Practica la presencia de Jesús y ve Su poder. Joseph Prince
Jeremías 20:11 Mas Jehová
está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán,
y no prevalecerán;
¿Sabes que el mejor
momento para agradecer a Jesús por su presencia es cuando no “sientes” Su
presencia? Cuando se trata de la presencia de Jesús, no te dejes llevar por tus
sentimientos. Los sentimientos pueden ser engañosos. ¡Guíate por Su promesa de
que Él es Emanuel, Dios con nosotros!
¿Has oído la historia de
un novio que se acercó a su pastor casi inmediatamente después de su ceremonia
de boda? Se acercó y le dijo: “Pastor, ¿puedo hablar con usted un segundo?”.
“Claro”, respondió el
pastor.
El novio dijo: “¿Sabe? No
me siento casado”.
El pastor lo asió de la
solapa y le refunfuñó: “Escucha, muchacho. Estás casado, lo sientas o no,
¿entiendes? ¡Solo acepta por fe que estás casado!”.
Verás, amigo mío, no
puedes guiarte por tus sentimientos. Guíate por la verdad, y la verdad es esta:
Dios prometió: “Nunca te dejaré ni te abandonaré”. Así que el mejor momento
para practicar Su presencia es precisamente cuando sientes que Jesús está a
160.000 kilómetros de distancia. Recuerda que los sentimientos no se basan en
la verdad. ¡La Palabra de Dios es verdad!
Poco después de graduarme
de la preparatoria, acepté un trabajo de medio tiempo como maestro en una
escuela primaria, donde me asignaron una clase de niños de 10 años. Recuerdo
que un día, mientras practicaba Su presencia, me arrodillé en mi sala y oré: “Señor,
te doy gracias porque siempre estás conmigo”. Mientras estaba de rodillas, el
Señor me dijo que orara específicamente por una de las niñas de mi clase que
había faltado a la escuela ese día.
Ahora bien, es muy común
que los niños falten a clase de vez en cuando por diversas razones, y nunca me
había guiado el Señor a orar específicamente por ninguno de ellos. ¡Esta niña
fue la primera! El Señor me dijo muy claramente que orara para que Su
protección estuviera sobre ella y la cubriera con Su preciosa sangre.
Al día siguiente, hubo un
gran revuelo en la escuela y me enteré de que la niña había sido secuestrada
por un conocido asesino en serie esa misma tarde, cuando el Señor me había
pedido que orara por ella. El asesino, Adrian Lim, había secuestrado a varios
niños para ofrecerlos como sacrificios al diablo. Creía que Satanás le daría
poder al ofrecerle la sangre de estos niños.
Durante los dos días
siguientes, esta chica de mi clase acaparó todos los medios nacionales porque
había sido liberada milagrosamente. Lamentablemente, fue la única chica
liberada. Todos los demás niños secuestrados habían sido brutalmente
asesinados.
Cuando regresó a clase,
le pregunté cómo había sido liberada. Me contó que su secuestrador estaba “orando”
por ella cuando de repente se detuvo y le dijo: “Los dioses no te quieren”. Fue
liberada rápidamente esa noche. Por supuesto, ustedes y yo sabemos por qué los “dioses”
no la querían: ¡estaba cubierta y protegida por la sangre de Jesús!
Escucha lo que te estoy
diciendo aquí. Hoy, en Estados Unidos y en todo el mundo, el diablo intenta
destruir a una nueva generación porque teme que los jóvenes del nuevo milenio tomen
control del mundo para Jesús. Por eso debemos cubrir a nuestros hijos con la
protección de Jesús.
Comparto todo esto con
ustedes porque quiero que vean la importancia y el poder de practicar Su
presencia. Como maestro en aquella época, mi clase era mi responsabilidad, al
igual que mi congregación lo es hoy.
Piensen conmigo: ¿Cómo,
con mi conocimiento e inteligencia limitados, podría haber sabido que una de
mis alumnas corría grave peligro? ¡Eso era imposible! Pero gracias a que el
Señor, que todo lo sabe, estaba conmigo, me permitió marcar la diferencia en la
vida de mi alumna.
De igual manera, sea cual
sea tu rol o vocación, ya sea maestro de escuela, líder empresarial o ama de
casa, quiero que sepas que Jesús está contigo y quiere que triunfes. Ahora,
recuerda, todo esto me pasó antes de convertirme en pastor de tiempo completo,
así que, por favor, no pienses que este favor inmerecido de Jesús es solo para
pastores. Amado, Su favor inmerecido es para ti. El Señor Emanuel está contigo.
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