La libertad en Cristo y el poder de su resurrección. Por Claudia Juárez Garbalena
Durante siglos la humanidad y los individuos han hecho toda
clase de esfuerzos por alcanzar la libertad, la han anhelado ardientemente
buscándola con gran diligencia. Esta ansiada libertad obtenida sobre tiranías,
toda clase de injusticias y del subyugo del mundo, palidece junto a la gloriosa
y verdadera libertad que ganó nuestro Señor y Salvador Jesucristo en su
indescriptible sacrificio y resurrección. Esta liberación tiene una dimensión
inimaginable. Esta es la mayor de las libertades que podríamos haber recibido,
porque nos ha rescatado de la mayor de todas las esclavitudes que existen: la
muerte y el pecado.
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha
ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los
ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del
Señor…Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de
vosotros. (Lucas 4:18-21).
La gloriosa libertad que Cristo ganó para nosotros con su
contundente victoria es sencillamente asombrosa. Sólo por la gracia de Dios y
por Su espíritu que mora en nosotros somos capaces de discernir, asimilar y
disfrutar todas las riquezas de la herencia que hemos recibido en Cristo.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él:
Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de
Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis
libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que
hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para
siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare,
seréis verdaderamente libres. (Juan 8:31-36).
Ni el pueblo judío, ni los religiosos de su época
comprendieron y reconocieron la inmensa liberación que Jesucristo vino a hacer
disponible.
Los religiosos arrogantemente dijeron: "Linaje de
Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis
libres?" No comprendían que TODO SER HUMANO NACE ESCLAVO DEL PECADO,
esta es la naturaleza que heredamos todos, sin excepción, de Adán. El hombre
puede tratar por sí mismo de reformarse, mejorarse y pulirse externamente, pero
siempre, siempre su naturaleza pecaminosa le arrastrará una y otra vez a hacer
lo que no desea hacer. Romanos 7 describe perfecta y profundamente esta
esclavitud y la liberación que hay en Cristo:
La verdad es que no entiendo nada de lo que hago, pues en
vez de hacer lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. Pero,
aunque hago lo que no quiero hacer, reconozco que la ley es buena. Así que no
soy yo quien hace lo malo, sino el pecado que está dentro de mí. Yo sé que mis
deseos egoístas no me permiten hacer lo bueno, pues aunque quiero hacerlo, no
puedo hacerlo. En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero
hacer. Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo
hace, sino el pecado que está dentro de mí.
Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo
bueno, sólo puedo hacer lo malo. En lo más profundo de mi corazón amo la ley de
Dios. Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra
lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como
en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo
obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil
para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace
pecar y me separa de Dios? ¡LE DOY GRACIAS A DIOS, PORQUE SÉ QUE
JESUCRISTO ME HA LIBRADO! (Romanos 7:15-25 TLA)
El obispo K.C. Pillai, maestro
de costumbres orientales, dice referente a este pasaje:
“Pablo preguntó: "¿Quién me
librará de este cuerpo de muerte? " ¿Quién me librará de este cuerpo encadenado
a mi?” es una mejor traducción. ¿Qué significa esto? Un castigo capital solía ser
usado en los días de la Biblia. Si personas eran tomadas como prisioneros de
guerra o eran encontradas como traidores a su nación, llevan a esta gente a una
roca alta y los empujaban hacia abajo. Luego, con el peor de todos, traían un
cadáver, lo colocaban en el piso y traían al prisionero condenado y lo encadenaban
a este cadáver, sus manos con sus manos, sus pies con sus pies, quedaba completamente
encadenado a el cadáver. Luego lo dejarían allí y él morirá en 24 a 36 horas
atado a este cuerpo sin agua ni comida.”
Vean el horror expresado por Pablo en esta particular
expresión: ¿quién me librará de este cuerpo al que estoy encadenado? ¿quién me
librará de este cuerpo de muerte?”
