Corazones purificados por la fe. Joseph Prince
Juan 8:31-32,36 Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres…Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres.
¿Qué es “la verdad” que
Jesús dice que tiene el poder de liberarnos? Recuerden, nuestro Señor estaba
hablando al pueblo judío, así que “la verdad que ellos conocerían” no podría
haber sido el antiguo pacto de la ley, en el que ya estaban bien versados.
Conocer e intentar guardar la ley para ganar su justicia no les había dado la
libertad que buscaban. De hecho, se había convertido para ellos en un yugo
imposiblemente pesado de llevar.
Para entender qué es “la
verdad”, quiero llevarlos a Hechos 15, donde el Concilio de Jerusalén se había
reunido para debatir cuál de las leyes del antiguo pacto debía imponerse a los
creyentes gentiles. Miren lo que dijo Pedro:
Hechos 15:8–11 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.
Cuando Pedro habló acerca
de que Dios dio el Espíritu Santo a los creyentes gentiles de la misma manera
que lo había dado a los creyentes judíos, se estaba refiriendo a su predicación
a la casa de Cornelio y cómo el Espíritu Santo cayó sobre todos los gentiles
allí que lo oyeron mientras decía estas palabras: “De este dan testimonio todos
los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por
su nombre. Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó
sobre todos los que oían el discurso” (Hechos 10:43–44). Observa que cuando los
gentiles allí simplemente pusieron su fe en el Señor Jesús para el perdón de
sus pecados, ¡fueron llenos del Espíritu Santo!
Los creyentes judíos que
estaban presentes con Pedro entonces se asombraron de ver cómo incluso los
gentiles podían recibir el Espíritu Santo de la misma manera que ellos lo
recibieron (Hechos 10:45–46). Fue un fenómeno sin precedentes e impensable para
los judíos de la temprana iglesia, ya que bajo las leyes del Antiguo
Testamento, los gentiles eran considerados inmundos (Hechos 10:28). Más tarde,
los creyentes judíos reconocieron que Dios también había concedido a los
gentiles “arrepentimiento para vida” (Hechos 11:18)!
Esto me lleva al
siguiente punto. En el Concilio de Jerusalén, Pedro declaró que los corazones
de los creyentes gentiles fueron purificados por la fe (Hechos 15:9)! No por
obras, sino por su creer correctamente: creyendo que aquellos que creían en el
Señor recibirían la remisión de los pecados y serían hechos justicia de Dios.
¿Puedes ver eso?
¿Cómo somos hechos justos
hoy? ¿Cómo se purifican nuestros corazones hoy? ¡Por la fe en la obra terminada
de nuestro Señor en la cruz!
Jesús dijo:
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
Ahora bien, ¿quiénes son los de limpio corazón? Aquellos cuyos corazones han
sido purificados por la fe. ¡Amén! Así es como usamos las Escrituras para
interpretarlas. Así que no dejes que alguien te diga que para tener un corazón
puro, necesitas hacer esto y aquello, y que si no cumples con su lista de cosas
que debes y no debes hacer, tu corazón no será puro.
¿Puedes ver cuán
peligrosas pueden ser las opiniones de los hombres? De la misma manera, los
preciosos creyentes pueden llegar a tener un gran temor de que si no hacen algo
lo suficientemente duro para mantener continuamente puros sus corazones,
perderán su salvación y terminarán sin ver al Señor.
Según la autoridad de la Palabra de Dios, nuestros corazones son purificados por la fe en nuestro Señor Jesús. ¡Aleluya! Deja que esta verdad ponga una confianza inquebrantable en tu corazón con respecto a tu salvación, tu relación con el Señor, tu futuro y buenas cosas ocurriendo para y por ti.
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