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PERSECUCIÓN. Extracto del Libro: LA GRAN NUBE DE TESTIGOS. Por E.W. Bullinger

Páginas 412-414.
Traducción Juan Luis Molina


Ya hubo miles y miles de almas que perecieron por su fe en Dios y en Su Palabra que fueron notables y han sido contabilizados, pero, sin embargo, otros muchos millares hubo con la misma fe que se quedaron en el olvido, que nunca serán conocidos hasta que llegue “aquel día” venidero del reparto de recompensas en el “Bema”, y aparezca entonces “el día de la venganza de nuestro Dios”.

Mucha sangre se ha derramado en guerras y conquistas, pero los conquistadores que en ellas participaron por lo menos tuvieron la oportunidad de defenderse a sí propios, así como la tuvieron también los vencidos. Sin embargo la religión nunca le dio a sus víctimas esa oportunidad, siempre ha tenido y exhibido sin pudor el odio y enemistad del propio Satán contra la gente de Dios y la Palabra de Dios…

La Armada Invencible que salió en barcos por mar desde España no se destinaba a conquistar territorios, ni fue impulsada por motivo alguno de cariz político, sino por la supremacía religiosa. Numerosos instrumentos de tortura fueron hallados en aquellos barcos bajo las órdenes de Roma, los cuales no servían de armamento para guerras honorables, sino para la subyugación de la conciencia, y la extinción de la libertad.

  Estos son, siempre han sido, y siempre serán los dos objetivos principales de las persecuciones religiosas a lo largo de toda la historia del hombre.

El espíritu de estos objetivos también se ve muy difundido en la intolerancia religiosa de la moderna Cristiandad, así como en la denominada secta Protestante, que no pueden soportar ver a sus miembros adorar a Dios, fuera de sus corporaciones, sin hacerles sentir ciertas penalidades y condenaciones que desembocan generalmente en la excomunión, y en extender con sus ideas un más que miserable servilismo de la vida privada y su asociación, el cual provoca “una discriminación” de parte de aquellos que asumen y usurpan una autoridad en desafío de la simple ley de la libertad Cristiana. Aún mismo aquellos que se mantienen de fuera, como es el caso nuestro, se nos hace sentir el poder secreto del boicot religioso, el cual es tan corriente y galopante como en la esfera política.

Así que un miembro de tales sectas se atreva a aprender y descubrir alguna verdad nueva de la Palabra de Dios por sí mismo, que sea diferente de lo que haya sido de antemano determinado por la propia secta religiosa, rápida y súbitamente experimentará los peores rasgos típicos de la “religión”, y se dará cuenta, mismo en su vida privada, del poder de una secreta inquisición, la cual es tan real hoy en día como la de Roma antigua, y cuyas torturas, aunque no sean físicas ni corporales actualmente, son sin embargo sentidas igual de palpablemente, y pueden, además, tener repercusiones y efectos en la salud del cuerpo y los poderes mentales.
En nuestros días actuales, aunque “los poderes civiles políticos” son capaces todavía de protegernos de las groseras y físicas torturas de los días de la antigüedad, son de todas formas incapaces de sujetar aquellos que sean movidos por el mismo propio espíritu sectario y religioso, siendo estos más refinados en su carácter a la hora de imputar sus torturas, habiendo sido calculadas para producir sus propios y peculiares efectos mentales y espirituales.

Se requiere, por tanto, la “misma y apropiada fe” en nosotros,  que la que tenían los santos de la antigüedad, si es que vamos a atrevernos a creer a Dios en lo que nos ha revelado en Su Palabra.  

El mundo impío ha formulado su Onceavo Mandamiento. Un incumplimiento puede ser hecho y tolerado en cualquiera de todos los diez restantes; pero “No puedes salirte de la raya”, eso es más importante que todo lo demás a los ojos del mundo y si eres diferente será ciertamente para traer sobre ti la condenación del mundo.

Lo mismo sucede en el mundo religioso. También tiene su Onceavo Mandamiento: “No podrás sostener diferente opinión”. Todo lo demás será tolerado; pero una vez que se quiebre este mandamiento, habrás cometido el “pecado imperdonable”.

Así, pues, repetimos de nuevo, que nada sino una fe viva en el Dios viviente “nos podrá mantener firmes cuando así tengamos que enfrentar la intolerancia religiosa”.

¡Oh! ¡Qué bueno es creer a Dios; y “dejar de creer” a los hombres!

Recordemos aquellos “otros” (de HEBREOS 11:36) que no tienen nombre ni son contabilizados; así nos demos también nosotros por satisfechos, sin tener tampoco ningún nombre por el cual seamos recordados.

Aquellos que a través de la fe ofrecida por Dios fueron capaces de hacer grandes maravillas y señales, pueden haber sido nombrados y conocidos, seguidos y hasta alabados por el mundo. Sin embargo, hay “otros” que deben contentarse con andar con Dios, siendo desconocidos por el mundo y por la propia Iglesia misma, y sufrir por lo que están aprendido de la Palabra de Dios y de Su boca, y por atreverse a creer a Dios… en vez de las tradiciones de los hombres.



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Comentarios

  1. Dios nos fortalece cada día en Su amor y con el poder de Su espiritu en nosotros. Seremos ignorados, apartados. Al comienzo es duro, pero a medida que crecemos en el conocimiento de la Palabra, empezamos a sentir el sosiego y la paz de la protección de nuestro Padre. Es de mucha bendicion ver como Dios va trabajando en nosotros, sentir cuanto hemos madurado y somos capaces de sobreponer nos a los tropiezos de este mundo. Gracias Padre Amado en el poderoso nombre de nuestro Señor Jesucristo.

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  2. Que Dios sea glorificado en nuestras vidas! amen y amen!!!

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