El Evangelio trae salud y provisión. De Joseph Prince

Me han acusado de ser uno
de esos predicadores del “evangelio de la prosperidad” en salud y riqueza. En
realidad, no hay tal cosa como un “evangelio de la prosperidad”. Hay un solo evangelio
y es el evangelio de Jesucristo. A través de la obra terminada de Jesús en la cruz,
puedes confiar en Él para que Su vida resucitada palpite y fluye en tu cuerpo
físico desde la coronilla de tu cabeza hasta la planta de tus pies. Ni las
enfermedades ni las dolencias son de Dios. Jesús no sólo llevó en la Cruz
nuestros pecados, sino también nuestras enfermedades, padecimientos y dolencias,
y “¡por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5)!”
Eso no es todo, amigo mío.
¡En la cruz, Jesús cargó con la maldición de la pobreza! Eso es lo que la Palabra
de Dios declara: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que
por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su
pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). Lee 2 Corintios 8. Todo el
capítulo es acerca del dinero y de ser una bendición económica para los que
están en necesidad. Así que no dejes que nadie te diga que el versículo se
refiere a riquezas “espirituales”. Permíteme decirte esto: Es el diablo el que
quiere verte enfermo y pobre, pero ¡El Dios que yo conozco ha pagado un alto
precio para redimirnos de la maldición de la enfermedad y la pobreza!
Entendamos cómo trata
Dios con nosotros desde el punto de vista de la relación. Como padre, ¿Cómo le
enseñas carácter y paciencia a tu hijo? ¿Con enfermedades y dolencias? ¡Por
supuesto que no! ¡Hay instituciones donde ponemos a ese tipo de padres! Una vez
más, como padre, ¿Cómo le enseñas a tu hijo humildad? ¿Maldiciéndolo con
pobreza para el resto de su vida? ¡De ninguna manera! Ahora bien, ¿no es
increíble como todo esto se vuelve muy claro cuando empezamos a pensar desde el
punto de vista de un padre, y ponemos a nuestros propios hijos en la foto?
Cuando comienzas a pensar
desde el punto de vista de la relación, todo ha de converger y empiezas a ver
las cosas desde la perspectiva de Dios. Él es nuestro Padre, Que opera en la
frecuencia de las relaciones, y a través de Su favor inmerecido en nuestras
vidas, aprendemos carácter, paciencia y humildad al tiempo que descansamos de
nuestros propios esfuerzos y dependemos de él. Mientras más conocemos a nuestro
padre, más queremos ser como Él. Así es como Dios nos hace crecer de gloria en
gloria en cada área de nuestras vidas. ¡Simplemente mirándolo a Él! (2 Corintios
3:18)!
Sabes que, como padres,
siempre buscamos las mejores cosas para nuestros hijos. ¿Cuánto más nuestro Padre
en el cielo quiere las mejores cosas para nosotros, sus preciosos hijos? de la
misma manera en que deseas que tus hijos sean sanos, Dios quiere que disfrutes
de Su salud divina. Y de la misma manera que quieres que tus hijos siempre
tengan más que suficiente, Dios quiere que disfrutes de Su provisión
sobrenatural. Cuando Él provee, prepárate para una carga que rompa redes y
hunda barcas (Lucas 5:6-7). ¡Prepárate para obtener 12 canastas llenas de
sobras (Juan 6:13)! La Biblia pone las cosas en perspectiva más claramente en
Mateo 7:11: sí ustedes, como padres imperfectos, “sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas
cosas a los que se lo pidan?”
Amigo mío, entiende bien
esto: Dios aborrece la enfermedad y detesta la pobreza. Él dio todo lo que
tenía para aniquilar a la enfermedad y la pobreza, cuando nos dio a Su único Hijo,
Jesucristo, para morir en la cruz por nosotros. Él puso todo el pecado de la
humanidad, así como la maldición de la enfermedad y la pobreza sobre el cuerpo
de Jesús; tus pecados ya han sido perdonados. tu cuerpo tu cuerpo físico será
sanado ¡y tu pobreza ciertamente pasará a la historia!
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