No ocupado consigo mismo sino ocupado con Cristo. De Joseph Prince
Gálatas 2:20 Con Cristo
estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.
A medida que
profundizamos en el poder de creer correctamente, quiero mostrarte formas
prácticas en las que puedes ser transformados mediante la renovación de tu
mente.
Creer correctamente
consiste en renovar tu mente y desarraigar las creencias erróneas que dan forma
a tu pensamiento y comportamiento. Por eso la Palabra de Dios dice: “No imites
el comportamiento ni las costumbres de este mundo, sino permite que Dios te
transforme en una nueva persona cambiando tu forma de pensar” (Romanos 12:2 NLT).
Dios quiere cambiar la
forma en que pensamos cambiando nuestros pensamientos de la ocupación propia a
la ocupación en Cristo. Nuestra tendencia humana es centrarnos en nosotros
mismos. Somos propensos a una auto introspección excesiva y somos fácilmente
susceptibles a estar abstraídos con nosotros mismos en lugar de por Jesús.
Muchos de nuestros
mayores dolores, luchas, fracasos y miserias se deben a que estamos centrados
en el “yo”. A menudo, estamos absortos en pensamientos como: “¿He hecho lo
suficiente?”, “¿Qué me pasa?” y “¿Por qué tengo tantas debilidades?”.
Desafortunadamente, cuando nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, nos
obsesionamos, nos oprimimos e inevitablemente nos deprimimos.
Amigo mío, ¿tu mente está
constantemente llena de pensamientos sobre cómo has fallado, cómo te has
equivocado y cuán indigno eres? Esto es sintomático de alguien que está
claramente ocupado en sí mismo. Pensamientos como esos hacen que una persona
desarrolle un complejo de inferioridad.
Las personas que sufren
esto están siempre listos para condenarse a sí mismas. Sus mentes están
nubladas por la negatividad y el pesimismo.
Pero la ocupación en uno
mismo también puede manifestarse en el otro extremo de la oscilación del
péndulo como un complejo de superioridad. Hay personas que piensan que siempre
son mejores que los demás. Son dolorosamente arrogantes y creen que sus
perspectivas y opiniones siempre son correctas. Ya sea que te sientas superior
o inferior, tu atención sigue estando en ti mismo y, al final, eso te causa un
gran dolor, miseria y angustia.
Sólo en Cristo
experimentarás la verdadera transformación y no caminarás en orgullo ni en
falsa humildad. Cuando estás ocupado con Cristo, la carne en ti se vuelve
intrascendente y comienzas a manifestar inconscientemente todos los atributos amorosos,
saludables y hermosos de Jesús.
Los frutos del Espíritu,
como el amor, el gozo, la paz y la bondad, fluyen a través de ti sin esfuerzo
cuando tu mente está renovada y ocupada con la persona de Jesús. ¡Es
inevitable! No puedes tocar Su gracia y no volverte santo, como tampoco puedes
tocar el agua y no mojarte.
Comentarios
Publicar un comentario