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús…Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús ME HA
LIBRADO de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era
imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en
la carne. (Romanos 8:1a-3 RV1960)
¡En esto consiste la liberación que Cristo vino a hacer
disponible! Simplemente nosotros no podemos reformar la vieja naturaleza
empapada de pecado, por eso Dios tuvo que enviarnos un Salvador y darnos
una nueva vida en él. ¡Cristo nos ha librado de la más espantosa
esclavitud de la cual nosotros jamás, ni en un millón de años, podríamos haber
escapado! ¡AHORA SOMOS NUEVOS EN ÉL!
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17).
La epístola a los Romanos expone que cuando
Cristo fue muerto, nosotros morimos con él, cuando Cristo fue enterrado,
nosotros fuimos enterrados con él, cuando Cristo resucitó, ¡Nosotros
resucitamos triunfantes con él!! Cuando él se sentó a la diestra de Dios,
¡Nosotros nos sentamos con él! Y cuando recibimos esto con la fe de un niño,
con una creencia simple, nos encontramos IDENTIFICADOS CON Cristo. Nuestra
imagen reflejada en el espejo es Cristo. La Escritura dice que como él es,
así somos nosotros en este mundo. Yo no tengo que buscar con ahínco,
luchar por “imitar” en mi vieja
naturaleza el maravilloso comportamiento de Jesús mientras anduvo en esta
tierra, Cristo me ha librado del pecado y yo tengo una nueva vida que es como
él NATURALMENTE. ¡Tengo la capacidad de “activar” esta nueva vida que ha sido
depositada en mi!
Yo soy mexicana y hablo español como mi idioma natal, no
tengo que pensar o forzarme para hablarlo, no tengo que “programarme” cada
mañana y decirme a mi misma: “Claudia, tienes que hablar español hoy”, ¡No!
Simplemente me levanto y digo a mis hijos: “Buenos días” y comienzo a hablar
sin esfuerzo alguno el idioma que es natural para mí, para mi familia y en mi
país. Yo vivo en la frontera con los Estados Unidos, y cuando cruzo la frontera,
muchas veces me veo “forzada” a hablar en inglés, tengo que saludar en inglés y
tengo que pensar las palabras que voy a usar para pedir ayuda en una tienda,
por ejemplo. Esto me pone algunas veces nerviosa, y si no logro expresar una
idea, me siento torpe, ¡no podría hablar en inglés ante muchas personas como
hablo español! ¡No es mi idioma natural! ¡Eso requiere esfuerzo de mí!
Después de aceptar y creer MI IDENTIFICACION CON CRISTO mi
“idioma natural” es el “idioma” de Cristo. Yo no tengo que obligarme o
disciplinarme a amar, Cristo lo hace naturalmente. No tengo que forzarme a
tener, fe, gozo, paz, paciencia…, Cristo lo hace NATURALMENTE. Mi vieja
naturaleza no “habla el idioma de Cristo” no lo entiende y torpemente sólo
puede tratar de imitarlo, pero JAMÁS lograré hablar fluidamente ese “idioma”
con mi vieja naturaleza y tampoco necesito buscar hacerlo. Tan sólo debo
aceptar que yo morí con Cristo en la cruz y que resucité con él, que recibí por
gracia una vida nueva que es la reproducción exacta, no de Jesús, el
extraordinario hombre que anduvo en esta tierra haciendo milagros, señales y
maravillas, sino de Cristo Jesús resucitado. Sí, la vida nueva espiritual que
ahora tengo es una réplica exacta de Cristo Jesús el absoluto vencedor de la
muerte sentado a la diestra de Dios (¡Es Cristo en mi la esperanza de gloria!).
Esto es el Gran Misterio. Este es el Misterio que le fue revelado a Pablo y que
ninguno de los príncipes de este siglo conoció, porque si lo hubieran conocido,
jamás habría crucificado al Señor de gloria.
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no
cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (Juan
12:24).
