la palabra, ni en el
original ni en el castellano, que implique un cambio de la carne en espíritu, o
de la vieja naturaleza en la nueva, o de ningún cambio de corazón. Ni nunca nos
contempla Él a nosotros como seres en una condición tal que no precisen ser remendados, restaurados,
constituidos, o preparados y
bien podemos bendecir Su santo nombre de que estas sean las mismas necesidades
por las cuales nos ha suplido tan ampliamente en Cristo.
E.W. BULLINGER
Comentarios
Publicar un comentario