Ven con denuedo a la presencia de Jesús. De Joseph Prince
Amós 9:11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado.
El pasaje profético
anterior habla de nuestro tiempo. La característica interesante del tabernáculo
de David en contraste con el tabernáculo de Moisés es que no tenía un velo que
separara al hombre de Dios. David pudo ir directamente a adorar al Señor ante
el arca del pacto.
Cuando nuestro Señor Jesús murió en la cruz y clamó: "¡Consumado es!" (Juan 19:30), la Biblia nos dice que en ese preciso momento “el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Mateo 27:51), ¡abriendo el camino al Lugar Santísimo! A través de Cristo, no hay más separación entre Dios y el hombre. Todo aquel que cree en Jesús no perecerá jamás. ¡Aleluya!
El
tabernáculo de David: David y los sacerdotes pudieron
alabar
a Dios abiertamente delante del arca del pacto.
¿No es maravilloso saber
que cuando estás en Cristo, todos tus pecados son perdonados y que puedes
acercarte confiadamente a Su trono de gracia para adorarlo? Dios ha levantado
el tabernáculo de David con una nueva generación de adoradores que no tienen
miedo a Dios y no tienen miedo de acercarse y recibir Su promesa de protección
divina. Ninguno de nosotros puede hacer lo suficiente para merecer la
protección de Dios, pero alabado sea Dios, ¡todos estamos calificados por la
sangre de Jesucristo!
En la noche de la primera
Pascua, cuando los hijos de Israel aplicaron la sangre de un cordero inocente
en los dinteles de sus puertas, Dios les dijo: “Ahora la sangre os será por
señal en las casas donde estáis. Y cuando vea la sangre, pasaré de vosotros; y
no caerá sobre vosotros plaga para destruirles cuando hiera la tierra de
Egipto” (Éxodo 12:13). Jesús se convirtió en ese cordero inocente que fue
sacrificado por nosotros cuando derramó Su sangre y murió en la cruz.
Hoy, como creyentes en
Cristo, Su sangre nos protege. Estoy creyendo contigo que todo mal, toda
destrucción y todo peligro pasarán de ti y no se acercarán ni a ti ni a tu
familia. Acerquémonos confiadamente a adorar a nuestro Señor en el tabernáculo
de David donde no hay velo. Ven con denuedo bajo Sus alas y adora al Señor
diariamente con la oración de protección. Su preciosa sangre ha sido derramada
en el propiciatorio para nuestra total redención, protección y salvación.
El Salmo 91 fue escrito
para adorar. Ven con denuedo a la presencia de nuestro Señor todos los días y haz
la oración de protección. No hay velo, ni fracaso, ni vergüenza que te separe
de Dios hoy debido a la obra finalizada de nuestro Señor en el Calvario. ¡Ven
ante tu Padre celestial, adóralo y recibe Su protección para ti y toda tu casa!
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