Por eso ¡ahora somos más que vencedores! Por eso ¡ahora
vamos siempre en triunfo! Por eso podemos manifestar todos los frutos del
espíritu fluida y naturalmente. No es por la disciplina en la carne, o por
acumular mucho conocimiento las Escrituras (lo cual es maravilloso), o por
hacer toda clase de esfuerzos por “hacer mejor” al viejo hombre, que podemos
manifestar y florecer en esta nueva vida. Podemos vivir así sencillamente
porque Cristo ES ASÍ: Vencedor, triunfador, amoroso, paciente, lleno de
autoridad y fe. Cristo es ese grano que murió y después dio mucho fruto
reproduciéndose exactamente igual en miles de granos. Como él es, así eres tú y
así soy yo en esta tierra. La autoridad que él tiene sentado a la diestra de
Dios, la tienes tú y la tengo yo, la herencia que él recibió, él la compartió
contigo y conmigo POR LA BENDITA GRACIA DE DIOS. Esta realidad nada tiene que
ver con merecer o esforzarnos por alcanzar el favor del Padre, es la vida
eterna que Dios nos ha brindado gratuitamente, según el puro afecto de Su
voluntad.
El hombre y la mujer suelen preguntarse: “¿Quién soy yo? ¿Cuál
es mi propósito en la vida? Es un gran descanso entender y creer que aquellos
que hemos renacido del espíritu de Dios, tenemos una NUEVA IDENTIDAD DIVINA,
SOMOS COMO CRISTO ES, TENEMOS LO QUE ÉL TIENE Y ¡PODEMOS HACER LO QUE ÉL HIZO
EN ESTA TIERRA Y AUN MÁS, PORQUE ÉL FUE AL PADRE! El don de espíritu santo no
es un “apoyo” para reformar una naturaleza caída y pecaminosa, ¡es la misma
vida de CRISTO RESUCITADO morando en ti! ¡Y tú puedes permitir que esa vida
florezca en ti!
Como hijos de Dios, no tenemos que vivir agachando la
cabeza, quejándonos, enfermos, pobres, necesitados, amargados o derrotados.
¡Cristo es el absoluto vencedor y tú yo somos vencedores con el también!
Manifestarlo sólo requiere de fe, de la creencia de un niño. El justo
por la fe vivirá. No vivimos por lo que vemos, sentimos, logramos,
acumulamos o merecemos, ¡VIVIMOS POR FE Y PARA FE!
Las características y cualidades de Cristo ahora son tuyas
y mías por derecho de sangre, porque él murió por ti y por mí pagando un
altísimo e inimaginable precio, fuimos comprados como las más valiosas joyas,
el Padre nos compró con el precio de la preciosa e inocente sangre de Su Hijo
porque nos amó a ti, a mí y a toda la humanidad. Somos como Cristo es, porque
él resucitó y nosotros con él. Por la PURA GRACIA DE DIOS recibimos estas
riquezas. Cristo tiene todas las maravillosas características de los hombres de
Dios registradas en las Sagradas Escrituras: la fe de Abraham, el denuedo y
firmeza de Caleb, el celo de Elías, la mansedumbre de Moisés, la fuerza de
Sansón, la fidelidad de Samuel, el discernimiento de Daniel, la sabiduría de
Salomón, el corazón humilde y adorador del dulce cantor de Israel, David… Todo
eso eres tú ahora. Todo eso y mucho más recibimos en una herencia
incorruptible, eterna, permanente.
Con Cristo estoy (fui) juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la
gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió
Cristo. (Gálatas 2:20 y 22).
Si, pues (ya que), habéis resucitado con Cristo, buscad las
cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la
mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. (Colosenses 3:1-3)
¡Hemos resucitado con Cristo! ¡Así dan testimonio las
Escrituras! Nuestra vida esta “escondida” en Dios no sólo para la eternidad,
tenemos un tesoro depositado en nuestros vasos de barro. A Dios le plació
hacernos herederos de Su reino junto con Su Hijo. No lo merecíamos, no
podíamos, ni podemos alcanzar Su favor por muchas buenas obras que emprendamos,
pero LA GRACIA DE DIOS consiste en que el Padre nos ha regalado el honor de ser
hechos Sus hijos por Cristo, recibiendo así una rica herencia y la autoridad
que posee el Hijo en Su reino.
