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La gracia es una persona, no una doctrina. Joseph Prince

Juan 1:17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

¿Sabes qué hace único al cristianismo y le da el poder de liberar a las personas de todo tipo de miedos, pensamientos de condenación y adicciones? Muchos de los sistemas de creencias del mundo se rigen por códigos, reglas y leyes morales.

Pero el cristianismo es único en el sentido de que no se trata de una lista impersonal de lo que se debe y no se debe hacer. Se trata de tener una relación con Dios Todopoderoso. Y es Dios trabajando en nosotros y para nosotros a través de esta relación la que trae transformación a nuestras vidas.

Amado, lo que a Dios le importa es tener una relación contigo hoy. El apóstol Juan nos dice que “ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

Nota también que la ley fue dada. Esto implica una sensación de distancia. ¡En contraste, la gracia vino! La gracia es personal y vino como una persona: la persona de Jesucristo.

La ley es dura, fría e impersonal. No puedes tener una relación con dos tablas de piedra. Pero la gracia es gentil y cálida. La gracia no es una enseñanza o doctrina. La gracia es una persona y puedes tener una relación con una persona.

A Dios no le interesa la mera obediencia y sumisión. Él es un Dios de amor y anhela tener una relación íntima contigo.

Jesús vino y murió cruelmente en la cruz, pagando toda la deuda del pecado con Su propia vida para que tú y yo podamos reinar en vida hoy. Su sacrificio cumplió perfectamente todos los requisitos de la ley a nuestro favor (Mateo 5:17). Todo lo que éramos incapaces de hacer, Él lo hizo por nosotros.

Cuando recibes a Jesucristo como tu Señor y Salvador, eres hecho santo y justo por Su sangre de una vez por todas. Puedes entablar una relación con Dios Todopoderoso y venir con denuedo a Su presencia sin culpa, condenación ni expectativa de castigo.

Verás, cuando has cumplido con tu deuda con el prestamista por la hipoteca de tu casa, dejas de enviar tus pagos mensuales porque la deuda ya se ha completado. Si el prestamista te envía una carta exigiendo un pago adicional, todo lo que tienes que hacer es presentar el título de propiedad de tu casa. ¡En el mismo sentido, la deuda que tú y yo teníamos con la ley ya ha sido cumplida por nuestro Salvador Jesucristo! ¡Aleluya!

Cuando el diablo venga a acusarte con la ley y te muestre cómo te has quedado corto y has fracasado, aparta la vista de ti mismo y señala el pago que Jesús hizo en la cruz. Cristo es tu título de propiedad, ese es el por qué eres llamado “cristiano” hoy.

Tú no eres tuyo. Has sido comprado con la preciosa sangre de Jesucristo. Su sangre, derramada por ti, es la que hace segura tu relación con Dios. ¡Es lo que te da la base para alcanzar y recibir tu libertad de tu amoroso Salvador hoy!

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