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La clave para la fe. Joseph Prince

 

Hebreos 12:2 (NASB1995) Fijando los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Como seres humanos, no sólo tenemos una propensión a centrarnos en cada pequeño defecto de nuestra constitución física y emocional, sino que también tenemos una tendencia a estar conscientes, recordar y reproducir en nuestras mentes los pecados, fracasos y errores que hemos cometido. Nos condenamos a nosotros mismos incluso por nuestros defectos más pequeños en lugar de concentrarnos en cómo Dios realmente nos ve: perfectos en Cristo.

Es por eso que se necesita fe para creer que Dios te ve justo. Se necesita fe para creer que Él no te ve en tus pecados, que no observa pecado ni iniquidad en ti. Se necesita fe para creer que Él quiere decir lo que dice cuando dice: “Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” (Hebreos 8:12). ¡Se necesita fe para creer que Dios no recordará tus fallas y errores!

Pero Pastor Prince, mis pecados me están mirando fijamente. ¿Cómo puedo tener fe para creer que Dios no los ve?

Amigo mío, la clave de la fe se encuentra en mirar a la fuente de la fe: Jesús. Como dice la Biblia, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). ¡Tu fe para creer se encuentra en Jesús! La Biblia Amplificada lo expresa de esta manera: “Aparta tu mirada [de todo lo que te distraiga] hacia Jesús, quien es el autor y la fuente de nuestra fe [dándonos el primer incentivo para nuestra creencia] y también su consumador [llevándola a la madurez y la perfección]”.

En otras palabras, aparta tus ojos de tus propios defectos, imperfecciones, fallas y errores, y simplemente fija tus ojos en Jesús. Cuanto más veas a Jesús y Su obra terminada, más fe surgirá en tu corazón para creer que todos tus pecados están verdaderamente perdonados. Puedes empezar de cero y tener un nuevo comienzo en Cristo. ¡Lo viejo se fue y lo nuevo ha llegado!

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