Al faraón en Egipto le plació poner como segundo en su
reino a José después que interpretó sus sueños. No había nadie en autoridad
después de José, sólo faraón mismo. Al Dios Todopoderoso creador del universo
le ha placido hacer segundo en Su reino a Jesucristo. La supereminente
grandeza de Su poder que operó en él, resucitándole de los muertos y sentándole
a su diestra en los lugares celestiales, lo puso sobre todo principado y
autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este
siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y
lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la
plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
El apóstol Pablo oraba: Por esta causa doblo mis rodillas
ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en
los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su
gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con
todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis
llenos de toda la plenitud de Dios. (Efesios 3:14-19).
¡PARA QUE SEAMOS LLENOS DE TODA LA PLENITUD DE DIOS! Cristo
es el reflejo de la gloria de Dios y ahora habita en nosotros y cuando
permitimos que esa nueva vida se transborde y florezca por nosotros, entonces
se desbordan esos ríos de aguas vivas que profetizó Jesucristo que saldrían de
nuestro interior.
Pablo oraba también por conocer más el poder de su
resurrección. Hay poder en aquel que fue levantado victorioso de entre los
muertos.
¡Aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de
Dios! (2 Corintios 13:4).
Cristo está vivo, y vive en ti y en mí, ahora sus ojos son
nuestros ojos, su boca es nuestra boca, su mente es nuestra mente y su corazón
ahora es el nuestro. Cristo VIVE EN NOSOTROS POR EL PODER Y LA GRACIA DE DIOS.
Romanos
5:7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que
alguno osara morir por el bueno.8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Nuestro Señor Jesucristo ofreció su vida en olor fragante
como Cordero de Dios, un 14 del mes judío de Nisán. ¡Estuvo muerto 72 horas
(tres días y tres noches completas), y resucitó un 17 de Nisán, hace 1990 años!
¡Cristo no solo es la Cabeza del Cuerpo, sino el centro mismo del cristianismo!
¡SU MUERTE Y RESURRECCIÓN MARCAN UN ANTES Y UN DESPUÉS PARA LA CREACIÓN
ENTERA!!!! ¡SIN EL NO HAY VIDA!!!! ¡SIN EL NO HABRÍA REDENCIÓN!!!! ¡SIN EL NO
HABRÍA ACCESO AL PADRE!!!! ¡SIN ÉL NO HABRÍA ESPERANZA!!! ¡PERO YA QUE JESÚS
MURIÓ Y RESUCITÓ Y VOLVIÓ A VIVIR, HA TRIUNFADO SOBRE LA MUERTE Y SOBRE TODA
POTESTAD Y GOBIERNO DE MALDAD OTORGANDO ETERNA REDENCIÓN A LOS QUE CREEMOS EN
ÉL! ¡QUÉ BENDITO SALVADOR TENEMOS!!!! ¡QUÉ BENDITA ESPERANZA TENEMOS EN ÉL!!!!
¡BENDITO SEA NUESTRO GLORIOSO Y MAJESTUOSO DIOS CREADOR DE TODO!! ¡BENDITO SEA
NUESTRO GLORIOSO SEÑOR Y REY JESUCRISTO QUE REGRESARÁ ENTRE LAS NUBES! ¡QUE
VENDRÁ COMO REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES A ESTA TIERRA A GOBERNAR CON
JUSTICIA Y EQUIDAD! ¡ALELUYA!!! ¡TODA LENGUA LE CONFESARÁ! ¡TODA RODILLA SE
DOBLARÁ DELANTE DE ÉL! ¡BENDITO NUESTRO HERMOSO REDENTOR JESUCRISTO QUE
REGRESA!!!!!!!!!!!!!!!!!
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