SANTIFICACIÓN: El Camino de Dios es mejor que el de los hombres. Por E.W. Bullinger
Escritos Selectos II
Traducción Juan Luis Molina
Santificación.
Esta es una de las cuatro cosas que Dios ha hecho en
Cristo para Su gente. Estas cuatro cosas son:
Sabiduría,
justificación, santificación y Redención (1ª
Cor.1:30).
Es de
práctica común entre aquellos que no se han dado cuenta de la verdad de las dos naturalezas, hablar constantemente de la
Santificación como si fuese una obra progresiva por la cual la Vieja naturaleza se
mejora constantemente, hasta que sea hallada por cada uno la herencia de los
santos (es decir, santificados) en luz.
Pero lo que
sucede es exactamente lo contrario. La Escritura nunca habla nada de un cambio de corazón. Esa es la fórmula del hombre. Dios
dice en cambio y habla de un ser creado con un nuevo corazón. Pero nunca
dijo ni habló una sola palabra de “un corazón modificado. Es verdad, sí, que con el Israel
en el día venidero de bendición, el corazón será sustituido – el corazón de
piedra será sustituido por uno de carne, pero incluso ese no podrá modificarse
de uno en otro, tendrá que ser sustituido. El Espíritu Santo nuca habla de Su
obra como si estuviese “mejorando” la vieja naturaleza, todo lo contrario, Él
nos dice que el viejo hombre es enemigo,
muy hostil a Dios (Romanos 8:7), que no puede llegar a conocer los asuntos
espirituales, que para él, son
locura. (1ª Cor.2:14).
Así, pues,
por todo esto, está perfectamente claro que si el hombre natural no puede ni
“recibir” ni “alcanzar el conocimiento de los asuntos del Espíritu de Dios”,
¿cómo podría él ser santificado? La carne es eternamente opuesta al espíritu;
es decir, la Vieja naturaleza es eternamente opuesta al espíritu, el cual es la
Nueva naturaleza, tal como Gálatas 5:17 testifica. ¡El conflicto no es la
Santificación! ¡Ni tampoco se trata del Espíritu de Dios en Su operación en
nuestra Nueva naturaleza, mejorando nada de aquello
con lo cual Él mantiene y lleva a cabo una disputa ardiente!
Todos aquellos
que están buscando la Santificación como si fuese una obra progresiva, están
buscando una paz en una naturaleza arruinada, en vez de estar ocupándose con
aquella paz que se hizo por el perfecto sacrificio de Cristo. En vez de estar
ocupados con la obra finalizada por
y para ellos, se engañan y la
sustituyen con una siempre inacabada obra en ellos. Es una cuestión de Cristo o de “ego”; y la única razón de
por qué las multitudes de cristianos están ocupados con la progresiva
santificación, se debe a que exalta al “ego”. Mientras que la obra del Espíritu
es justo lo opuesto – esto es, glorifica a Cristo. Él me glorificará, fueron las palabras del Salvador
(Juan 16:14), y en ellas tenemos el estándar o modelo por el cual debemos
examinar todas las cosas en nosotros y a nuestro alrededor.
Más POR ÉL estáis vosotros en Cristo Jesús,
el cual nos ha sido hecho por Dios…Santificación.
"Esta
es una de las cuatro cosas que tenemos en Cristo. Cristo es hecho en nosotros Justificación. ¿Y cuándo? ¿Por nuestras obras?
¿Por algo que podamos nosotros hacer? De la Justificación se declara
expresamente que es, para
el que no obra (Rom.4:5). Así
sucede con todo lo que
tenemos en Cristo. Como
ocurre con la Justificación, así debe suceder con la Santificación. La Justificación
se declara que es sin
obras, pero la
Santificación se pone precisamente en el mismo fundamento que la Justificación.
De la manera que alcanzamos y obtuvimos una, alcanzamos y obtuvimos la otra,
pues ambas las alcanzamos en
Cristo. Estamos seguros de que, nuestros lectores, ya se deben haber
dado cuenta de que no podemos producir una Santificación por nosotros mismos,
de la misma forma que tampoco podemos producir una Justificación para nosotros.
Es verdad,
de la santidad se ha escrito – sin
la cual nadie verá al Señor (Hebreos
12:14). No dice, sin una
cierta medida de santidad, sino sin
la cosa toda misma. ¿Cómo vamos entonces a
lograrla? La respuesta es: En la precisamente mismísima vía por la que
obtenemos la Justificación: ¡en
Cristo! Alcanzamos a
Cristo por don o regalo u ofrenda, por gracia, y por imputación, y es todo Cristo desde el
principio hasta el final. Nuestra
posición está en toda Su
perfección. Existe solamente una posición para todos y cada uno de los salvos
pecadores. No podemos crecer ya más en esta posición. Es perfecta. Nada suyo
puede serle añadido y nada le puede ser sustraído; nuestro conocimiento de ella
y experiencia de ella, y nuestro disfrutar de ella puede crecer e irá en
crecimiento. Pero es la misma posición y el mismo estándar para el más débil, el
más pobre, el más joven, el más humilde hijo de Dios como para el más alto
avisado y entendido. No es una cuestión de conocimiento, sino de vida. Y esa
vida es Cristo. En Él alcanzamos una perfecta justificación por gracia. En Él
además tenemos una perfecta Santificación por gracia –una Justificación ante
Dios, como Él es justo;
Santos delante de Dios, como Él es santo, porque Cristo es hecho ambas cosas en nosotros. Ambas
son perfectas. Así que el hijo de Dios es enteramente justo y enteramente
santificado, y su posición es perfecta, eterna e inmodificable, porque es
Divina.
Es cierto,
nuestro andar está marcado por los fracasos, y enfermedades, y caídas, y
pecados. Pero esto es algo muy diferente, nuestro andar es del todo distinto de nuestra posición en Cristo, y no puede afectarla ni lo
más mínimo.
¡Hemos
sido hallados! Esta
es la absoluta verdad en cuanto a la presente posición de todos los que están
Cristo como resultado solo de Su
eternamente perfecta obra por nosotros. Y es la ocupación con Él y con lo
que Dios ha hecho de nosotros en Él, eso es lo que causa en nosotros y nos
capacita para andar conforme
es digno de Su llamamiento.
Nunca se
producirá porque nos ocupemos con nuestro andar.
No vivimos
por el estudio de la biología, o respiramos por el estudio de los pneumaticos, ni la escuchamos por el estudio de
la acústica, ni nos calentamos porque estudiemos el calor. Pues de la misma
manera tampoco podemos crecer a base de intentar añadir un codo a nuestra
estatura; o añadir un año a nuestra vida por “difundir ideas” acerca de ello.
¿Cómo
entonces puede nuestro andar hacerse digno de nuestro llamamiento?
Solamente por la palabra de Cristo morando en nosotros abundantemente:
solamente por la aplicación de esa palabra a nuestros corazones. Por eso está
escrito:
Santifícalos
en Tu verdad: Tu palabra es verdad (Juan
17:17).
Dios os ha
escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad (2ª
Tes.2:13).
Pero esto no es un intento para mejorar nuestro
andar. Al estar así ocupados, la Nueva naturaleza se alimenta y crece y llega a
fortalecerse. Habrá crecimiento en esto, pero, es un crecimiento en cuanto a
nuestra posición en Cristo, que es perfecta, y
en Él somos justos y santos en toda Su justificación y toda Su santidad.
E.W. Bullinger
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