¿Cuál es tu imagen de ti? Barry Bennett
Todos nos vemos a
nosotros mismos de cierta manera. Nuestras experiencias de vida, nuestros
fracasos y éxitos, nuestra educación, nuestra cuenta bancaria, nuestra
apariencia física, nuestros antecedentes y la cultura en la que crecimos han
creado una imagen en nuestro interior. Esa imagen, ya sea buena o mala,
verdadera o falsa, es el poder dominante que da forma a nuestro destino. La
imagen que llevamos dentro puede incluso bloquear las bendiciones y propósitos
de Dios en nuestras vidas.
Se proyectará en nuestras
relaciones y circunstancias una imagen de indignidad, culpa y odio hacia uno
mismo. Quienes nos rodean responderán a lo que proyectamos a través de nuestras
palabras, acciones, lenguaje corporal y actitud. El miedo es otra imagen
poderosa que puede contaminar todas las bendiciones deseadas por Dios en tu
vida.
Porque lo que él piensa
en su corazón, así es él. (Proverbios 23:7)
Una imagen de enfermedad
o carencia también moldeará nuestro futuro. ¡El corazón es un poderoso
generador de futuro!
El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca cosas buenas. Y el hombre malo, del mal tesoro saca
malas cosas. (Mateo 12:35)
Podríamos ampliar este
versículo para hablar de lo que sale del corazón de los alegres, los amorosos y
los generosos, frente a lo que sale del corazón de los amargados, los
implacables y los tacaños.
La única diferencia entre
la vida de abundancia y la vida de carencia es la imagen que tenemos en nuestro
interior. ¿Cómo te ves a ti mismo?
¿Eres una nueva creación,
creado en justicia, adoptado en la familia de Dios, más que vencedor, sentado
con Él, dotado de poder, digno de cada promesa y lleno de Su amor? ¿O eres un
pobre pecador, centrado en los fracasos pasados, siempre preocupado por no
tener suficiente, amargado con los bendecidos, lleno de culpa o remordimiento y
siempre esperando lo peor? ¿Cuál es tu imagen de ti?
Como pienses en tu
corazón, estás determinando tu futuro. Un futuro negativo surgirá de un corazón
negativo. Un futuro abundante vendrá de un corazón que ha creído en la Palabra
de Dios.
Guarda tu corazón con
toda diligencia, porque de él mana la vida. (Proverbios 4:23)
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